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Recomiendo leer con la canción Be Still de The Fray.
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Eran las 5.00 PM de otro día otoñal y solitario. Acabo de despertar de una larga siesta, la cual tomé apenas terminé de hablar con Minho porque, si no me equivoco, eso fue alrededor de las diez de la mañana y mi resaca era horrible.

Me senté a la orilla de la cama y me pasé las manos por el rostro. Mientras bostezaba, observé a mi alrededor y noté todas las botellas y vasos en el piso, pero no recordaba de dónde saqué tanto alcohol o cuándo bebí toda esa cantidad... ¿Qué más da? Estoy solo, no tengo a Thomas. Hace ya mucho tiempo que me importa una mierda lo que me suceda; sé que a nadie le afectará, menos a Thomas, quizás con suerte me recuerda. Debe pensar que por fin se deshizo de mí, que finalmente logró quitar una carga de su vida.

Me levanté hacia el baño, hice lo que tenía que hacer y me miré al espejo mientras lavaba mis manos. Mis ojos estaban rojos e hinchados, sumándole que tenía bolsas y unas ojeras muy notorias. Mi cabello estaba despeinado y lucía sucio, mi piel pálida —un poco más de lo normal— y mis labios se veían resecos y partidos. Pensé en darme una ducha, sin embargo, algo en mi mente me dijo que no tendría sentido si volvería a estar en este mismo estado en menos de dos horas. Bueno, le encontré mucha razón a ese "sentido común", "instinto" o lo que sea, así que lo único que hice fue lavarme los dientes y la cara con agua fría.

Me dirigí a la cocina en busca de comida. Apenas abrí el refrigerador, lo único que encontré fue un yogur y una caja de leche que estaba abierta hace quién sabe cuánto tiempo. Saqué el yogur, una cuchara. Me daba igual todo, después bebería alguna cosa que me ayudara a ignorar el apetito.

(...)

—Maldito Thomas... P-por qué me dejaste solo... —musité, pensando en voz alta.

No sé qué hora es y tampoco alcanzo a ver mi reloj, pero ya oscureció y aquí estoy: solo, sentado en el piso de mi habitación con un cigarro en mi mano derecha y una botella de cerveza casi vacía a mi lado, más las otras seis cervezas que me quedan por beber y tres botellas vacías.

—Te o-odio... Te odio, te odio, t-te... od-dio. —Sentí mis mejillas humedecerse. ¿Estaba llorando?— Mentira... no puedo odiarte, no puedo. —No sé si estaba gritando o algo, siquiera sé si esto era un sueño.

Me reí de manera irónica; me sentía patético. Me levanté del piso con la cerveza en mi mano izquierda, bebí de un trago lo que quedaba en la botella y la lancé contra una de las paredes para luego oír vidrio quebrarse. No sé dónde habrá caído porque tenía todas las luces apagadas, solo la pálida luz de la luna me dejaba ver por dónde iba.

Seguí mi camino, sin antes haber vuelto a buscar otra botella y quitarle la tapa. Abrí el ventanal que daba hacia el balcón del departamento y me apoyé en la baranda. La noche se veía estrellada y la ciudad no muy despierta, de hecho muchas luces estaban apagadas.

—Quizás qué hora es. —Pensé en voz alta, pero no tenía idea si estaba hablando muy fuerte o solo fue un susurro. Le di una última calada a mi cigarrillo y, sin pensarlo dos veces, los presioné contra la piel de mi antebrazo izquierdo. Sentí una punzada de dolor recorrer toda esa zona, la cual terminó por expandirse a través de mi cuerpo. Gemí de dolor y segundos después tiré la colilla hacia el vacío.

Me sentía devastado, estaba aburrido de sentir tanta tristeza cuando tan solo había pasado un mes. ¿Qué haré cuando ya sean dos meses?, ¿tres?, ¿un año? Pero no podía evitarlo, era como si me hubieran quitado un órgano vital y me obligaran a vivir de esta manera hasta que no pueda más.
Me quedé ahí un buen rato, por lo menos eso pareció haber sido. Deseaba perder la conciencia, olvidar todo, sentir algo similar a una anestesia, pero para mi corazón. Entré y busqué a tientas en la oscuridad la caja donde guardaba todas esas sustancias ilegales que logré conseguir, saqué una bolsita que contenía unas cuantas pastillas circulares de distintos colores y recordé lo que dijo el tipo que me las vendió: "Lo ideal es no tomarlas con alcohol, puedes pasar un mal rato y que los efectos sean riesgosos". A la mierda.

Tomé una de las pastillas entre mi pulgar e índice derecho, la observé; era celeste y lucía como cualquier pastilla ordinaria. La introduje en mi boca, dejándola sobre la lengua, y bebí un poco de cerveza para tragar. Cerré mis ojos para intentar relajarme; ya había probado esto antes, pero admito que tenía algo de miedo.

Debía de haber pasado una media hora. Sentía mi pulso más acelerado, respiraba rápido y era como si la habitación estuviera en llamas, ya que un fuerte calor me recorría todo el cuerpo. Volví a mis pensamientos anteriores: me encontrarán tirado en el piso con los ojos abiertos, mirando hacia la nada, rodeado de vómito o alguna sustancia extraña. Moriré como los artistas mueren por sobredosis y...

"Ya estás alucinando, idiota."

—¿Qué? —pregunté en voz alta, casi gritando. Juré haber oído a alguien decir algo.

"Disfruta, Newt. Thomas ya no te ama. Ahora serás feliz, es hora de tu fiesta de despedida."

La voz era similar a la mía, aunque tenía un tono... ¿macabro?, como si fuera mi lado malo o algo similar. Reí. No tenía idea qué era tan chistoso; puede ser la voz que oía la que me provocaba tanta risa. Tiene razón, después de todo, Thomas ya no me ama. Nadie me ama. Nadie me quiere aquí y era genial, así mi fiesta de despedida sería sin remordimientos. Sé que no le causaré daño a nadie con mi partida. Reí nuevamente.

Salí de la habitación y troté hacia la sala de estar en busca de música. Sí, troté. Sentía un golpe de energía a través de mi cuerpo y necesitaba más. Rebusqué entre todos los álbumes que poseía sin tener cuidado, solo tiraba los que no escucharía. Encontré uno de Radiohead y siquiera me fijé en cuál era, solamente lo puse en el tocadiscos y se reprodujo la canción "Nude". Perfecto. Subí todo el volumen hasta más no poder, cerré los ojos y empecé a bailar y reír como todo un desquiciado.

Sentía una felicidad excepcional, no obstante, una sutil amargura se encontraba en el fondo, creando molestia en mi mente y esperando pacientemente su turno para aparecer y sumergirme en ella. Abrí los ojos y observé a mi alrededor: estaba la luz encendida. ¿Cuándo la encendí?

"La prendiste hace un minuto... O tal vez fui yo, quién sabe."

Otra vez esa voz. Escuché como reía, su risa era perversa y burlesca. Creo que se reía de mí. O era yo riéndome de mí mismo en otro universo. Solté otra carcajada. Mi mente se volvía cada vez más confusa; miles de ideas pasaban a través de ella a la velocidad de la luz y al mismo tiempo, causándome un fuerte dolor de cabeza. Decidí ignorarlo y continuar.

Parpadeé y estaba frente al refrigerador, creo que quería sacar hielo. Me dejé llevar por mis instintos y saqué un par de cubos de hielo, luego los deposité en un vaso y cogí una botella de vodka que tenía guardada en un mueble de la cocina. Vertí su contenido hasta que el vaso estuviera lleno y tomé un largo trago, sintiendo así el ardor que producía el alcohol en mi garganta. Cerré los ojos con fuerza y esperé a que disminuyera.

(...)

Sonó el timbre y reí a carcajadas, el sonido era bastante gracioso. Estaba sentado en el piso nuevamente, pero esta vez en el living; mi espalda apoyada en el sofá y la bolsa que contenía las pastillas coloridas se hallaba a mi lado. Miré a mi alrededor: habían dos vasos quebrados en la entrada de la cocina, una botella transparente estaba en el suelo y sin su tapa correspondiente, por lo que el líquido que contenía se estaba escapando y formaba una pequeña poza a su alrededor. No recordaba ni qué había bebido hace un rato, sé que ingerí otra pastilla y algo me serví para tomar.

Volvió a sonar el timbre. El sonido retumbó en mis oídos, ocasionando una fuerte punzada de dolor en ellos. Los cubrí con mis manos y cerré los ojos.

—¡Newt! —Una voz masculina me llamó. Se oía lejana y por debajo de la música.

No tenía idea de qué música había puesto, me acuerdo que puse la radio en el mini-componente y sintonicé la primera estación en la que estuvieran tocando una canción que me agradara. Mis sentidos estaban agudizados; era música electrónica y lograba diferenciar el beat de los otros sonidos.

Tocaron el timbre una vez más y sonaron golpes en la puerta. Quién quiera que sea estaba desesperado, lo cual me comenzaba a molestar.

—¡Newt, abre la puerta!
—¡Déjame tranquilo! —exclamé con rabia. No sé qué me había enfadado tanto, siquiera reconocía quién era.
—¿Newt? —me percaté de que en su voz había desconcierto— ¿Estás bien?
—¿Quién eres? —Sentí miedo. Aunque la música estuviera a su volumen máximo, algo me permitió oir— su voz con mayor atención y darme cuenta de que era bastante familiar.
—¡Newt, soy Thomas! ¡Me llamaste hace un rato y...!
—¡Ándate! —Mis ojos se estaban llenando de lágrimas. Thomas... Maldito Thomas.

Pasaron unos segundos y no percibí otro sonido más que el ritmo acelerado de una canción. La rabia me invadió una vez más; le permití quedarse. Me levanté de golpe e impulsivamente pateé el sillón a mi lado. Seguí con la mesa de centro, la cual di vuelta y quebré porque era de vidrio. Grité con toda la fuerza que mis pulmones poseían. Pateé y rompí objetos, dejándolos desparramados por toda la habitación. Sonó el timbre y los golpes en la puerta de entrada regresaron. Thomas.

—¡Newt, por favor! —no respondí porque esperaba que se fuera pronto. Sentía rabia y pena, no quería verlo, pero por otro lado ansiaba ver su cara una vez más— ¿Newt?

Le bajé un poco el volumen al equipo y me quedé de pie; era todo tan extraño, no sabía qué hacer. Aguardé un minuto, y él insistió, así que caminé decidido hacia la puerta, abriéndola de golpe y viendo su cara de preocupación... Su hermosa cara.

—Newtie... Q-qué... ¿Estás bien?
—No me digas así —repliqué cortante. Él solo se limitó a abrir su boca para decir algo, mas ninguna palabra salió de ella—. ¿Y qué tipo de pregunta es esa? ¡Estoy excelente! —Reí como un demente y sentí lágrimas acumulándose en mis ojos. No eran de felicidad, en absoluto. —Y bien, ¿vas a pasar o qué? ¡Estoy haciendo una fiesta! —grité mientras caminaba de vuelta al living.

Escuché la puerta cerrarse, pero me quedé en el mismo lugar, mi espalda hacia él; no quería mirarlo a los ojos. Por más inconsciente que estuviera respecto a mis actos, sabía que mirarlo a la cara una vez más me haría explotar de una manera impresionante y, probablemente, peligrosa.

—¿Por qué viniste?

—Newt, tú me llamaste. Estabas... Mejor dicho, estás borracho. —Un "silencio" para nada incómodo permaneció entre nosotros. La música todavía sonaba, era una balada o algo similar—. Me preocupé mucho y bueno... —No continuó su oración, pero escuché sus pasos cada vez más cerca de mí.

No quería mirar. No quería ver sus ojos. No quería herirlo por más que él sí me haya herido. No quería descargar mi rabia con él. Desde mi visión periférica pude verlo; estaba a unos cuántos metros a mi lado, en cuclillas, y en su mano la bolsa transparente que contenía los comprimidos restantes.

—N-Newtie... ¿Qué es esto?
—¿Qué parecen? ¿Dulces? —dije de la manera más cortante y sarcástica posible.
—Mi amor...
—¡No me llames así! —le grité más fuerte que nunca, girándome para mirarlo a los ojos. Su mirada irradiaba dolor y yo podía oír mi corazón quebrajándose con cada segundo que transcurría—. Deja de fingir, por favor —No aguanté más y rompí en llanto. Eran lágrimas que no cesaban, sin embargo, necesitaba detenerlas de alguna forma.
—¿Fingir qué? —Me preguntó mientras se acercaba a mí. Cuando ya estaba a menos de un metro de distancia, los dos frente a frente, levantó su mano para acercarla a mi mejilla; cerré mis ojos y respiré profundo, luego quité su mano de manera brusca.
—¿Por qué finges que me amas, Tommy? Deja de fingir que te importo —Mi voz era un hilo muy fino a punto de romperse. Abrí los ojos y vi los suyos: un par de iris café claro sumergidos en lágrimas.
—No estoy fingiendo nada. Mi amor, yo... Yo no quería herirte. T-te estaba protegiendo...
—¿De qué?
—De mí.
—Te necesitaba, Thomas. —Respiré profundo y sequé mis humedecidas mejillas—. Te necesitaba y no estuviste, ¿por qué pensaste que me protegerías así?
—Porque casi te golpeé...
—Casi —Lo interrumpí—, pero no lo hiciste. Yo confío en ti y, lo creas o no, aún lo hago. No esperaba que me fueras a dejar solo, y créeme que estoy mucho más dolido y enojado de lo que parece pero...

Y eso fue todo. Algo no me permitió continuar. Mi cerebro no quería responder y dejar que las palabras salieran de mi boca.

Sentí una fuerte punzada en la cabeza, por lo que llevé mi mano hacia la zona de dolor y la mantuve ahí como si eso fuera a aliviarlo. Me equivoqué. Cerré mis ojos con fuerza, aguardando a que la horrible sensación se apaciguara; sin embargo, aumentaba. Escuchaba mi corazón en mis oídos latiendo con toda la fuerza y rapidez del mundo, tal como si hubiera corrido una maratón. Algo estaba mal.

Mis piernas tiritaban y una tos horrible hizo su aparición. La voz de Thomas sonaba lejana, era como si lo tuviera a metros de distancia cuando sabía que estaba a mi lado y que me sostenía en sus brazos. Por mucho que abriera los ojos, no veía nada en absoluto, así que los mantuve cerrados. Mis brazos descubiertos hicieron contacto con el piso frío y, de un momento a otro, Thomas no estaba a mi lado, ya no sentía su calor cerca de mí.

Parecía como si hubiera pasado una eternidad, pero supuse que no fueron más que minutos los que estuve recostado en el piso hasta que volver a sentir sus brazos, en los que me tomó y llevó como llevan a las novias.

—N-Newt... ¿Me escuchas? —Quería hablarle, responder su pregunta. Algo me decía que no saldría de esta, que necesitaba decirle cuánto lo amaba.

Todo pasaba en cámara lenta. Un ardor casi insoportable estaba recorriendo mi cuerpo junto a fuertes náuseas y un dolor de cabeza insoportable, sumándole una tos horrorosa.

—¡Por favor! Mi novio está grave, necesito ayuda. —La voz de Thomas se quebraba y hasta había palabras que no comprendía, sonando como un balbuceo y muy lejos de mi alcance—. E-está bien.

Era horrible. Ya no sabía si mis ojos estaban cerrados o no; solo veía oscuridad y sentía mi piel hacer contacto con una superficie fría y suave, pero mi cabeza, cuello y la mitad de mi espalda estaban apoyados en algo blando y cálido. Unas manos acariciaban mi rostro... Sus suaves manos. Corría agua tibia por debajo de nosotros, entonces concluí que estábamos en la tina de baño.

—M-mi amor... quédate conmigo. Perdóname, Newt, todo esto es mi culpa... —Escuché sus sollozos. Todo era un sonido lejano. Quería abrazarlo, decirle que lo amo y que no se culpara de nada. Quería decirle que todo estaría bien, por más que no tuviera la certeza.
—Tommy... —Intenté subir el volumen de mi voz, mas se me era imposible, solo podía hablar en pequeños susurros. Tosí—. No e-es tu c-culpa.
—¿Newt? ¿Amor?
—Te amo... —Y todo se fue a negro. No sé si realmente articulé todo eso o si me pudo escuchar, parecía como si fuera un sueño.

Todo era oscuridad. El dolor se desvaneció y ya no había sonido, solo diminutos y lindos recuerdos de mi amado. No podía hacer nada, siquiera estaba seguro de si me encontraba en algún lugar en específico o alcanzaba a distinguir algo; pero era una paz absoluta la que apareció y jamás me había sentido tan tranquilo.

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