PRÓLOGO. Para ti, en 2000 años.
prólogo: para ti, en 2000 años.
📍 Distrito Shiganshina.
Año 844.
A veces, cuando volvían de cada exploración y cruzaban el muro María, el sentimiento de rechazo y vergüenza se cernía ante ella con cada mirada analítica, decepcionante y hasta burlona del pueblo. Todas las veces que salía miraba cada rostro prometiendo con sus ojos, marrones como la tierra fértil, que lograrían algo, que traerían noticias, que descubrirían los misterios. Creía que así sería, sin embargo, al retornar mantenía su rostro derecho en el camino, sintiendo las pérdidas manchando su capa verde de rojo.
Había aprendido a mantener la cabeza alta y dejar de hacer promesas silenciosas que solo le afectarían a ella misma, y aunque le doliera hasta el alma, se aferraba a las palabras que el Capitán Smith le dijo en su primera y desastroza exploración. No bajes la cabeza, si la bajas sus sacrificios habrán sido en vano. Y si era totalmente sincera con sí misma, sabía que no podría evitar las muertes pero si con ellas lograba ir mucho más lejos y saber que había más allá del árbol de corteza blanca que nunca podían sobrepasar, tal vez era algo que su mezquino ser aceptaría.
Las promesas vacías, las miradas llenas de consuelo, las palabras que nunca decía. De hacer este infierno un lugar mejor. Ella no había matado a sus compañeros, se decía, habían sido los titanes y eso lo sabía muy bien, y por esa razón quería liberar este mundo corrompido de esos monstruos. Que las flores que crecieron de sus lágrimas que habían caído cuando su primer escuadron fue asesinado no hayan sido en vano, que si esto era un infierno, que al menos sea uno agradable y solo había una forma de hacerlo.
Para combatir monstruos, debías convertirte en uno.
Su caballo avanzó por detrás del Capitán, liderando el grupo sobreviviente de aquella nueva masacre. En la cabeza se encontraba el Comandante Shadis con la mirada oscurecida, tal vez rogando de no encontrarse con ninguno de los familiares de los soldados caídos, aún con el tiempo que ya llevaba siendo la cabeza de la Legión de Reconocimiento, siempre sería difícil informarle a una madre que su hijo fue devorado y que no podría darle su cuerpo para al menos llorarlo. Mordisqueó su labio interno moviendo ligeramente su capa, suspiró al tenerla seca, pues se había empapado de pies a cabeza por la tormenta en la que habían entrado hace dos días. Un hilo frío le recorrió la columna, no le importaba la lluvia sino lo que ocurrió dentro de ella.
El caballo negro de su lado izquierdo relinchó y ella desvió la mirada hasta el gentío por pura costumbre, en el momento exacto que un niño castaño aparecía en su vista, Calynn parpadeó varias veces sin dejar de mirarlo. El niño tenía una sonrisa deslumbrante que opacaba todos los rostros decepcionados y serios de las demás personas que también la observaban. La desconcertó pero también le devolvió la energía que había perdido, su mirada de admiración, inocencia y felicidad sin importarle el rostro remacrado que los soldados portaban le sacó una pequeña sonrisa sellada, y cuando él finalmente posó sus ojos en ella, la ensanchó, arrugó su nariz por la ternura que le causaba y le guiñó el ojo. El castaño se sonrojó violentamente quedando colgado en su propio mundo unos largos segundos antes de sonreír mostrando todos sus dientes, alzó un brazo y la sacudió con entusiasmo mientras la fila de la pelirroja se alejaba. Le devolvió la despedida con un suave movimiento de manos antes de perderlo de vista.
Antes de salir de Shiganshina debían entregar los cuerpos que pudieron recuperar, jóvenes y adultos que vivían en el distrito sur, o informar sobre sus perdidas. Calynn siempre se saltaba esa parte, la odiaba y esperaba que nunca estuviera en esa situación, si le tocaba solo significaría que uno de sus amigos había muerto. Era algo con lo que no quería lidiar de nuevo, porque, ¿cómo reconfortaría a alguien cuando ella también necesitaba que le dijeran que todo iba a estar bien? Al llegar al muro se detuvieron y solo la carreta avanzó junto al caballo de Shadis y Smith. Calynn bajó del suyo y se acercó al brillante semental gris manchado en donde estaba Dmitri con la mirada pérdida en la muralla. Frunció el ceño, era demasiado extraño verlo de aquella manera.
— Dmitri —lo llamó, lo vio mover sus hombros ligeramente hacia arriba por haber interrumpido sus pensamientos, prefería hacer eso, sabía en que estaba pensando—. Aquí está la panadería que hacen los bollos que te gustan, cuida a Fenrir, ya vengo —le pasó las riendas, el peliblanco parpadeó achicando sus ojos analizando cada palabra que su amiga de infancia acababa de decir. A la pelirroja le comenzó a preocupar su lentitud—. Dmitri.
— ¿Tienes dinero? —preguntó tomando las riendas con una mano, ella asintió quitándole importancia, dispuesta a irse antes de que los demás volvieran—. Tráele uno a Levi también.
Calynn se detuvo para mirarlo, suspiró asintiendo para ir rápidamente por un camino que ya conocía. No tenían muchas ocasiones para ir a Shiganshina, así que debía aprovechar de ir y volver rápidamente con la comida, tampoco debía gastar por cosas como estas si al llegar al cuartel comerían plácidamente, pero por esta vez no le importaba ahorrar, debía regresarle la sonrisa a Dmitri a cualquier costo. Trató de no correr mientras bajaba las escaleras al canal y se deslizaba por los pasillos ignorando a las personas que giraban al ver las alas de libertad flameando en su espalda, la mayoría odiaba a la Legión pero ella portaba esas alas con orgullo. Llegó a la panadería y cuando entró agradeció al creador de las murallas por encontrarlo vacío.
El hombre con canas, que ya la conocía, ni bien la vio cruzar el umbral de la puerta le regaló una sonrisa y fue a prepararle los cuatro bollos regulares que siempre solía comprar. No hacía falta que ella llegue al mostrador, pero esta vez Calynn se adelantó al ver el par de postres que estaba envolviendo.
— Esta vez querré uno más, por favor —murmuró señalando con la cabeza.
— ¿Día pesado? —preguntó el hombre acatando su pedido, recibió un suspiro largo.
— No te lo imaginas.
Cuando le dió su pedido, le pagó y volando salió del pequeño local contando que los cinco bollos estuvieran en la envoltura. Lo ató mejor con un gruñido, frunció el ceño acariciando la palma de su mano derecha, con un corte profundo que no parecía querer sanar y cómo no, si no la dejaba descansar. Paró al borde del canal escuchando como el agua se movía por el viento, chocando contra la pared. Movió sus ojos y un repentino escalofrío la hizo temblar, parpadeó dando un paso hacia atrás para volver junto a su escuadrón.
— ¿Hola? —la voz la sobresaltó, se sintió salida de un sueño, reaccionando luego de salir de sus pensamientos, ¿qué había estado haciendo? Bajó la cabeza encontrándose con el niño castaño de hace algunos minutos y se relajó—. ¡Hola! Perdón, no quería asustarte pero no me escuchaste la primera vez —lo observó curiosa y la rara sensación que había sentido se esfumó—. ¿Te cortaste?
— Hey, tú —sonrió de lado poniéndose de cuclillas para estar a su altura, negó bajando su mano para agarrar mejor lo que acababa de comprar—. No es nada, te vi allí, ¿me estás siguiendo?
— ¡N-no! Suelo venir por aquí y ya —se encogió de hombros, la pelirroja achicó sus ojos manteniendo su sonrisa, el niño miró otro lado nervioso—. Solo quería decirte que lo que haces es muy valiente, salir de las murallas, no le hagas caso a las personas, son amargadas, no entenderían.
Alzó sus cejas rojizas sin esperar que aquellas palabras salieran de la boca de un niño, pero a la vez sabía que los más pequeños eran los que lo seguían a todas partes. Sonrió, esta vez mostrando sus dientes, como lo que pasó en la caravana, el pequeño pudo ser capaz de trasmitirle la maravillosa energía que portaba.
— Gracias, ¿cómo te llamas?
— Eren.
— Un gusto, Eren, soy Calynn.
— ¿Qué puesto tienes en la Legión de Reconocimiento? —preguntó con ojos brillosos, eran los ojos más bonitos que había visto.
— Soy parte del escuadrón especial del Capitán Smith y su asistente.
— ¿Cómo la segunda al mando?
— No, ese puesto me lo ganaron, pero puedo discutirle sin ningún problema —se encogió de hombros poniéndose de pie nuevamente, Eren la miró curioso por aquella respuesta—. Tengo que volver con mi escuadrón, me están esperando, cuando vuelva puedo contarte más de la Legión si quieres —ofreció, el niño asintió eufórico haciéndola reír levemente, sostuvo su compra con una mano para despeinar al castaño con la otra, él se encogió al sentir su toque—. Nos vemos, Eren.
Nuevamente volvió a despedirse del niño quien se quedo plantando en su lugar sacudiendo la mano, Calynn sonrió alejándose de aquel lugar para volver con su grupo. Caminó a zancadas aprovechando sus piernas largas, esperando que Erwin aún no haya vuelto, suspiró aliviada al no verlo pero si se sorprendió al observar que Dmitri y Levi estaban conversando. Se acercó a ellos lentamente pasando la bolsa de tela, el peliblanco fue quien lo tomó.
— Es para los dos, compartan —señaló antes de ir hacia su caballo y alejarse de ambos, no queriendo interrumpir de nuevo.
Se recostó por Fenrir, jugando por la cicatriz de su mano y las ganas de vomitar se presentaron. Cerró sus ojos recordando la sonrisa de Eren y el hueco en su corazón se abrió, sin saber por qué.
HOLA, espero no entiendan nada porque esa es la idea ahre. Aunque parezca re simple esto es importante en algún futuro, ojo. Aviso que tendrá narrativa quebrada desde ya.
Gracias a newtmas- por el header gif, miren que bonitos se ven mis niños, los amo.
Sin más que decir, espero les haya gustado. Comenten y voten pls, ¡Nos leemos!
Mag.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top