9. El cielo en los ojos del soldado

NO REGRETS.
capítulo 9: el cielo en los ojos del soldado.

📍Cuartel de la Legión de Reconocimiento.
Año 844.

Nicholas Lobov había contratado a los criminales de la Ciudad Subterránea para acabar con la vida de Erwin Smith y Calynn Beyhan. Recuperar los documentos que lo incriminaban y asesinarlos parecía un trabajo fácil, ¿no?

No lo era, según la perspectiva de Farlan y cada día que pasaba se volvía un camino más peligroso que el anterior. El miedo a ser descubiertos lo mantenía alerta hasta por las noches, sin poder conciliar el sueño, temía por la vida de sus compañeros, de su familia, por más confiado que Levi pudiera estar al respecto. Sin embargo, todo aquello aumentaba su ansiedad cuando Farlan desesperadamente buscaba los documentos en la oficina del Capitán Smith a mitad de la noche.

Sus pensamientos lo llevaban a cuestionarse la misión, a voltear su cabeza como un animal en peligro —lo cual sí era— hasta la puerta por el más mínimo sonido. Pero no podía rendirse, los días pasaban y con ellas las semanas, si no recuperaban los documentos antes de la expedición todo sería en vano y sabrá el creador de las murallas las pocas ganas que tenía Farlan de salir en el exterior. Viviría mejor si no veía un titán a los ojos y mucho menos quería la misma mirada que los veteranos tenían incrustrado en sus rostros.

El castaño suspiró pasando una mano por sus cabellos, alzando su flequillo un instante y mirando el cuarto como si los papeles saltarían frente a él en algún momento. Volvió a arrodillarse frente al escritorio, volviendo a abrir los mismos cajones que ya había revisado un millar de veces, perdía tiempo pero no alguna oportunidad de revisar mejor por si acaso. Entonces sus pensamientos lo llevaron hasta unos días atrás, en los ojos brillantes de Dmitri Lazar y como parecía el único que no parecía tan afectado como los demás veteranos, Farlan sabía que había visto muchas cosas horrorosas pero aún así sonreía.

Frunció el ceño, ¿por qué estaba pensando en él en este momento?

Bufó poniéndose de pie evaluando todo lo que podía con la poca luz del exterior, al final se obligó a darse cuenta que aunque volteara la oficina no encontraría nada. Ahí no estaba. Claramente no lo dejaría a la vista de todos. Dejó todo como recordaba, esperaba que Erwin Smith no sospeche que alguien había entrado a fisgonear entre sus cosas. Volteó por el escritorio para caminar hasta la puerta, sus manos temblaban y sabía que no era por el frío de la noche. Y entonces su corazón se detuvo un momento al oír unas pisadas acercarse.

Farlan jadeó en silencio —si aquello tuviera sentido— con los ojos abiertos, se acercó hasta la puerta tratando de adivinar de donde venía y si tendría tiempo para salir antes. Identificó el sonido por las escaleras, tan cerca del segundo piso, que no esperó un minuto más. La abrió con la más fina gracia y la cerró de la misma manera, desapareciendo por uno de los pasillos antes de que el Capitán apareciera en el piso. Recién cuando estuvo lo suficientemente lejos pudo respirar, aunque sus manos nunca dejaron de temblar. Suspirando negó para si mismo, estaba seguro que los documentos no estaban en esa habitación y aquello volvía aún más complicada la situación.

Dió vueltas por el piso para hallar otra salida que no fueran las escaleras cerca de la oficina de Erwin Smith y mientras hacía eso sus pensamientos lo llevaron a evaluar sus próximos movimientos.  El corazón le martilleaba el pecho, el sonido de su cabeza y su sangre bombeando era tan fuerte que fue incapaz de oír los pasos del pasillo en donde debía girar. Su cuerpo frenó en la esquina, casi chocando con la otra persona, Farlan se sobresaltó y alzó rápidamente su cabeza para disculparse con el desconocido —que supuso debería ser un superior por el lugar donde estaba—, sin embargo, cualquier cosa que hubiera salido de su boca se atoró en su garganta al notar el cabello blanco y los ojos del color del cielo del hombre frente a él.

Dmitri Lazar alzó sus cejas al verlo, mantenía la expresión de su rostro relajado y jovial ante un estupefacto Farlan, Isabel se hubiera burlado de su cara, estaba seguro. El peliblanco entonces ante el silencio achicó los ojos, apuntando las dagas celestes directamente a los de su contrincante, preguntándose qué estaba haciendo en este edificio y a esta hora. Farlan aguantó las ganas de bajar la cabeza y desviar la mirada, porque parecía que Dmitri podría saber todos sus secretos si se lo propusiera.

—Buenas noches, Farlan, ¿qué haces por aquí? —preguntó con voz tranquila y amigable. El castaño parpadeó de su pequeño ensueño y le regaló una pequeña sonrisa sellada, un poco nervioso. Si no se hubiera distraído esto no estaría pasando, de todos modos, ¿a dónde más podría ir?

—Dmitri, hola, estaba... ah —su voz tembló al final de su oración, buscando desesperadamente una excusa viable que pudiera convencer al peliblanco. No creía que ninguno serviría, no bajo la mirada de Dmitri que lo distraía más que la propia misión—. Estaba... —suspiró y finalmente bajó la mirada avergonzado, con el sudor frío bajando por su espalda—. Te estaba buscando, no te vi en las barracas así que supuse que tenías una habitación privada.

A Dmitri le pareció curioso aquella respuesta, notando en un rápido vistazo lo tenso que se encontraba el castaño. Los ojos curiosos del chico de Orvud observaron los pequeños detalles del otro, el cabello desordenado, el nerviosismo en sus ojos claros que se rehusaban en mirarlos, en esa postura que parecía de la clase de personas que fueron sorprendidas haciendo algo indebido. Le recordaron cuando de niño se metió a las cocinas de la panadería de su familia a escondidas y fue descubierto por su madre con las mejillas redondas de galletas como una ardilla, había sido aterrador, pero lo había vuelto a hacer.

Ladeando su cabeza, se preguntó qué hacía Farlan andando a hurtallidas como él lo hacía en la cocina de la panadería. Dmitri no le creyó, por más que le gustaba llamar su atención, decidió ahorrar la incomodidad de hacer preguntas directas que lo mandarían a una confrontación, prefería sacarle información lentamente, lo cual no sería difícil, Farlan no disimulaba mucho.

—Oh, bueno, en parte tienes razón —sonrió de lado. Dmitri solo era un soldado, la razón por la cual tenía un cuarto en este piso se debía a Calynn y Erwin—. Comparto habitación, básicamente no es mío —explicó alzando las cejas antes de hacer un ademán con aquella sonrisa brillante—. Aquí estoy, ¿qué deseas de mi, Farlan?

Se inclinó ligeramente hasta el otro, Farlan abrió los ojos y tragó saliva tratando de alejarse pero su cuerpo no reaccionó a su llamado de alerta. Estaba demasiado cerca, tanto que notó algunas pecas dibujadas en sus pómulos que pasaban por el dorso de la nariz, casi invisibles a simple vista, pero fue totalmente conciente de que bajaban por su cuello y se perdía entre su camisa. Sin previo aviso, sintió sus mejillas calentarse y fue claro que Dmitri también lo notó, porque su sonrisa se enganchó, como si hubiera esperado esa misma reacción de su parte.

Dmitri era más alto y Farlan se sentía completamente intimidado y no de una mala manera.

—E-eh... —tragó saliva con fuerza, su garganta se sentía seca, realmente no entendía como Dmitri podía causarle todo esto con solo acercarse un poco a él. Ni siquiera podía formular una frase correcta. Se sentía patético. El peliblanco soltó una pequeña risa infantil antes de alejarse, el castaño soltó un suspiro de alivio pero añorando extrañamente su cercania. Frunció el ceño sin entenderse a si mismo.

—¿Estás bien? —preguntó con la cabeza ladeada como si ya no supiera la respuesta, esa inocencia falsa y molestosa solo alteraba aún más a Farlan. Dmitri sabía lo que hacía y lo que le causaba. No podía hacer nada en su contra porque eso significaría alejarlo, decirle que no le gustaba y aquello sería una mentira piadosa.

—Eres molesto —bufó frotando su rostro con una de sus manos, intentando deshacer el sonrojo que cubría sus mejillas sin mucho éxito, solo para oír como una nueva risa, más burlona que la anterior, venir de su compañero. Vibrando encantado con lo que veía—. Ya no deseo nada de ti, iré a las barracas.

—Oh, por favor, hazme compañía y cuéntame lo que sea que me estás ocultando —hizo una seña con su cabeza hacia uno de los pasillos, el cual no tenía idea de donde iba porque no miró a esa dirección.

Era más interesante fijarse en los movimientos de los cabellos blancos de Dmitri, ondeando como los rayos del sol que había visto al salir de la Ciudad Subterránea y que lo habían cegado por unos segundos. Entendía que las personas que vivían bajo tierra podían parecer un poco simples en comparación al resto, sin embargo, todo lo que era Dmitri Lazar lo cegaba, era extraño, era atractivo y nunca nada visto. ¿Cómo podía tener el pelo de ese color? ¿Por qué le llamaba tanto la atención y lo alteraba cada vez que hacía un movimiento simple hacia él? Farlan no debería pensar en todo eso, ni memorizar los detalles del rostro del hombre que traicionaría junto a toda la Legión. Pero no podía. Ignorar a Dmitri Lazar era una tarea imposible, al parecer.

Dmitri dió unos pasos hacia donde había señalado y giró a verlo de costado, Farlan aún no había dicho nada.

—¿Vienes? —invitó con aquella mirada que solo podía significar problemas para Farlan. Deseó poder ignorarlo y negar de corazón, se repitió mentalmente que debería ir a buscar a Levi e Isabel para informarles que los documentos no estaban en la oficina y que debían cambiar su plan. Eso es lo que debería hacer, en cambio ahí estaba, con su mirada puesta en los ojos celestes iguales al cielo que tanto había añorado y en la figura del soldado de tacto suave y frío.

Suspiró asintiendo y fue tras él sin saber a donde lo llevaría ni mucho menos que podía salir de esta situación. Solo sabía que quería volver a estar cerca de él.

• • •

El peliblanco lo había llevado por los pasillos de la fortaleza de piedra que formaba una zona del cuartel. Una parte suya le decía que no debía confíar en el hombre a su lado, podía ser una trampa, ¿quién le aseguraba que no habían descubierto el plan? La ansiedad lo había aterrorizado unos largos minutos antes de sentir un toque suave en el dorso de sus manos, rozando sus dedos, y luego el soldado le había sonreído. No había tomado su mano y Farlan quedó con una sensación de hormigueo, la misma sensación de aquella vez cuando lo había tocado al curarle el golpe. Apagó sus dudas y pensamientos dejando que sus manos se sigan rozando.

—¿Cómo está tu brazo? ¿Calynn te sigue aterrorizando? —preguntó ocultando la sonrisa divertida que cruzaba su rostro. El castaño abrió la boca para contestar pero por la mirada de Dmitri supuso que este ya sabía su respuesta.

—La conoces muy bien, ¿no? —alzó las cejas soltando un bufido parecido a una risa, sonrió negando mientras volvía a ver su camino. La risa burlona de su acompañante interrumpió el suyo, en tono bajo pero aún así increíblemente vibrante. Dmitri le echó un vistazo, podía notar la clara tensión cada vez que el nombre de la pelirroja salía al aire. Aún no estaba seguro y tal vez no sea nada –era algo que Calynn solía provocar–, pero sabía que había algo más.

—No te preocupes, aterroriza a todos los nuevos, no es personal. —Sacando importancia, decidió no revelar nada que pudiera comprometer a su mejor amiga, de todos modos debía recordar que fue el compañero de Farlan quien la había herido. Por lo que seguramente sí era personal, preferiría no informarle aquello.

Farlan pensó que algo de aquella actitud la había condenado a muerte, hubiera querido saber más pero no era de su incumbencia. O al menos eso fue lo que aquel hombre de pelo negro y ojos oscuros les había dicho a los tres hace un mes cuando interrumpió en su pequeña morada en la ciudad. Había sido extraño y misterioso, Levi no había confiado en él y lo había echado al primer momento pero Farlan, ambicioso como era, lo había aceptado. El plan era... ambicioso y peligroso, para no decir otra cosa, pero estaba dispuesto a arriesgarse por una vida en la superficie.

Su contratista era un noble, senador y con conexiones en la Asamblea del Rey. Cosa que habían averiguado solos y aquello volvía aún más sospechosa la misión, ¿cómo el hombre sabía que la Legión vendría por ellos? ¿por qué tenía la seria sospecha que solo los estaba utilizando y luego los desecharía? Eran muchas cosas a las que se arriesgaba, sin embargo, seguía siendo un criminal, esto era su vida. Aún así, no eran mercenarios, Farlan no quería matar a Erwin y Calynn por problemas con la nobleza, ellos no le debían nada pero sabía que solo estaba alargando el plazo y la paciencia de Levi.

—No quisiera hablar de ella ahora, siendo sincero —comentó, cada vez que oía su nombre era obligado a recordar dónde y por qué estaba ahí. No quería alborotar el ambiente que se formaba cuando estaba con Dmitri, donde todo lo olvidaba y todo lo vivía como una persona nueva.

—Mhm, ¿y de qué quieres hablar entonces? —le echó un vistazo ladeando su cabeza de su lado.

—No lo sé, de ti, ¿a dónde me llevas? —preguntó finalmente viendo a los lados, intentando no sobrepensar que fácilmente puede ser una trampa. Una sonrisa creció en los labios de Dmitri y sin decir nada eliminó los centímetros que lo separaban al sujetar su mano. Lo tiró de un lado para acelerar sus pasos, escabulléndose entre el pasillo iluminado por antorchas como unos niños—. ¡O-oi! !Dmitri! ¿Señor? ¿Superior? —rió nervioso.

Shh, no soy tu superior —corrigió girando de un lado a un arco abierto que servía como puerta al techo, también se podía decir que era un balcón que daba vista a la arena de entrenamiento y al pequeño bosque—. Aquí estamos.

Farlan quedó en completo silencio admirando la vista, la oscuridad de la noche repleta de puntos brillantes, la luna llena iluminaba el campo y el techo dejando una estela plateada a su paso. El primer pensamiento que se le cruzó fue que debía mostrarles este lugar a Isabel y Levi, era hermoso, jamás creyó poder admirar una vista así. Siempre había creído que viviría para siempre en la oscura suciedad de la Ciudad Subterránea, pero esto solo le dió más ganas de luchar para obtener esos documentos y ver esta vista cada noche en algún distrito tranquilo, tal vez en Trost. Quería una vida normal, quería ver esto siempre.

Volteó a ver a Dmitri quien también admiraba la vista, unas palabras saltando en la punta de su lengua, cuando todo se detuvo. Observó el perfil del muchacho a su lado, su cabello brillando bajo la luz lunar como si tuviera luz propia. Observó su mandíbula y pómulos, las pecas que no veía pero sabía que estaban ahí dibujadas como las estrellas en el cielo. Sorprendido, apretó su mano dándose cuenta que seguía unida a la contraria, llamando la atención de Dmitri y cuando sus ojos celestes lo miraron perdió el aliento.

Era hermoso, era brillante y sentía esta atracción hacia él como jamás lo había sentido. ¿Quién era Dmitri Lazar para hacerlo sentir de esta forma y olvidar la misión? Su aura y su poder... eran demasiados para él.

Dmitri lo observó de igual forma, volteando para quedar de frente, Farlan lo imitó sin decir nada, no se atrevía a decir algo, tampoco podía. El peliblanco dio un paso, nuevamente cerca de él como hace unos minutos pero esta vez Farlan estaba demasiado cegado por el momento como para alejarse o hacer algo embarazoso. Simplemente se quedó quieto, mirando los ojos del cielo del soldado que le devolvía la mirada entre medio de su largo flequillo. Dmitri, sin quedarse atrás, se fijó en cada uno de los detalles del rostro de aquel criminal que había llamado su atención.

Encantado por la forma en que Farlan parecía absorto en él, alzó la mano libre a su mejilla y la acarició con su pulgar sintiendo un ligero calor por el sonrojo, lo cual lo hizo sonreír. Dmitri siempre sabía cómo atraer gente y no desaprovechaba si veía a alguien que le gustaba. Se inclinó y por la intensidad del momento lo hicieron a la vez, sus alientos chocaron, enviando un escalofrío a Farlan quien tuvo que sujetarse de la chaqueta del soldado como si su vida dependiera de ello. Vió su sonrisa pegada a su lindo rostro, apretando la chaqueta por aquella pequeña molestia que Dmitri sabía lo que le hacía pero ignorándolo, al fin y al cabo si le gustaba.

A la mierda, solo sería una noche. Farlan se inclinó estirando su cuello y soltando un suspiro grande cuando Dmitri se puso recto alejándose pero rozando sus narices intencionalmente.

—Dmitri.

—¿Si?

—Ya házlo.

—¿Qué cosa? —sonrió picándole un segundo, sin ocultar cuánto disfrutaba de este momento. Farlan gruñó y al mínimo movimiento de alejarse, Dmitri pasó su mano por su cuello y lo atrajo a él donde sus labios chocaron.

En la Ciudad Subterránea era difícil, para no decir imposible, encontrar alguna comida sabrosa o simplemente rica para el paladar. Se hacía lo que podía para sobrevivir con lo poco que había. Farlan había tenido el privilegio de probar una golosina una vez en su vida, cuando asaltaron a un contrabandista que solía subir a la superficie. El sabor era extraño y nuevo, una explosión de sabor muy dulce que alegraron a sus papilas gustativas, dejándolo deseoso por más a sabiendas que no tenía esa clase de privilegios para comerse un simple caramelo. El envoltorio decía que era de sabor miel con chocolate, resultando en una mezcla demasiado dulce pero que le había gustado.

Tenía el mismo sabor que los labios de Dmitri Lazar.

Farlan se aferró a su chaqueta y a su mano entrelazada, envuelto en sensaciones demasiado intensas que le robaron la respiración —también era culpa de la boca del peliblanco, cabe aclarar—. Soltó un suspiro extasiado, Dmitri recorrió su cuello con sus dedos, dejando círculos suaves, con su pulgar puesto en su mentón lo alzó acomodando correctamente su cabeza para su altura. El castaño apretando el uniforme empujó el cuerpo del soldado contra el suyo por accidente y todo su sistema colapsó al oír el ligero jadeo que soltó. Se separaron un segundo y lo volvió a ver sonreír, Farlan no podía creer que de verdad estaba viendo la sonrisa de alguien que le había gustado aquello.

Soltó un suspiro pesado, arrugando la camisa de la que se mantenía aferrado y sinceramente no le importaba nada, Farlan era ambicioso y en este momento lo que quería era seguir probando el sabor extra dulce de Dmitri y escuchar que otros sonidos le sacaba. Era eléctrico, intenso y no pensaba con claridad, ¿alguien lo culparía si estuviera en su situación? Dmitri movió su mano hasta su mandíbula poniendo una ligera presión para abrir su boca e introducir su lengua, mandando el cuerpo de Farlan hacia atrás porque eso fue demasiado para él. Conmocionado retrocedió hasta chocar con la pared más cercana, besándose con intensidad hasta que sus pulmones ya no aguantaron.

Separaron sus labios mezclando sus respiraciones mientras las manos de Dmitri lo abrazaban contra él.

—Mierda —maldijo el castaño manteniendo los ojos cerrados y tratando de recuperar el aire, logrando que Dmitri se burlara volviendo a sonreír y rozando sus narices como hace un momento.

—Recuerda respirar —canturreó entrecerrando sus ojos para poder verlo, siguió rozando su nariz bajando por su mejilla disfrutando en lo que había convertido en uno de los criminales buscados de la Ciudad Subterránea—. Atiéndeme ahora.

Farlan abrió los ojos ante ese tono demandante pero a la vez parecía más un pedido, la posición en la que Dmitri se puso le daba vista directa a su cuello y se sorprendió de todas las cosas que había descubierto de él hoy. El calor en sus mejillas se extendieron hasta sus orejas ante lo que claramente le estaba pidiendo hacer, de reojo notó que la piel de porcelana del más alto estaba igual de rosada que la suya y era aún más notorio por su piel pálida.

—Lo estás haciendo a propósito —bufó en un susurro.

—¿No era lo que querías, acaso? —sonrió de lado y lo miró de reojo, con pocas ganas de disimular. Dmitri se había dado cuenta de cómo lo miraba y cómo fácilmente lo ponía nervioso. Farlan cerró los ojos frunciendo el ceño por aquella respuesta bastante clara, porque si, era lo que quería.

El castaño pasó sus manos por la cintura del peliblanco, por encima de su camisa y lo acercó aún más dejando besos suaves por el cuello de Dmitri. Arrugando la camisa aún demasiado conmocionado por todo lo que estaba pasando entre ellos pero aceptando el hecho que existía una atracción mutua.

Dmitri cerró los ojos disfrutando del toque suave y la respiración caliente en su cuello, bajando sus manos a los brazos del hombre que mantenía por la pared sin escapatoria. Aunque estaba seguro que no se iría de todos modos. Farlan apretó sus ojos con fuerza, el aroma de Dmitri golpeando sus sentidos y creando una fuerza extraña dentro de él que causó que pasara sus manos por su espalda y pegara sus pechos. La piel de Dmitri era tan delicada y pálida, que cuando menos lo notó ya le había dejado una marca.

Un sonido los separó, giraron a la vez hasta la única entrada del área escuchando voces que cada vez se volvían más cercanas. El peliblanco se alejó tratando de identificar quién podría tratarse aunque seguramente serían los guardias, miró a Farlan, mismo que tenía los ojos abiertos. Entendió que no quería meterse en problemas. Dmitri alzó sus manos hasta su rostro y lo volteó para que se fije en él dejando un pequeño beso en sus labios. Le sonrió tranquilo, agarró su mano y lo estiró hasta una esquina oscura y estrecha donde no los verían en su control nocturno, poniéndose frente a frente sin mucho espacio entre ellos.

Farlan, sonrojado como estaba, se mordió el labio y aprovechó el acercamiento para recordar el aroma y el calor del soldado antes de que sus caminos se separasen. Escuchó cómo los guardias cruzaron la entrada, iluminando el arco con sus lámparas antes de desaparecer por el largo pasillo. Entonces volteó a ver a Dmitri, forzando su vista para notar su rostro.

—Que sinvergüenza —susurró, dándose cuenta lo rápido que el peliblanco encontró el lugar y lo familiarizado que estaba. Por más que le causaba una pequeña molestia, estaba seguro que no era la primera persona que Dmitri traía aquí, lo cual lo podría entender con tan solo mirarlo.

—Yo no soy el criminal aquí —respondió el aludido, sonrió de lado y sus ojos brillaron como si fuera de día, como si no estuvieran en la oscuridad, con sus cuerpos apretados uno con el otro y sus miradas fijas en cada uno. Farlan se burló, no le quedaba de otra, tenía razón—. No me dijiste que me estabas ocultando —quiso saber en otro susurro causando que levantara sus cejas, de repente la realidad lo golpeó, ¿para que exactamente lo había traído hasta aquí? ¿para mostrarle la vista más bella que jamás pensó ver, para besarlo? Abrió la boca con un sudor cruzando su espalda—. No me lo digas, lo voy a averiguar.

—Te tienes mucha estima —alzó una ceja, repentinamente cuidadoso. Dmitri le sonrió y esta vez fue diferente, más calculador, más retador.

—No te imaginas —le guiñó el ojo, no dejó que contestara, Dmitri volvió a dejarle un beso más profundo, delineando sus labios con su lengua sacándole un suspiro tembloroso.

—Al menos invítame a cenar —bromeó nervioso, aferrado a la última parte de su cordura. El soldado se alejó de vuelta con la sonrisa divertida, volviendo a ser él.

—Luego de la expedición, vuelve con vida y te llevaré a comer a Stohess —invitó sin la clara burla normal en sus ojos, Farlan abrió los ojos sin esperar que realmente lo invite y mucho menos a la Muralla Sina. Dmitri, claramente, se burló de su rostro sorprendido—. Creo que debes volver abajo, Farlan.

Dmitri se deslizó fuera de la esquina sujetando su mano para volver a salir a la luz de la luna, para ese punto Farlan se mantuvo en silencio, con el corazón latiendo con tanta fuerza y rapidez que le dolía el pecho, sintiendo aún cada parte donde lo había tocado y con los pensamientos en el hombre que lo volvía a llevar a los pasillos. No soltó su mano mientras volvían por el mismo camino que habían utilizado para subir, tragando saliva cuando llegaron al campo central del cuartel, donde debían separarse. Giró hacia él con la boca abierta pero Dmitri solamente puso un dedo sobre sus labios para que guardara silencio, con una sonrisa soltó su mano viendo a su alrededor.

—Nos vemos, Farlan —se despidió, alejándose al dar pasos atrás, dejando a un Farlan bastante aturdido viendo como el hombre desaparecía en alguna esquina pero siempre manteniendo esa sonrisa suya.

En piloto automático, Farlan giró para dirigirse hasta las barracas, mañana debía informar a sus compañeros sobre los documentos pero por ahora solamente podía pensar en lo que había pasado. En como Dmitri Lazar lo besó bajo la luz de la luna y también cómo parecía ser más peligroso de lo que había pensado.

¿Quién de todas tus facetas eres, Dmitri Lazar?

entonces dmitri,,,,,,

buenas, cuanto tiempo, ya vine estaba en crisis aH solo quiero decir que falta un poco para terminar este arco (AL FIN, espero)

también quería informar que la mayoría de escenas así de hot serán culpa de dmitri, no lo puedo controlar así que enjoy jajsjd

en fin, este cap está dedicado a dos personitas que quiero mucho, primero que nada a makilovebot quien me ayudó mucho para escribir este cap y me aguanto en mis crisis y bloqueos, te quiero mi vida <3 y también a -savangrxnt porque está de cumpleee, feliz cumple bb espero la pases super bien <3

¿qué les pareció el cap? pasó muchas cosas aquí dios, espero les haya gustado uwu

¡nos leemos!

mag.

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