7. El Protector de la Humanidad

NO REGRETS.
capítulo 7: el protector de la humanidad.

📍 Distrito Orvud.
Año 835.

Las murallas se alzaban alrededor del distrito del Muro Sina, inalterables y quietas, parecían que podría comerse a la ciudad si se lo proponían. Ahogaba la luz del sol y el viento se hacía pequeño, o bueno, así lo sentía Dmitri. Tal vez si vivía en los campos de Rose o María, donde no se veía las construcciones antiguas en una posición estratégica, no se sentiría así de encarcelado.

El muro siempre le había parecido molesto y desagradable, pero de todos los sentimientos que le causaba, el misterio y la incertidumbre eran los líderes. Dmitri se cuestionaba lo que las demás personas ignoraban sobre el gigante monumento que salvaguardaba sus vidas y es que no debía hacerlo, pero que esté prohibido si quiera pensar sobre todo lo que a él le pasaba por la cabeza lo volvía aún más interesante, ¿por qué intentan callar algo que debería ser común? ¿ellos sabían algo que él no? Tenía dos respuestas, si, claro en que saben cosas. Y no, las autoridades son muy patéticas y conservadoras como para seguir una orden poco confiable sin rechistar.

Nadie parecía detenerse al menos un momento para darse cuenta la forma en que vivían, que no era normal vivir en una jaula y que no era correcto que el gobierno no intente hacer nada para cambiar su realidad. Dmitri moría por tener respuestas, de averiguar que había más allá pero tenía quince años y su madre apenas le daba permiso para cruzar el muro Sina hasta la capital para llevar a su hermana a la casa de su prima que tenía la misma edad, todo con tal de que jugara con ella.

La pequeña Milenka Lazar de diez años —quien prefería que la llamaran Mila— agitaba su mano unida a la de su hermano mayor, miró la puerta abierta del muro, al hueco gigante y sintió un escalofrío cuando una corriente de aire frío chocó contra ellos. A Mila le dió miedo cruzar por primera vez, se detuvo obligando a su hermano a frenar, retrocedió un paso viendo como la luz del otro lado chocaba contra la pared y aún así había un espacio oscuro entre la sombras, pensó que iba a ser horrible cruzar el camino de noche.

—¿Qué pasa, Mila? —preguntó bajando la cabeza, observó su cabello castaño claro sujeto en una coleta muy diferente al suyo, pero cuando alzó la vista ojos celestes idénticos chocaron entre si. Mila frunció el ceño volviendo a fijarse en la entrada, levantando su cabeza para ver el muro demasiado alto para alguien tan pequeña como ella.

—¿No se van a caer? —preguntó para sorpresa de Dmitri, este la miró curioso unos segundos para luego imitar su posición mientras la acercaba más.

Algunas personas pasaban a lado de ellos sin darle importancia, otros los miraban queriendo saber qué hacían molestando en medio del camino. Dmitri los ignoró a todos y fijó su atención de vuelta en el material gris un poco brilloso de la Muralla. Era estúpidamente alto, era de público conocimiento que los titanes más altos registrados en el último milenio tienen alrededor de quince metros, no era como si podían escalar, estarían todos muertos si eso pasaba. Así que ladeó la cabeza volviendo a tener una nueva incógnita, como si ya no tuviera muchas.

Por más que no le gustaba, sabía que los muros eran de alguna manera bastante resistentes. Así que le dió más curiosidad saber por qué una niña había pensado en eso justo ahora.

—No, no lo creo, ¿a que se debe esa preocupación? —preguntó achicando los ojos cuando el sol chocó contra el muro y lo hizo brillar como si fuera una cascada de oro. Mila se removió un poco nerviosa pero no soltó su mano, en cambio, lo apretó más.

—Es que soñé que caían —soltó en un ligero susurro que si no fuera porque estaba cerca, Dmitri posiblemente no lo hubiera escuchado. Bajó la cabeza lentamente observando las facciones preocupadas de Mila, el ceño fruncido, la nariz arrugada con una mueca, su rostro compugnido al recordar tal escena, como si evocara recuerdos amargos—. Todos a la vez y destruía casas, había muchos titanes raros que comían a Jeff y su familia y t-tu estabas... estabas atrapado y...

—Hey —le puso las manos en sus hombros haciéndola girar, se puso de cuclillas para estar a su altura. Los ojitos de su hermana estaban húmedos y sus mejillas sonrojadas por el llanto que había interrumpido—. Las murallas no van a caer, estamos muy lejos de los titanes, estoy bien, estoy aquí contigo, ¿me ves, no? —sonrió apretando su nariz con cariño—. Estoy aquí, no me iré a ningún lado.

—Irás con Cyn luego —acusó, Dmitri abrió la boca soltando un jadeo dramático llevando su mano hasta su pecho para meterse mejor en su papel. Mila golpeó su hombro un poco molesta por tener que compartir a su hermano, para su suerte Cyn Zimmermann le caía bien. Dmitri soltó una risa divertida y carismática llevando su cabeza a un lado—. Pero no te irás, ¿verdad?

La pregunta estaba cargada de expectativa y preocupación, sabía que no hablaba de cuando salía, cuando visitaba a la castaña o sacaba a Calynn de su casa. Era algo mas personal y temeroso. Dmitri suspiró, no tenía corazón para decirle que no pensaba quedarse en el distrito toda su vida, que quería averiguar y conocer el mundo que les rodeaba. Solo tiene diez años, se repitió mentalmente. Acomodó un mechón de su cabello tras su oreja y le sonrió como siempre, brillante y bondadoso.

—No me iré, Mila. Estaré contigo siempre —prometió devolviéndole la sonrisa a la niña y principalmente el brillo en sus ojos. Se incorporó dándole un beso en la frente antes de volver a ofrecerle su mano que acepto sin dudar.

Esta vez Mila avanzó sin problema dentro del corto túnel para llegar al otro lado, al hogar de la familia de su madre. Dmitri no pudo evitar pensar en la preocupación de su hermana, un miedo que alguien de su edad no debería de tener. Pero realmente, ¿qué pasaría si el muro cayera? Se preguntaba lo mismo desde que comenzó a molestarlo, a tapar la vista del sol y las estrellas. Cuando había deseado que cayera siendo que aquel mismo pensamiento había asustado a su hermana menor, convirtiéndolo en un mal sueño.

Porque al fin de cuentas, sí era una pesadilla.

Cuando cruzaron, llegando a las tierras pertenecientes a la Capital, volvió a respirar. Dmitri Lazar realmente odiaba los muros. Le daba una sensación en su nuca que le apretaba y le daba mucho peso. Era una sensación rara.

El sueño de su hermana persiguió sus pensamientos el resto del día. Porque de todos modos, Dmitri sí se había ido.

• • •

📍Muro Rose.
Actualidad, 844.

Las pesuñas del caballo grisáceo marcaban el paso mientras trotaba alrededor del corral, ligero y ágil aunque un poco agitado por su jinete que estiraba las riendas un poco más fuerte de lo necesario. Farlan se aferraba a su montura, dejando de verse natural, mantenía el ceño fruncido y lo arrugaba más cuando se daba cuenta que estaba fallando en su procedimiento.

—Te estás inclinando —avisó la voz de la pelirroja que lo vigilaba desde el centro del corraliza, no tuvo que verla ni escucharla para saber que había suspirado. Isabel, quien se encontraba sentada sobre el último peldaño de madera del lugar, soltó una risita por su desastre, el castaño bufó—. Detente, te vas a caer —tragó saliva y estiró las riendas un poco brusco causando que el semental se sacudiera y relinchara, fue una suerte que no cayó. Calynn dio algunos pasos para acercarse a él poniendo sus manos sobre el cuello del animal para destensarlo—. No lo aprietes, él se guía de ti y si haces eso lo vas a poner nervioso.

—Isabel lo hizo ver fácil —se quejó deshaciendo la fuerza que había impuesto al animal, observó a la pelirroja con su corazón martillando en su pecho, le causaba un ligero malestar verla sabiendo lo que debían hacer, su cuello seguía ardiéndole. Pero ella sonrió divertida con la vista puesta sobre el purasangre antes de dirigir sus ojos marrones hacia él.

—Ponte derecho, la espalda recta, los ojos en el camino, endereza a tu caballo, es el único compañero del que vas a depender afuera —dijo en cambio alejándose un paso para verlo, Farlan tragó saliva y obedeció a sus palabras, la sensación del animal respirando y moviéndose bajo él seguía siendo extraña—. Bien, sé suave, continúa.

Calynn lo vio tomar una decisión para luego enterrar su bota para que volviera a moverse, suspiró observándolo poniendo una mueca al notar que seguía un poco rígido. A los nuevos reclutas solía costarles montar a caballo, puesto que en las tropas la equitación no era una materia principal ni elemental, solo enseñaban a montar y ya. En la Legión era necesario saber maniobrar, pararse y saltar en movimiento, y eso, claramente, no enseñaban. Pero con ellos supuso sería aún más complicado, no habían pasado por el entrenamiento requerido y solo tenía un mes o dos si tenía suerte —cosa que no tenía— para enseñarles.

Con Isabel fue muy fácil, tenía una conexión con el animal que los hacían parecer hechos uno para el otro, supo de inmediato que con ella avanzaría con suma rapidez. Con Farlan podría ser más lento y estaba segura que Levi lo haría bien, no tenía dudas del pelinegro, sin embargo aún no había practicado con él, con la excusa de mantener su atención solamente en una persona al ser nuevos en este campo. Erwin, como buena gente, no le creyó, pero no cuestionó su método de enseñanza, porque al final sabía que le tocaría hacerlo.

Movió sus ojos hasta el edificio al costado, hasta las ventanas cerradas que brillaban por el contacto al sol, encontrando una abierta y con la cortina ligeramente corrida. Alzó una ceja rojiza viendo los ojos azules de su Capitán quien observaba desde la distancia, este, que agradeció que finalmente notó su presencia, la imitó apuntando con sus ojos y, para desgracia de Calynn, supo lo que quería. Hizo un mohín bastante evidente para que notara que la había fastidiado y achicó los ojos al ver que Erwin sonreía de lado. Siempre debía obtener lo que quería, a veces la impresionaba. Evitó sonreír para no darle el gusto por lo que se mordió el labio interior, rompió contacto con el rubio volteando y volviendo a la seriedad con la que lo trataba.

—Levi, entrenarás con Farlan, trae tu caballo —ordenó señalando con su cabeza el semental oscuro que se encontraba pastando junto a Fenrir y Lucky. El pelinegro la observó fingiendo que no había visto las miradas que compartieron ambos soldados antes de ir por el caballo sin decir una palabra. La pelirroja lo siguió con la mirada sin estar acostumbrada a esa actitud por parte de un recluta. Negó volviéndose hasta la menor con el rostro más suave—. Isabel, estás libre, pero si quieres puedes unirte.

—Estoy bien desde aquí viendo como Farlan se avergüenza —sonrió ella entrelazando sus piernas, Farlan se quejó y las comisuras de Calynn esta vez sí se curvaron.

Volteó al momento en que Levi regresaba, no dijo nada mientras veía con cuidado como se subía al caballo sin tener tanto problema por la altura del purasangre, ladeó la cabeza pasándole las riendas cuando realmente él no necesitaba ayuda. Sus ojos grises eran más oscuros que los de Arian, eran un pozo casi negro que sin el brillo no hubiera pensado que eran de otro color.

—Aprendes viendo —dijo ella, no sonó a pregunta porque no lo fue. Levi frunció el ceño viéndola desde arriba, sujetándose mientras se decidía entre contestarla o no.

—Con Farlan a poco de caerse cualquiera aprende —habló estoico, Calynn mandó la cabeza hacia atrás levantando las cejas, formando una sonrisa lentamente que reveló sus dientes, soltó una pequeña exclamación parecida a una risa. Observó un segundo su alrededor para confirmar que el castaño siguiera sobre el caballo antes volver a verlo.

—Ah, interesante —asintió—. Aprendes rápido y a la marcha —observó con aquella pequeña inclinación de cabeza dando un paso hacia atrás—. Espero eso te ayude.

—Qué demonios es tu punto en todo esto —espetó harto de tener que soportar la mirada que ella le lanzaba cada vez que lo veía, era bueno saber que el sentimiento de desagrado era mutuo.

—¿Por qué estás aquí realmente? ¿Porque te obligamos? Eres lo suficientemente bueno para derrotarnos a todos —señaló viendo con curiosidad como sus ojos se volvían más filosos, el pelinegro apretó las riendas sintiendo el peso de su navaja en su bota, casi tentador—. Mi punto es que, pocos se unen a la Legión y los que llegan lo hacen para escapar, hacerse los héroes o investigar el mundo exterior. Si vas a ser parte de esto debes tener una razón, no podrás proteger a nadie ni siquiera a ti sin convicción.

Levi frunció el ceño entendiendo a quienes se refería, ella realmente le estaba advirtiendo.

—Tengo mis propias razones.

—¿Ah, sí? ¿Cuáles? —mierda, estaba jugando con él, nadie le aseguraba que no sospechaba de ellos. No lo miraba con confianza y siempre tenía un ojo puesto incluso si parecía ignorarlo la mayoría de las veces. Era un camino peligroso y debía tener cuidado. Ella suspiró con pesadez al darse cuenta que no le daría una respuesta—. Yo lo hago por una promesa.

—¿Te juegas la vida por una promesa?

—¿Tú no lo harías?

No supo que responder, parpadeó arrugando el puente de su nariz cuando la cabeza le palpitó incómodamente por el dolor que se le cruzó, como una ráfaga de aire. El bufido del caballo y el movimiento que hizo fue suficiente para sacarlos a ambos de aquel ambiente. Un relincho, un jadeo y un golpe sordo fue lo que les hizo desviar miradas, Calynn volteó siguiendo el sonido encontrando a Farlan en el suelo. Maldijo en voz alta trotando hasta el castaño, Isabel ya se encontraba ahí. Vio que se agarraba del brazo así que se puso de cuclillas y lo sujetó, tocando su extremidad para saber si estaba roto.

—No parece dislocado —frunció el ceño examinando, soltó un suspiro, no le pagaban lo suficiente para esto—. Pero es mejor asegurar.

—No puede ser que seas tan inútil —reprochó Isabel que no sabía exactamente que hacer, Farlan puso una mueca entre el dolor y la indignación viendo a su amiga.

—Cállate, Isabel.

La pelirroja vio de reojo como Levi se acercaba aún sobre su caballo con la vista fija en su amigo, pero ella solamente tenía sus ojos en Farlan. Era un golpe mínimo aún así debía estar segura de que no se haya roto nada, necesitaba entrenar más y herido no le servía de nada. Suspiró sujetándolo para obligarlo a ponerse de pie, había peores golpes que esto, se dijo.

—¿Te duele? —preguntó manteniendo el ceño fruncido, el castaño puso una mueca pero terminó negando. Calynn alzó una ceja observando los ojos claros del recluta, con su mano izquierda quitó la suya para apretar el lugar donde había caído, siseó y se inclinó hacia atrás, casi había saltado, en su ingenuidad no había pensado que podría hacerle más daño—. Se nota —soltó un suspiro dando un paso hacia atrás—. No puedes estar así, ve al edificio sur, busca a Dmitri Lazar.

Farlan la observó antes de tragar saliva, era brusca y en parte lo aterrorizaba. Miró de reojo a su amigo pelinegro esperando que aquello no le dé más ganas de adelantar su plan, aún no era momento. Asintió a la pelirroja antes de comenzar a caminar hasta el edificio señalado, repitiendo mentalmente el nombre desconocido para que no se olvidara. Volteó solamente una vez, con un poco de nerviosismo en dejar a Levi en manos de la pelirroja, como si no se hubiera dado cuenta el ambiente que les rodeaba cuando respiraban cerca uno del otro, confiando en el juicio del pelinegro entró al cuartel.

Era una zona que aún no habían explorado y estaba bastante perdido, no sabía quien era el dicho hombre pero supuso que sería algún tipo de médico. Miró a su alrededor, era sencillo y monocromático, las paredes de ladrillo marrón y las velas estaban rodeadas de vidrio para iluminar cada sector, nada extravagante y aún así no sabía a donde ir. Se dirigió hasta uno de los pasillos que lo llevaron al patio central, achicó sus ojos, sabía los puntos cardinales así que se encaminó hasta el lado sur como le habían dicho. Volvió a entrar a una habitación grande igual a la anterior, parpadeando encontró a un hombre de cabello castaño revisando unos papeles. Farlan se aclaró la garganta llamando la atención del soldado.

—Uh, disculpa, ¿Dmitri Lazar? —preguntó confuso, el castaño sonrió de lado con amabilidad antes negar y señalar las escaleras.

—Dmitri está en el primer piso, primera puerta, ¿estás herido, no? —preguntó aunque si andaba buscando al peliblanco seguramente era por eso. Farlan se limitó a asentir y a devolverle la sonrisa, aunque no le había costado.

—Gracias.

Volvió a asentir para dar énfasis en su agradecimiento antes de acercarse a la escalera y subir los peldaños correspondientes hasta el primer piso. Con su mano libre acariciaba el golpe en su brazo, no había sido tan duro hasta que Calynn Beyhan le demostró que podía doler aún más, chasqueó la lengua un poco cansado de que la pelirroja esté midiendo su límite de dolor. Y también la paciencia de Levi. En otros casos no le hubiera dado tanta importancia a un golpe o rotura, pero en el ejército lo necesitaban en perfecto estado y su entrenadora le había dejado en claro aquello. No le servía así. Ella podía ser más cruel si se lo proponía, pensó.

Al llegar al primer piso encontró rápidamente la primera habitación, se aproximó a ella notando que la puerta se encontraba abierta. La luz del sol iluminaba la estancia, la brisa movía suavemente las cortinas de las ventanas que estaban abiertas, el aroma era agradable y a la vez un poco extraño, reconocía un ligero tinte de alcohol. Lo que más llamó su atención fueron las cosas esparcidas por el lugar, dibujos pegados, los libros y objetos que no supo identificar. Parpadeó frenando sus ojos por la figura alta que le daba la espalda, lo primero que notó fue la melena blanca y lo llamativo que lograba ser.

—¿Dmitri Lazar? —preguntó nuevamente, esperando que esta vez sea la persona correcta. El aludido abandonó su lectura para mirarlo sobre su hombro y se giró completamente al verlo parado en la entrada, alzó las cejas blancas y una muy suave sonrisa se formó en sus labios. Mantuvo su libro abierto esperando saber sí valía la pena cerrarlo.

Farlan tragó saliva al verlo, la luz del sol impactaba contra sus cabellos blancos, notando que sus pestañas recibían cálidamente la luz dejando que sus ojos sean aún más claros de los que ya eran. No llevaba la chaqueta de la Legión puesta, tenía una camisa blanca con las mangas arremangadas hasta sus antebrazos, apretadas. El sol creaba un haz sobre su cabeza, que lo rodeaba dándole aquella rara sensación de que estaba viendo algo etéreo.

—¿Si? Oh, eres el criminal que Calynn casi mata, ¿no? —observó, pasó sus ojos celestes por el recluta notando su postura y como se agarraba el brazo. Farlan se removió por el comentario, incómodo. Cerró el libro y lo apuntó con eso un segundo, entendiendo su visita—. Estás herido, ¿fue Lynn? —preguntó dejando lo que llevaba en mano en una mesa mientras se acercaba, agarró una silla y lo arrastró cerca de un escritorio—. Siéntate aquí.

Al castaño le costó solamente un segundo saber a quien se refería. Negó despegando sus pies del suelo mientras se acercaba a donde le señalaba el peliblanco.

—No, no, me caí del caballo —admitió un poco avergonzado, se detuvo cuando la risa vibrante del otro se escuchó por el cuarto. Lo observó brillando mientras lo esperaba para examinarlo.

—No te avergüences, en mi primera vez también me caí, muchas veces, de hecho —terminó por sonreír comprendiendo por lo que pasaba, movió nuevamente la silla para que pudiera acercarse—. ¿Farlan, no? —señaló fingiendo no estar seguro o atento a su presentación el día anterior. El otro asintió acercándose de nuevo para poder sentarse—. Soy Dmitri, aunque creo que eso ya lo sabes.

—Ah, si —sonrió de lado al volver a verlo de frente, el peliblanco puso atención a su brazo doblado sobre su estómago. Lo miró unos segundos antes de pasar sus manos por el brazo adolorido—. Eres médico, supongo.

—Me especialice en eso, sí, pero no tengo el título correspondiente —explicó poniendo una mueca—. ¿Puedes quitarte la chaqueta?

Farlan lo observó y tal vez fue lo último que debió hacer, Dmitri lo estaba observando, con aquellos ojos celestes eléctricos pero a la vez suaves, con un toque de diversión en ellos, pudo notar, y no entendió por qué de repente aquello lo puso nervioso. Asintió volviendo a la realidad, se sacó la chaqueta y el peliblanco lo ayudó a remangar su camisa sabiendo que había caído sobre su brazo. Tocó hasta su hombro poniendo un poco de presión para estar seguro de cuánto le dolía. Además de eso observó que tenía un ligero corte producto de la caída, achicó los ojos antes de ir por sus utensilios.

Buscó un poco de alcohol, vendas y una pomada especial que no lo usaba mucho debido a su precio elevado. Pero para ahorrarle ver el demonio interior de Calynn pensaba ayudarlo a mejorar más rápido.

—Todos hablan de ustedes porque son de la Ciudad Subterránea, vivir ahí debió ser duro, ¿no es así? —preguntó volviendo a él, un poco curioso en escuchar la declaración de su boca y no de terceros. Farlan suspiró ladeando su cabeza sopesando sus palabras, la energía que desprendía el peliblanco era tanta que lo sorprendía, era una fuerza monumental.

—Bueno, yo nací y me crié ahí, vivir en la basura ya era algo normal —observó como Dmitri alzaba su brazo y pasaba el algodón por el corte, le ardió ligeramente, pensando que no había tenido a nadie que pudiera curar sus heridas estando ahí abajo—. Todos juzgan nuestra manera de vivir pero nadie sabe como es realmente vivir ahí, es una tierra de nadie.

—Mhm, es más fácil juzgar que comprender —murmuró concentrado en su tarea. Dmitri había escuchado con atención esa primera noche como Calynn hablaba de la Ciudad Subterránea, en lo deprimente y asqueroso que era vivir ahí, en como los miraban y lo asfixiante que se sentía. Pensó entonces en las personas que debían soportar vivir en tales condiciones—. ¿Cómo lograste sobrevivir todos estos años?

—Fue difícil, tal vez un soldado como tú no tendría estómago para escucharlo —sonrió de lado, el peliblanco no lo miraba a los ojos pero aún así sus labios se curvaron en una sonrisa sellada, alzó una ceja alejándose solo para recostarse por el escritorio. Con su pie empujó la silla dándole la vuelta para que esté más derecho a él, Farlan abrió los ojos apretando la madera del mueble para no caerse por tal movimiento.

—Oh, cierto, el pobre médico sin título que sale fuera de los muros no tendría valor para eso —puso un puchero tomando en mano la pomada, el castaño, para su sorpresa, soltó una carcajada volviendo a relajarse en su lugar.

—Claro, habrás visto cosas peores, una disculpa —su sonrisa fue cayendo a medida que el significado de sus palabras le impactaba, no quería salir afuera y Levi tampoco lo aceptaría, debían apurarse. Sacudió la cabeza antes de que el otro note su cambio de actitud, transformó su sonrisa a una más suave—. Solíamos robar y... cuando nuestro grupo se formó aceptabamos trabajos a encargo por una buena suma, no era la gran cosa pero ya podíamos comer.

Dmitri se detuvo un momento antes de abrir el potecito, solo un segundo, luego lo abrió y agarró una porción para ponerle sobre la piel lastimada. Captó su mirada entendiendo que no solo robaban para sobrevivir y le pareció horrible tener que matar por un pedazo de pan.

»La gente ahí abajo es horrorosa, lo único que hacen es arrastrarte con ellos al fondo —añadió moviendo su brazo a medida que el peliblanco iba poniendo la pomada, le dio un escalofrío por la temperatura baja y el aroma le ardió en sus fosas nasales, era una mezcla de naranja y limón que lo golpeó fuertemente. El toque de Dmitri era tan suave, como la caricia de un gato cariñoso, que lo tranquilizó de sus pensamientos turbios.

—Por suerte no volverás ahí —señaló el soldado con una pequeña sonrisa, Farlan tragó saliva esperando que tuviera razón—. Yo nací en el Distrito Orvud —compartió. Muralla Sina, pensó el castaño alzando las cejas viendo al peliblanco fijamente.

—Nos criamos de diferentes formas, tal parece —murmuró, Muralla Sina, la Capital, la Muralla privilegiada. Frunció el ceño por su último pensamiento—. ¿Qué hace un chico del Muro Sina en la Legión de Reconocimiento?

—Gracias por preguntar —su sonrisa se agrandó y ladeó la cabeza como si hubiera esperado aquella pregunta—. En cambio a lo que todos dicen, vivir en Sina me asfixiaba, no pensaba quedarme ahí cuando hay un mundo sin explorar ahí afuera. —Cuando terminó se alejó completamente para volver a guardar sus cosas—. Me uní porque quiero saber qué hay fuera de los muros, qué son los titanes y de dónde aparecen.

—¿Por qué? —ladeó la cabeza queriendo comprender que lo impulsaba a arriesgar su vida por un poco de conocimiento—. ¿No te da miedo morir?

—No —respondió sin una pizca de duda en su voz, sorprendiendo al propio Farlan, Dmitri volteó mientras limpiaba sus manos con una toalla pequeña—. Si hago algo que valga la pena por este mundo, si con mi ayuda puedo averiguar como matar a todos los titanes y proteger la humanidad, no me da miedo, pero tampoco pienso morir antes de saber si todas mis teorías son ciertas.

—Tienes tus prioridades bien ajustadas.

—Mi prioridad es proteger a la gente que quiero y para eso necesito saber cómo derrotar a mis enemigos.

Farlan parpadeó, sintiendo que sus propias razones no eran nada y tal vez un poco egoístas comparadas con las de Dmitri Lazar. Era un pensamiento muy noble y aquello le causó más curiosidad por el soldado de pelo blanco y mirada etérea. Sus palabras se quedaron incrustadas en su cabeza, tal vez le estaba enseñando algo y él aún no sabía qué.

El Protector de la Humanidad —sonrió levantándose de la silla—. Es un honor —hizo un ademán causando una carcajada por parte del aludido, removiendo algo en el pecho de Dmitri por tal título de esa magnitud. Farlan lo observó mientras la vibración de su risa también se aferraba a sus huesos. Se aclaró la garganta agarrando su chaqueta pero dejando su camisa arremangada por la pomada—. Así que... estás en el Escuadrón de Investigación, ¿no? —Dmitri lo observó un momento, Farlan entendió su duda—. Oh, he estado hablando con los soldados, no quería estar tan perdido.

—Te estás adaptando rápido, ¿y tus compañeros? —la duda y el silencio le dijeron todo, Dmitri simplemente sonrió entiendo las actitudes reacias de los tres reclutas—. No, suelo ayudarles pero soy parte del Escuadrón de Operaciones Especiales, el del Capitán.

—Oh... —asintió más por orden suya que por haber entendido, había más integrantes, maldijo en su interior—. Tú, tú no fuiste a la ciudad.

—No, estaba ayudando al Escuadrón de Investigación, Erwin y Hange tomaron custodia de mi —sonrió encogiéndose de hombros mientras doblaba la toallita en sus manos—. ¿Te hubiera encantado pelear conmigo?

—Diría que no lucirías bien en la Ciudad Subterránea, eres un gran contraste —señaló, estaba claro que Dmitri brillaba mucho para el lugar de donde él venía, prefería verlo aquí que ahí abajo. La sonrisa del soldado lo distrajo un poco, había tocado un punto devastador, su maldito ego. Volvió a maldecir mentalmente, tratando de enfocarse en el ahora y el por qué estaban en el cuartel de la Legión—. ¿No eres amigo del Capitán, por eso no te llevo?

—Aprecio mucho a Erwin y es un honor haber sido seleccionado en su grupo, lo conozco desde hace mucho tiempo, creo que ya lo puedo considerar un amigo cercano y no solo mi superior —se encogió de hombros mirándolo, atento a la repentina atención que le daba por la nueva información—. A veces necesitan más de mi cerebro que de mi fuerza.

Mierda, mierda, mierda, mierda.

—Estoy seguro que peleas bien —señaló intentando verse tranquilo, pero Dmitri ya había notado el músculo de su sonrisa tenso y el nerviosismo de saber que era cercano a Erwin Smith. Por el momento prefirió pensar a que se debía a la pelea que se llevó acabo y que Erwin los había amenazado con cortarles la garganta si no se unían, aunque Dmitri nunca se quedaba con una sola teoría.

—Estoy libre si quieres comprobarlo —le guiñó el ojo y Farlan prefirió la tensión de aquello que pensar que había más personas cercanas que pudiera tener aquel documento—. Pero estás lastimado, si sientes una molestia ya sabes donde encontrarme, no hay problema.

—Ah, gracias, trataré de no caerme de seguido —bromeó sonriendo de lado, el peliblanco lo miró divertido, no se sorprendería de verlo de seguido por estos lados. Estaba bajo el cuidado de Calynn en el corral y eso lo divirtió mucho más.

—Con cuidado, Farlan.

El castaño lo miró por última vez antes de darse la vuelta para salir, aún mantenía la sonrisa pequeña en su rostro cuando salió y se despidió con la mano. En el transcurso escaleras abajo pensó rápidamente, que estaba completamente jodido.

NOPUEDESER AL FIN TERMINÉ ESTE CAPÍTULO JODER AH hola gente, los extrañé mucho, perdonen la tardanza 😭

Les cuento algo simpático, ayer ya iba a actualizar y se fue la luz SEIS VECES y regreso hoy, latam moment jajan't saquenme de aquí esto ya no es un meme.

En fin, este capítulo me parece muy especial pq finalmente es dmitri pov (con el pov especial de farlan mi niño) además de que estamos en shingeki mood y me emociona mucho.

Si hay errores los corrijo despues, ya no quiero saber más nada de este cap ahre.

Espero les haya gustado, me esforcé mucho para darles algo lindo. Díganme sus opiniones, me encantaría leerlo xfa, todo es bien recibido uwu.

Calynn y Levi son literalmente estos:

Sin nada más que decir les dejo este pequeño moodboard que hice de mi niño hermoso.

Mag.

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