10. La expedición N° 23

NO REGRETS.
capítulo 10: la expedición n° 23.

📍Distrito Shiganshina.
Año 844.

Calynn supo que ese día no sería bueno desde que despertó con un dolor insoportable, podía asemejarlo a ser apuñalada, siempre era el mismo sentimiento cuando llegaba este momento. No era la primera vez que sentía esta clase de dolor, la había atacado desde que era una adolescente y nunca tenía fecha exacta, solo pasaba y dolía como la mierda.

El dolor solía subir hasta su espalda, a veces incluso le dolía la cabeza y los pechos, pero su problema mayormente siempre eran las caderas, lo que afectaba sus piernas, porque en esos momentos hasta caminar parecía ser imposible. La pelirroja no se dejaba vencer, no ganaba nada quedándose en cama por más que Dmitri —quien conocía su condición— la mimara y cuidara. Así que estaría muriéndose de dolor, pero estaría de pie haciendo su trabajo.

Lo único que todos se daban cuenta era su mal humor. Como si fuera lo más interesante.

Se había atado el pelo en una coleta, las puntas de su cabello corto le hacían cosquillas en la nuca por cada acción o movimiento que realizaba, pero podía soportar eso a seguir muriéndose de calor. El sur de las murallas era diferente, más rústico, más cálido, las personas de esta área eran demasiadas tercas y ciegas. La primera vez que vino, Calynn pensó que serían conscientes del peligro en el que vivían al ser la ciudad limítrofe al territorio enemigo y que, a diferencia de los demás distritos, ya no tenían nada más que un muro que los protegiera. Le sorprendió cuando notó que no les importaba y que vivían su vida como si no lo hicieran a lado de monstruos que golpeaban sus muros. Era escalofriante ver como tenían tapado sus ojos ante el peligro. La gente de Shiganshina le desagradaba en demasía y sabía que el sentimiento era mutuo.

Aún así el lugar le gustaba, tenía su panadería favorita donde se realizaban los mejores panes que haya probado. Habían llegado a Shiganshina al medio día, con el sol sobre sus cabezas y el viento en sus espaldas, el viaje no fue largo ni rápido, debían reservar sus fuerzas una vez salieran al exterior. El Comandante había decidido que partirían mañana cuando el sol estuviera en su mejor punto, mientras más luz a su favor mejor podrían ver a los titanes. Además, así también podrían poner en acción la nueva formación de Erwin. Calynn no diría algunas palabras de esperanza ni tendría pensamientos positivos acerca de la misión, había aprendido a esperar siempre lo malo, sin embargo, confiaba en Erwin y ansiaba saber los resultados que tendrían.

Bajó las escaleras que llevaban hasta los establos, los soldados de la Guarnición que vigilaban la muralla y eran amables en dejarlos dormir en su cuartel giraron a verla. Ella no les dió el mismo gusto, el calor la estaba sofocando y el agudo pinchazo en su estómago bajo le daba ganas de asesinar a cualquiera que le hablara. Se había quitado la chaqueta de la Legión y se había quedado con una camisa blanca, remangando las mangas hasta sus antebrazos para sentir al menos un poco del viento. El arrepentimiento cruzó sus facciones, pensando que debió quedarse bajo techo pero necesitaba asegurarse que los caballos estén bien.

Vió a Dmitri cepillando a su caballo gris a unos metros de donde estaba mientras el animal se inclinaba a tomar agua de un balde, notó que Fenrir, su caballo, se encontraba a su lado. Sonrió, seguramente el peliblanco lo sacó junto al suyo. Su mejor amigo pasaba una mano por el cuello del semental dándole pequeños cariños mientras lo peinaba, su caballo se llamaba Elden, nombre del protagonista de una vieja historia que el abuelo Lazar amaba contárselo y Dmitri lo había tomado como su héroe personal. Calynn sabía esto, ya había escuchado el cuento una infinidad de veces cuando era niña.

Se detuvo al final de las escaleras y miró a su alrededor, checando el estado de los animales y la atención que los soldados le daban, su vista entonces cayó en los dos criminales que eran su dolor de cabeza. Levi y Farlan, Isabel no estaba con ellos, se encontraban junto a sus caballos realizando lo mismo que el resto, el de pelo claro se movía inquieto mientras que el más bajo tenía el ceño fruncido, la misma cara de siempre, ya no se sorprendió. Aún así, Calynn no desprendió sus ojos de ellos hasta que captó la atención del pelinegro, sus filosos ojos grises chocaron contra los suyos, la pelirroja alzó una ceja por la mirada de pocos amigos que le dirigió. Sus clases de equitación habían terminado tan rápido como habían iniciado, eran buenos y tal vez eso la había frustrado con creces, pero en cambio a todo, le alegró saber que sus alumnos eran competentes y podían valerse por sí solos. Porque Calynn era estricta pero eso podía salvar sus vidas.

Eso no significaba que había dejado de echarles un ojo, tampoco trataba de disimular la poca confianza que les tenía. Si algo la molestaba se los iba a dejar saber, entonces mejor para ella si son conscientes que los vigilaba.

Desvió la mirada para continuar su camino hasta su compañero albino que le daba la espalda. Dmitri observó a un lado mientras pasaba el cepillo por la crin de Elden, captando la mirada de Farlan a unos metros de donde estaba y como el descarado sinvergüenza que era no desaprovechó que tenía su atención, sonrió de forma encantadora y le guiñó el ojo. El castaño se sobresaltó y un ligero rubor rosado cubrió sus mejillas al ser descubierto, desvió su mirada un par de veces antes de decidir que sí quería mirarlo, de todos modos Dmitri amaba ser el centro de atención, ya lo había notado. Sus ojos claros fueron hasta sus manos que sostenían a su caballo y a su figura bajo el sol que nunca pensó ver, se aclaró la garganta cuando el dueño de tales vistas agrandó su sonrisa, encantado con lo que hacía.

Farlan rodó los ojos, con mejillas sonrojadas y una sonrisa tonta, lo miró de reojo viendo que le hacía señas que no entendía, sacándole una pequeña risa por lo estúpido que era la situación. Parecían dos niños. Levi tras él lo miró con una ceja alzada tratando de entender que era divertido, así que volvió a aclararse la garganta y siguió con su trabajo. Se metería en problemas si seguía así pero era tan difícil ignorarlo, mucho menos despues de esa noche. Dmitri en cambio, sonrió con ternura recostando su cabeza por la montura, su caballo bufó alzando su hocico del bebedero como si supiera lo que pasaba por la mente de su dueño.

—¿Qué te pasa? —La voz de su mejor amiga lo sobresaltó, miró atrás notando la cabeza colorada y su ceño fruncido. Él sonrió sin mostrar dientes.

—Hola, Lynn, pensé que no vendrías entonces saqué a Fenrir —apuntó, la mirada de la chica se suavizó, sus ojos oscuros se dirigieron a su caballo, de vuelta a su amigo y sonrió de lado, suave y solo un poco cansada. Vulnerabilidad que solo unas pocas personas eran capaces de ver y para este punto podía contarlo con una mano—. Déjamelo a mi, ve a descansar.

—No haré tal cosa —negó, dió unos pasos acercándose a Fenrir, Dmitri sonrió sin insistir sabiendo que no aceptaría que alguien más hiciera su trabajo—. No me mires así, no estoy inválida.

—Bien, bien. Lo siento. —Alzó las manos en señal de paz, incluso si le preocupara su estado y que se esté aguantando el dolor, no podía hacer nada en contra de la terquedad de Calynn Beyhan. Lo único que podía hacer era echarle un ojo y tener un medicamento en su bolsillo por si lo necesitara.

La pelirroja procedió a desabrochar la montura del semental para limpiarlo y que esté más fresco, no quería darle tanta presión un día antes de la expedición. Así como ella, Fenrir debía estar tranquilo y descansado. Mientras hacía eso, pensó en ir a la panadería cerca del canal del río si tenía tiempo, tal vez aún tenga un par de bollos para compartirlo con Dmitri. Recordó entonces algo más que había en Shiganshina.

—¿No irás a la imprenta? —preguntó sin mirarlo, atenta a su tarea y pérdida entre sus pensamientos. Recordaba que solían ir para ver si había algún libro nuevo o simplemente para hacer copias de sus dibujos, así servían para las investigaciones o las cartas que el peliblanco enviaba a su familia. Solo aprovechaban cuando venían, no eran muchas las ocasiones. Dmitri, quien estaba haciendo la misma tarea, frunció el ceño y volteó a verla.

—¿Qué imprenta? —preguntó confundido, pero Calynn no lo miraba así que no pudo notar su rostro y la expresión en ella. La pelirroja bufó, pensando que le jugaba una nueva broma.

—No juegues, la imprenta del mercado —apuntó, en la zona comercial se alzaba una imprenta, recordaba, pequeña y solitaria, nadie leía en Shiganshina pero seguía funcionando de alguna manera. Se encontraba a lado del camino que los dirigía a las puertas de salida, así que siempre lo veían.

—¡Ah! Pero esa imprenta está abandonada desde hace años antes de que vinieramos, Lynn, ¿qué haré en un lugar así? ¿buscar fantasmas? —soltó una pequeña risa aligerando el ambiente, aún confundido por aquella pregunta.

Calynn parpadeó, y como si esas palabras fueran piedras que se ataron a su pies, detuvo sus movimientos, dejando la montura a medio sacar. El canto de unos pájaros se oyeron felices desde el techo del cuartel, cantando y revoloteando buscando comida o tomando agua de los bebederos de los caballos. Frunció el ceño viendo sus manos sobre el lomo de Fenrir, aferrada al cuero, apretó sus ojos sintiéndose mareada de repente. Miró a Dmitri quien seguía haciendo sus tareas con normalidad, todos lo hacían de hecho, incluso los que no querían estar aquí.

—¿Qué?

Eso era imposible, ¿cómo podía estar abandonado un lugar que ella recordaba como lucía por dentro? Tenía pintura azul y tinta desperdigada en el piso, pequeñas gotas que habían manchado la madera, las hojas  acumuladas, el olor a tinta que le daba dolor de cabeza, el dueño era... tenía dos hijas, ¿o eran tres? El dueño había sido devorado... Un fuerte pinchazo recorrió su cabeza, como si una cuchilla fría atravesara su cráneo, se llevó la mano hasta su sien pero el dolor no menguó, se quejó entre dientes. Dmitri la miró preocupado, esta no era la primera vez que decía esta clase de cosas. Una vez, hablando de comida, le había dicho sobre una panadería que habían visitado en Karanese, de los panes de queso que hacían exclusivamente ahí y los rollos salados que le gustaba comerlos con algún té. De cómo habían ido y probado todo el menú por su culpa. Era divertido, porque es algo que él haría.

El problema era que nunca habían visitado Karanese.

—¿Estás bien? —soltó la pregunta acercando una mano hasta la frente de la chica para probar su temperatura, luego bajó tocando la piel de su cuello con su dorso y finalmente sus manos sobre la montura. Estaba ligeramente caliente pero no tenía fiebre, seguro solo era por el clima de hoy.

—Estoy bien —negó la pelirroja tomando su mano, notó la mirada de Dmitri, en sus ojos claros no había diversión, estaban serios y analizando, preocupados. Entonces dió un pasó atrás, la imagen de la imprenta desapareciendo de su cabeza siendo solo reemplazado por el dolor—. ¿De qué hablábamos?

Dmitri abrió la boca y por primera vez en mucho tiempo, se quedó sin palabras. Le frustraba y le preocupaba lo que esté pasando por la cabeza de Calynn, frustración por no saber que pasaba ni cómo podía ayudarla. Porque esto no era normal. Oh, claro que no lo era. Tal vez era la presión de la formación nueva, no dormír a horario por ayudar a Erwin, el estrés que tenía desde que bajó a la Ciudad Subterránea o las responsabilidades con la Legión. No tenía idea. Parpadeó alzando las cejas blanquecinas antes de soltar un suspiro, sus labios se curvaron en una sonrisa calmada y amigable antes de pasar un brazo por los hombros tensos de la pelirroja.

—Sabes que, no importa, vamos a comer algo, la Guarnición tendrá algo sustancioso por aquí —asintió a la vez que la arrastraba nuevamente dentro del cuartel, oyó una queja por parte de la mujer pero no se inmutó y siguió su trayecto.

Dmitri no sabía que estaba pasando pero lo iba a averiguar.

• • •

Una vez cayó el atardecer los soldados se adentraron al cuartel, sin dejar de moverse y organizar la salida del día siguiente. Levi hubiera preferido obtener esos documentos antes de llegar a esto, pero sin opciones, lo mejor que podía hacer era ir por ellos en plena misión y fingir que un titán había matado a Erwin y Calynn. Era muy arriesgado pero él era bueno en estas cosas.

—Quien lo diría, ¡mañana saldremos afuera! —exclamó una emocionada Isabel, Farlan la miró escandalizado. En parte le sorprendía lo lejos que habían llegado pero no tenía ninguna intensión ni ganas de salir de las murallas, sin embargo, no dejaría a Levi ir solo, ninguno de los dos lo permitiría.

—¿No tienes al menos una pizca de miedo? —preguntó el castaño volteando a verla, llevaba una caja en sus manos como ambos, el esfuerzo se notaba en su rostro redondo pero aún así no dejaba que nadie la ayudara. Levi, quien ya estaba libre, chasqueó la lengua y se la arrebató de sus brazos, la pelirroja se quejó ante ello poniendo ambas manos en su cintura. Al final suspiró con una mueca, observó a Farlan quien sostenía la caja de madera sin tantos problemas que ella.

Nah, ¿y tú? —sonrió burlona moviendo las cejas inclinándose hacia él—. Déjamelo a mi, Farlan, yo me encargaré de los titanes por ti.

—¡No estoy asustado! ¡No dije eso!

—Eres un bebé llorón. —Puso un puchero, llevó sus manos a sus ojos fingiendo el llanto de un niño, el castaño abrió la boca ofendido deteniendo sus pasos momentáneamente. Levi, a unos pasos delante, rodó los ojos—. Pero mi hermano terminará la misión y pronto saldremos de aquí. Aunque quisiera ir contigo.

—No, ya te lo dije, lo haré yo solo —declaró el pelinegro dejando las cajas en la carreta junto a Farlan, miró a la ojiverde quien puso un puchero. Con un suspiro acarició su cabeza desarreglando sus coletas—. El plan sigue siendo el mismo —bajó la voz, no había nadie cerca más que a unos metros pero no se arriesgaría—. Iré por los documentos cuando sea el momento, ustedes me van a cubrir con Flagon.

—Lo sabemos, toma tu tiempo, estaremos bien —susurró Farlan asintiendo a sus palabras, no le gustaba, si hubiera tenido más tiempo hubiese pensado en un mejor plan y el hecho de que Levi tomó la misión de forma un poco personal no le ayudaba.

—Luego de eso nos reuniremos en... —dejó las palabras al aire, frunció el ceño y su vista se alzó ligeramente, Isabel a su lado se puso recta y apretó la mandíbula. Antes de que Farlan pudiera pensar o preguntar que pasaba, sintió una mano fría posarse en su espalda y un mentón acomodarse en su hombro.

—¿Por qué susurran? —preguntó en el mismo tono bajo en el que habían estado hablando, el castaño se sobresaltó ante esto, su cuerpo se tenso al reconocer la voz y ver de reojo los mechones blancos de Dmitri. Estaba demasiado cerca y su toque no abandonaba su espalda, en cambio, metió sus dedos ligeramente debajo de la chaqueta corta de la Legión y su aroma a limón y menta le impactó tanto que dió un paso al costado para sacarselo de encima. El peliblanco sonrió por su acción y retiró su mano. Maldita sea con este hombre—. Hola, creo que aún no nos presentamos —miró a sus amigos con una sonrisa amigable—. Eres Levi, ¿no?

Extendió su mano en forma de saludo, el pelinegro con el ceño fruncido de forma permanente tuvo que alzar la cabeza para verlo mejor, bajó sus ojos hasta su mano y luego los subió nuevamente al soldado. Farlan se aclaró la garganta, sabía que aquello significaba que no sea irrespetuoso con algún superior. Soltó un suspiro y estrechó manos con el soldado quien sonrió sin mostrar dientes, a Dmitri le pareció curioso el color de ojos del más bajo y aún más que esta persona hubiera sido capaz de darle tanta pelea a Calynn y Mike, era sorprendente. Soltó su mano dirigiéndose esta vez a la chica a su lado.

»Y tú eres Isabel —apuntó en reconocimiento, era muy difícil que Dmitri olvidara un nombre. La chica lo miraba con desconfianza pero aún así estrechó su mano, nadie la había saludado con tanto respeto y amabilidad, ni en la Ciudad Subterránea ni mucho menos aquí en la Legión de Reconocimiento. El peliblanco le sonrió mostrando su perfecta dentadura, cálido, a su vista, Isabel era muy tierna, muy bajita dejándolo a él como alguien demasiado alto—. Lindas coletas.

Isabel recordó que Levi la despeinó minutos antes y no sabía en que desastre la dejó, sus mejillas se tiñeron de rojo hasta llegar a sus orejas. Soltó su agarre, dejando la risa divertida del soldado a su paso.

»Soy Dmitri Lazar, estoy en el área médica, si necesitan algo pueden preguntarme sin problemas —ofreció—. Sé que no los han tratado con amabilidad pero, si me lo preguntan, mis compañeros deberían arreglar sus intereses, hay otras personas que sí merecen ser despreciadas.

—¿Cómo cuáles? —preguntó el pelinegro permitiéndose ser un poco curioso antes sus palabras, el tono que había usado había llamado su atención, de alguna manera logró que el cuchillo que ocultaba le pareciera muy pesado.

—Mhm, como las personas que carecen de una buena convicción o los que ignoran el mundo y solo viven en su jaula —se encogió de hombros pasando su mirada por los tres lentamente y de forma desinteresada, queriendo ver la reacción de cada uno.

—Hablas de los nobles. —Fue Farlan quien finalmente habló, Dmitri sonrió poniendo el brazo en el hombro del contrario, sosteniéndose de él. Levi se cruzó de brazos, ¿qué trataba de decirles?

—Chico listo —murmuró con ese brillo en los ojos que ya había visto en él, esa mirada que parecía saber tantas cosas detrás y que había atraído al castaño como un insecto a la luz.

—Entonces, ¿ellos son los malos? —preguntó Isabel ladeando la cabeza, sus ojos verdes expresaban confusión pero también curiosidad. Farlan entendía ese sentimiento, es el mismo que el peliblanco le causaba.

—Los nobles y la realeza nos obligan a vivir de esta manera, a mantenerlos en la Ciudad Subterránea y tratar de evitar que sigamos saliendo. Ignoran las necesidades del pueblo mientras se hacen más ricos —explicó haciendo un ademán hacia la pelirroja pero terminó negando—. Pero no, ellos no están ni cerca de ser el enemigo. Ni ellos, ni la gente de Mitras o la Policía Militar. El enemigo está ahí afuera, mañana los verán.

El silencio cayó en el grupo, finalmente haciendo dudar al trío de sus próximos movimientos. ¿Esa era su jugada? ¿Hacerlos dudar? Porque lo estaba logrando. Las manos de Levi hicieron un ademán hasta el cuchillo oculto en su bota, sus dedos se tensaron en respuesta, preparado para saltar si era necesario. Había sido informado sobre Dmitri Lazar, sobre el miembro del escuadrón del capitán que no sabía que tenía, no había ido a la Ciudad y era un obstáculo más de llegar a su objetivo. Honestamente, Levi no se había preocupado, pero tal vez lo había juzgado mal, porque el arma de Dmitri no era la fuerza ni su experiencia en batalla, era su mente.

Pero Dmitri, desgraciado sea, se limitó a sonreír, como si no hubiera notado la tensión en los hombros de sus compañeros, en sus ojos, en la mano del pelinegro. Que peligroso era una persona que podía leerte tan bien.

»¡Pero no se preocupen! Los titanes son feos, con el tiempo se acostumbrarán —aligeró al ambiente de nuevo—. Espero estén preparados, no hagan nada estúpido, confío en ti, Levi. He escuchado mucho sobre ti, ya quisiera ver lo extraordinario que eres.

La mayoría de cosas que escuchó fue de Calynn quejándose de él, pero algo que el peliblanco había aprendido con el tiempo, es que alguien que podía poner los nervios de punta a la pelirroja era alguien especial. Así como lo había sido él. Levi parpadeó, Farlan se movió incómodo a su lado e Isabel sonrió.

—¡Mi hermano es el mejor! —alentó a las expectativas ya altas del soldado—. Es rápido y ágil, y es buenísimo con el equipo tridimensional y... —terminó murmurando ahogada cuando el aludido de toda su palabrería le tapó la boca. Dmitri soltó una pequeña risa.

—Estoy seguro que si, en fin, vayan a comer y a descansar, mañana será un día largo —se alejó de Farlan dando un paso al costado pero sus ojos no abandonaron los ajenos, le sonrió de lado y le guiñó el ojo—. Nos vemos.

Y así sin más, como llegó, desapareció, el grupo de tres amigos quedó mirando su rastro y Farlan pudo respirar. Mierda, casi los atrapa más era consciente que eso era lo que buscaba, se lo había dicho, descubriría lo que ocultaba y no quería saber que sucedería si eso pasaba. Levi lo terminaría matando antes y aquello le dió un mal sabor de boca.

—Vaya, que lindo es —susurró Isabel y en eso pudo estar de acuerdo.

• • •

—¡Abran las puertas!

Las voces resonaron desde las filas de soldados esperando hasta las murallas donde se convirtió en un eco lejano, le siguió el familiar sonido de las cadenas y el chillido de la puerta de acero que era levantada del suelo con fuerza. El viento frío del aire retenido golpeó los rostros de los que se encontraban en la vanguardia y la sombra de la Muralla María se cirnió ante ellos. Calynn levantó la mirada cuando unos pajaros cruzaron la estructura y desaparecieron tras ella, pronto los acompañarían pero ninguno tendría la suerte de los que volaban. El nuevo día había traído un viento agradable y el sol se había apiadado, dejando aquellos intensos rayos el día anterior, lo cual agradecía mucho.

Como en todas la expediciones, la pelirroja avanzó despacio montada en Fenrir hasta quedar frente a la puerta, no dirigió ni una sola mirada a los pueblerinos y sus rostros contraídos por el pecado que hacían al salir afuera. Sabía que había algunas personas que adoraban las murallas como algún tipo de salvador y cruzarlo, pensar en hacerlo o simplemente querer matar titanes se consideraba herejía. El miedo constante al enemigo había causado esta clase de pensamientos, preferían vivir enjaulados con el terror respirando en sus nucas, bajar la cabeza y huir en lugar de hacerle frente y luchar. A veces le parecía triste, pero era el mundo en el que vivía.

La voz del Comandante Shadis la sacó de sus pensamientos, Fenrir se movió debajo de ella preparado para comenzar la carrera de su vida. A su lado se encontraba su escuadrón, el mismo en donde su padre había estado liderando hace veinte años, en la cabeza esta vez se encontraba Erwin y las características físicas entre ambos a veces la descolocaba. Eran muy similares, a excepción de los ojos, su padre había tenido los ojos marrones que ella había heredado, Erwin Smith tenía los ojos celestes más brillantes que había visto (sin contar los de Dmitri). Calynn trataba de no pensar mucho en aquello, pero siempre era lo mismo cuando lo veía en la punta del escuadrón, sentado sobre su reluciente caballo blanco y su cabello rubio moviéndose contra el viento.

Erwin Smith no era Mim Beyhan, pero vaya que siempre veía su sombra en él.

»¡Hoy avanzaremos un paso más! ¡Veamos el resultado de su entrenamiento! ¡Háganles conocer la fuerza de la humanidad! ¡Todos avancen!

Las puertas se abrieron en su totalidad y el grupo de la línea frontal comenzó la cabalgata con el Comandante Shadis en la punta. Calynn apoleó a Fenrir y las pezuñas retumbaron contra el pavimento una vez se puso en movimiento, el eco llegó a sus oídos y la sombra del túnel la ocultó dándole un escalofrío por la oscuridad fría que envolvía cruzar debajo del muro, el sentimiento familiar de ser aplastada y ahogada por estos ladrillos gigantes era sofocante. Le daba un gran pesar y lo odiaba. No le gustaba para nada. Una vez la oscuridad fue dejada atrás, los rayos del sol los bañaron en toda su gracia, iluminando su camino y el vasto territorio libre que se abría ante ellos. Libre, y aún así, más peligroso que cualquier lugar.

Los pájaros que había visto minutos atrás se encontraban a miles de kilómetros arriba de ella, volando hacia el sur, alejándose entre las nubes y yendo a lugares que tal vez nunca vería. Dmitri a su lado cerró los ojos aspirando el aire, disfrutando el viento en su rostro y esa sensación de libertad de estar corriendo en un espacio sin muros que lo detengan, una sonrisa curvó sus labios y un sonrojo, producido por la exposición al sol, cubrió sus mejillas. La pelirroja negó, pero le encantaba verlo así.

La Legión salió al exterior, galoparon colina abajo abriéndose en una formación abanico mientras la retaguardia tardaba en seguirles el paso. Entendía parte de los sentimientos de su mejor amigo, era notorio que el aire aquí era diferente pero Calynn sabía que en poco tiempo olería a pestilencia.

Cruzaron los árboles pequeños adentrándose a territorio enemigo por cada galopada, dejando rastros que el tiempo y la lluvia borrarían. A lo lejos oyó las puertas cerrarse, chocaron contra el suelo en un sonido sordo alejándolos de la civilización y la seguridad. La gente de las murallas jamás entenderían que esto lo hacían por ellos, lo que sacrificaban y morían para un futuro mejor. Pero Calynn lo hacía por los niños.

Se pusieron alerta en el momento en que pasaron junto a un bosque de árboles frondosos. Dmitri llevó la capucha de su capa sobre su cabeza para cubrirse del sol, sus mechones blanquecinos que sobresalían seguían brillando ante la luz. Y fue cuando escuchó los primeros pasos. La alerta llegó desde el frente, un titán de quince metros apareció desde la oscuridad del bosque siendo atraído por las vidas humanas y mientras más se acercaba más podían ver su rostro deformado y ansioso.

—No podemos desviarlo, tsk. —Shadis tomó la palabra, sin mirar atrás y siguiendo el trayecto ordenó—: ¡Zacharias, Beyhan, vayan ustedes! ¡No dejen que salga del bosque! ¡Los demás sigan el camino!

Calynn miró a Mike y se pusieron en marcha, rompieron la formación en dirección derecha al titán que mantenía una sonrisa ante ellos. Sus ojos bajaron desviándose del grupo y se fijó en ambos, una vez estuvieron a unos metros se separaron, abriendo un punto hasta los dos árboles que formaba un arco donde el titán cruzaría. Era una formación muy familiar para ambos, con Mike lo habían hecho muchas veces y ya sabían lo que debían hacer sin siquiera comunicarse. En conjunto soltaron las riendas llevando las manos a las cartucheras a sus costados para poder incrustar las cuchillas y de un empujón se pusieron de cuclillas sobre el caballo en movimiento antes de saltar en el aire, el cable del equipo se incrustó en el tronco, dieron un vuelo rápido, como un baile alrededor. Fueron segundos en donde el titán puso su atención en Mike, fueron segundos en donde Calynn aprovechó eso para soltar el árbol y aferrarse a la dura piel del monstruo.

Cuando la notó, la pelirroja cortó la gran mano que pretendía agarrarla, incrustó el cable en el hombro y cruzó por detrás. Deslizó las cuchillas por la nuca rápido y ágil, el corte fue hecho con destreza, hasta podía decirse delicadeza, pero la fuerza fue brutal, abriendo la gruesa carne en dos, Calynn se alejó para que la sangre no la salpique, por más que esta desaparecía, le parecía demasiado asqueroso. Puso los pies sobre la espalda del titán mientras este caía boca abajo y levantaba el polvo a su alrededor.

Arrugó la nariz al aferrarse a él, levantó la cabeza estando de pie sobre la espalda de un titán que comenzaba a sacar humo de su cuerpo. Movió su cabeza de forma brusca cuando su flequillo entró en sus ojos, miró a sus compañeros que cruzaron por el camino frente a ella pero sus oídos y atención estaban más allá, giró fijándose en Mike que seguía por el tronco, este también la miró y comenzó a oler el ambiente. La vista del rubio giró hasta la profundo bosque y Calynn lo supo.

Llamó a Fenrir con un silbido, el semental trotó hasta ella y en un ágil —y bastante experimentado— movimiento, la pelirroja se subió sobre él.

—¡Hay otro!

Y como si lo hubiera invocado, el titán apareció de la nada a través de las ramas y troncos de aquel bosque. Aún no salía de ellos, la luz del día que atravesaba las hojas ayudaron a identificarlo, era otro de quince metros, con el pelo largo y una sonrisa que podía parecer tonta pero que aún así le dió un escalofrío.

—¡Escolta frontal, síganme! —gritó el Comandante rompiendo la formación, seguida de Erwin, Dmitri y el resto de su escuadrón—. ¡La escolta principal seguirá sin demora al lugar de destino!

Calynn tiró de las riendas de Fenrir, Mike bajó al suelo llamando a su caballo y ambos siguieron al grupo. Los bosque eran muy buenos para usar el equipo de maniobras pero muy malos porque siempre era un nido de titanes. Debían tener cuidado y alejarse una vez estuvieran lejos, el plan de la nueva formación de Erwin era desviar cuántos titanes se pudiera y tratar de llegar lo más lejos posible. Erwin decía que muchas vidas se salvarían gracias a esto y eso esperaba.

Cuando el escuadrón del capitán se adentro a los frondosos árboles, solo Erwin pudo ser capaz de ver como otro titán salía a unos metros e iba directamente contra la formación. Los demás escuadrones podían enfrentarlo y el rubio pensó que era el momento perfecto para dejar a Levi enfrentarse a un titán, así que no dijo nada, hasta que notó la mirada de Dmitri. La ceja alzada y la sonrisa de lado, la mirada y los ojos que parecían decir "te atrapé". Y Erwin, oh, el capitán se limitó a devolverle la sonrisa.

Se encargaron del titán de pelo largo con suma rapidez, le cortaron los brazos, las piernas y quien terminó por darle el golpe final había sido Dmitri, quien se salpicó de sangre de titán cuando lo hizo. El color blanco de su cabello hacía contrastar el rojo oscuro que se evaporaba lentamente de su cuerpo, si su madre lo viera ya estaría gritando desesperada.

Cuando salieron del bosque se detuvieron tan rápido cuando Erwin lo hizo y es que aquello fue por lo que habían ido a la Ciudad Subterránea, por ello habían roto reglas e ido en contra de la ley al amenazar a un noble. Por eso los ojos del capitán brillaron cuando Levi le cortó la nuca a un titán.

—¿Calynn? —preguntó el rubio sin mirarla, sus ojos fijos en los tres novatos y al gigante muerto a sus pies. La pelirroja suspiró, le parecía increíble como siempre lograba su cometido y esta vez no podía negarse, tal vez le iba a dar la razón al final.

—No me hagas decirlo.

Pero sabía que Erwin ya se consideraba el ganador de aquella apuesta silenciosa que parecía que ambos se habían hecho, sus ojos brillaban más que nunca y la sonrisa era de alguien que había encontrado la solución a todos sus problemas.

—Sabía que tus alas eran reales, Levi.

dmitri cuestionando la salud mental de calynn:

¿es el momento para decir que dmitri tiene 1,83 y calynn 1,75? bueno, les tiro la data òwó.

ALOO han pasado 84 años pero el especial de ayer me hizo llorar y sufrir, así que me inspiré ah. no quiero prometer nada pero si todo sale bien solo falta un capítulo para terminar este acto 🙏🏻

¿qué les pareció el capítulo? ¿tienen teorías o preguntas? quiero oírlas 👀

espero les haya gustado, ¡nos leemos!

mag.

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