Capítulo XIII: La propuesta
En unas tierras lejanas, hay un reino remoto donde gobierna una mujer muy poderosa en el planeta Panx. Una mujer quien tiene en su poder todo un arsenal para atacar a sus enemigos. A los hommies que les alegra el día y a sus hijos que la obedecen sin rechistar. Y hoy canta muy feliz porque llegó el día en que conocería a cierta persona y que le hará una propuesta. Todo está como tiene planeado. Los pueblerinos y los muebles, que tienen vida, cantan con ella. Todos bailan al son de la música menos unos cuantos que solo observan como su madre tiene una sonrisa de oreja a oreja.
Es Charlotte Linlin, conocida por todos como Big Mom, una mujer a quien hay que temer y respetar. Una gran mujer a quien no debes darle un no como respuesta porque estarás muerto ante sus ojos. Tiene una habilidad única y que es temida por todos aquellos que la enfrentan. Sin embargo, hay cuatro de sus hijos que también hay que tener consideración porque son caballeros dentro del reino de Big Mom. Y no son los únicos, hay más y son peligrosos.
Y hablando de ellos, están tranquilos viendo a su madre cantar felizmente. Saben del porqué la situación y están ansiosos de ver a esa persona.
—¿Creéis que esos idiotas harán bien su trabajo?
—Sabes que sí y si no lo hacen, mamá les dará un castigo tremendo. Mamá da miedo cuando se enfada, Oven.
—Lo sé, Daifuku —suspira el nombrado dando un sorbo a su bebida.
—¿No estáis nerviosos ustedes dos? —Daifuku mira a sus otros dos hermanos que están tranquilos.
Los dos caballeros no dicen nada al respecto ante la pregunta de Daifuku. Están serios ante la situación. Aún no pueden creer que mamá quiera a esa persona ante su presencia. Es muy pronto piensan ellos. Sin embargo, no deben desobedecer a su madre por muchas razones bastante obvias. El chico de la cicatriz que recorre por su ojo derecho mira con desinterés a sus hermanos mayores y con un aspecto aburrido. Y el otro, el más alto de los tres, está sereno con los párpados cerrados ignorando la conversación.
Y todo se vuelve silencio y Linlin se sienta cuando ve a uno de sus esbirros llegar con una gran sonrisa de oreja. Eso para ella tiene un significado. Ella está aquí. La persona que más ganas tiene de ver. Hace un ademán con la mano para que la trajesen a lo que el hombre asiente, corriendo hacia donde están sus compañeros. Y aparecen con una persona con la cabeza cubierta con un saco para que no viese nada a su alrededor. Todos están atentos ante el siguiente movimiento. La chica no para de moverse e intenta deshacerse de ese saco molesto que le dificulta la respiración. Y como si sus súplicas fueron escuchadas, se lo quitan a lo que respira dando bocanadas de aire.
___ parpadea los ojos mirando a su alrededor, observando con detenimiento donde estaba. Y sus pupilas se fijan en la gran mujer que tiene delante. Tiene una cara de espanto al ver el tamaño de esa mujer mayor. «En serio, ¿qué le pasa a este planeta con las alturas?», traga saliva con ese pensamiento. Big Mom ríe con su característica risa que la diferencia de todos y se levanta para decir:
—¡Bienvenida a Totto Land, Hall Lókë! ¡Justo la persona a quien estaba esperando!
—¿Me conoce? —pregunta con la ceja alzada.
—Claro —Big Mom saca de su camisón la recompensa de ___—, todo el mundo ya te conoce, Hall Lókë.
Sí, es una gran desventaja de tener ya una recompensa y que todos intenten entregarte ante los Hörrox. Tal vez esa mujer mandó a sus secuaces para raptarla y entregarla ante los caballeros. Chasquea la lengua maldiciendo su suerte y, tragando su orgullo, se arrodilla ante ella como una forma de rendirse.
—Creo que ya sé porqué estoy aquí. Queréis entregarme ante los Hörrox y ganar una recompensa por ello. Tened piedad de mí.
Linlin vuelve a reír ante lo que ha dicho la chica—. Oh no, querida. Estás aquí por otra cosa. —Esto si que ha cogido desprevenida la chica—. Me supongo que no sabéis quién soy. Soy Charlotte Linlin, conocida por todos como Big Mom, una mujer muy poderosa en el planeta Panx. Quiénes se enfrentan a mí, asumirán las consecuencias incluyendo mi ira.
—Y usted mandó a sus esbirros para raptarme y traerme aquí para algo, ¿no?
—¡Qué niña tan educada! Sí. Cómo bien sabes, Hall Lókë existe para derrotar a la oscuridad que emana este planeta y casarse con los Mändras para destruir la maldición. Entonces me dije: ¿Por qué no traerla para que se una a mí? Eres una criatura única y con habilidades únicas, como si fueras un dragón, y podríamos derrotar a mis enemigos más mortales del mundo.
___ no está entendiendo nada que le está proponiendo esa mujer. Le da un mal presagio, sobre todo la gente que está a su alrededor, mirándola con interés. La están devorando, ella es un animal pequeño en comparación con ellos. Son grandes y son capaces de arrebatarle la vida sin pensarlo. Mira nuevamente a Big Mom que mantiene esa sonrisa socarrona que le produce un mal estar en todo su cuerpo. Está intranquila, demasiado.
—Pero para ello deberás casarte con mis dos hijos que son Mändras. —Los ojos de ___ se agrandan cuando escuchó esa frase de la boca de Linlin—. Una alianza con Hall Lókë no se ve todos los días.
«¿Sus dos hijos son Mändras?», pensaría que tiene mucha suerte, pero no lo tiene tan claro—. Perdone, pero no puedo hacer eso. Se supone que debo tener sentimientos hacia ellos y no los tengo.
—¡Ese tipo no! ¡Me refiero a una gran boda!
—Con todos mis respetos, pero me contaron que el casamiento se prohibió porque cierta mujer se casaba con hombres solo para conseguir hijos y luego a los desechaba, como si fueran basura.
El silencio se hace presente. Ninguno hace un comentario con respecto a lo que dijo la joven. Ella alza la ceja no entendiendo este comportamiento; no obstante, la risa de Linlin la advierte, llamando su atención—. Esa mujer que tanto dicen soy yo. —Se señala así misma sorprendiendo a ___—. Yo me casaba con hombres de diferentes razas o con poder para obtener razas nuevas en mi familia o que sean fuertes de naturaleza. Todos los que ves aquí, la gran mayoría son mis hijos. Y con ello, he tenido múltiples partos. Es por eso que los Hörrox prohibieron que me casara con alguien más, pero eso no prohíbe que mis hijos sí.
Los nervios florecen en ___ sintiendo que está a punto de derrumbarse. Tiene el presentimiento de que nombrar aquello no fue buena idea. Está enfrente de una señora de ocho metros y que dice ser muy poderosa, en comparación con otros enemigos que se ha enfrentado. Ahora que se fija todo le huele a dulce. ¿Es un reino de dulces? Sacude la cabeza quitándose esa idea y se centra nuevamente en la gran mujer. Big Mom mira a su izquierda sin dejar de sonreír y extiende el brazo hacia esa dirección. Ella lo sigue con la cabeza hasta ver en una mesa cuatro varones de una altura bastante mayor a ella. ¿Están ahí?
—A ver si puedes adivinar quiénes son.
¿Un juego de la adivinanza? Esto será pan comido, piensa ella—. ¿Puedo acercarme?
—Claro, pero te lo advierto: un movimiento en falso y no dudaré en quitarte años de vida.
Esa amenaza se lo tiene que tomar en serio porque cualquier ser de este planeta tiene una habilidad única que los hace peligrosos. Ella camina despacio hacia la mesa para ver más de cerca a los sujetos. Parecen tipos peligrosos viéndolos de cerca y puede ser que tengan una fuerza monstruosa. Lo primero que hace es visualizar los antebrazos de cada uno porque, si es un Mändra, debe tener la marca; sin embargo, la mala suerte está con ella ya que no visualiza bien. Esto le dificulta mucho las cosas a la chica. Y duda que esa mujer tenga paciencia con ella. Ni siquiera ninguno de ellos los mueve para darle mayor facilidad.
«Usa tu instinto olfativo».
Escucha la voz de su antecesora en su cabeza dándole una pequeña pista. ¿El olfato? Lo habrá dicho porque supone que los Elegidos tienen un olor característico diferente a los demás. Con ese pensamiento, cierra los párpados y abre sus fosas nasales, inhalando el aire, centrándose en los cuatro sujetos. Se sorprende que tenga el olfato tan desarrollado de un animal. Dos de ellos tienen un olor débil, se diría que no serían ellos. En cambio, los otros dos tienen un olor fuerte y, al mismo tiempo, atrayente. Su cerebro se activa casi recordando el olor que desprendía Smoker en ese momento. Abre los ojos con la mirada fija en ellos dos.
Un chico con un peinado bastante curioso con dos mechas, ojos de color rosa, un cuerpo bien trabajado, porta una espada grande y ¿lleva una falda escocesa? Y el otro es más alto también musculado, ojos y cabellos de color granate, y lo curioso es que lleva una bufanda cubriendo su boca. Ellos al notar la mirada de la joven, muestran sus marcas dando entender que son los Mändras que tanto habla Big Mom.
—Sabía que Hall Lókë tendría una especie de radar para detectarlos —comenta Big Mom acercándose, poniéndose detrás de la chica—. Te presento a mis hijos y comandantes dulces de Totto Land, Cracker y Katakuri.
Sus nombres imponen demasiado para los oídos de la chica, teniendo la sensación de que son fuertes y más por el título que tienen. Una gota resbala por su sien un tanto intranquila. La risa de Big Mom resuella por todo el lugar, una señal de que esto le está divirtiendo. Y lo peor de todo es que ella quiere que tenga un casamiento con ellos. Si es así, es posible que ya no pueda acercarse a los otros. Se gira para encarar a Big Mom diciéndole que no; sin embargo, el aura que emana de la mujer no es nada bueno. Diría que es negativo, como si ya supiera lo que iba a decir.
—Espero que no digas lo que yo creo que vas a decir. Nadie me da un no por respuesta.
—¿Para cuándo será la boda? —pregunta con una sonrisa falsa.
—¡Muy pronto! ¡Tengo que mandar muchas invitaciones para que vengan aquí! ¡Llevadla a su cuarto!
Da una orden y uno de ellos se acerca a la chica para tomar un brazo y tirar de ella. Ella mira atrás para un último vistazo a los dos hombres, antes de desaparecer ante sus ojos. No tuvo otra elección que aceptar la propuesta de Big Mom y, además, siente que no puede escapar ante sus garras. ¿Cómo estarán los chicos? Se pregunta ella. Desea que lo encuentren antes de que sea demasiado tarde. Aprovecha de ver el entorno a su alrededor viendo los dulces que decoran en el gran castillo. Es extraño. Sumamente extraño. Se ve que es comestible el castillo. Con solo pensar en ello ya le entró el hambre. Espera a que su guía no le haya gustado. Le daría vergüenza.
Las vistas que tiene son impresionantes y puede visualizar islas que rodean este reino. Como dijo Linlin, tiene mucho poder. Tal vez los Hörrox no son capaces de enfrentarse a ella. ¿O tal vez sí? Lo desconoce. No tiene suficiente fuerza como para enfrentarse a alguien tan peligrosa como ella. Aprieta los puños con rabia sintiéndose débil e indefensa. Debe de haber alguna. O incluso convencer a sus dos hijos para que se unan a ella. Sería una gran idea. Llega a su cuarto y el esbirro cierra la puerta dejando a la chica a solas. ___ mira a su alrededor y se sienta en la cama pensando con claridad que hacer. Desconoce cuanto lejos están sus compañeros y como llegó aquí. Se abraza así misma intentando calmar su angustiado corazón.
Cierra los párpados donde sus instintos de dragón se activan. Hay muchos olores a su alrededor: personas, objetos y dulces. Demasiadas golosinas y su estómago ruge de hambre. Y sus fosas nasales se amplían al olfatear ese aroma muy fuerte. Está delante de su puerta y toca levemente su puerta. Se aproxima a la entrada y salida al mismo tiempo y lo abre encontrándose con los hijos de Big Mom. Los dos con quién se casará. Los Mändras.
—Hall Lókë —habla uno de ellos con una mirada muy seria, dando entender que es una persona que no le gustan las bromas—, como invitada a Totto Land, mi hermano y yo queremos ser tus guías.
—Si te casas con nosotros deberás conocer la ciudad, ya que vivirás aquí —comenta el de la cicatriz mirando con desinterés a la chica.
—Bueno, al menos mostráis interés.
—No me hagas reír, mocosa. Esto lo hacemos por mamá.
—¡No me llames mocosa, gigante idiota! —Saca al demonio que lleva dentro y el chico solo esboza una sonrisa divertido.
—Déjala, Cracker. Te recuerdo que es Hall Lókë, si la hacemos cabrear no sabemos lo que puede ocasionar.
—Si ni siquiera se ha enfrentado a mamá —le recalca el chico a su hermano—. Apuesto a que ni es capaz de derrotarnos. Sigue siendo débil. ¿Cuánto llevas en este planeta? ¿Una semana?
—Cuatro para ser exactos.
—Y aún así no estás a la altura.
—¡¿Me estás llamando enana, mastodonte de tres metros?!
—Basta los dos, parecéis críos. —Katakuri rueda los ojos alejándose de la puerta junto con su hermano.
La joven ___ les sigue aún enfadada por el comentario de Cracker. No tiene culpa de que sea tan pequeña en comparación a esos dos. Se asombra la gran espalda que tienen, deben ser unos guerreros bastante fuertes. Es normal, Big Mom ha dicho que son comandantes. La pobre tiene que dar zancadas para estar al lado de esos dos gigantes y no perderlos de vista. Bueno, no los perdería en cierto modo. Sin darse cuenta, ya están fuera del castillo y observa con detenimiento la gran ciudad lleno de dulces. Se pregunta así misma si todo ellos comen golosinas siempre o de vez en cuando. Si es así, tendrían que tener unos dientes de acero para no tener caries. Se fija que los pueblerinos se arrodillan ante ellos como si fueran príncipes.
Es curioso porque Big Mom se comporta como una reina con muchos hijos y además está en un reino. Es lo más lógico del mundo. Los niños juguetean sin miedo alguno por los alrededores y uno de ellos, sin darse cuenta, choca en la pierna de Katakuri cayendo al suelo. Los ojos del niño se agrandan y miran con miedo hacia el hombre de ojos granates. Él no se inmuta, tan solo se agacha dando leves palmadas en la pequeña cabeza del chico, una forma de decirle que tenga cuidado la próxima vez. El niño asiente y vuelve con sus amigos corriendo. ___ se sorprende que Katakuri no sea agresivo con los niños, en comparación con su madre que se ve una mujer sin honor alguno. Caballerosidad ven sus ojos. Sin darse cuenta, esboza una tierna sonrisa hacia el hombre.
Él la mira para verla, y ella mira a otro lado. Aunque no se visualiza por debajo de la bufanda, está sonriendo. Y siente un leve golpe por parte de su hermano pequeño a que sigan caminando.
—Oye, tengo curiosidad en algo. ¿Cómo puedes tener prendido eso en tus dos mechones?
—Es gracias a mi habilidad —responde mirándola de reojo—, soy un hombre galleta.
—¿Eres comestible?
Ambos se paran en seco para ver completamente a la chica por el comentario que ha dicho. Ella solo les mira con la ceja alzada, pero se sonroja brutalmente al averiguar lo que ha dicho.
—Eso ha tenido doble sentido.
—Sí, y puedo decir que soy comestible en ambos lados. —Se lame los labios provocando a la chica.
—¡No pienses en esas cosas, pervertido! Además, tengo hambre.
—De mí, supongo.
—¡Cállate, cabrón!
—¿Cabrón? —repiten con duda y se miran entre sí no entendiendo la palabra.
—Es un insulto en mi planeta.
—En el nuestro se dicen Ürgupey. —La risa de Cracker no se le quita nadie, parece divertirse ante las expresiones de la chica—. Oh, ¿y por qué no me quieres comer? Soy un Mändra y tú un Hall Lókë, supuestamente estamos destinados.
—Cracker te recuerdo que no podemos hacer eso. Recuerda lo que dijeron los ancianos: «La Gran Dragona solo hará el ritual cuando estén todos los Mändras. Si uno de ellos se adelanta, es un traidor».
—Y yo te recuerdo que nos vamos a realizar el casamiento con ella. Debes olvidarte esa historia.
—Al menos ten paciencia cuando se realice la boda. Ahí ya podremos hacer el ritual.
—¿Ritual? —La chica tiene la sensación de que sabe a qué se refieren.
—Ritual de apareamiento —dice Katakuri con un tono serio.
«Lo que hizo conmigo Smoker», se sonroja un poco al pensar en aquello. Todos esos recuerdos llegan a su cabeza, como si fuera la misma droga que deja extasiada por unos segundos a la chica. Se lleva la mano a su boca para retener algún que otro sonido de satisfacción; sin embargo, Katakuri la coge del brazo para alzarla desde el suelo. Ella patalea e intentar propinarle una, pero él los esquiva con facilidad y con la mano libre sostiene sus piernas con firmeza.
—¿En qué estabas pensando, Hall Lókë?
—En nada.
—No seas mentirosa.
—No puedes engañar a mi hermano, mocosa. —Cracker cruza sus brazos—. Así que yo que tú diría la verdad.
—No estaba pensando en nada, pesados.
Los ojos de Katakuri muestran frialdad y miedo, nunca antes ha visto algo así en la mirada de un hombre. Él la baja un poco hasta la altura de su hermano. Cracker se quita el guante tomando la decisión de tocarla y ver si lo que dice es cierto.
—Veamos si tienen razón al contacto.
___ iba a objetar, sin embargo, la mano de Cracker toca su rostro y una conexión instantánea aparece en ambos. Las pupilas de cabellos lilas se dilatan al sentir tantas emociones en una sola. Su corazón bombea rápido como un reloj a punto de estallar. Nunca pensó que así se sentiría. El cerebro de la chica es tan abierto, en sentido de que puede ver su progreso en el planeta Panx. El avance que ha tenido en las peleas que tuvo con unos cuantos Hörrox. La evolución en cuanto Gran Dragona que es. Los besos de los Elegidos. Y su ceño se frunce cuando ve un recuerdo que lo mosquea demasiado. Chasquea la lengua apartando la mano de la chica.
—Ya no es virgen —aclara Cracker colocándose el guante.
—¿Un Mändra ya hizo el ritual?
—Sí, le dio poder suficiente. Es lo que es Hall Lókë: una contenedora de poder.
No le gustó mucho como la llamó Cracker, parece que tiene razón. La Gran Dragona necesita poder para despertar y solo lo puede conseguir obteniéndolo a través de los Elegidos. Katakuri la deja en el suelo viendo que la chica no hace resistencia alguna. Se fija que se abraza así misma con la cabeza agachada, aceptando lo que es realmente. Ella se siente impotente y un objeto a ojos de cualquiera. El grandullón se pone a su altura y da leves palmadas en su cabeza a lo que ella lo alza.
—Aunque seas eso, las leyendas cuentan que hubo un Gran Dragona que no necesitó el poder de los Elegidos. Los despertó ella misma con esfuerzo y dedicación —cuenta—. Tal vez tú puedas conseguirlo a través de la paciencia. Aquí todos nos esforzamos a superar a nuestros enemigos. Tu peor rival se encuentra más allá de estas tierras. Nadie sabe quién es, pero lleva siglos y décadas en este planeta. En las sombras. Observando desde el cielo nuestros movimientos. Si incumples una ley, él te castigará desde su posición.
—¿No me digas que a lo que tengo que enfrentarme es a un Dios? —Lo que le faltaba.
—Probablemente —habla Cracker con la mirada puesta en el cielo.
—Si los dos sois Mändras, ¿por qué no os unís conmigo?
—Lo dices como si fuera fácil. —Se acuclilla el joven de los dos hermanos—. Cómo has visto, mamá es una mujer muy peligrosa. Una emperatriz en este planeta. Si nosotros, sus hijos, la desobedecemos, nos matará sin piedad alguna.
—Estamos condenados a servir a mamá; sobre todo, Cracker y yo por ser los Elegidos. —Katakuri se mira la marca visible de su antebrazo—. Al saber lo que éramos, se llevó una grata sorpresa. Los dos pensamos que nos iba a rechazar y no fue así. Nos aceptó, con la condición de no ocultar lo que somos. Debemos implicar el miedo en nuestros enemigos. Qué no nos echamos atrás.
—Y así fue como Katakuri y yo nos convertimos en comandantes. Cada Elegido tiene un pasado doloroso.
—¿Cómo el tuyo? —pregunta ___ y el chico se tensa demasiado—. Yo también puedo ver tus sentimientos y debo decir que...
—¡No digas nada!
Cracker se levanta de golpe dejando sorprendida a la chica. Él camina dejando atrás a ellos; no obstante, su hermano mayor lo sigue dejando atrás a la Gran Dragona. ¿Tan trágico fue el pasado de Charlotte Cracker? ¿Y Katakuri?
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