Capítulo VI: ¿Eres un Mändra?
Un nuevo amanecer aparece en el planeta Panx, donde los rayos del sol tocan cada rincón de ese mundo. Personas y bestias despiertan dando la bienvenida al día. El cantar de los pájaros hacen despertar a Trico, quien dormía plácidamente. Da un gran bostezo, estirando cada extremidad de su cuerpo mientras observa su entorno. Lo recordó. Ya no está en aquella horrible torre. Sus orejas con forma de gato escuchan unos leves suspiros y agacha un poco la mirada, encontrándose con el pequeño grupo durmiendo aún. ___ no se ha separado de él en ningún momento.
Acerca su morro hacia el cuerpo de la joven y la mueve un poco para despertarla. Un sonido de molestia sale de sus labios, abriendo los ojos despacio. Da un brinco, llevando la mano a su corazón, al tener cerca el rostro de Trico. Tuvo que respirar profundamente para calmar a su palpitando corazón. Sin embargo, ríe bajito al notar que la criatura quiere algo de cariño; por lo tanto, acaricia su morro lentamente. ¿Cómo una criatura tan grande fuese tan cariñoso? Observa a su alrededor, analizando detalladamente. Se da cuenta de que están en una especie de pradera con suficientes árboles para que uno pueda esconderse.
Con la consciencia tranquila, lleva su mano a su antebrazo, rozando sus dedos en aquella marca. Aún las dudas están ahí. ¿Quién es ella? ¿Cuál es la labor de los Mändras? Los únicos que lo saben son ellos y algún que otra persona. ¿Por qué tanto secretismo? Se abraza así misma, intentando reconfortarse, y la criatura está detrás de ella, apoyándola de vez en cuando. Ella se da la vuelta para seguir rozando las yemas de sus dedos el morro de la bestia. Éste estornuda.
—Salud, pequeño. —Ríe bajito.
Y ese estornudo despertó a los otros. Rayleigh se levanta, estirando todas sus partes y mira a la joven con la criatura—. ¿Cómo has dormido?
—Mejor que nunca —comenta—. Veo que le han quitado el collar a Trico.
—Estaba incómodo a la hora de dormir. Le hice un favor.
Trico hace un rugido de satisfacción que se acerca un poco al ermitaño. Un modo de agradecerle lo que ha hecho. Pero un gran bostezo les sale de sus pensamientos y fue Paulie, que aún tiene cara de dormido. Se rasca uno de sus ojos, quitándose las malditas legañas que son un tanto molestas. Por su parte, Mihawk se levanta un poco el sombrero para visualizar lo que está sucediendo.
—Decidme que no estamos en Water 7.
—No —contesta secamente la joven—, y te digo que desconozco donde estamos realmente.
—Trico nos ha llevado a una pradera. —Visualiza un poco su entorno Rayleigh—. No sabría deciros exactamente por donde ir. —Se acaricia la barba un tanto pensativo.
—Y nadie tiene un mapa, ¿verdad? —pregunta ___.
El espadachín no dijo nada, simplemente escala por un árbol para tener una mayor visualización de su entorno. Siente como alguien le empuja y echa un vistazo hacia abajo viendo al culpable. Trico quería ayudar al hombre de ojos extravagantes. Él sonríe, dando palmadas en el morro de éste, agradeciendo su ayuda. Sigue escalando hasta llegar a lo más alto del árbol, teniendo unas vistas espectaculares. Sus ojos, como las de un halcón, visualizan a su alrededor un gran paisaje que dan ganas de aventurarte y perderte por un buen rato. Al norte, se encuentra la playa donde vinieron ellos. Y al sur ve un gran castillo un tanto abandonado en la pradera.
Con eso, salta desde esa altura, sin hacerse daño alguno. Los chicos le miran para saber que es lo que ha visto-. Hay que ir por esta dirección. He visto un gran castillo, si vamos ahí, podemos tener una gran visualización.
—¡Genial! Como se nota que eres Take no Me -dice Rayleigh—. Debo decirte que Trico se esconda, si lo ve alguien se armará un escándalo.
—Ya has oído, grandullón. —Palmea las patas de éste para que entendiese la situación—. No queremos problemas, eres demasiado grande. —La criatura hace un sonido de tristeza, chocando la cabeza contra el cuerpo de la chica con suavidad—. Si ocurre algo te avisamos.
La criatura, como si hubiera entendido lo que ha dicho la joven, corre en dirección hacia la pradera, donde los árboles no interrumpan su despegue. Despliega las alas y comienza a volar, alejándose de la zona. ___ se despide con la mano alzada, siendo educada. Vuelve con los chicos que ya comenzaron a caminar en dirección hacia la fortificación. No cabe duda que esta zona es pacífica, pero lleno de misterio. La joven, de vez en cuando, mira hacia atrás no queriendo perder cada detalle. Los árboles tienen aquel toque que les hace ver que están vivos. La naturaleza es asombrosa a ojos de cualquiera. Aunque tropieza sin querer con Paulie, quién se detuvo.
El pelirrubio está utilizando sus cuerdas para escalar en uno de los árboles y coger fruta. El hambre nunca sacia. Con la ayuda de Mihawk, que los cogía gracias a su sombrero, tienen suficiente fruta para comer. Los va repartiendo y la joven mira con extrañez la comida. La forma es extraña. Lo huele un poco, por el olor parece dulce. Traga saliva para dar un buen bocado al fruto, saboreando aquel manjar. Sus ojos brillan con intensidad al probar tal exquisitez. Mira por el rabillo del ojo a un animal con forma de mono, que la mira curiosa. Ella no sabe si gritar o que, pero opta por ofrecer a la criatura un trozo. El mono no lo duda y se lo arrebata de las manos, subiendo por los árboles. ___ sonríe con dulzura, no pudiendo evitar reír bajito. El rubio y el moreno la miran embelesados. La risa de la joven cautiva demasiado, como si de un ángel se tratase. Ella gira la cabeza en dirección hacia ellos con la ceja alzada.
—¿Tengo monos en la cara?
—No —dicen al unísono.
Ella no está entendiendo nada; simplemente, suspira y sigue al ermitaño quién está delante. Él está muy tranquilo, siempre lo está. No muestra evidencias de nerviosismo alguno. Y ella tampoco debe estarlo. Se siente segura al lado de tantos hombres; aunque, prefiere que haya alguna mujer en el grupo para no sentirse sola. El viento sopla por su rostro donde juega con sus cabellos lentamente. Se siente como si estuviera danzando con ella. Cierra los ojos dejándose llevar por esa sensación exquisita, notando la libertad absoluta. Pero, aquella incomodidad vuelve en ella, que hasta una vena aparece por su sien.
—¡¿Se puede saber que estáis mirando?! —Se gira ya enfadada.
—No estamos mirando nada —rectifica Paulie con las manos en la cabeza.
—¡Es que me estáis poniendo nerviosa!
—Lo sentimos, mi lady. No queríamos incomodarla. —Se disculpa Mihawk colocándose el sombrero—. Solo queremos que no le pase nada.
—Si me decís cuál es la función de los Mändras, pues estaré tranquila.
—No podemos decirte hasta que estemos todos —comenta el pelirrubio, muy tranquilo.
—¿Quieres que te haga una llave inglesa? —La joven está perdiendo los estribos con esos dos.
—¿Llave inglesa? Que expresión más rara utilizas.
—No hablemos de los nombres raros que ponéis a los animales.
Mihawk iba a decir algo, pero se calló al notar una presencia extraña aproximarse hacia ellos. Ladea los ojos, en dirección al ruido, buscando al causante. Tiene la sensación de que alguien los está siguiendo. Es mejor callarse para estar seguros de que fuese un animal y no nada extraño. Minutos pasaron y ya llegaron al castillo. Las plantas han devorado casi todas las piedras de la fortificación, dejando algo de mugre. La puerta está un poco degradada. A saber cuánto tiempo lleva abandonado el castillo. Rayleigh no duda en acercarse y empujar, forzando un poco, la puerta. Eso provoca que hiciera algo de ruido en el interior de la zona, eso provocaría que los muertos despierten de sus tumbas.
La muchacha entra seguida del ermitaño, contempla la zona donde hay iluminación y las mariposas entran para buscar néctar en las flores. Se puede decir que la madre naturaleza ha hecho una maravilla. Apoya la mano en la pared, sin importarle lo áspera que puede estar. El tacto es reconfortante. Cierra los ojos para escuchar el ambiente de la zona. Ese sonido que relaja a un animal salvaje dejándolo en un estado de manso. Camina un poco más para ir al centro, para tener una mayor visualización del techo. No hay nada, pero es interesante de ver. Un paso en falso, y el suelo se derrumba donde la chica cae en picado; sin embargo, una cuerda aparece sujetando con firmeza la muñeca de ___. Paulie no iba a dejar que la chica muriese.
Con la ayuda de los otros, va tirando de la soga teniendo en cuenta de que no se rompa. La pobre muchacha está sufriendo por el tironeo. Su muñeca sufre por el nudo. No obstante, el dolor desaparece cuando escucha una voz en su cabeza: «Debes de tener la mente fría como la de un dragón. No debes sentir dolor. Tu piel es como las escamas de un dragón. Sé un dragón». ¿De dónde proviene esa voz? ¿Se está volviendo loca? No, porque gracias a ello, no siente absolutamente nada. Los chicos la recogen a tiempo, donde suspiran aliviados de que la joven estuviese bien. Ella se mira la muñeca, quitándose la soga, y ve que no tiene hematoma alguno. Es extraño, ¿verdad? Aunque un recuerdo hace aparición en su cerebro cuando era una niña. Se hacía daño cayendo por unas escaleras o por la tierra misma, se quejaba, pero luego no. Y sus padres la llevaban al médico para que la revisaran y siempre les decía que su hija no ha recibido golpe alguno. Ningún músculo y hueso se ha roto.
¿Es posible que Hall Lókë no sienta dolor alguno? Interno puede que sí, pero externo es diferente. La voz que le habló hace un rato le resultaba algo familiar, como si lo hubiera escuchado antes. No lo tiene claro. Se levanta, sacudiendo sus ropas como si no hubiera pasado nada.
—¿Estáis bien? —pregunta Mihawk.
—Sí, estoy bien —contesta ___.
El moreno toma el rostro de la joven con sus manos desnudas para que la mire. Ese escalofrío que tanto conoce los dos aparece. Sus pupilas se dilatan, al instante. Todos los sentimientos surgen en ese corto período. Y ahí es cuando ella percibe un mensaje en su cerebro, recibiéndolo. Ya sabe la verdad. Se aleja de golpe del chico.
—¡¿Para eso sirven los Mändras?! —grita, no creyendo lo que acaba de leer en la mente de Mihawk—. ¡¿Proteger a Hall Lókë para que ella decida con quien casarse?!
—Es nuestro destino —dice muy calmado.
—¡Yo no voy a casarme con ninguno de ustedes!
—Eso lo ibas a saberlo cuando estén todos. —Rayleigh se sienta en una roca muy tranquilo, con los brazos cruzados—. Además, tu destino es casarte con uno de ellos para acabar el mal. Sino lo haces, la Gran Dragona nunca existirá en un futuro.
—¡Pues lo prefiero así, antes de que otra se convierta en eso! ¡Tú no sabes cuantas personas, mujeres jóvenes, desaparecen por algo que mi planeta desconoce! ¡Muchas personas piensan que hay vida alienígena! ¡Hasta estoy pensando de que esto es obra de ustedes! ¡Secuestráis a las chicas para ver quién es Hall Lókë!
—¡No somos capaces de hacer eso! —rectifica Paulie, sosteniendo los hombros de la joven—. A nosotros tampoco nos hace gracia casarnos contigo, ¡pero no nos eches la culpa de algo que desconocemos!
—¡Entonces, ¿por qué demonios hacéis esto?!
—¡Porque es nuestro destino, joder!
—¡A la mierda! —Empuja al chico con todas sus fuerzas y sale corriendo de aquella puerta, no aguantándolo más.
___ no puede creer que le esté pasando esto. Odia las bodas. Las odia completamente. Puede que todo el mundo diga que es bonito, pero no los soporta. Y que tiene que elegir a uno de ellos le enfermaba. Prefiere tirarse por un barranco que escoger a uno de los diez Elegidos. Y conoce a dos y no quiere imaginarse los otros restantes. Está muy harta de todo. Sin darse cuenta, tropieza con una rama y cae al suelo, pero le dio tiempo en apoyar las manos en el suelo fértil. Se hizo algún que otro corte, pero se cura enseguida. ¿Por qué estas cosas le pasan a ella? Le dan ganas de llorar en ese mismo lugar. Desaparecer y no volver nunca más.
Y de repente, a saber como, esquiva con facilidad un ataque que vino por su espalda. Escucha un leve ruido de metal chocar contra la madera. Sus ojos se agrandan al ver se extiende un gran humo en dirección contraria y la joven se gira para encarar al responsable. Y no se esperó volver a encontrarse a cierta persona que dejó atrás hace tiempo. Un hombre demasiado peligroso y que está acompañado.
—Nos volvemos a encontrar, Hall Lókë. —Smoker hace acto de su presencia.
—No me esperaba ver de cerca a la chica de la leyenda. —Su acompañante, una chica morena quien sostiene una espada, se coloca las gafas mirando con interés en la muchacha.
—¡Joder! ¿Es que os teletransportáis o qué? —Se queja ___.
—Cuando se trata de mis presas, yo nunca los dejo escapar.
Iba a decir algo; sin embargo, el hombre-humo la ataca nuevamente donde la chica esquiva con rapidez. Elude todos los golpes que realiza Smoker, no sabe cómo lo hace, simplemente se deja llevar por su instinto. La otra chica solo se queda mirando, no le gusta interponerse entre la pelea de esos dos. ___ desea contraatacar, pero obviamente aquel hombre de dos metros le saca ventaja. Es un Äkuma, después de todo. Una persona con poderes únicos. La joven mira hacia atrás buscando alguna salida, ve una luz pequeña entre los arbustos y corre hacia allí, siendo perseguida por el "Cazador Blanco".
El campo es abierto y es más fácil, ya que no se sentirá acorralada. El Jitte casi le da nuevamente, pero al realizar una acrobacia hacia abajo, lo elude. Smoker chasquea la lengua, ya molesto de que la chica le de esquinazo. No iba a permitir que la joven se le escapase como la última vez. Debe atraparla, sea como sea, debe hacerlo por la justicia. Por los caballeros Hörrox. Despista a ___, golpeando su Jitte en el suelo y poder cogerla de sus cabellos con su mano hecha de humo.
Ella grita de sorpresa e intenta zafarse del agarre. No pensó que este hombre utilizase la astucia para su propósito. «Mierda», debe pensar con claridad lo que debe hacer cuanto antes. Tal vez llamar a Trico es una opción; sin embargo, no quiere arriesgarse a que le haga daño. «No debes rendirte, Hall Lókë», escucha nuevamente esa voz en su cabeza. Un escozor aparece en su antebrazo, donde se muerde el labio con fuerza. Smoker aprovecha la oportunidad para acercarse y tener la ocasión de esposar sus manos. Esta vez, la joven no puede escapar.
«Debes luchar. Debes hacer que la justicia que sigue no es la correcta», ¿por qué esa voz le dice esas cosas? Ya teniendo cerca a Smoker, con la mano alzada para sujetar sus manos, ella levanta el suyo para golpear el rostro de éste, cogiéndolo desprevenido. Y entonces, lo siente. Todos los sentimientos de ambos de conectan en uno. Los recuerdos de Smoker se mezclan con el suyo propio, sus propios pensamientos... Todo en general. El Hörrox se aleja de golpe, soltando a la joven. Ella simplemente se queda en su sitio, analizando que es lo que ha pasado. «No puede ser. Él es un...».
—¿Eres un Mändra?
No recibe respuesta ante su enemigo. Solo ve el gesto de tocarse el antebrazo a modo de inconsciente—. No soy un puto Elegido. Prefiero tirarme en un barranco, antes de aceptar que soy uno de ellos.
—Por eso el miedo de los caballeros. Ser un Elegido es un pecado, ¿verdad? —___ se incorpora, poniéndose de pie.
—Cualquiera que se convierta en un Mändra es un pecado. —Se remanga un poco el abrigo, mostrando el mandala—. ¿Sabes lo que es esconder está mierda de todos los caballeros para que te acepten? Si ven esta marca, despídete de ser uno de ellos. —Mira de reojo hacia su compañera, que solo visualiza la batalla—. La única persona a quién puedo confiar es a Tashigi.
«Él debe luchar por lo que es. Los Hörrox solo sirven ante una mentira».
—Tú y yo sabemos que no debemos ser enemigos —explica ___—. A mí no me hace gracia elegir a uno de vosotros y luego casarme.
—Ni a mí tampoco. ¿Los Elegidos destinados para proteger, como caballeros, y luego casarnos con la Gran Dragona?
—Pude sentir que sientes frustración. —Se acerca a él despacio, con toda la valentía del mundo—. En acabar con todo esto. ¿No crees que el destino me escogió para acabar con el mal? Los caballeros solo estáis ayudando a ese mal.
—¡Hall Lókë siempre ha sido un mal presagio para este planeta! —grita, expulsando el humo de su cuerpo con intención de capturarla nuevamente.
—Sí. Tu obligación es atraparme. Sin embargo, ¿podrás hacerlo?
Esa pregunta deja en duda al de los cabellos grises que mira a la chica. Su obligación es detenerla, antes de que el desastre llegue. Pero, ¿y si tiene razón? ¿Y si no puede hacerlo debido a que él es un Mändra? Todo es muy confuso para el caballero. El silencio reina en esa pradera, y el único sonido que se puede escuchar es el viento. El aire golpea los hierbajos dando la sensación de que está vivo. Tashigi desea realizar un movimiento y no lo hace porque su superior no le ha ordenado. La incomodidad se cierne sobre ellos, averiguando quien dará el primer paso. Si lo da ___ estará perdida, debido a que no es una luchadora nata de ese planeta. Pero si lo da Smoker, tendrá ventaja suficiente como para esquivarlo.
Era ahora o nunca. Se posiciona para atacar, no sin antes notar que la tierra tiembla. La chica tuvo que apoyar las piernas en el suelo porque no es nada normal. ¿Acaso es un terremoto? Algo de pequeño magnitud es imposible, hasta que escucha como unos bramidos aproximarse. Y entre los arbustos, sale una manada de toros formando una gran estampida en dirección hacia ___. Ella simplemente abre los ojos con miedo y, como única opción aunque peligrosa, sale corriendo de allí.
—¡¿Qué haces, idiota?! ¡Así llamarás su atención! —grita Smoker.
Pero era invano, ya ___ está lejos de su posición, huyendo de aquella estampida. Él chasquea la lengua por el simple hecho de que la Gran Dragona es una idiota. ¿Dejará que esa manada la aplaste? ¿La ayudará? Que difícil decisión para el Hörrox. No obstante, su marca comienza a quemarle por dentro, advirtiéndole de que debe rescatarla. Es su obligación. Él nació para esto. Smoker lucha internamente no queriendo hacer caso a su consciencia, a su Mändra. Él debe mantenerse en firme y no hacer nada.
«Mierda», y no fue nada fácil. Gracias a su habilidad del humo, comienza a volar en dirección hacia la chica, no sin antes escuchar a Tashigi. Desconoce que es lo que dijo, pero seguramente sería: «No haga ninguna locura, Smoker-san. No debe traicionar a los Hörrox». Y desea hacerlo, pero su yo Elegido le pide a gritos que salva a la Gran Dragona. Ya está llegando ante aquella estampida y debe aumentar más la velocidad para llegar hasta ella. A la lejanía ve a ___ correr como una loca, intentando que los cuernos de esos animales no la toquen de lleno. «Es demasiada estúpida», piensa.
Y su vista se centra más allá y se impresiona al ver que están llegando a un acantilado. Esto le da mala espina. Expulsa todo el humo de su cintura, a modo de impulso, para llegar antes. Posa los pies en el suelo fértil cogiendo a la chica a tiempo, pero ella no colabora porque está pataleando. ¿Capturada por él o morir por aquella manada? Ya ni ella sabe. Y llegó. Todo fue a cámara lenta para ambos. Los dos están cayendo de aquel precipicio, ya que el líder de la manada los golpeó. Ninguno responde para que la caída no fuese dura. Sin embargo, el destino los salva porque caen a un pequeño lago, pero profundo, una forma de amortiguar la caída, aunque dolorosa.
Sale del agua con rapidez para coger oxígeno en sus pulmones y mira a su alrededor para ver dónde estaba. Y una neurona de su cerebro le advierte de que Smoker aún no ha salido. Mete la cabeza en el agua y encuentra que el hombre se está hundiendo. «Joder, ahora tengo que ser la socorrista», saca nuevamente la cabeza para coger más aire de lo normal y se zambulle. No iba a dejar a que el Elegido muera ahí. Seguramente que él desea morir de otra forma que no sea ahogado. Nada con rapidez hasta él, sujetando de sus hombros, dándose cuenta de una cosa: ¡pesa demasiado! Parece una piedra grande, pero debe sacarlo. No sabe como, pero saca las fuerzas suficientes, logrando sacar el cuerpo del Hörrox. Tuvo que recuperar aire de sus pulmones y llevarlo hasta la orilla.
Se fija que Smoker no respira. Lo que le faltaba, que tiene que hacerle el boca a boca. Si quiere salvar su vida, debe hacerlo. Coloca al hombre boca arriba, alza un poco la barbilla y junta su boca con la de él. Esta sensación recorre por todo su piel, es algo nuevo y único. Solo le está dando aire, pero besar a un chico y más un Mändra, hace que su cerebro reciba todas las emociones de Smoker en una. Y se aparta, al notar que él comienza a escupir agua e inhala aire en sus pulmones. En su cabeza pensó que iba a morir en ese mismo instante.
—No vuelvas hacer eso —dice jadeando, mirando a la chica de reojo.
—No iba a dejar que te mueras. —Cruza los brazos muy molesta ante el comportamiento del hombre. Y a modo de inconsciencia, se toca los labios.
—Hay otras formas de que no muera. —Su rostro está rojo como un tomate. No se esperó que ___ se atreviese a besarlo.
—Fue extraño.
—Es normal. Un beso es diferente a un roce. Cuando Hall Lókë besa o toca a un Mändra o viceversa, los sentimientos se encuentran. Ambos leen el pensamiento de uno del otro, que sienten, que es lo que piensan —explica—. Con un roce puedes sentir sus emociones, si los dos se miran a los ojos pueden leer la mente, y el beso... Bueno, es otro extremo. —Mira a un lado avergonzado.
—¿Otro extremo? —Se pone muy roja cuando dijo eso el "Cazador Blanco".
—¡Joder, no quiero que pienses en esas cosas!
—¡Ni que fuera una mal pensada!
Smoker ladea la cabeza ya importándole poco lo que ocurra. Se levanta de su sitio, sacudiendo un poco su ropa algo mojada. Las hebras sueltas, que están en su frente, los echa para atrás. «Mocosa idiota», no puede quitarse de la cabeza ese sentimiento de que los dos les ha gustado ese beso. Se lleva las manos hacia su rostro, intentando calmar sus hormonas. Pero su corazón no se calma de todas las maneras posibles. Mira a la chica que está algo intranquila, ¡ni siquiera puede mirarla a la cara! ¿Por qué estas cosas le tienen que pasar a él? Ya ni puede atacarla. Es un sentimiento distinto a lo que está acostumbrado. La marca le escuece demasiado, como si le estuviera pidiendo a gritos de que ___ la volviese a besar. «Quita ese estúpido pensamiento», piensa.
Por otra parte, ___ aún no creía que esa conmoción fuese tan fuerte. Lleva la mano a su corazón queriendo tranquilizarlo cuanto antes. Y es imposible. Cuerpo y mente desean con fuerza a que volviese a besarle. No debe tener ese tipo de pensamientos. Tampoco ella puede mirar aquel hombre de dos metros, le da hasta vergüenza. No puede ser que se haya vuelto tímida por culpa de ese acontecimiento. ¡Se echa la culpa de haberlo besado! Pudiera haberlo dejado morir e irse de ahí. Sin embargo, no lo ha hecho porque pensó que tal ves si le salva la vida, lo tendría como amigo. Grave error. Los corazones de ambos bombean más sangre de lo normal. Ya hay una conexión mutua entre ellos y esas emociones no quieren desaparecer. Smoker se está maldiciendo y no es el único.
La mira de reojo y sus miradas se encuentran nuevamente. Café y (c/o), una combinación extraña y, al mismo tiempo, placentera. Llena de deseo y con ganas de querer más. Sin darse cuenta, ambos están muy cerca, ya no hay una barrera que les prohíba. Les escuece las marcas, pero no demasiado como para impedir que uno alce la mano para tocar el rostro del otro. Sin embargo, la magia se rompe cuando Smoker se da cuenta de lo que está haciendo.
—Es mejor que te alejes —le advierte, exhalando el humo de sus labios.
—¿Por qué?
—Porque estamos dejando que nuestros espíritus dominen nuestro cuerpo.
—¿Espíritus?
Se remanga un poco el abrigo para mostrar el tatuaje con forma de mandala—. Tú eres descendiente de la anterior Hall Lókë y yo del anterior Mändra. En estas marcas se encuentran los espíritus de nuestros antepasados, ellos nos dicen que hacer.
«Por eso la voz de mi cabeza», parpadea unas cuantas veces, ladeando un poco la cabeza—. ¿Con eso me quieres decir que si no sabemos que hacer, ellos nos lo dicen?
—A veces sí, y otras veces no.
—¿Te das cuenta de que estamos hablando? —pregunta la joven.
—No tengo opción que contestar a tus estúpidas preguntas —dice el hombre quitando los puros de su boca.
Dejan de lado la conversación para fijar su vista a su alrededor, para ver donde están. Parece que están arrinconados porque solo hay una gran montaña, un pequeño lago y alrededor árboles. Seguramente que se han separado del grupo. La única opción es caminar para buscar alguna que otra salida. ___, conocida como Hall Lókë, pasea con Smoker, conocido como un Mändra y forma parte de los Hörrox. ¿Podrán volver a su grupo?
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