Capítulo II: En busca de los Mändras

La joven ___ pasó la noche durmiendo en la cabaña de Rayleigh y no ha dejado de pensar que demonios hacía allí. ¿Que ella era Hall Lókë? Para ella esto era de locos. No puede ser esa persona que tanto ha hablado ese hombre tan misterioso y amante de la bebida. Lo piensa así porque no ha parado de beber desde que ella decidió dormir algo. El ruido de aquellas bestias, por alguna razón, la tranquilizaba y pudo descansar.

Y al día siguiente, al levantarse se encontró un buen desayuno por parte de Rayleigh. Aquel hombre le pidió que le llamase a partir de ahora "Ray-san" como una forma de abreviar su nombre. A ella le parecía raro llamarlo de esa manera, pero no tenía más opción. Al terminar de desayunar, aquel hombre cogió sus cosas como una forma de emprender una aventura un tanto desconocida para ___. Si quería descubrir que es lo que estaba pasando, no tiene más remedio que seguirle. ¿Será la última vez que verá aquella cabaña? Es lo más probable.

¿A donde irían? ¿Que debería hacer? ¿Cuál es su destino? ¿De verdad es Hall Lókë? Muchas dudas surgían en su cabeza. Y el único que sabía responder era Rayleigh quien estaba tranquilo caminando por aquel camino de tierra.

—Ray-san, ¿por qué estás tan seguro que yo soy esa tal Hall Lókë?

—Por la marca del dragón —responde mirándole de reojo, ya que la chica estaba detrás de él.

—¿Y si no lo soy? No tengo pinta de ser una... ¿guerrera?

—Con esos ropajes, no.

—Gracias por ser sincero.

Rayleigh se estaba divirtiendo con la chica.— Escucha, dijiste que naciste ya con ese tatuaje. Hall Lókë nace ya con la marca del dragón.

—¿Y tengo poderes? —La curiosidad de la chica crecía aún más.

—Al ser Hall Lókë tienes poderes, lo único es que seguramente que aún no los has despertado —comenta.

¿Qué tipo de poderes tendrá? ¿Podrá volar? ¿Patear traseros hasta romperles la crisma? Parece que estuviera en algún tipo de película. Y le es raro la verdad. Y ahora debía de indagar aún más, saber a donde irían. Rayleigh mostraba cierta tranquilidad como si no estuviera preocupado.

—¿A donde vamos?

—Vamos a la ciudad para coger lo necesario para nuestro viaje.

—¿Y me puedes decir que vamos hacer en nuestro viaje?

—Lo primero de todo es entrenarte —dice Rayleigh,— pero, el más importante es encontrar a los Mändras. —Esto ya la dejó desconcertada.

¿Mändras?

—También conocidos como "Elegidos". Al igual que Hall Lókë, ellos están marcados, pero con un dibujo de mandala —explica el hombre ya poniéndose al lado de la chica para que le escuchase.— La única diferencia es que ellos son habitantes del planeta Panx.

—Vaya qué casualidad, ¿no? —rueda los ojos como ya esperándoselo.

—Hay diez Mändras —sigue hablando Rayleigh.— Cada uno tiene el poder suficiente como para derrotar a mil hombres.

—¿Y para que los necesitamos?

—Para la misión más importante, pero eso te lo explicaré en otra ocasión.

Más secretos que ocultar. ¿Que estaba tramando este tipo? Tiene un mal presagio que hasta le dedicó una mirada asesina a lo que él ríe. Mändras, ¿como serán? Y la cuestión es si todos son hombres o mujeres o una mezcla de todo. Un largo suspiro sale de sus labios ya queriendo llegar a su destino. No podía hacer más preguntas ya que el hombre no diría nada.

No sabe cuánto tiempo han estado caminando, pero a la lejanía puede ver una gran puerta que daba acceso hacia la ciudad. ¿Como serán en este planeta? Su curiosidad iba en aumento, y siente una mano posarse en su muñeca deteniendo su camino. ___ mira a Rayleigh que sacaba de su mochila como una especie de ropaje y va cubriendo su antebrazo donde estaba la marca.

—Es mejor cubrirlo ya que  si te lo ven te entregarán a modo de recompensa.

—¿Soy buscada?

—Para cierta persona, sí. —Ya terminando de cubrir aquella marca, entran hacia la gran entrada.

La cara de ___ fue de grata sorpresa al ver que estaban en una ciudad cerca de la costa. Era un lugar bonito con unas vistas estupendas. Esa gente tiene la gran suerte de vivir allí. Ella le encantaba el mar, le daba la sensación de paz y armonía que ella necesitaba. Observaba detenidamente a la gente que paseaba por el lugar comprando cualquier cosa que necesitase ya sea comida o algún objeto para regalar o decorar la casa. Era un tanto curiosa la población.

No se ha separado en ningún momento de Rayleigh ya que no sabe lo que le puede ocurrir. Sabe defenderse, pero es un mundo nuevo donde no sabe nada. Y el hombre habló de poderes. ¿Será que cada persona tenía alguna habilidad única e inigualable? Debería verlo con sus propios ojos. Sobre todo el entrenamiento con Rayleigh. A él se le veía tranquilo con una sonrisa de oreja a oreja, es como si hubiera encontrado algún tesoro.

—Iré a por las provisiones mientras ve a recorrer el lugar. Seguramente habrá un Mändra por aquí.

—Bueno, entonces me fijaré en sus antebrazos —dice ___ como si no fuera difícil.

—Lo tienes complicado. —Se gira para verla.— Ellos también ocultan la marca para no ser entregados.

—Entonces, ¿cómo puedo encontrarlos?

—Eres Hall Lókë, lo sabrás en cuanto lo sientas —dice bajito para que la gente no le escuchase y aprovecha para separarse de ella e ir buscando las provisiones.

«¿Lo sabré en cuanto lo sienta?», no estaba entendiendo nada. Tantas palabras nuevas o frases como una forma de clave que no puede entender. Dar una vuelta por la zona sería una buena idea para distraerla un poco. Ver niños jugar en la calle sin ningún problema siendo observados por sus padres le alegraba un poco a la joven. Aquellas tiendas le llamaban mucho la atención que se acercaba para ver aquellos dulces. Eran idénticos a los de su planeta, ¿sabrán igual?

Recuerda que no tiene nada de dinero encima y no sabe el tipo de moneda que utiliza este planeta. Llega a un sitio nuevo y desconoce tantas cosas. ¿Por qué todo le pasa a ella? Una idea surge en su cabeza y sigue caminando por la ciudad para llegar a la zona del puerto. Deseaba ver aquel mar tan espléndido que siempre la dejaba embobada por unos segundos. Como le gustaría vivir en una casa con su propia casa y sin que nadie la molestase. Estaría en el paraíso realmente.

Y sus oídos se agudizan al escuchar como romper madera y unos leves martillazos. No estaba lejos, más bien el ruido provenía cerca del puerto. ¿Alguien estará trabajando? Su curiosidad iba en aumento y decidió acercarse el sitio donde no es la única espectadora del lugar. Habían personan que miraban con asombro a unas cuantas personas que trabajaban sin descanso. Los pueblerinos no dejaban de gritar a esas personas por su gran labor. Para ellos son unos héroes. ___ se cuela fácilmente para ver mejor y se lleva una grata sorpresa. Delante de sus narices se encuentra a unos cuantos hombres reparando barcos. ¿Serán algún tipo de carpintero?

Lo más sorprendente es que veía a unos cuantos llevar toneladas de peso de madera. La boca de ___ estaba abierta ante el asombro. «¿En este planeta existe la fuerza sobre humana?», mira que ella es una bruta en cuanto al karate, pero nunca imaginó encontrarse está situación. La gente del pueblo los miraba con orgullo como si fuera algo de lo normal para ellos. La mirada de ___ se clava en un hombre bastante alto que se acercaba hacia uno de los capataces quien estaba tranquilo haciendo nudos en sus cuerdas para sujetar bien la madera y llevársela a sus compañeros.

—Ey, sabes por qué estoy aquí, ¿no? —Esa sonrisa no daba buen presagio.

—Me supongo que por dinero, ¿me equivoco?

—Me debes un pastizal por haber hecho apuestas.

—Debo comunicarte que no tengo dinero suficiente como para pagarte.

Esto al hombre no le sentó nada bien y una vena visible se hace presente en su sien. Los pueblerinos tragan saliva con miedo porque saben lo que puede ocurrir en ese instante. Sin embargo, el hombre alto sonríe tranquilamente, eso a ___ no le gustó para nada.

—Sabía perfectamente que me ibas a decir eso, es por ello que me he encargado personalmente.

Aquel hombre de las cuerdas detiene sus movimientos para clavar la mirada en el otro.— ¿A qué te refieres?

—¡Paulie! —grita un hombre barbudo y fornido.— ¡Se están llevando la caja fuerte del jefe!

—¡¿Qué?!

Otro hombre aparece corriendo siendo perseguido por la multitud de carpinteros en la zona. No iban a permitir que robasen el dinero de su superior. El ladrón era más rápido que hasta dio un salto en la valla ante la sorpresiva mirada de la gente. ___ tenía que ser algo chante antes o sino aquel hombre se llevaría todo el dinero. No sabiendo lo que ocurrirá, corre al frente persiguiendo al ladrón. Ella es una luchadora nata, no teme a nadie e impedirá que se salga con la suya.

Ese hombre estaba tan distraído y preocupado por lo que tenía detrás que recibe una patada tremenda en su rostro a lo que cae al suelo. Hombres y mujeres miran con sorpresa lo ocurrido que hasta los carpinteros se detuvieron en seco para ver quién fue el causante. El ladrón se levanta y clava la mirada en ___ que tenía una pose amenazante. Manos apoyadas en la cadera y mirada seria.

—¡Puta! ¡¿Cómo te atreves a golpearme?!

—¡Devuelve ese dinero! —Lo señala con el dedo.— ¡Y no me llames de nuevo de esa manera porque te romperé los dientes!

—¡Solo eres una mujer débil! —saca de su abrigo una gran pistola que apuntaba hacia ella.

«¿También utilizan armas de ese tipo?», ahora sí que se metió en un lío tremendo. Aquel hombre estaba a punto de dispararla; sin embargo, unas cuerdas aparecen sujetando el cuerpo de la joven ___ provocando que fuera arrastrada antes de que disparase. El hombre barbudo aprovecha para dar de lleno al ladrón con un tronco de madera dejando al pobre inconsciente en el suelo.

Mientras ___ paró en seco siendo sujetada por alguien. Le olía a puro. Alza la mirada encontrándose al hombre de las cuerdas.

—Un poco más y habrías muerto —dice con un tono de seriedad en su voz.

—Podría defenderme perfectamente.

—¿Con un arma? No me hagas reír —esboza una sonrisa.— Eres muy valiente para enfrentarte a ese tipo.

—¿Querías que se escapara así sin más? —pregunta mientras nota como el chico va deshaciendo las cuerdas en el cuerpo de ella.

—No, y te lo agradezco. El jefe nos mataría si se enterase de que alguien robó la caja fuerte.

—¿Es duro?

—Algo así. —Por alguna extraña razón, le agradaba esa chica.— Mi nombre es Paulie —alza la mano derecha a modo de saludo.

—El mío es Spox ___ —alza la de ella también a lo que ambas manos se juntan.

Un escalofrío recorre por todo el cuerpo de la joven. Era una pequeña descarga en su brazo que va recorriendo por todas las articulaciones hasta llegar a su cerebro como recibiendo un mensaje. ¿Que fue esa sensación? Y no fue la única en notarlo. Los ojos de Paulie estaban abiertos ante esta sorpresa. No paraba de mirar a la chica, pero luego los desvía hacia el antebrazo derecho de la chica. «¿No será...?», su corazón bombea a mil al tener ese pensamiento.

—¡Paulie! —Y todo se desvanece cuando escuchan a alguien llamarle. Era el hombre barbudo.— ¡¿Qué hacemos con este tipo?! —grita como si no hubiera un mañana.

—Tilestone te oigo perfectamente, no hace falta que grites —suelta la mano de la chica.— Y en cuanto a esos tipos hay que llevarlos ante el jefe. Él dirá que hacer con ellos.

—¡Recibido!

___ se mira un momento la mano aunque queriendo averiguar qué fue esa descarga eléctrica. No era dolorosa, sino más bien reconfortante y desconocida al mismo tiempo. Entonces recordó aquellas palabras que dijo Rayleigh antes de separarse: «Eres Hall Lókë, lo sabrás en cuanto lo sientas». ¿Ha sentido la presencia de un Mändra? ¿Aquel chico es uno de ellos? Lo mira detenidamente fijándose que lleva puesto una chaqueta azul donde cubre sus brazos como escondiendo algo. ¿Será posible?

Paulie siente la mirada de ella a lo que se gira un poco para verla.— Lo siento, me gustaría charlar contigo, pero debo ir hacia donde está el jefe para darle una buena explicación.

—No te preocupes, lo entiendo perfectamente.

Y con eso solventado, el chico de cabellos rubios se retira siguiendo a sus compañeros en busca de su jefe. Ella, en cambio, debía de encontrar a Rayleigh y comentarle lo sucedido, pero ¿donde estará metido? Es una ciudad grande y encontrarlo le será difícil. «Si no lo intento, nunca lo sabré», con decisión corre por todo el lugar en busca de Rayleigh que a saber si realmente está comprando o bebiendo.

Mientras Paulie junto con sus compañeros llegan al despacho de su jefe que estaba con su pequeña mascota y recibiendo noticias por parte de su secretaria. Y fueron interrumpidos ante la presencia de los carpinteros.

—¡Jefe, hemos traído a estos ladrones! —habla Tilestone empujando a esos hombres.

—Han intentado robar la caja fuerte, pero los hemos detenido —comenta otro hombre que se tocaba el bigote, pero aparece en otra parte de su cuerpo.

—¡Y todo fue causa de Paulie que a saber que hizo esta vez!

—¡Yo no hice nada! ¡Solo tenía que darle dinero por las malditas apuestas!

—¡Siempre lo mismo! ¡A ver si nos desenganchamos de esos estúpidos juegos! —Tilestone y Paulie se enfrentan teniendo en medio al otro hombre.

En cambio, el amante de las ratas observaba con detenimiento la conversación a lo que da un suspiro largo. Cabecea un poco pensando que hacer hasta que mira a su secretaria.— Ve a la sala y trae un maletín lleno de dinero.

—Enseguida, Iceburg-sama. —La pequeña secretaria se retira un momento dejando a todos expectativos.

—Si querían dinero, yo se los podría ofrecer —dice calmado acercándose a los ladrones.— Soy responsable de las apuestas que realiza Paulie. —Ya enfrente de éstos, aprovecha para acariciar la cabeza del ratón que se encontraba en el bolsillo de la camisa.— La próxima vez no duden en ponerse en contacto conmigo. —Y con esas palabras, la secretaria aparece ya con el maletín.— Tengan y no vuelvan más por aquí.

—¡Muchas gracias, Iceburg! ¡Ha sido un placer en hablar con usted!

Esto a Paulie le ha molestado demasiado que chasquea la lengua no aceptando lo que ha hecho su jefe. Sin embargo, era mejor callarse y no hacer nada. Siempre él tenía que fastidiar en todo. Pero su mayor preocupación es lo que ocurrido con aquella chica. No puede ser que ella sea lo que todo el mundo estaba esperando. Y lo peor de todo es que si alguien descubre su secreto estaría acabado.

—Podeis marcharos —comenta Iceburg, pero mira a Paulie.— Paulie, quédate, necesito hablar contigo.

—Sí, jefe.

—¿Puedes dejarnos a solas? —Se lo dice a la secretaria.

—¡Sí, Iceburg-sama!

Todos se van exceptuando a Paulie que ahora está en la misma sala que Iceburg. Ambos no se dicen nada. El silencio reinaba en aquel despacho un tanto simple. El de cabellos azules se dirige a su asiento para estar más cómodo y mirar a su empleado.

—Paulie, te conozco desde hace tiempo y sé que algo te está preocupando en este mismo instante. —Todo el cuerpo del pelirrubio se tensa al escuchar aquellas palabras de Iceburg.— Y tengo el derecho de saberlo. Soy tu amigo y lo sabes perfectamente.

Sí, muchos años de amistad. Eran como hermanos y siempre se contaban las cosas. E incluso Iceburg siempre le ayudaba ante sus deudas como lo ha hecho ahora. Paulie suspira lentamente liberando aquel humo de su boca.— Ella está aquí.

—¿Quién? —alza la ceja queriendo saber qué es lo que quería decir.

—Ella... Hall Lókë —lleva la mano a su antebrazo derecho.

El silencio reina de nuevo y el rostro de Iceburg muestra uno de sorpresa, no creyendo lo que ha dicho su amigo.— ¿La viste?

—Sí, y nuestra manos se conectaron. Lo pude sentir —aprieta un poco más el agarre,— esa sensación de ardor como si nos conociéramos de toda la vida. Es un dolor aguantando, era reconfortante.

—¿Y sentiste una punzada en el corazón? ¿Como nos han contado los ancianos? —ve que el chico asiente con la cabeza.— Paulie... ¿sabes lo que significa?

—¡No voy a dejar de lado mi vida de carpintero para ir con ella!

—Pero es tu destino. Eres un Mändra, al fin y al cabo.

—Para un Mändra es una puta maldición. —Se remanga el abrigo para enseñar aquel tatuaje de mandala.— Dejar de lado tu vida para ir con la mujer que supuestamente va a salvar nuestro planeta. Yo nunca desee serlo.

—No tienes otra opción, Paulie. Si te quedas, los Hörrox te encontrarán, te torturarán... hasta que te vean como muerto. —La preocupación por su amigo era mucho mayor que la de cualquiera.

Y definitivamente, Paulie estaba entre la espada y la pared no sabiendo que hacer. Aquellos que son marcados por un mandala, están destinados a unirse con la Gran Dragona para cumplir su misión. Diez elegidos dispuestos a sacrificar sus vidas por protegerla. Aprieta los nudillos no creyendo que este día iba a llegar. No podía dejar de lado una vida que le ha costado mucho en adaptarse, olvidándose que es uno de ellos. ¿Y si era la mejor opción? Huir para no ser encontrado. Unirse con aquella chica.

Paulie hace una leve reverencia a modo de despedida a lo que Iceburg no ha dicho nada. Sabe que el chico ahora está confuso porque no sabe que hacer. Deja que su corazón sea quien dicte cuál es la mejor opción para él. Unirse o no. Esa es la cuestión.

En cambio, nuestra querida protagonista seguía en la búsqueda de Rayleigh. Ya ha recorrido gran parte de la ciudad y no lo encontraba. No puede ser que se haya ido sin ella. Se rasca un poco la nuca intentando pensar con claridad cual sería su siguiente paso. ¿Preguntar a la gente? No es mala idea. Aunque claro, si preguntara por él la gente sospecharía de ella. Rayleigh es un hombre misterioso hasta puede que sea un ermitaño. Y si el destino ha hecho que se encontrasen pues es mejor callarse y no ponerse en peligro.

Suspira a modo de rendición y lo mejor que puede hacer es sentarse en la fuente que se encontró en medio de la plaza y dedicándose a mirar a la gente que caminaba de un lado para otro. Parejas, familia... había de todo un poco en aquella ciudad. Aún le estaba doliendo un poco el antebrazo por lo ocurrido de antes que no puede evitar tocárselo. ¿Es la única manera de encontrar a un Mändra? Son muchas cosas que tiene que pensar la joven ___.

Entonces escucha el grito de alguien más bien de una mujer. Un hombre corre en dirección hacia donde está ella con un gran bolso en la mano. ¿Otro ladrón? Eso la pone furiosa que se levanta y, a modo de sorpresa, coge al chico por su camisa levantándolo del suelo y lo hace chocar contra el suelo. Los pueblerinos vieron esa acción que se quedaron con la boca abierta ante tal maestría de ___. El ladrón se levanta con algo de dolor y mira con rabia hacia la chica que se pone en posición de ataque.

—¡Maldita mocosa!

—Está mal robar a la gente, ¿nunca te ha enseñado eso tu madre?

—Lo hago para sobrevivir —saca un cuchillo bien afilado en una de sus mangas. ___ tendría que tener cuidado.

—Oh por favor, hay más formas de conseguir dinero. Por ejemplo, conseguir un empleo. —Sus consejos no sirvieron de mucho ya que el hombre empieza a atacarla a lo que ella esquiva sin dificultad alguna.

Pero su suerte cambia porque el ladrón se movía bastante rápido y ella tiene desventaja alguna. Le enseñaron a responder ante ataques directos, pero no esquivarlos de una forma muy rápida. Sus reflejos le estaban fallando. Un movimiento en falso y estaría muerta a manos de ese tipo. Y no se percató de que tropieza ante una baldosa y el cuchillo atravesó la zona cubierta del tatuaje casi rasgándola. ___ se echa para atrás con rapidez volviendo a su posición de ataque.

Aquel ladrón reía como nunca, y su sonrisa desaparece al ver aquella marca. Las mujeres se llevan las manos a los labios intentando aguantar la respiración. Los hombres no daban crédito a lo que estaban viendo. ___ intentaba averiguar qué es lo que estaba pasando. ¿Era su forma de preocuparse? Hasta que escucha a alguien decir:

—¡Es Hall Lókë!

___ se mira el antebrazo que estaba al descubierto mostrando aquella marca. Se lo tapa con urgencia con la mano con un simple pensamiento en la cabeza: «Mierda». Ahora estaba claro que no sabía que hacer. Sin embargo, el ladrón soltó con rapidez el bolso mirándola con miedo. ¿La tienen respeto? Si realmente es la Gran Dragona puede emplear el miedo. Sonríe con esa idea en la cabeza y posa las manos en sus caderas inflando el pecho con orgullo.

—¡Sí, soy Hall Lókë y estoy aquí para patear el trasero a este ladrón!

Con eso bastaría, ¿verdad? Grave error. No sabe cómo, pero pudo esquivar como una especie de espada hecha de hierro puro y duro a lo que cae al suelo impresionada por tal velocidad. Busca con la mirada al culpable de ese ataque sorpresa. Y el silencio reina. Los pueblerinos se hacen a un lado dejando pasar a un hombre de casi dos metros, mirada seria, pelo blanco, ojos de color café, con una gran cicatriz que recorre por su frente y, lo más característico es que llevaba dos puros en la boca.

___ desde su posición miraba con asombro aquel tamaño de aquel hombre. Le doblaba, literalmente. Se fija con detalle aquella arma y no parecía tan afilada. ¿Quien demonios era este tipo y por qué la atacó?

—Así que eres Hall Lókë, ¿eh? —El cuerpo de ___ se estremece al escuchar su voz. Daba la sensación de que daba miedo.

—¿Algún problema que lo sea? —No hay tiempo para tener miedo ante ese hombre un tanto musculoso.

—Que tendré que llevarte ante la justicia, como Hörrox que soy. —La apunta con su arma.

«¿Hörrox, otra palabra nueva en su lista de vocabulario extraño del planeta Panx.

—¡Es Smoker, el Cazador Blanco!

—Es uno de los comandantes de los caballeros Hörrox.

—Se ve tan atractivo en persona.

Los murmullos se hacen presente en la plaza que poco a poco se estaba desperdiciando por toda la ciudad donde los ciudadanos no dudaron en ir a ver qué ocurría entre una batalla de un Hörrox y Hall Lókë. Y eso llegó hasta el puerto donde los carpinteros estaban ansiosos de saber cómo era la Gran Dragona. Paulie se da cuenta de que los empleados corren en dirección hacia la plaza por lo que se acerca para saber que estaba ocurriendo.

—Lulu, ¿qué ocurre?

—¡Hay un enfrentamiento de un Hörrox contra Hall Lókë!

Los ojos de Paulie se agradan al escuchar eso. ¿Aquella chica estaba en peligro? No lo pensó ni dos veces y corre junto con sus compañeros en dirección hacia la plaza. Desde que la vio tuvo ese presentimiento de que esto llegaría, pero no en su ciudad. En la ciudad donde ha trabajado con codo y sangre. No es su hogar, pero lo consideraba una. La multitud cada vez se hacía más grande en la plaza y el joven no tuvo más remedio que colarse entre ellos para verlo con sus propios ojos. «¿Sabes con quién se está enfrentando?», de verdad en el fondo estaba preocupado.

Llega al inicio de ese círculo gigantesco y su sorpresa era inevitable. Enfrente suya se encontraba a un hombre la mar de peligroso entre los caballeros Hörrox. Un hombre que no se cansaría hasta capturar a su presa. Smoker, el cazador blanco. No puede creer que esté por aquí y encima enfrentándose a ___. ¡Claro, ella! La mira para ver si estaba bien, no veía ningún signo de herida, pero su respiración la delataba. Esta cansada sujetando con firmeza su antebrazo.

Smoker, sin dudarlo, da un gran paso para atacarla con su arma y ella lo esquiva de nuevo a tiempo. Iba a realizar un movimiento característico del karate; sin embargo, el hombre desaparece como si fuera humo. La chica se sorprende ante esa habilidad y corre en dirección contraria poniéndose en posición de defensa. Lo ve. Estaba volviendo a su forma normal. ¿Ese hombre estaba hecho de humo? La gente vitoreaba ante aquel hombre como si fuera su salvador.

Paulie ha oído rumores de que Smoker tenía una habilidad peculiar en donde su cuerpo consta de particular pequeñas de humo. Y los rumores eran cierto. Por eso ese apodo. ___ se estaba enfadandose demasiado ante esos juegos tan sucios que lo ataca ella misma; no obstante, aquella arma de coloca en su hombro provocando que cayese al suelo siendo clavada por éste. ¿De dónde saca esa fuerza sobrehumana?

—Se acabó, Hall Lókë.

¿Donde estaba Rayleigh cuanto más lo necesitaba? No podía moverse. Posa las manos en aquella arma haciendo todo lo posible para moverlo y no podía. Le estaba doliendo horrores. Paulie no sabe qué hacer. Su lado carpintero le decía que no interfiera. Pero su lado Mändra le pedía a gritos que la salvase. Las palabras de Iceburg resuenan una y otra vez en su cabeza: «Es tu destino, eres un Mändra, al fin y al cabo». Aprieta con fuerza sus dientes casi rompiendo el puro de su boca y aprieta los nudillos dejándolos en un estado de blanquez.

«¡Mierda!», no lo aguantó más. Salió de aquella multitud corriendo hacia donde estaban esos dos.— ¡Rope Action: Bowline Knot! —lanza una cuerda en dirección hacia Smoker amarrando su muñeca.— ¡Oshioki: Ippon Dzuri! —Lo levanta del suelo con toda la fuerza del mundo con la intención de impactarlo contra el suelo. Sin embargo, no se esperó que aquel hombre se liberase utilizando su habilidad del humo.— ¡Mierda!

—¿Qué crees que estás haciendo? —Esto a Smoker le mosqueó demasiado no creyendo que aquel chico le hubiese atacado de esa manera.

—¡Paulie, ¿qué demonios estás haciendo?! —Lulu y Tilestone no podían creer que su amigo haya decidido enfrentarse a un Hörrox.

—¿Estás bien? —Paulie aprovecha el momento para acercarse a la joven.

—¡No bajes la guardia, idiota!

—¡Encima que intento ayudarte!

—¡White Launcher! —La discusión termina en donde Paulie observa que aquel hombre se convierte en humo para dirigirse hacia él y atacarlo con su arma.

—Un Jitte, ¿eh? —saca de nuevo de sus mangas más cuerdas, pero esta vez con cuchillos incluidos.— ¡Pipe Hitch Knives! —era una forma para que el arma de Smoker no le golpease. Ambos se enfrentaban a una pelea dura y ruda.

—No tienes poder suficiente para derrotarme, Rïtsú.

Puede que no sea un Äkuma como tú, pero eso no significa que sea tan débil como tú.

—¿Por qué estás ayudando a Hall Lókë? Sabes perfectamente que hay que llevarla ante la justicia —comenta Smoker. Sin embargo, una idea se le cruza en la mente que miraba con asombro al chico.— ¿No me digas que tú...?

—No quería reconocerlo, pero no tuve más opción. —Ambos se separan de golpe manteniendo una distancia bastante grande.

La joven ___ estaba con la boca abierta asombrada ante esta pelea. ¿Así será su viaje? ¿Enfrentándose a enemigos con habilidades extrañas? Estaba claro que éste planeta la matará en cualquier momento. Por primera vez, se estaba preocupando ante una persona que la estaba salvando. No sabe si saldrá de esta batalla. Tenía que luchar también; sin embargo, no sabe cómo. Rayleigh le ha dicho que la Gran Dragona tiene poderes místicos, pero aún no los despertó. Y entonces, ¿cómo hacerlo?

Iba haber otro ataque de ambos hombres; no obstante, alguien detiene el arma de Smoker donde hubo una chispa de choques. ___ abre los ojos con sorpresa encontrándose al hombre quien estaba buscando. Silvers Rayleigh hace acto de presencia.

—¡Ray-san!

—Lo siento, amigo mío, pero esta pelea acaba aquí.

—¿Piensas traicionar a la justicia? —Smoker se estaba enfadando.

—¿Crees que lo que haces es justicia? —aleja de golpe aquel hombre para acercarse a Paulie y a ___.— ¡Nos vamos!

—¡Ninguno se va a ir a ningún lado!

Demasiado tarde, Rayleigh saca de su mochila un objeto y lo lanza al suelo provocando una gran nube de humor. Smoker lo aparta gracias a su habilidad y su grata sorpresa es no encontrarse a nadie ahí. Aprieta los dientes con fuerza no creyendo que se hayan escapado. Tenía que dar de nuevo con la Gran Dragona antes de que llegue a su destino o más bien encontrar a los demás Mändras.

Muy lejos de allí, casi cerca de la puerta, estaba nuestra protagonista casi intentando recuperar el aliento provocado por aquel humo. La joven se levanta decidida a golpear a Rayleigh.

—¡Avisa antes de lanzar una bomba de humo! ¡Casi me matas!

—Y tú no debiste de enfrentarte a un Hörrox —coments tranquilo sacudiéndose la ropa.

—¿Qué es un puto Hörrox?

—Es el nombre que se le da a los caballeros que obedecen las órdenes del Gobierno. Y veo que nuestro amigo tuvo el valor para enfrentarse al comandante.

¿Amigo? ¡Es verdad! Dirige la mirada hacia donde estaba Paulie que se incorporaba lentamente. Sus ojos visualizan un camino de tierra y detrás suya se encontraba la entrada o la salida de la gran ciudad.— ¿Donde demonios estoy?

—Te agradezco que hayas salvado a ___ —dice Rayleigh acercándose al chico.— Tuviste suficiente valor para enfrentarte a un Äkuma —iba a seguir hablando, pero ve que la chica le miraba sin entender nada.— Äkuma se le da el nombre aquellos que nacen con habilidades místicas y los que no se le consideran Rïtsú, pero tienen fuerza sobrehumana y utilizar cualquier arma a modo de perfeccionarlo.

—Hay muchas palabras que desconozco —confiesa con una gota en la sien.

—Normal, no eres de este planeta —fija la mirada en Paulie.— ¿Así que eres un Mändra?

No lo soy. —Grave error. Rayleigh lo inmoviliza en el suelo y remanga el abrigo mostrando aquel tatuaje.

—No puedes negar lo que eres realmente.

—¡Me niego rotundamente en colaborar con ella!

—¿Y por qué la ayudaste? —Aquella pregunta le tomó por sorpresa a Paulie. No sabía que responder, solo desvía la mirada.— Ya sabía yo.

—¿Él es un Mändra? —Entonces recordó lo sucedido.— Ray-san, cuando junté mi mano con la de él sentí una leve descarga, ¿significa algo?

—Sí, eso significa que enfrente tuya tienes a uno de ellos —explica mientras se levanta ayudando al chico a levantarse también.— Cuando un Mändra y un Hall Lókë se toman de la mano ambos saben perfectamente quien es quien. Es una conexión muy fácil.

Los dos, tanto la Gran Dragona como el Elegido, se miran entre sí. No podían creer que ambos se hayan encontrado de esta manera. Rayleigh solo sonríe donde sujeta con firmeza su maleta.

—Vamos, debemos irnos antes de que lleguen más Hörrox.

¿Podrán encontrar a los demás Mändras para cumplir el destino de Hall Lókë? Pero ¿cuál es su destino?

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