Capítulo 7. La doncella del lago
«Hall Lókë».
Otra vez esa voz susurrar en su cabeza. La joven ___ despertaba de su letargo sueño dándose cuenta que no se encontraba en el lago. Sus ojos cansados observaban su alrededor. Estaba en una especie de cueva submarina porque no dejaba escuchar gotas caer sobre una roca. Incómodo. Ese sonido no paraba de resonar por su cabeza. Ella se sentía débil y pesada. Su cuerpo estaba reaccionando poco a poco y así pudo notar que sus muñecas y tobillos estaban atrapadas en una especie de coral.
No paraba de preguntarse qué es lo que pasó y cómo llegó ahí. De repente, escuchó un ruido a su lado, de una persona tosiendo. Lo reconoció. Era Paulie quien había despertado también y no era el único. El resto poco a poco se iba adaptando a la situación.
—¿Qué es este sitio? —preguntó Kaku, muy confuso.
—Estás haciendo una pregunta absurda, mocoso —gruñó por lo bajo Smoker moviendo de un lado para otro intentando liberarse.
Lucci no dudó en transformarse en un hombre-leopardo rompiendo con facilidad el coral. Se sacudió un poco las ropas incómodo de que quedaran restos en ella. Sus ojos negros, al igual que la noche, se clavaron en ___. Si estuvieran a solas, ya la hubiera hecho suya aprovechando de que estaba atrapada cual sumisa. Otro deseo que nunca se cumplirá. Aún transformado, caminó hasta ella y no tuvo problemas en romper aquel coral duro. Ella no tenía fuerzas para mantenerse de pie por lo que Lucci la agarró antes de que cayese. El contacto les hizo estremecer a ambos y el Mändra no aguantó el hecho de atraerla consigo y olfatear su cuello, mientras ronronea a cuál felino.
No lo negaba. Se había excitado con solo tocarla. Con todo el atrevimiento del mundo lamió su mejilla a lo que ___ estaba un poco ida, ya que se encontraba débil y solo se dejaba.
—¡Eh! ¡Deja a ___ porque te mataré con mi Pretzel como sigas lamiéndola!
Pero su momento único se acabó al escuchar la voz de Cracker. Gruñó muy molesto y le echó una mirada asesina, no solo a él, sino al resto.
—Mirad hacia otro lado, mientras yo me la follo.
—¡Será hijo de la gran puta!
—Lucci, por favor, ella no se encuentra bien. Lo estoy notando hasta yo —informó Kaku, muy tranquilo, ya conociendo bien a su compañero.
Como si le importara al felino grande, no obstante, el joven Mändra lo dijo de una forma amable. Además, miró a ___ dándose cuenta que ella no estaba en condiciones como para ponerse de pie o hablar. Así que, con un gran bufido, la dejó en el suelo con la espalda apoyada en la pared. El moreno ayudó al resto a liberarse del coral endurecido y, el primero quién fue a verla, era el mismísimo Crocodile. ___ abrió un poco los ojos al notar un objeto frío debajo de su barbilla y le dedicó una pequeña sonrisa. Eso fue suficiente como para descolocar al hombre frío y sádico que tuvo que apartar la mirada, avergonzado.
—¿Soy el único que nota un ambiente pesado? —preguntó Doflamingo tocando las paredes decoradas de ese coral negro.
—¡Solo quiero salir de aquí! —gritó Spandam.
—Primero, hay que relajarse —sugirió Katakuri—. Estamos en un sitio desconocido, así que, si todos nos ponemos nerviosos, nunca saldremos de aquí.
«Hall Lókë».
Esta vez, ___ no fue la única en escuchar esa voz. Todos y cada uno de ellos se pusieron tensos y buscaban con la mirada donde provenía.
—¡No me voy a calmar sabiendo que hay alguien por ahí!
—¡Cállate! Das dolor de cabeza —gruñó Smoker.
La peli-(c/c), con mucho esfuerzo, se iba levantando lentamente ante la atenta mirada de Crocodile. Alguien la estaba llamando y ella acudiría. La cuestión era amigo o enemigo. La incertidumbre se apoderaba de su cuerpo. Sus pies se movieron para colocarse en el centro y esperar a escuchar esa voz nuevamente. Sin embargo, una corriente de aire proveniente a la izquierda llamó su atención. Esto ya lo había visto antes. En el bosque. ¿Era posible que hubiera otra como ella?
La única manera de averiguarlo era ir. La determinación surgió de sus entrañas caminando hacia una de las cuevas submarinas y los Mändras no se quedaron atrás. Uno a uno se posicionaba tras ella porque también querían investigar, menos uno de ellos que era muy cobarde y solo deseaba salir. El misterio cada vez se hacía más grande porque no estaba entendiendo nada. No murió. Algo o alguien no desea su muerte. Cada vez que caminaba, aprovechaba para observa su entorno. Algunos corales estaban cubiertos por esa sustancia viscosa negra no dejando crecer.
Era similar a lo que ocurrió en el bosque. ¿Era posible que el lago estuviera maldigo también? De pronto, se detuvo porque el sitio que se encontraban era idéntico a donde estaban antes. Se giró y los chicos estaban ahí que también se quedaron perplejos. Smoker chasqueó la lengua, muy molesto de que esto sea un simple juego por parte de la persona que esté haciendo esto.
Sí, sin duda esto le resultaba muy familiar.
—¡Sal donde estés! ¡No te tengo miedo!
Cualquiera de los presentes la consideraría como una loca por atreverse a enfrentarse de esa manera, pero era la única forma de saber la verdad. Risas formaban eco en la sala. Los siseos chocaban con los corales. Las gotas de agua caer asimilaban pasos corretear alrededor. A cualquiera le pondría nervioso, pero el grupo mantenía la calma. Solo estaba jugando. Era una niña pequeña que hacía mucho tiempo que no la visitaban. ___ podía despertar su poder perfectamente y destruir todo su paso. Y no lo hace por fe.
La llamada de nuevo. El viento chocar en su rostro. Cada vez eran más frecuentes. Su corazón latía con más fuerza por cada segundo que pasaba. Sus ojos se cerraron, centrándose a su alrededor. No escuchaba ningún ruido, tan solo su respiración y su órgano vital. Sus instintos de dragón la alertarían de cualquier novedad. Y su olfato detectó un olor nauseabundo proveniente de atrás y se giró bruscamente encontrándose al espectro.
Este estaba cubierto de algas y de conchas dándole un aspecto asqueroso. De su boca no paraba de segregar baba, como si hubiera cien caracoles y sus ojos no mostraban vida alguna. Solo la esclerótica en blanco. ___ tembló por unos momentos. Nunca imaginó encontrarse algo terrible.
—¿Qué demonios es esa cosa? —preguntó Paulie notando un sudor frío resbalar por su sien.
—No lo sé, pero algo me dice que no le agradamos —comentó Doflamingo.
—Mi lady.
Mihawk la llamó porque ella se atrevió a aproximarse a ese ser horrendo. La criatura solo se limitaba a hacer gruñidos como la otra. Sus cuerdas vocales deben estar rotas. La joven era valiente.
—Eres una de mis antecesoras, ¿verdad?
La respuesta la obtuvo de inmediato porque ese ser movió la cabeza de arriba a abajo asimilando una afirmación. No le sorprende.
—La primera me pidió ayuda. Así que, el modus operandi será el mismo —iba comentando, mientras extendía el brazo mostrando así el tatuaje del dragón—. Dime qué te ha pasado.
Su antecesora estiró el suyo propio para tocar con delicadeza el contorno del tatuaje. Sus uñas acariciaban la cabeza del reptil y, de buenas a primeras, agarró su brazo con la mano provocando que ___ tuviera una visión del pasado.
La segunda Hall Lókë se estaba tomando un baño tranquilamente ante la atenta mirada de los Mändras. A ella no le importaba mostrar su belleza ante ellos porque se sentía orgullosa y más aún cuando tenía enfrente a unos hombres apuestos. Hasta añadiría que algún que otro Elegido se metió en el lago solo para poseerla y demostrar que era más poderoso que cualquier otro. Incluso había disputa entre ellos y eso poco importaba a la chica porque lo disfrutaría igualmente.
No obstante, todo cambio porque un rayo partió en dos el cielo provocando una descarga eléctrica en el lago matando al instante a unos cuantos Mändras y Hall Lókë sobrevivió porque estaba en una roca. Los Hörrox salieron de los arbustos dispuestos a atacarlos y asesinarlos por el bien del planeta Panx, algo que los salvadores no estaban de acuerdo. Uno de los Elegidos le gritó a su amada que corriese en dirección a la montaña donde nace la corriente Del Río porque ahí estará a salvo.
Ella no quería abandonarlos, pero no tuvo más opción que hacerlo por el terror que sintió al ver morir a sus futuros esposos. Corrió desnuda hacia la montaña, mientras la lluvia arreciaba con violencia contra ella impidiendo la subida. Escuchaba los gritos de los Elegidos siendo masacrados por los soldados de Kami. Ella lloraba y suplicaba por su vida. Cuando llegó al punto más alto lo encontró a él.
Su archienemigo, que no era Enel sino el antecesor, miraba con frialdad a la joven. Ella gruñó con rabia hacia su enemigo y no iba a dudar en atacarlo, no obstante, un rayo la golpeó completamente quemando su cuerpo. Dios agarró su cuello y con sus uñas afiladas desfiguró su bello rostro y su cuerpo, y en un susurro dijo:
«Aunque seas bella por fuera, siempre serás fea por dentro por tu arrogancia. Que el lago sea tu encarcelamiento, Hall Lókë. Que el lago sea testigo de tu fealdad».
Y la lanzó sin remordimiento hundiéndose con el lago que, poco a poco, perdía su naturalidad. Es decir, la sustancia negra que vio antes se formó ante la derrota y la muerte de la chica por no hacer absolutamente nada. Y los Mändras también fueron devorados por el lago y nunca más se supo nada de ellos. Sin embargo, los ancianos siempre les advertía que no pasaron por esa zona porque el propio lago los devoraría y nunca más regresarían.
___ parpadeó una vez volviendo a la realidad y con la respiración agitada. Lo que vio fue horrible, pero detestó que su antecesora fuera una cobarde y no hiciera nada por ellos. No tuvo remedio que darle una cachetada en su rostro, aunque se preguntó antes si podía hacerlo ya que ella era una fantasma. Pero no había límites. Ese comportamiento sorprendió algún que otro Elegido.
—¡Eres una cobarde! Yo en tu lugar no hubiera escuchado a esos estúpidos y los hubiera protegido para que no fueran asesinados por los Hörrox. Y te limitabas a enorgullecerte por ser hermosa. Mírate. Das pena.
—¿No se está pasando un poco? —susurró Paulie.
—Tendrá sus motivos —respondió Katakuri empleando el mismo tono de voz.
La segunda Hall Lókë no dijo nada. Solo emitió un pequeño sonido de culpabilidad y que lágrimas negras resbalasen por su rostro. Estaba claro que estaba contaminada por esa sustancia. Y ___ se calmó un poco dándose cuenta que no valía reñirla porque ella misma lo supo desde que empezó a estar maldita. Apoyó la mano en la mejilla golpeada, acariciando con suavidad a modo de disculpa.
—Siento por eso. No fue fácil.
—¿Es bipolar?
—¿Por qué no se lo preguntas directamente? —sugirió Crocodile.
—¡¿Queréis dejar de murmurar cosas a mis espaldas?! —gritó.
—Tu personalidad es muy cambiante —añadió Kaku sintiendo una gota resbalar por su sien y con una sonrisa nerviosa.
—Cambiando de tema. ¿Qué quiere? —preguntó Doflamingo aproximándose—. Te recuerdo que nos trajo aquí y ni siquiera se preguntó, preguntándonos si podemos ayudarla. Es de mala educación.
—Lo mismo que la bruja del bosque. Ayudarla —respondió la chica—. Solo hay que buscar la fuente de la maldición.
—No quiero ser grosero, mi lady. Pero es lo que dijo Donquixote. Nos arrastró hasta aquí sin dar un aviso.
—Claro que lo hizo. Me llamó.
—¿Y piensas fiarte de un muerto maldito?
Lucci no se fiaba de nada. Ninguno de los Mändras. Era comprensible. Arrastrados por esta cueva no fue una buena decisión, pero fue la única manera de que la segunda antepasada de ___ hablase con ella. La criatura emitió un sonido llamando la atención de la joven. Un brazo estiró en dirección hacia la izquierda y ella, por inercia, la siguió. Gotas caían en el suelo dando forma a un pequeño charco. La chica solo alzó la ceja preguntándose qué tenía que ver eso.
Con mucha curiosidad y precaución caminó hasta ahí. El agua era cristalina en comparación con la del lago. Pero, ¿por qué? ¿Acaso estas cuevas subterráneas aún conservaban esta agua limpia? Probablemente los filtros de las piedras lo volvían puro. De pronto, se dio cuenta que en el reflejo no se veía a ella sino el acantilado donde su antepasada fue arrojada por Kami.
—Hay que fiarse. Esta es la segunda que no puede hablar. Tan solo se limita a hacer ruido y mostrarme lo que tengo que hacer —explicó, mirando a los chicos—. Y me lo acaba de demostrar.
—Para el carro, Hall Lókë. ¿No crees que todo esto es muy extraño?
—¿A qué te refieres, Smoker?
—Si tus antepasadas, todas ellas, están malditas, ¿por qué piden ayuda ahora? Ella lo hubiera pedido a la anterior, a la bruja del bosque.
—¡Ahí le doy la razón! —exclamó Spandam.
Una pregunta que nunca se resolvería. Ojalá su antepasada se lo pudiera decir si sus cuerdas vocales no estuvieran destrozadas. Sin embargo, su sexto sentido le indicaba que debía hacerlo por el bien del planeta Panx. Sus ojos brillaban con incandescencia y decisiva. Ella era la Gran Dragona y tenía una misión que debía cumplir. Pero, ahora, debían salir de ahí. Esas cavernas serán un gran laberinto para ellos, no obstante, contaban con la ayuda de la criatura que les hacía gestos para que los siguiera.
___ no lo dudó. Los Mändras fueron los únicos en no moverse en su sitio por desconfianza. Todo esto era extraño. Katakuri no se iba a quedar de brazos cruzados en ese lugar por lo que siguió a la chica. Ese gesto hizo que el resto también se moviera. Todo esto era un misterio sin resolver. ___ no paraba de pensar el hecho de salvar a una antepasada más de esa sustancia negra que representaba la oscuridad misma. Aquellos que caen ella no serán capaces de salir.
Llegaron a otra cueva y se sorprendió ver agua fluir en dirección ascendente. Esa será la salida, seguramente. La criatura no paraba de señalizar o indicar el lugar, incluso emitía pequeños sonidos. ___ se aproximó lentamente hacia la corriente analizando brevemente. El agua era cristalino puro y duro. Con cuidado iba metiendo la mano lentamente para averiguar su fuerza, sin embargo, no se esperó que aquello lo absorbiera, metiéndola en el interior y que la expulsara.
Paulie socorrió tras ella intentando coger su mano, pero fue demasiado tarde. Él también fue arrastrado. Uno a uno entró para averiguar a donde los iba a llevar.
La joven peli-(c/c) abrió de golpe los ojos y dio una bocanada de aire, como si hubiera revivido entre los muertos. Tosía sin parar por la acumulación de agua que tragó. Ella estaba boca arriba y decidió girarse por el suelo para no atragantarse. Espera, el suelo no era el mismo que la caverna y el aire fresco le daba en su cara. Poco a poco alzó la cabeza encontrándose que se encontraba en el exterior, pero no en el lugar donde su antepasada los capturó.
De pronto, escuchó catarros detrás suya. Los chicos se estaban despertando de ese viaje tan movidito. Al menos ningún salió herido que era lo más importante. Ella se iba incorporando para luego caminar al norte encontrándose con un gran precipicio. Y abajo del todo estaba el lago maldito. Haciendo memoria en la visión que vio el lugar donde cayó su antepasada debía estar cerca. Giró la cabeza hacia la derecha, ¡y ahí estaba! Solo tenía que escalar y ya estaría en la cima. Estaba a punto de ir, pero cierta persona le detuvo con sus hilos.
—Vas muy rápida, Hall Lókë —comentó Doflamingo—. Ni siquiera nos dejas respirar por unos minutos.
—La cima está ahí. —Señaló.
—¿Y qué importancia tiene?
—Es el lugar donde el antiguo Kami la tiró. Es probable que la maldición se encuentre ahí.
—Un momento, ¿piensas ir aun sabiendo que tu antepasada nos metió en el interior del lago casi matándonos? —Se notaba que Crocodile estaba molesto.
—¿Y no os dais cuenta que era su manera de decirme algo?
—___ sé que intentas ayudarla, pero todo esto es muy confuso —añadió Kaku—. Es como dijo Smoker antes. Todo esto me parece muy extraño. ¿Por qué ahora?
—Tal vez, si la ayudamos, nos lo podrá decir —responderá a cualquier pregunta.
—Tenéis un buen corazón, mi lady. Pero es arriesgado.
—Para eso soy Hall Lókë. Y vosotros los Mändras. No hemos nacido para estar de brazos cruzados, sino derrotar a Enel. Si no lo hacemos, la siguiente generación pasará por lo mismo y yo no quisiera ser la décima fantasma que pasará toda su vida maldecida en Panx.
Los chicos se miraron entre sí impresionados por la conversación que dio ___. Sus palabras eran ciertas y sabias. Cracker suspiró, rendido por lo que encogió los hombros dándole absolutamente igual.
—Mientras no muramos en el intento...
Ella esbozó una pequeña sonrisa. «Gracias», dijo en su mente a lo que Cracker se sonrojó un poco, aunque dos Mändras no le hicieron mucha gracia. Ella volvió a mirar a la cumbre dispuesta ir arriba y destruir la maldición del lago.
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