Capítulo 3. La verdad sobre la bruja
Dolor sentía en todo su cuerpo. Poco a poco iba despertando, emitiendo un sonido de queja. ___ miró a su alrededor para saber dónde estaba. Se acordó de Trico y se giró con mucho cuidado encontrándose al gran animal tumbado en el suelo. No parecía moverse, pero si respiraba por lo que la chica se relajó. Ella empezó a levantarse lentamente y caminó con torpeza hacia la criatura. Sus manos se quedaron apoyadas en las patas de Trico.
—Trico —susurra—. Trico, despierta.
El animal no respondía. No tuvo más remedio que volver a sentarse y mirar al cielo, dándose cuenta que habían caído desde ese precipicio. Los chicos estaban lejos e intentó comunicarse con Cracker. No recibía respuesta alguna. Alguna fuerza misteriosa lo estaba impidiendo. ¿La bruja? Lo más probable que sea eso. El frío se colaba entre sus huesos y el abrigo de plumas no ayudaba muchísimo.
—¡¿Qué quieres de mí?! —gritó, pensando que recibiría alguna respuesta—. ¡Ya me tienes! ¡Estoy lejos de los Mändras! ¡Dime qué quieres!
Sus gritos resonaban por todo el lugar formando ecos. ___ chasqueó la lengua muy molesta por todo lo que estaba pasando. Esto era una estupidez, se decía a sí misma. De pronto, escuchó unas voces susurrar en su cerebro. Solo le estaban diciendo que siguiera las piedras rojas. ¿Y qué pasaba con Trico? Ella no tenía intenciones de separarse de la bestia porque no despertaba. La caída fue bastante dura. Con la mano derecha tocó la pata de la bestia para acariciarla y diciéndole que no se iba a ir a ningún lado.
Sus párpados no evitaban cerrarse debido al cansancio y porque no durmió bastante. Las voces aún seguían hablándole. Ella intentaba todo lo posible para ignorarlos. Al cerrar sus ojos y al abrirlos se dio cuenta que ya no estaba en el mismo lugar. ¿Y Trico? ___ se giró bruscamente para buscarlo. Un mal presentimiento surgió en todo su ser. Ya no estaba en el acantilado, sino en el bosque con una neblina densa incapaz de ver bien. No tuvo más remedio que levantarse y caminar, muy atenta si escuchaba algún ruido. Los sonidos de los cuervos le daban un escalofrío tremendo por el cuerpo. No paraban de decirle que se estaba acercando al peligro. «¿No me digáis?», pensó la joven.
El ambiente se volvía más denso por cada paso que daba. Su aliento era frío y su cuerpo comenzaba a enfriarse. En su hogar siempre decían que eso significaba que había un muerto merodear por la zona. Nunca ha creído en esas cosas, pero ahora todo era distinto. En este planeta era posible todo. Su nariz detectaba todo tipo de olores y uno era demasiado fuerte que tumbaba a cualquier ser vivo. El camino se dividía en dos: seguir caminando recto o ir a la izquierda. El olor provenía de este último. ¿Y si era una trampa?
«Sigue tu instinto».
La voz de la antigua Hall Lókë resonó en su cabeza ayudándola a este problema que debía resolverlo sola. Su instinto le estaba diciendo que fuera a la izquierda porque encontrará a la responsable. Su determinación creció tanto que no dudó en hacerlo. Solo quería volver donde estaban los chicos o encontrar a Trico por todos los medios posibles. El camino se volvía más estrecho hasta que llegó a una abertura pequeña. Menos mal que ___ tenía un cuerpo pequeño, y que atravesó sin problema esa cavidad.
Sus ojos se agrandaron al encontrarse la casa que había visto hoy esta mañana. Vieja y podrida. Abandonada a su suerte. La peli-(c/c) dudó un poco en acercarse porque seguramente que vivía aquella bruja. No obstante, debía acabar con esta tontería de que esa mujer la estuviera estorbando. Caminó con pasos seguros siempre atenta a su alrededor por si aparecería alguna criatura. Esto le recordaba un poco a la bruja de Blair. Esa historia ponía los pelos de punta a cualquier ser humano que se aventuraba a ese bosque maldito. Nadie regresaba con vida.
Ya estaba en frente y el aire que desprendía no le agradaba para nada. Al pisar una de las tablas de la escalera, un ruido sonó alertándola por completo. Muy roñosa. Y la puerta se abrió por sí sola empujada por el viento. Una gota por la sien iba resbalando poco a poco y se atrevió a pisar el otro tablón. Lo más probable era que la bruja supiera que estaba aquí ya. Ella era Hall Lókë y no iba a huir de un ser miserable. Cuando entró la puerta se cerró, dejándola sin luz. Los humanos no tenían la vista de cualquier felino porque su visión en la oscuridad era nula.
No obstante, sus ojos cambiaron a los de un reptil en busca de presas fáciles. Esa visión le permitía ver con total facilidad. Los muebles estaban mohosos y olía a cadáver en pleno putrefacción. Menos mal que no cayó hacia atrás porque la tumbaría. Su oído de dragona la alertó de ruidos a su alrededor. Estaba claro que no estaba sola en ese lugar. No podía distinguir a nadie mediante el olfato, y eso que ya su poder había crecido gracias a los entrenamientos que obtuvo por Rayleigh y los Mändras.
«Hall Lókë».
Otra vez esa voz distinta a su antecesora. La bruja la llamaba. La aclamaba. ¿Qué quería de ella? Las dudas que surgían en la cabeza de ___ no iban a ser respondidas al instante. Con mucho cuidado no pisaba cualquier material en el suelo para no llamar mucho la atención, pero la madera no la ayudaba. Crujía como el demonio. Ella se encontraba en el salón y decidió explorar la casa a ver si encontraba alguna pista. Algún paradero sobre el origen de la bruja no blanca. Se encontró con un pasillo y sospechó que en una de ellas la llevaría hasta la habitación.
Todos sus sentidos estaban activos por si en las otras puertas hubiera movimiento. ___ se comportaba como un verdadero depredador en busca de una presa que quiera caer en sus fauces. Su corazón latía por cada segundo que pasaba a causa de los nervios. Esto era una película de miedo para ella. Seguía caminando al fondo con el pensamiento de que este pasillo era interminable. Ya cerca de la última habitación extendió el brazo para tocar el pomo y abrir lentamente. El ruido que provocaba no era agradable, incluso era escandaloso.
___ olfateó el lugar unas cuantas veces para mirar si había indicios de que hubiera alguien ahí. Ni una mosca. Todo era silencio. El aire que desprendía en esa habitación era muy diferente. Estaba rodeada de velas encendidas por una simple vela negra que significaba un mal augurio. La cama estaba roñosa junto con un sillón. Y un altar ve a simple vista con las figuras que vio en aquel árbol muerto. Ese lugar daba escalofríos. De pronto, se dio la vuelta al sentir un pequeño respiro muy cerca de su oído. No había nadie en el pasillo. ¿Se estará volviendo loca?
Una risa escuchó en su cabeza. Se estaba burlando.
—Deja de jugar conmigo, desgraciada —le advirtió—. No sé qué quieres de mí, pero te aseguro que, cuando te encuentre, te acordarás de mí.
Pasos fuertes resonaban por toda la casa, como si la bruja estuviera jugando a las escondidas con ___. Ella gruñó por lo bajo porque ya se estaba cabreando demasiado. La joven no se iba a quedar atrás. No tenía a nadie para ayudarla y era la única que podía enfrentarse ante ese mal. Con decisión volvió a retomar el camino para volver al salón, pero al adentrarse se da cuenta que era otra habitación distinta. Vacía ante sus ojos. ¿Estaba jugando con su mente? Esto era típico de los brujos o hechiceros para confundir a sus enemigos.
Otra vez esa jodida risa que la carcomía demasiado. En sus adentros tenía ganas de quemar esa casa y que se extinguiera para siempre, pero tenía la sospecha de que esa manera no podrá acabar con el mal. Utilizó todos sus sentidos para localizarla. La estaba confundiendo por los pasos y las risas. Ella gruñó por lo bajo ya cansada de los juegos de aquella bruja que estaba atormentando su mente.
—¡Da la cara! —le exigió.
De repente, el ruido paró en seco y eso provocó que ___ estuviera más alerta de lo normal. La oscuridad no era un impedimento para ver lo que sucedía a su alrededor. Sus ojos y su nariz desarrollados la ayudarán a encontrarla. Cuando su cuerpo se giró, se congeló por completo porque estaba viendo a una fantasma con la cara deforme. Unas ramas salían de su traje blanco dando un aspecto espeluznante. Sus manos tenían forma de garras de un reptil y en su cabeza tenía unos cuernos enormes.
___ no sabía si huir o enfrentarse a ella porque el miedo la invadió por completo. Se suponía que los fantasmas no existían, pero en el planeta Panx todo era posible. No parecía tener ojos. Ese ser fantasmagórico iba levantando poco a poco el brazo derecho para apuntarla con el dedo. La joven Hall Lókë estaría dispuesta a atacar si fuera necesario. No iba a permitir que esa bruja la mortificase en todo el trayecto.
—¿Qué quieres de mí?
No recibió ninguna respuesta, solo gruñidos hacía la criatura. Con el dedo la indicaba que se acercara, pero ___ dudaba mucho porque no tenía que confiarse demasiado. Era posible que la bruja tomase su cuerpo e hiciera daño a la gente; no obstante, su instinto y su antecesora le estaba diciendo que no debía desconfiar. Poco a poco, sin ninguna prisa, se iba acercando al ente hasta mantener una distancia asequible. Ambas se miraban fijamente, o quería creer ___ que la bruja la estaba viendo.
Se fijó que su brazo derecho iba bajando lentamente y que lo iba acercando para tomar su muñeca, más bien en la zona donde tenía la marca del dragón. ___ reconocía que estaba tensa y muy atenta a los movimientos de ese ser. La mujer sin nombre acariciaba con lentitud aquel tatuaje, como si quisiera transmitirle un mensaje a ___.
De pronto, una visión vio.
Los Hörrox gritaban y vitoreaban en su victoria en un campo de tierra, donde se encontraba un árbol blanco. Le resultaba muy familiar. Claro, ¡era el árbol que le guio aquel cuervo! En el tronco estaba amarrada una mujer y en las ramas los cadáveres de unos diez hombres que estaban colgados con cuerdas, ahorcados. No podía ver sus caras porque estaban borrosas. La mujer no paraba de llorar, mientras los caballeros le lanzaban piedras y la humillaban. Uno de ellos cogió una antorcha y se dispuso a incendiar el árbol junto con la mujer. Ella gritó con todas sus fuerzas y maldijo a todos aquellos que le arrebataron su misión. «Si un ser humano se atreviese a pisar estas tierras, seréis sucumbidos por la ira de la naturaleza y de la mía», advirtió.
La visión se terminó con ello y ___ casi se desploma al suelo porque fue una sensación demasiada fuerte. Incluso tuvo que arrodillarse porque empezó a marearse. Ya un poco mejor, alzó la mirada para ver al ser fantasmagórico. Ella aún seguía emitiendo esos sonidos que ponía los pelos de punta a cualquiera. Los Hörrox. Los diez hombres que vio colgados en las ramas. Ella era...
—Tú eras Hall Lókë —susurró—. ¿Cuál de ellas? Porque, por lo que me comentaron, erais muchas.
Aunque no podía vocalizar porque sus cuerdas vocales estaban atrofiadas podía emitir ruidos, incluso mover sus músculos. Ella alzó el brazo para señalarle un dedo.
—La primera. ¿Cuántos eráis? —Sentía mucha curiosidad con todo esto porque era la primera vez que hablaba directamente con una, aunque estuviese muerta. Ella alzó los nueve dedos—. Nueve. Entonces yo soy la décima. Pero ¿por qué sigues en el mundo de los vivos atormentando a las personas? Nadie te ha hecho nada, salvo los Hörrox.
Ella quería entenderla por todas las maneras posibles. Su antecesora movió el brazo para señalar lo que sería una especie de bonsái ya marchita. ___ no estaba entendiendo mucho, pero se acercó para comprenderla un poco. Ese pequeño árbol se parecía mucho aquel árbol muerto. Cabeceó un poco pensativa. Entonces recordó que el árbol estaba rodeado de esa sustancia negra y de esas marcas, como si quisieran retener algo o a alguien.
—El árbol te lo impide —dice, encarando al fantasma—. Es tu maldición, por así decirlo. Al morir, junto con tus Mändras, están destinada a estar atrapada aquí y no descansar. Quieres que lo destruya, ¿verdad?
La mujer fantasmagórica asintió una y otra vez. Entonces ___ se aproximó al ente muy segura de sí misma lo que va a decir.
—Te ayudaré, pero sabes bien que nos están persiguiendo los Hörrox —la informó—. Si en algún momento estuviéramos en peligro, nos ayudarías ¿verdad?
De pronto, de un movimiento rápido la primera Hall Lókë tomó el rostro de su descendiente y ella gritó con todas sus fuerzas porque estaba sintiendo un dolor inmenso. ¿Qué significaba eso? Una energía extraña recorría por todo su ser. Algo que nunca experimentó en su vida.
___ despertó de golpe llevándose la mano al corazón y estaba sudando muchísimo. Giraba la cabeza para saber dónde estaba. Ella se encontraba en la hoguera junto con los chicos. ¿Fue un sueño? Fue demasiado real como para serlo. Entonces sintió movimiento atrás suyo y era Trico quien despertaba. Se alivió tanto que la bestia estaba bien. La joven intentaba todo lo posible para estar la mar relajada porque eso fue demasiado. Escuchó movimiento y vio que Cracker y Smoker se despertaron, alertando a los demás.
—¿Qué pasó? Tienes el corazón a mil —dijo Cracker aún somnoliento.
—Debemos de movernos —sugirió la joven, mientras se levantaba y recogía sus cosas.
—¿Por qué? —preguntó Paulie casi gruñendo.
—Porque debemos encontrar un árbol.
—¿Un árbol? —Eso a Rayleigh le entró curiosidad.
—Tenemos que apresurarnos cuanto antes —exigía la joven, pero era retenida por los hilos de Doflamingo.
—A ver, monina. Estás soltando información y nosotros no entendemos nada. ¿Te pudieras explicar mejor?
—La bruja del bosque apareció en mis sueños —aclaró.
—¡¿Qué?! —gritaron al unísono Spandam y Tashigi.
—En realidad, no es una bruja. Todos la llaman así porque maldijo el bosque. Es mi antecesora, la primera de todas ellas. Contactó conmigo a través de los sueños para comunicarse y explicarme porqué está en el mundo de los vivos. ¡Los Hörrox la mataron en ese árbol junto con vuestros antecesores Mändras!
—El árbol es su maldición —dijo Mihawk con mucha calma.
—¡¿Y la vas a creer?! —preguntó atónito Spandam—. ¡Nunca hay que fiarse de los fantasmas!
—Créeme, Spandam. Ese árbol la está reteniendo, incluso quería acabar con mi vida junto con Trico. No en la vida real, sino en sueños.
—Vale, vamos a calmarnos —sugirió Kaku—. Si esa bruja, que tú dices que es la primera dragona, quiere que la ayudemos la cuestión es: ¿dónde está ese árbol que tanto mencionas?
Esa pregunta descolocó un poco a ___. En el sueño ella era guiada por un cuervo que la llevó a una trampa segura. Esas aves siempre eran un mal presagio. Kaku tenía razón. ¿Cómo demonios iban a encontrarlo, sabiendo que el bosque era enorme? Entonces escuchó a Trico rugir hacia los troncos de los árboles. Sus ojos se tornaron de color rosa con cierta incomodidad. La joven siguió su mirada y se sorprendió al verla. Todos la imitaron y más de uno casi le da un paro cardíaco.
La bruja del bosque, en su forma fantasmagórica, les hacía señas con la mano para que los siguiera. Spandam estaba temblando de puro miedo, incluso se tuvo que esconder de Rob Lucci.
—¿Es... ella? —cuestionó Crocodile un tanto intranquilo.
—Sí —respondió—. Y ya tu pregunta se respondió sola, Kaku.
El joven muchacho estaba atónito porque nunca creyó que los fantasmas existiesen y estaba viendo uno. ___ decidida, caminó en dirección hacia donde estaba su antecesora siendo seguida por Rayleigh porque confiaba en ella. Los demás se miraron entre sí y no iban a dejar atrás a la joven. Ya la Gran Dragona tenía un objetivo: romper la maldición de este bosque.
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