Capítulo 17. Cántame esa canción, papá
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
—¿Cuánto falta para el siguiente poblado?
—Has preguntado diez veces cada cinco minutos, Spandam.
—¡Es que tengo sed y no hay agua!
Era normal porque estaban en el desierto de Arabasta. Un lugar que pudiera ser la muerte para cualquier persona. El grupo estaba siendo guiado por Crocodile, quien conocía estas tierras a la perfección. El reino no estaba lejos de su posición porque pasaron por una roca inmensa de color rojizo como el rubí, una formad de anunciar al viajero que estaban cerca de su destino.
___ le estaba costando subir aquella duna porque sus pies resbalaban, llenándose de arena a cada paso que daba. No obstante, llegó con las manos apoyadas en las rodillas y jadeando con dificultad. Quien estaba de pie como si nada era Crocodile que admiraba desde la lejanía el gran reino. La joven alzó la mirada y se sorprendió muchísimo.
Un reinado cubierto de murallas grandes y en el centro se destacaba una gran fortaleza. Era precioso para los ojos de ___.
—Nunca imaginé estar en tu hogar, Croco-chan —murmuró Doflamingo.
—No ha cambiado durante mucho tiempo —musitó—. En este reino es mejor ponernos las capuchas y esconder nuestros tatuajes. Aquí hay muchos caballeros del dios Enel, los Hörrox.
Todos asintieron la cabeza porque debían confiar en las palabras de aquel hombre dueño de la arena. Llegaron a su destino. ___ estaba asombrada ante la cantidad de gente que había y un montón de puestos que solicitaban cualquier tipo de comida ambulante. Se pararon un momento en un puesto para reponer el agua de sus cantiploras y llevar más de repuesto para estar precavidos.
La chica de cabellos (c/c) miraba el cielo despejado. Se preguntaba si alguna vez llovió en este lugar porque era un pueblo seco. Ahora empezaba a echar de menos a Rayleigh y al resto del grupo. ¿Cómo estarán? ¿Estará bien Trico?
Un recuerdo de su infancia llegó.
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Ella estaba en el parque sentada en el columpio, mientras observaba el cielo a los pájaros volar con mucha libertad. Siendo pequeña siempre soñó ser un pájaro o un dragón mítico para tocar el cielo. Con su manita pequeña la extendió hacia el cielo con el pensamiento de que algún día llegaría. Una voz llamó su atención y desvió la mirada para encontrarse a su padre sentado en el otro columpio. No estaba claro si sonreía o no porque su cara aún estaba difuminada, pero poco a poco se iba aclarando.
—¿En qué piensas, ___?
—Papá, ¿los dragones existieron?
—Sí, hace mucho tiempo —contestó.
—¿Yo lo soy? ¿Soy la reencarnación de un dragón?
—¿Esa pregunta es por ese símbolo en tu antebrazo? —preguntó. Ella asintió levemente—. Es una buena pregunta. Tal vez lo seas.
—¡¿Me transformaré en una?! —Se levantó del columpio para mirarlo con ojos brillosos.
—Quien sabe. —Cogió a la pequeña y la sentó en su regazo—. A lo mejor tienes que pasar por unas pruebas para llegar a eso.
—¿Pruebas?
—Sí, como cuando juegas al Crash Bandicoot y tienes que pasar un nivel para avanzar en la historia.
No estaba entendiendo mucho porque ella aún era pequeña. Sin embargo, se percató que su padre no paraba de mirar el cielo también, como si quisiera llegar y tocar las nubes.
—¿Tú quieres ser un dragón?
La pregunta le hizo gracia porque fue dulce.
—Los dragones pueden ser bellos y letales, pero siempre he querido ser un dios.
—¿Un dios?
—Sí, imagínate tener el control absoluto de todo. No habrá guerras. Solo paz para que mi hija pueda jugar sin ningún miedo.
Los ojos de ___ se iluminaron al momento imaginándose a ella y a su papá defendiendo el mundo con sus poderes mágicos.
—¡Haríamos un buen equipo!
Su padre agachó la mirada y, por fin, pudo ver una sonrisa sincera de ese hombre que la amaba demasiado.
—¡Eso es verdad!
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Cuando abrió los ojos se percató de ciertas miradas fijas en ella. Los chicos estaban esperando a que ella los siguiera. ¿Cuánto tiempo estuvo así? No lo sabía con certeza porque perdió la noción del tiempo. Entonces decidió perseguir a los chicos para no quedarse atrás. Crocodile les dijo que lo mejor sería alojarse en un sitio no lujoso para no llamar demasiado la atención. ___ estaba de acuerdo con eso, aunque hubo unos pocos Mändras que no lo estaban.
Ninguno de los habitantes se dio cuenta de quiénes eran ellos para no reportar a los Hörrox. Mejor para ellos. La recepcionista les dijo que solo podía darle cinco habitaciones disponibles, así que tenían que compartir. Una gota en la sien resbaló por la sien de ___ no creyendo que tenía que dormir con alguno de los chicos. ¿Con quién? Entonces sintió unas manos agarrar sus brazos y la levantaron como si nada.
Doflamingo y Crocodile eran los responsables. Genial. Lo que faltaba. Se escuchaba desde el fondo a Cracker quejarse de ello, pero ninguno de esos dos hacía caso. Solo esperaba que no pasara nada. Eso ya era una misión imposible. Cuando llegaron a la habitación no era tan grande como esperaba y la cama era matrimonial. Bueno, al menos era acogedora.
—Oh, veo que dormiremos en la misma cama.
—Vosotros dos en el suelo —aclaró, sentándose en aquel mueble—. Os puedo dar sábanas.
—Que mala eres con nosotros —carcajeó un poco Doflamingo.
Ella no dijo nada. Simplemente se acostó completamente en la cama ignorando los reclamos del pelirrubio. Crocodile, en cambio, no dijo nada. Solamente se sentó en el gran sofá porque su intención era dormir ahí. ___ miró a un lado viendo el balcón. Poco a poco iba a atardecer. Las vistas eran maravillosas. Eso provocó que ella se quedara dormida profundamente.
🐉🐉🐉🐉
Otra vez de niña. Ella estaba en su cuarto no pudiendo dormir perfectamente porque sus padres discutieron. Escuchó un portazo. Lo más probable que era su madre para despejar la mente. La pequeña ___ se levantó de la cama para salir de la habitación abriendo poco a poco la puerta viendo a su padre entrar en la suya. ___ se acercó lentamente para asegurarse de que todo estuviera bien.
Cuando abrió un poco la puerta vio la espalda desnuda de su padre. Se dio cuenta que tenía dos cicatrices antiguas a los lados. ¿Le habrá dolido? Se iba acercando, teniendo la ventaja de ser pequeña y no hacer mucho ruido. Se iba subiendo a la cama. Su padre giró la cabeza viendo a su hija ya a su lado.
—Perdona por despertarte, pequeña —dijo, acariciando levemente su cabeza.
—¿Mamá se fue con sus amigos?
—Sí... nos ha dejado solos. Otra vez.
En el fondo sabías que él quería mentirte, pero no eras idiota en ese entonces. Apoyaste la cabeza en su pierna no queriendo separarse de su padre.
—Papá... ¿te dolió? —cuestionó, creando confusión en su padre—. Las dos heridas de la espalda.
—Ah, eso. La verdad es que no recuerdo bien. Solo sé que nací con ellas.
—... ¿Eres un ángel?
Él rio ante la pregunta inocente de su hija. Siguió acariciando sus cabellos.
—Puede que sea la reencarnación de un dios con alas —respondió.
—¡Sería lógico! Porque tú eres mi ángel de la guarda —dijo con una sonrisa de oreja a oreja y con las mejillas rosadas.
—Me siento halagado por esa respuesta. Pero son cicatrices horribles, ¿verdad?
—¡A mí me gustan! ¡Al igual que tu pelo afro! ¡Ojalá pudiera tenerlo!
Cuando dijo eso, la imagen distorsionada de su padre que solo le permitía ver su boca, hizo visible el cabello de ese hombre. Un pelo afro de color rubio que le gustaba muchísimo. Otra sonrisa surgió en él abrazando con dulzura a su hija pequeña.
—Papá, ¿me puedes cantar esa canción para dormir?
—Claro. —Poco a poco iba acostando a su pequeña cubriendo las sábanas su cuerpo—. Te protegeré, mi princesa. Seré tu escudo. Te amaré por siempre. Devora mi corazón y seré tuyo por siempre. Mi amor será tuyo. Mi amor estará presente en ti. Nuestro amor estará unido por unos hilos. Que tus palabras despierten mi corazón. Despertaré y recordaré tu amor. Repite la melodía con amor.
🐉🐉🐉🐉
—Déjala tranquila.
—Oye, que tú también estás aprovechando.
Susurros escuchaba, provocando que despertase de su sueño de la infancia. Sus ojos (c/o) vieron a Doflamingo y a Crocodile encima. Sintió cierta presión en los dos pechos por lo que agachó la mirada encontrándose la sorpresa de que ambos estaban agarrando ambos pechos. Luego los volvió a mirar, pero con mala cara y parece que en cualquier momento iba a escupir fuego.
—¿Se puede saber qué demonios estáis haciendo? —reclamó.
—Yo quería aprovechar la oportunidad, pero Croco-chan se metió.
—Tú no vas a ser el primero en hacerlo con ella en esta noche —escupió con mucha molestia porque frunció el ceño.
—Yo solo quiero dormir con tranquilidad, por favor —pidió.
—Has soñado de nuevo, ¿verdad? —preguntó Crocodile ya apartando la mano, pero golpeó a Doflamingo para que hiciera lo mismo.
—Cada vez se intensifican más —susurró, mientras se sentaba en la cama—. Y cada vez me estoy acercando para ver el verdadero rostro de mi padre.
—¿Por qué la necesidad de conocerlo? —cuestionó Doflamingo. Una vena creció en su sien—. Los padres traicionan y abandonan a sus hijos.
—El tuyo lo hizo por amor para estar igualado con la gente —respondió—. No le gustaba ver a la gente sufrir por vuestra posición. Entiendo que no lo puedas comprender. Pero el mío era distinto. Siempre me cuidaba, me protegía... Lo echo de menos.
—¿Qué le pasó?
—Mamá me dijo que desapareció así sin más. Él nunca me abandonaría. Él no...
___ agachó la cabeza para aguantar las lágrimas. Ya lloró suficiente cuando se desahogó aquella vez. Doflamingo suspiró y acarició suavemente la cabeza de la chica. No le gustaba verla así. Le hacía recordar a sus seguidores que se convirtieron en su familia, pero también a su hermano pequeño.
—Es verdad. No lo conozco. Yo sufrí demasiado porque solo me centraba en la fortuna y en el poder.
—Los dos somos iguales —reprochó Crocodile—. El poder es lo único que me llama la atención.
—Sois tal para cual. —___ rio por lo bajo secándose las lágrimas.
Tanto Doflamingo como Crocodile no dijeron nada, tan solo miraban a la chica que se recuperaba de su estado de tristeza. Ella quisiera recordar a su padre. Ver quién era. ¿Por qué había tanto secretismo en su mundo? Ojalá encontrarlo y cantarle esa canción, sin embargo, le resultaba familiar esas palabras. No provenientes de su padre, sino de los Mändras que decidieron unir sus cuerpos y almas con ella. ¿Qué estaba pasando? Calma. Seguro que serán paranoias suyas.
Entonces volvió a notar una mano agarrando su pecho y vio al responsable de ello. Una vena creció en su sien un poco molesta ante la situación.
—¡Doflamingo!
—Vamos, ¿no me digas que tú no quieres esto?
—Eres un descarado —se lo dijo con mucha claridad.
El pelirrubio tomó la barbilla de la joven para alzar su cabeza y besarla con fiereza. ___ apoyó las manos en sus brazos para apartarlo, pero él estaba haciendo mucha fuerza en ella. No obstante, Doflamingo fue apartado por otro hombre que todavía estaba presente en ese lugar.
—No voy a dejar que te me adelantes —añadió. ___ estaba notando cierta tensión entre esos dos.
Entonces no le dio tiempo a reprochar porque Crocodile fue el siguiente en besarla con furor. Pero ¿qué les pasaba a estos dos? Se estaban comportando como verdaderos animales. Crocodile seguía continuando con sus besos y Doflamingo se colocó detrás de ella para besar su cuello despacio y de una forma coqueta. ___ temblaba en su sitio que agarró las ropas del señor de la arena con sus manos. Un momento, ¿no se suponía que los Mändras odiaban compartir? ¿Por qué lo harían ahora? No estaba entendiendo nada. Solo se dejaba llevar. Las manos de ambos exploraban su figura queriendo recordar cada poro de su piel y poco a poco la iban desnudando.
—Así que vamos a jugar los dos, ¿eh? —Doflamingo se estaba divirtiendo mucho.
—Cállate y déjame concentrarme.
—Yo también —seguía riendo agarrando con suavidad los pechos de la joven—. De hecho, me voy a divertir muchísimo.
___ gimoteó por lo bajo cuando Doflamingo comenzó a pellizcar sus pezones, mientras Crocodile se encargaba de morder por la zona de su garganta para reprimir más de esos gemidos. Ellos también empezaron a desnudarse porque sentían un gran calor en sus cuerpos. Ella solamente se dedicaba a agarrar los cabellos ya desordenados del moreno para que continuara. Esa sensación era exquisita para todos sus sentidos. La lengua de Doflamingo era cálida. Lo sabe con certeza porque estaba haciendo un pequeño recorrido por su columna vertebral, dejando un rastro de saliva. Y sus manos bajaban, provocando ciertas cosquillas en su vientre hasta llegar a su gran tesoro. Estimulaba y pellizca su clítoris.
Ella no paraba de gemir. Crocodile no se quedó atrás porque tomó un pecho y lamió con vehemencia la aureola junto con su pezón. Tenía cuidado de no tocar su piel con su garfio que era un peligro. Entonces lo mejor era quitárselo para que no haya ninguna desgracia. Este doble placer la estaba matando como nunca le había pasado antes. Encima con dos hombres que estaban sumamente necesitados. La hombría de Doflamingo lo notaba rozar en su espalda. Él no desaprovecha la ocasión de morder su nuca y meter unos cuantos dedos en su intimidad. ___ gimió bastante alto cuando su punto sensible.
—Veo que he encontrado el tesoro.
Crocodile iba a decir algo, pero se quedó callado porque estaba centrado en sus pechos, incluso dedicaba mordidas en su piel. Ella era deliciosa. Sus poros tenían un toque dulzón que le gustaba demasiado. Con su mano agarraba su trasero con firmeza hasta lo palmeó con fuerza sacándole otro gemido. El resto de los Mändras se darían cuenta de la situación. Dos hombres con una representación animal, flamenco y cocodrilo, estaban coqueteando de una manera persuasiva a la chica. Los dedos de los pies de ___ se curvaban porque notó cierta corriente descender bajo su vientre. Una ola de calor se centraba en ese punto en concreto.
___ llegó a su primer orgasmo dando un gemido de satisfacción. Doflamingo se lamió los labios sediento de continuar con esto, no obstante, su compañero se adelantó porque agarró los cabellos de la joven para ponerla enfrente de su miembro. Ella no dudó un segundo en meterlo de lleno en su boca sintiendo la gran envergadura. Comenzó a hacerle una felación moviendo la cabeza de arriba hacia abajo, mientras con su lengua lamía la punta esponjosa de su miembro. Ella estaba en una posición cómoda, es decir, piernas apoyadas en la cama y con el cuerpo inclinado hacia adelante. Eso era una ventaja para Doflamingo porque estaba teniendo unas buenas vistas de su trasero. No se resistió en azotar las dos nalgas escuchando los gemidos ahogados de Hall Lókë. Ella estaba centrada en su labor, pero miraba un poco hacia atrás para ver sus movimientos.
No obstante, casi se atraganta cuando Crocodile forzó más su cabeza, una forma de no despistarse. Él era de suma prioridad. ¿Cómo podía centrarse si el otro estaba lamiendo su feminidad como un loco demente? Sus temblores eran incontrolables, tanto que pensó que su cuerpo se iba a desvanecer. Doflamingo mordía y succionaba con fuerza su sexo. Estaba hambriento. Se notaba en sus acciones. Con atrevimiento metió un dedo en su cavidad anal sorprendiendo a la joven.
«Ahí no», le reclamó.
«Somos dos. Habrá que prepararte muy bien, fufufu».
«Estoy de acuerdo con el pajarraco».
Su opinión no valía para nada. Su cabeza no paraba de moverse por la estimulación que le proporcionaba Doflamingo, mientras que Crocodile agarraba sus cabellos con firmeza para tirar de ella. ___ estaba colocada encima suya y gimió por lo bajo cuando su intimidad rozó con el suyo. Crocodile no le dio tiempo a reaccionar porque entró de golpe en ella y empezó a moverse con mucha violencia. La joven se agarró firmemente a su cuerpo porque la fuerza era demasiado bestial, como si hubiera esperado por mucho tiempo. Y no era el único. Doflamingo volvió a meter el dedo en ese pequeño agujero. Los ojos de ___ se inclinaron hacia atrás sintiendo el doble de placer. Su boca estaba bien abierta sin dejar de gemir en ningún momento. Otro dedo invasor. Debe estimularla bien para no dañarla. Crocodile estaba haciendo bien su labor.
—Croco-chan, ¿pudieras detenerte? Ya Hall Lókë está preparada para recibir un segundo juguete.
Crocodile se quejó a regañadientes por el pedido del pelirrubio, pero no tuvo más remedio que hacerlo. ___ notaba aquella hombría entrar con lentitud su cavidad anal. Se mordió el labio hasta hacerse daño. Sangre recorría por su comisura y Crocodile la retiró con su lengua de una manera sensual. Ninguno de los dos se movió para que la chica se acostumbrara al segundo invasor. Se sentía sumamente extraño.
Al poco rato los dos empezaron a moverse en su interior con un vaivén más lento. ___ era demasiada delicada en ese entonces.Tanto Doflamingo y Crocodile tenían la ventaja de estar en una posición absolutamente dominantes para morder el cuello de Hall Lókë hincando el diente. Los gemidos cada vez se intensifican por cada movimiento de caderas. Ninguno estaba dispuesto a parar porque el placer era mucho mayor que antes. ___ dudaba que esto acabaría pronto porque por cada embestida la volvía loca.
Pero aquello se volvía irregular debido a que estaban a punto de llegar a su límite. Un poco más. Un poco más.
—¡Körosh!
—¡Kayärk!
Y se entregaron al orgasmo definitivamente llenando su esencia en su interior. ___ no paraba de jadear y sudar. Todo su cuerpo se desplomó en el cuerpo de Crocodile que estaba sudoroso.
—Que intenso, fufufu.
—No te lo niego —afirmó el otro cogiendo un habano para fumar.
—... ¿Qué significan?
—Kayärk es una forma de decir: "Nuestro amor estará unido por unos hilos".
—El mío no lo diré.
—Oh, vamos, Croco-chan. Tiene derecho a saberlo.
El moreno gruñó a regañadientes y miró hacia otro lado avergonzado.
—"Tu amor estará presente en mí".
«¿Por qué me está resultando familiar?».
🐉🐉🐉🐉
Enel había despertado de ese sueño con su difunta hija. Ella se estaba comunicando a través de los muertos. Esos momentos únicos eran especiales para Enel. Desde que supo la verdad, quería dormir más para estar más a su lado.
«Papi, ¿me cantas esa canción para dormir?».
Una sonrisa surcó en sus labios recordando esa parte de su sueño. Los ancianos cantaban una melodía antigua para unir el amor de un padre con su hija. Entonces carraspeó la garganta para cantar lo siguiente:
—Rïtsuka. Hëlek. Laïka. Ürushea. Mïnern. Körosh. Kayärk. Gërsëk. Murök. Häsark.
En su idioma significaba:
«Te protegeré, mi princesa. Seré tu escudo. Te amaré por siempre. Devora mi corazón y seré tuyo por siempre. Mi amor será tuyo. Mi amor estará presente en ti. Nuestro amor estará unido por unos hilos. Que tus palabras despierten mi corazón. Despertaré y recordaré tu amor. Repite la melodía con amor».
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