Capítulo 15. La frustración de Paulie
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
—Esto está demasiado oscuro —añadió Crocodile.
—Oye, que hemos hecho fuego —escupió palabras Paulie.
El grupo se adentraron en la boca del lobo fiandose el olfato de Hall Lókë. Ella estaba atenta a cualquier ruido que escuchaba. Cualquier Mrak haría acto de aparición. Tocaba las paredes con cierta curiosidad como si quisiera percibir alguna vibración.
—Chicos, os pido que os calleis porque no oigo nada.
—¡Eh! ¡Mrak! ¡Sal de una puta vez!
—¡Cracker! —riñó Katakuri—. No creo que sea buena idea gritar.
—Oh, eso lo hizo para acabar con esto —añadió Doflamingo, divertido.
De repente, ___ se detuvo fijándose que enfrente se encontraba un puente de piedra enorme que tenía pinta de romperse en cualquier momento. Dudaba que fuese una buena idea pasar, pero no le quedaba otra opción porque el lugar era estrecho y Doflamingo no tendría la capacidad de volar con sus hilos. Además, echó un vistazo hacia abajo y no se visualizaba cuánta profundidad tendrá. Una gota de sudor resbalaba por su sien con cierto nervio.
—Paulie y yo nos adelantamos —informó ___.
—¿No es mejor que vaya contigo? —preguntó Lucci.
—Me transmite más confianza por ser el primer Mändra que conozco.
—Eso dolió —bufó Doflamingo.
—Además, él tiene en su poder una antorcha —dijo la chica—. ¡Vamos!
Paulie no rechazó la oferta. Los dos empezaron a caminar despacio en aquel puente estrecho. Tenía que mantener la calma en todo momento. Un pisada en falso hizo que resbalara un poco y estuviese a punto de caer, pero el pelirrubio la agarró con firmeza. Los dos se mantuvieron quietos por unos segundos hasta que ___ se incorporase lentamente. Suspiró con el corazón en la boca notando que estaba a punto de salirse. Continuaron su camino ante la atenta mirada de los Elegidos por si pasaba algo. Ella se mentaliza una y otra vez en no mirar hacia abajo porque perdería el equilibrio.
Y se detuvo de nuevo escuchando un sonido siniestro enfrente. Sus oídos se agudizaron para escuchar atentamente. De repente, una cantidad de murciélagos hicieron acto de aparición con intención de desequilibrar a ambos. Paulie agarró a la joven para que agachara su cuerpo y se sujetara a los lados, una manera de aguantar ante ese ataque gratuito. Un minuto pasó; ___ jadeaba, muy sorprendida ante esa situación.
—¿P-Pudieras continuar?
___ giró la cabeza hacia atrás para ver a Paulie mirando hacia otro lado con el rostro enrojecido. Pasaba que ella estaba en posición de cuatro mostrando su trasero.
—¡Pero si fuiste tú quien me hizo agachar!
—¡Porque no se me ocurrió otra forma!
—¡Dejad de discutir! —exclamó Smoker—. ¡Y tú! ¡Deberías dejar ese lado vergonzoso porque estuviste a punto de hacerlo!
—¡¿Podéis dejar de recordármelo una y otra vez?!
Ante los gritos y el eco que producía, causó que el puente se resquebrajase poco a poco rompiendo completamente. Tanto Paulie como ___ cayeron en picado no dándoles la oportunidad de reaccionar. Ni siquiera el pelirrubio pudo lanzar una cuerda para agarrarse a una roca firme. La oscuridad engulle poco a poco a los dos. Si seguían así en algún momento tocarán el suelo y morirían al instante. Entonces Paulie se abofeteó mentalmente y sacó unas cuerdas para capturar a ___ y luego usó otra con un gancho para anclar en una roca. La cuerda hizo presión en sus caderas y la gravedad los atrae hacia la pared chocando con ella. Los dos se quejaron por lo bajo ante el golpe.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Sí, pero me duele la cintura.
—Siento por eso, pero era preferible esto que seguir cayendo y morir.
—Ahí te doy la razón. —La joven miró hacia arriba a ver si visualizaba a los chicos—. No veo a los chicos.
—Hemos descendido demasiado rápido —informó Paulie—. No hay mucha zona para escalar. Tardaríamos demasiado.
—Pues seguiremos descendiendo a ver si encontramos el suelo o una cueva.
Estuvo de acuerdo ante la decisión de ___. La joven se agarró firmemente a la pared esperando que el Mändra preparase todo lo posible para descender sin ningún impedimento. Ya todo asegurado, empezaron a bajar lentamente. ___ intentaba contactar de alguna manera con los chicos a través de la telepatía, pero parecía que no funcionaba. Esto era como la cobertura del móvil. Móvil. Esa palabra ya se le hacía extraño porque en este planeta no se usaba la tecnología. Todo era en base a armaduras, espadas, poderes únicos… Sus manos empezaban a magullarse debido a las cuerdas. Estaba claro que no estaba acostumbrada a estas cosas.
Paulie se apresuró un poco para estar a su lado porque no quería perderla de vista. La verdad era que no se lo perdonaría nunca. Como dijo ___, fue el primero en llegar a la vida de la chica. El primer Mändra. Aún tenía sueños húmedos desde que se besaron por primera vez. Le frustraba la idea de no haber tenido la oportunidad de hacerlo con ella. Nunca quiso hablar de ello a ___ porque estaría centrada en la misión. Ahora no era momento de pensar en ello. Tendrá la oportunidad de conversar porque se encontraban a solas. De pronto, sus ojos miraron hacia abajo porque escuchó como una especie de riachuelo. ¿Un río? Siguieron avanzando y sus sospechas fueron ciertas. Hubieran sobrevivido ante la caída.
Cuando tocaron el suelo, ___ suspiró con pesadez echando su cuerpo en la pared. Se quejó de dolor mirando fijamente las manos. Paulie se dio cuenta de ello y se puso enfrente buscando en su pequeña riñonera unas vendas y un bote de crema para curar sus heridas.
—Gracias —agradeció la joven—. Tú estás acostumbrado.
—Porque me pasé toda la vida en la carpintería. —Su respiración era entrecortada por como tocaba a la chica. La conexión era inminente.
—No te pongas nervioso.
—No es fácil. —Se sonrojó un poco el hombre.
Claro que no lo era. Lo sabía perfectamente. La joven se sonrojó un poco ante las caricias de Paulie. Esas manos estaban magulladas por el esfuerzo de ser carpintero. Su tacto le gustaba demasiado. Tanto que quisiera que continuara; su mensaje fue transmitido y él siguió, notando su corazón latir con más fuerza que antes. La respiración se volvía cada más entrecortada y sus rostros se acortan.
—¿Estás bien? —preguntó.
—¿Tú qué crees?
—Aún recuerdas ese momento, ¿verdad? —Ella guio sus manos a su rostro para acariciar con suavidad sus mejillas.
—Imposible no olvidarlo. Y todavía me arrepiento de ello.
—¿Por qué los chicos no paran de molestarte?
—Aparte de eso —bufó el pelirrubio.
—¿Quieres… intentarlo?
Esa pregunta sorprendió mucho a Paulie que miró directamente a sus ojos (c/o). Sus mentes estaban conectadas y averiguó que la pregunta era seria. Ahora quien estaba avergonzado era él porque desvió la mirada.
—No… No me siento necesitado —mintió.
—Paulie, tu cabeza dice todo lo contrario.
Difícil que un Mändra pueda mentir a Hall Lókë cuando sus pieles se rozan simultáneamente. La verdad siempre será revelada. «A la mierda todo», no pudo contener sus deseos más impuros por lo que besó con fiereza su boca. ___ jadeó con fuerza cuando sintió esa lengua entrar en su cavidad bucal. Sus manos se aferraron con fuerza a su chaqueta recibiendo con gusto ese beso fogoso, incluso sus nudillos se pusieron en blanco con la presión.
Sin embargo, ese beso cambió a uno suave y lento porque el cuerpo de ___ le transmitía cierto dolor por aquella caída de antes. Paulie lo entendía perfectamente. No deseaba hacerle daño. Tocaba con su dorso su cuerpo volviendo a recordar ese encuentro en aquella habitación. El beso acabó, pero no deseaba alejarse. Sus narices se rozaban creando ciertas corrientes en sus cuerpos difíciles de describir. Una sensación maravillosa que olvidaron por completo.
Paulie se quitó la chaqueta y la camisa para acomodarla en el suelo y acostar a la joven en ella. «Que caballeroso», dijo la chica riéndose por lo bajo, mientras que el pelirrubio se sonrojó por completo ocultando su rostro entre la curvatura de su cuello y hombro. En esa posición aspiraba el dulce aroma de la mujer. Un olor exquisito que se pasaría horas y horas oliendo. Sus yemas hicieron un camino hasta la parte inferior de su camisa y se lo iba quitando lentamente. Esta vez no dejará que los nervios y la vergüenza se apodere de él.
El contacto frío del ambiente causó que todo el vello corporal de la joven se erizase, incluso sus pechos tomando cierto volumen. Ya era difícil conseguir un sostén en los pueblos. Paulie posó un dedo en su clavícula e iba despacio pasando por su esternón hasta quedarse a la altura de su monte de venus. ¿El objetivo? Escuchar sus suspiros y como ___ cerraba los ojos para disfrutar aún más de ese momento único. Presionó sus labios en su cuello para dejar pequeñas marcas.
Pero sus manos no estaban quietas. Continuó con ese recorrido ya atreviéndose a amasar sus senos oyendo que esos sonidos se convertían en gemidos. Ella le quitó las gafas para así agarrar con firmeza esos cabellos revoltosos viéndolo más atractivo que antes. Todo su cuerpo se estremecía cuando Paulie pasaba su barbilla cubierta de vello provocando ciertas cosquillas. Las mordidas en su cuello se volvían presentes. Ella rodeó las piernas en sus caderas para sentirlo más de cerca.
Paulie descendió aún más su cabeza ya atreviéndose a besar esos montes que tanto llamaban su atención. Lamía y mordía sus pezones sacándole más gemidos. La excitación crecía por cada minuto que pasaba. Muy difícil de ignorar.
—Paulie —gimoteó.
Para su cabeza era una invitación para proseguir. Sus dedos ágiles desabotonan el botón y bajan la cremallera para tener mayor acceso a su intimidad. Un gruñido se le escapó de sus labios al sentir cierta calidez en su feminidad. Estaba sumamente mojada, incluso notaba como sus dedos resbalaban con intención de entrar. ___ estaba necesitada, quería atención por parte del rubio. Para ello, movió sus caderas, una manera de decirle que lo hiciera.
¿Cómo podía ignorar eso? Un dedo profanó su interior robándole un sonido gutural a través de la garganta de ___. Paulie no resistió en besarla queriendo recibir más esos sonidos. Sus lenguas se entrelazan entre sí averiguando quién de los dos iba a dominar a quien. Pero Paulie hizo trampas metiendo un segundo dedo. Una sonrisa victoriosa surcó sus labios con pura satisfacción.
—T-Tramposo…
—¿Yo? Yo no lo soy —dijo sin dejar de mover sus dedos tocando sus entrañas.
—M-Mentiroso… ¡Ah! —Su cuerpo se curvó al notar que tocó su punto más dulce.
—Y yo que pensaba que me había perdido todo esto.
Ahora tenía esta gran oportunidad que no iba a perder. Todo este tiempo imaginándose como tener a ___ debajo suyo y gimiendo a más no poder. Mordía con devoción su labio inferior mostrándose dominante hacia Hall Lókë. Estaba admitiendo que sus pantalones ya estaban siendo un incordio por lo que necesitaba despojarse de ellos cuanto antes. Estuvo un buen rato peleándose hasta que, finalmente, lo consiguió. Sentir su piel con la suya era gratificante. Mejor que beber una gran cantidad de cerveza o fumar un buen puro.
Entonces soltó un gemido cuando la mano de ___ tomaron su miembro para estimularlo. Su cuerpo temblaba ante cada espasmo. Él no se quedaba atrás porque seguía con su labor de complacer a su pareja. Esa palabra vino así sin más a su cabeza que miró a ___. Ella estaba roja como un tomate ante tal confesión. «Mierda», pensó Paulie mordiéndose el labio no aguantando las ganas de ser escogido por ella. Pero la historia de los Mändras era pura falsedad. Pero ¿por qué se conectan cada vez que sus pieles se rozan? Debe significar algo.
Ella no sabría darle la respuesta, pero supongo que las antecesoras lo sabrán perfectamente. Unas caricias despertaron de sus pensamientos. Las miradas se intercambiaban, queriendo vivir esta experiencia. Paulie la volvió a besar con la punta apoyada en sus entrañas y entrando en ella. Otro gemido se le escapó. No olvidará esos sonidos lujuriosos de su cabeza. Abrazó con fuerza a ___ para moverse con cierto mimo y cuidado. Aún estaba adolorida por lo de antes.
El deseo y el amor que sentían era real. Una palabra lo describiría perfectamente: profunda. Los movimientos cada vez aumentaban porque notaba la necesidad de profundizar aún más; escuchar más sus gemidos lascivos. Que solamente gimiera para él y para nadie más. Solo estaban ellos dos. Nadie podrá impedir el hecho de que estuviesen a punto de estar unidos por siempre. El frénesis estaba por acabar.
—¡P-Paulie!
—¡Mierda! Un poco más —suplicaba su cuerpo para que aguantara, pero ya estaba por llegar al clímax—. ¡Mïnern!
Y el orgasmo llegó a ambos culminando el placer. El semen caliente recorría sus entrañas. ___ jadeaba agotada, mirando con ojos llorosos a Paulie. Él simplemente acariciaba su mejilla con el dorso porque estaba viendo una escena tierna. Apoyó la frente con la suya sin apartar la mirada en ella. «Mi amor será tuyo», recitó Paulie con una pequeña sonrisa y ella se la devolvió con mucha felicidad.
«Hall Lókë».
Pero esa alegría se rompió cuando escuchó una voz en su cabeza. Empujó suavemente a Paulie mirando a los alrededores.
—Ella está aquí.
—Yo también lo escuché. —Eso sorprendió a ___.
—¿Cómo? Los otros no tenían la capacidad de…
—Oye, no sabría decirte cómo funcionan estas cosas.
«Hall Lókë».
Otra vez la llamada.
—Su voz… parece rota —dijo Paulie.
—Debemos apresurarnos —informó la peli-(c/c) levantándose del sitio para vestirse—. A lo mejor está presa.
Paulie asintió y se apresuró bastante a la hora de vestirse porque no quería perder el tiempo. Siguieron río abajo porque la voz provenía de ahí. ___ se preguntaba si el resto del grupo estaba bien porque no recibía ningún tipo de comunicación. La voz seguía llamándola, pero se detuvo en seco recordando lo sucedido de la otra vez.
—¿Qué pasa?
—¿Y si es una trampa? —preguntó ___—. No quisiera caer de nuevo.
—¿No tienes forma de averiguarlo?
—Me estás pidiendo mucho, Paulie.
—Solo he preguntado. Si que es verdad que el Mrak nos engañó —dijo, recordando lo sucedido—. Sin embargo, creo que esta vez es su voz. No sabría explicarte el porque lo siento. Solo sé que escucho una voz en mi cabeza.
—¿Tu antepasado?
—Puede… la mandala me está quemando a horrores —informó, levantándose la manga.
Eso era nuevo. ___ debía confiar en el instinto de Paulie. Ambos continuaron su camino donde la voz se hacía más inminente, incluso era sumamente dolorosa. Una luz veían hacia el final del túnel. ¿Una salida? Sus pasos eran apresurados queriendo llegar a la zona. Y casi un ahogo sucumbió ___ al verlo con sus propios ojos.
—¡¿Qué coño…?!
🐉🐉🐉🐉
Minutos antes.
—¡___! ¡¿Me escuchas?! —Cracker estaba gritando a cal y canto por si recibía alguna respuesta.
—¿Y si están muertos?
—¡Spandam! —le riñó Kaku.
—¡¿Qué?! Es una posibilidad.
Mientras intentaban la manera de saber si las personas caídas responden, Doflamingo se encargaba de crear un nuevo puente con sus dedos para cruzar al otro lado. Él tenía la certeza de que aún estaban vivos.
—Listo. Ya podemos cruzar.
—¿Y nos vamos así sin más? —gruñó Cracker no gustándole la idea.
—No creo que hayan muerto —informó Katakuri siendo el primero en cruzar—. Hall Lókë es dura de roer. Y el carpintero tiene ciertas habilidades asombrosas.
—Te recuerdo que no es un Äkuma, Charlotte.
—De eso no lo dudo, Sir Crocodile.
No dijeron nada. Todos decidieron seguir hacia adelante aún con las esperanzas de volver a encontrarse con la Gran Dragona. Cada vez la entrada se volvía más pequeña por lo que dificulta un poco a los más altos proseguir, sin embargo, Katakuri encogió su cuerpo gracias a su habilidad estando más o menos a la altura de su hermano. Ser un hombre mochi tenía sus ventajas.
Dos de ellos, Rob Lucci y Dracule Mihawk se detuvieron de golpe porque, cada vez que seguían avanzando, algo malo iba a pasar. Eso llamó la atención a Smoker quien los miró. Los dos tenían la mirada fija hacia adelante y los imitó. Pero una vena destacable creció en su sien volviendo a mirarlos.
—¿Se puede saber que estáis viendo?
—Shh —siseó Mihawk colocando su dedo índice en sus labios—. Creo que hay algo más adelante.
—Y nada bueno —informó Lucci—. Hasta Hattori está temblando.
—P-Pues mis piernas están temblando.
—Porque eres un cobarde. No sé porque demonios sigues con nosotros —gruñó por lo bajo Cracker.
—El ambiente se está volviendo denso —dijo Crocodile mirando a su alrededor—. Es como si… alguien nos estuviera observando.
—¿Un fantasma?
—No lo sé, pajarraco.
«Mändra».
Todos se quedaron de piedra cuando escucharon a alguien llamar en aquella dirección. Spandam fue el primero en gritar y esconderse detrás de Lucci.
—¡Me niego a continuar!
Katakuri, al ser el mayor de todos, decidió avanzar ignorando las advertencias del cobarde. Tenía que saber quién los está llamando. Sabía con certeza que no era ___ porque hubiera reconocido su voz. Una luz visualizó al fondo y apresuró sus pasos para llegar hasta ella. Era un espacio enorme iluminado por la luz del sol, que se colaba en una pequeña grieta que no habían visto antes en la superficie. Katakuri frunció el ceño no gustándole mucho porque solo veía piedras y más piedras. Y a las esquinas más salidas o entradas.
—Al parecer es un lugar tranquilo.
—Intranquilo, dirás —acentuó Crocodile mirando fijamente al pelirrubio.
—Oh, vamos, ¿os vais a acobardar como este idiota? —Cracker avanzó un poco más—. ¿Veis? No hay de qué preocuparse.
—¡Cracker, no sigas avanzando!
Demasiado tarde. Una especie de telaraña atrapó a uno de los hermanos Charlotte no pudieron escapar de ella. Usó todas sus fuerzas para romperla, pero era demasiado densa y fuerte. Katakuri, cual hermano mayor, fue a su rescate, pero en vano porque cayó en aquella trampa. Toda fisura que encontraban en el suelo era una trampa mortal que se activaba por los movimientos.
Uno a uno iba cayendo, incluso por culpa de Spandam, Lucci no pudo resistirse ante ello. El único que quedaba era Mihawk, que cortaba con saña las telarañas. Sin embargo, cuando iba a realizar su ataque se dio cuenta que su espada estaba embuida por esa tela viscosa. No le dio tiempo de reaccionar y fue atrapado. Poco a poco los sacos iban levantándose para colgarlos como trofeos. Los chicos peleaban todo lo posible para romperlos hasta que escucharon a alguien decir:
—¡¿Qué coño…?!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top