Capítulo 13. La verdad sobre Hall Lókë
Ronquidos se escuchaban en aquella habitación. Spandam estaba disfrutando de su gran sueño. Nunca en su vida había dormido tantas horas. Ni se percató de que faltaba algo o alguien en aquel cuarto. Su sonrisa era ancha, muy feliz de tener unos sueños agradables. No obstante, frunció el ceño sintiendo una presencia extraña. Quiso ignorarlo, pero pegó un chillido tremendo cuando alguien volteó el colchón para que cayera al suelo. Un poco más y se desnuca el cuello. Spandam se levantó para ver el causante y era nada menos que Charlotte Cracker con un rostro de pocos amigos.
—¡¿Qué crees que estás haciendo?!
—¡¿Quién eres tú para acostarte con ella, debilucho?!
—Yo soy un Mändra. Tengo derecho —escupió sus palabras el peli-lila.
—Ah, ¿si? ¿Y me puedes explicar dónde está ahora? —preguntó.
El debilucho, como así lo llamó Cracker, alzó la ceja con extrañeza. Miró la cama, luego la habitación… No había rastro de ___.
—Ya decía yo que faltaba algo.
—Serás idiota —gruñó por lo bajo.
—Seguramente que se fue a los baños termales —dijo.
—Ya te puedo decir que no está. —La voz de Kaku se hizo presente en la habitación—. Y no está en los edificios ni en el pueblo. Desapareció.
Confusión se creó en el rostro de Spandam no entendiendo nada. Lo mejor será vestirse y reunirse con el resto de Mändras para aclarar este asunto. Se colocó la bata —ya que estaba desnudo en ese instante— y fue con los dos chicos hacia la otra habitación. Ahí será el momento de ponerse ropa más adecuada. La gran habitación estaba inundada por el olor a habano de Smoker y Crocodile. El primero de ellos tenía una vena en la sien un poco molesto por no saber dónde estaba la chica. Ni siquiera su instinto de Elegido le permitía saber con claridad. Entonces vio entrar a esos tres y lo primero que hizo fue agarrar el cuello de Spandam gracias a su habilidad.
—Eres el último en verla. ¡Así que tienes que saber dónde está! —gritó.
—Este idiota no lo sabe —aclaró Cracker—, así que suéltalo. No vale la pena.
Smoker chasqueó la lengua, muy molesto. No tuvo más remedio que hacer caso a Charlotte y soltar a ese debilucho. Si hubiera estado despierto, pues las cosas serían más fáciles.
—Vale, pensemos —habló Paulie—. ___ estaba en la habitación con Spandam haciendo cosas de… Hall Lókë y Mändra.
—Estaban follando. ¿Tanto te costaba decirlo? —Doflamingo le divertía que el pelirrubio tuviera ese lado tímido.
—¡Lo que sea lo que estuvieran haciendo! —chilló, poniéndose nervioso—. ¿Has notado algo raro en ella cuando vosotros lo estáis haciendo?
—Que yo recuerde no. Todo iba perfecto.
—Ah, ¿sí? ¿Tu polla también?
—Cracker, céntrate, por favor —le riñó Katakuri.
—Esa mocosa no se largaría así sin más —aclaró Crocodile retirando el puro y expulsando el humo de su boca—. Algo habrá sucedido para que desapareciese.
—El volcán.
Todos miraron al hombre menos hablador en el planeta: Rob Lucci. El moreno tenía la vista clavada en el sitio mencionado.
—¿Os acordáis que ella estaba ida? No nos escuchaba y caminaba en dirección al borde para tirarse en la lava.
—No creerás que habrá vuelto ahí, ¿verdad?
—Es la única posibilidad, Charlotte.
—Un momento, hemos derrotado al Mrak, pero no hubo indicios de que apareciese la antepasada de mi lady —canturreó Mihawk acordándose—. En este caso, no la hemos encontrado, pero hemos atacado a la criatura maligna. ¿Por qué al revés? Aquí hay algo que no cuadra.
—Oh, entonces tenemos que volver ahí —sugirió Doflamingo.
—¡No pienso llenarme de mierda otra vez! —exclamó Spandam vistiéndose detrás de un biombo de madera.
—Te llenarás de mierda te guste o no —escupió Smoker—. Nuestra prioridad es encontrar a ___. Kaku, Charlotte, el estúpido de Spandam y yo no encontramos la manera de saber donde pudiera estar porque un poder mucho más grande nos lo impide.
—La cuestión es la siguiente —interrumpió Katakuri poniendo un semblante serio—: ¿de verdad hemos destruido al Mrak?
🐉🐉🐉🐉
___ despertó de su gran y dulce sueño. Se percató de que no estaba en la habitación junto con Spandam sino en la cueva donde derrotaron a aquella criatura horrible con forma de cucaracha gigante. No estaba entendiendo nada. Se acordó que cierta voz la estaba llamando y lo ignoró completamente. Esta vez no debería ser así. Ella era Hall Lókë y debía escuchar a su alrededor. El lugar era caluroso a causa de la lava que emergía del gran agujero. Menos mal que no llegaba a más porque no había vuelta atrás.
Sin embargo, echó un vistazo más de cerca a la piscina de lava intentando recordar porque estuvo a punto de tirarse, a punto de morir. Dudaba que fuera el Mrak. Era alguien más poderoso quien aclamaba su presencia. ___ estiró su brazo hacia adelante con la mano abierta esperando alguna reacción y no se esperó que un filo de lava caliente emergiera de la piscina y estuviera a punto de tocar su palma. Una gota de sudor resbaló por su sien. Movió la mano de izquierda y derecha, ese hilo de lava la seguía.
¿Ahora controlaba la lava? Qué cosa más extraña, ¿verdad? Con toda la determinación del mundo la tocó sin miedo. Su grata sorpresa era que no quemaba. Ese líquido no atravesó su mano. No era lava. ¿Una ilusión tal vez? Si era así, significaba que el Mrak aún seguía vivo y su antepasada la estaba llamando para acabar con esto. Su destino era liberarlas del mal y lo hará. El miedo no impedirá cumplir su misión.
«Si me escuchas, guíame hasta ti».
Con esas palabras dichas colocó un pie hacia adelante y se tiró en la piscina de lava engullendo por completo. Ninguna criatura podría sobrevivir a algo tan destructivo como el líquido que escupía la madre naturaleza con rabia. La joven no sintió su piel quemarse ni destruida. Simplemente notó un aire frío en su rostro, como una suave brisa reclamando su atención. Entonces abrió sus párpados encontrándose casi el mismo panorama que sucedió en aquel lago. Una cueva subterránea y en su techo estaba cubierta de esa lava falsa.
Sus sospechas eran ciertas. El Mrak no está muerto. Este era su escondite. Estará en alguna parte escondido cual cucaracha que era. Estuvo a punto de caminar, pero sus pies se detuvieron cuando escuchó esa voz tan familiar llamarla. Su instinto de Gran Dragona le pedía que siguiera aquel tono. Esta vez no será una trampa o eso pensaba. No obstante, prefirió estar en su sitio con el ceño fruncido y con la mirada al frente.
—Me está tocando la moral un poco esto. No sé quién me está llamando, así que será mejor que dejes de jugar y muéstrate.
___ estaba decidida. No tenía ningún tipo de miedo. De pronto, de la nada surgió aquel enemigo “muerto” que agarraba con fuerza los cabellos a una mujer casi demacrada. Su piel estaba quemada y su rostro desfigurado. Era la tercera antepasada.
—Sabía que ella te estaría llamando, Hall Lókë. No puedes salvarla.
—Claro que puedo. En primer lugar, te cubriré de llamas para que desaparezcas de una vez por todas.
—¡No me hagas reír! —rio escandalosamente—. Aún eres débil y lo seguirás siendo hasta el fin de los confines.
—Respóndeme a una pregunta: ¿por qué no queréis que deshaga la maldición? —preguntó.
—¿No tienes alguna idea?
—La verdad es que no me lo estáis poniendo fácil.
—Es muy simple: si destruyes la maldición, el poder de la Gran Dragona resurgirá de nuevo y será capaz de matar al dios del planeta Panx.
El rostro de ___ se volvió confuso ante la respuesta de aquella cucaracha de alcantarilla. Rayleigh le contó una cosa y ahora esto. ¿Cuál era la gran verdad?
—¿No son los Mändras? Ellos son los contenedores de poder.
—Eso es lo que cuentan los ancianos manipulados por los antepasados del dios Enel. Los Mändras, o también conocidos como los Elegidos, están destinados a ayudar a Hall Lókë. Los mandalas de sus cuerpos los representan. Es cierto que cuando ambos se aparean, la Gran Dragona recibe una pequeña parte de su poder y crea una vínculo único, pero no es suficiente. ¿Por qué crees que maldecimos a la primera? Porque ella era la definitiva. Era la primera. Su poder era tan grande que, con un solo dedo, podía matar al primer dios. Los Mändras son solo unos perros falderos que van tras la falda de ella o de vosotras.
—¡¿Por qué crear una vil mentira?! —gritó, muy furiosa.
—Para que ninguna de tus antepasadas se dieran cuenta de la verdad, pero tenéis cierto vínculo cuando os acercáis a la zona maldita —seguía explicando—. Esta mujer quemada intentó salvar a la Gran Dragona del lago, pero mi hermano la echó y la atrajo hasta a mí.
—Entonces, ¿los Mrak solo sois unos carceleros enviados por los dioses del planeta?
—¡Ja! Somos más que eso. —La criatura esbozó una gran sonrisa mostrando sus dientes puntiagudos y saliva resbala en ella—. Somos los primeros en llegar a este planeta. Nosotros nos consideramos como la deidad suprema, pero nos escondemos ante un falso dios.
—¿Falso dios? —repitió—. ¿Enel es un falso dios?
—Él y sus antepasados. Los Mrak venimos del infierno de este planeta con el objetivo de conquistarlo, sin embargo, no nos imaginamos que uno de nosotros nos iba a traicionar.
¿Uno de ellos? ___ empezó a indagar toda la información que le estaba proporcionando ese insecto. Era un bocazas, pero era la única manera de averiguar la verdad. Entonces sus ojos se ampliaron no creyendo tal cosa.
—¿La primera Hall Lókë era uno de los vuestros?
—¡Esa maldita merecía estar encerrada en aquel árbol por traicionar a su raza! —gritó, escupiendo saliva—. Ella se autoproclamó como la Gran Dragona y pidió ayuda a unos míseros mortales para matar al dios de aquel entonces. ¡A diez mortales que fueron marcados por ella! ¡¿Te puedes creer eso?!
—Pero ¿por qué matar al dios si vosotros sois la amenaza?
—Ese dios lo eligió nuestro rey. Eliminarlo es la única manera de aproximarse a él. Pero nosotros se lo impedimos. Creamos una maldición en ella, no obstante, no pensamos que ella creó otra. Este estúpido círculo vicioso de traer nuevas Hall Lókë y nuevos Mändras.
Aún seguía procesando toda esa información. La pregunta era si el Mrak se estaba dando cuenta que le estaba proporcionando todo lo que necesitaba saber. ___ miró a su antepasada que tenía la mirada agachada, pero esta alzó un poco la cabeza a lo que susurró super bajito en un idioma extraño que solo pudo entender. La chica estará atenta a la señal que le encomendó. Un movimiento falso podría llamar la atención de la cucaracha humanoide gracias a sus antenas capaces de percibir el olor a través de las feromonas. Ella poco a poco se iba agachando para coger un poco de tierra intentando todo lo posible en no hacer mucho ruido. Iba restregando con ello su cuerpo como la otra vez. El monstruo perdió su esencia.
—¿Vas a volver a usar ese truco? Si lo haces, no dudaré en destruir este lugar creando tu propia tumba —amenazó.
Esperar a los Mändras no era la mejor opción. Su Mezame se activó por su cuenta y se movió con tal rapidez para golpear con mucha fuerza el rostro de la criatura soltando a la antigua Hall Lóke. Esta última aprovechó para escupir fuego por su boca, pero esa llama era la lava misma capaz de derretir toda la piedra. El Mrak respondió con antelación esquivando ese ataque mortal, pero no esperó otra golpiza de ___. No iba a permitir que este huyera como la última vez. Ambas dragonas tenían que derrotar al causante de esta maldición. Combinaron fuerza y velocidad para confundir al enemigo. La criatura escupió ácido y la antepasada volvió a echar fuego de lava creando un gas tóxico capaz de matar a cualquier bestia presente. La chica tuvo que taparse la boca para no inhalarlo. Desconocía los efectos secundarios. Su instinto de dragona le advirtió que la cucaracha estaba detrás suya para atacar, pero respondió con velocidad esquivando.
Si seguía así era probable que se cansara mucho más rápido que antes. Tenía que idear un plan con su antecesora. Una mano sintió en su hombro y vi a la mujer demacrada le susurró en ese idioma tan desconocido. Se notaba que no era de este planeta ni de la Tierra. Ambas combinaron un ataque poderoso, fuego y lava. El Mrak no lo pudo esquivar porque era demasiado poderoso. La cucaracha chocó con unas cuantas rocas y se quejaba de dolor. Este era resistente. Al fin y al cabo, era una cucaracha capaz de resistir todo tipo de ataques para morir. Repitieron el mismo procedimiento no perdiendo la esperanza de asesinar a ese ser maldito lleno de oscuridad. De repente, la lava falsa del techo desapareció por completo por la pelea que se causaba en ese lugar. Del polvo levantado el Mrak apareció de la nada tomando los cuellos de ambas y voló hacia arriba para lanzarlas con fuerza hacia una de las paredes. Sangre escupió la peli-(c/c). Sus vértebras se rompieron un poco. No lo suficiente para dejarla inmóvil.
Sus pies se apoyaron en la pared y se lanzó con violencia hacia el enemigo. Su objetivo era romperle las alas a esa criatura, así tendría mayor ventaja en tierra y no en aire. Mientras se encargaba de ello, la otra invocó lava de sus manos creando una especie de guantelete y fue directamente para golpearlo con ellos.
—¡No podéis acabar conmigo! —gritó con furia.
—¡Cállate, pedazo de cucaracha asquerosa!
Con toda la rabia del mundo arrancó sus alas a lo que los tres cayeron en picado. A ___ se le clavó una piedra afilada en el costado sintiendo un gran dolor. Su mente se puso en blanco. Todo su cuerpo le estaba pidiendo que le quitara ese objeto ya que era incómodo. Y lo hizo. Dio un grito tremendo importandole poco si perdía sangre. Su objetivo era más importante. Acabar con la amenaza era primordial.
—¿No te das cuenta que soy más fuerte?
—¡Me da igual! Estoy aquí para destruiros. Esta es la única manera para conseguir dicho poder que me mencionaste.
Estaba decidida.
—¡Tú y yo tenemos que unir nuestras fuerzas! —habló a su antepasada—. ¡No como antes! ¡Debemos sacar todas nuestras fuerzas hasta desmayarnos!
—¡Nunca lo conseguirás!
—¡Hagámoslo!
___ cogió la mano con mucha fuerza de su antepasada. Un poder inmenso creció en ambas, aunque no estuvieran los Mändras presentes para proporcionarles un poco más era suficiente. La joven peli-(c/c) notaba un cambio radical en su cuerpo. Escamas hicieron acto de aparición en su piel, sus ojos se volvieron dorados, sus pupilas rasgadas, unos cuernos crecieron en su frente, colmillos se hicieron prominentes y sus uñas eran garras. Estaba en un estado de híbrida entre dragón y humano. Un poco más y llegaba a transformarse en una dragona completa cómo pasó cuando estuvo a punto de morir. Ella miró a su derecha viendo que su antecesora también estaba en su transformación. Ambas gritaron con fuerza creando ondas de choque en el lugar.
El Mrak solo retrocedía y chocó con una de las paredes. Iba a lanzarse directamente hacia ellas, pero fue encadenado por las rocas del lugar. Fueron creadas por el poder inmenso de las dos Hall Lókë. De repente, volvió a escupir fuego y la lava está vez más poderosa que nunca.
—¡No! ¡Imposible!
La combinación fue tan grande que destruyó por completo al enemigo. La paz volvió a reinar en ese lugar que fue maldito por mucho tiempo. ___ no paraba de jadear una y otra vez, y cayó de rodillas. Poco a poco iba volviendo a su estado normal. Su garganta estaba seca a causa de la técnica. Una pequeña presencia estaba delante suya por lo que alzó la cabeza encontrándose a su antepasada ya a la normalidad con una sonrisa de oreja a oreja. Se dio cuenta que el lugar estaba lleno de flores y un gran árbol se ubicaba en el centro. Un cerezo hermoso.
—Tienes fuerte determinación, Hall Lókë —habló. Su voz era dulce y amigable.
—Dime una cosa: ¿todo lo que dijo es cierto? ¿Los Mändras fueron marcados por un Mrak y por eso somos capaces de consumir una pequeña parte de su poder?
—Desafortunadamente, si —afirmó—. La primera Hall Lókë era uno de ellos. Se dio cuenta de las cosas que hacían sus hermanos. Por ello, decidió escoger a diez guerreros capaces de aguantar esa pequeña cantidad de poder. Y ante la maldición, renacemos una y otra vez hasta que alguien, algún día, los eliminase.
—No me puedo creer que el dios sea manipulado.
—Los Mrak son así. Era la única manera de poder controlar a los habitantes de este planeta.
—No sabrás por casualidad dónde está la siguiente, ¿verdad? —preguntó con cierta esperanza.
—Mi sucesora se encuentra más allá de esta montaña —dijo, señalando con el dedo—. A treinta kilómetros. Ahí encontrarás un suelo partido en dos con un precipicio que no se ve el final.
—¿Y cómo sabré donde está ubicada?
—Lo sabrás cuando estés ahí.
Si, sabía que iba a responder eso. Poco a poco la antigua Gran Dragona desapareció ya viviendo en paz completamente. Inhaló un poco el dulce aroma de aquel cerezo. Esos pétalos eran hermosos. Ojalá se pudiera quedar por una eternidad admirando esa belleza ingrata.
—¡___!
Sus orejas agudizadas escucharon a alguien gritar por lo que se giró, encontrándose al grupo de chicos correr hacia ella.
—Chicos…
—¡¿Cómo se te ocurre irte así sin más?! —le riñó Paulie.
—¡Un poco más y me matan, mientras estaba dormido! —gritó Spandam, cabreado.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó Katakuri admirando el paisaje.
—Se acabó —respondió—. La tercera ya descansa en paz.
—Qué curioso. Las flores de cerezo simbolizan esa paz —comentó Doflamingo—. Hermoso a plena vista.
—Chicos —los llamó—, os tengo que contar algo. Detallar toda la información que me dio ese asqueroso Mrak.
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