Capítulo 1. La aventura sigue
Una chica elegida por las antepasadas para acabar con el mal que se cierne en el planeta Panx. Diez elegidos que debían proteger a la salvadora. Tres seguidores que eran fieles. Un ermitaño que guiará a la elegida por el buen camino. Y una criatura mitológica que los acompañaba en su aventura.
Hall Lókë y los Mändras estaban de vuelta.
Desde que escaparon de las garras del dios Enel y los Hörrox tuvieron que irse de la isla Cocoyashi porque no querían tener problemas en ese lugar. Su aventura no acababa después de aquella tragedia. Ahora los acompañaba tres Elegidos más. Ya estaban todos completos para cumplir la misión de la Gran Dragona. Lo único que faltaba era que ___ dominase a la perfección el Mezame y seguir despertando los poderes mágicos de un verdadero dragón. Caminaron cientos de kilómetros para encontrar un buen lugar para descansar y entrenar antes de seguir.
Rayleigh la entrenaba duramente para que controlase sus instintos, en caso de que los Mändras estuviesen en peligro por cualquier situación que surgiera durante su aventura. Estos entrenamientos llegaban al agotamiento para ___. Mira que estaba acostumbrada a practicar el karate, pero esto era muy diferente. Era vivir o morir ante los enemigos. Su enemigo era mucho más poderoso que ella. Era un dios que no dudará en matarla y que en un futuro llegará una nueva elegida para que cumpla esa misión.
Pero poco a poco su fuerza iba incrementando sorprendiendo al ermitaño. Estaba orgulloso de su progreso y tenía la sospecha de que ella era la persona indicada de acabar con todo esto. No solo aprendió con Rayleigh, sino también con los Elegidos. Charlotte Katakuri era el más veterano del grupo por lo que ___ le pidió que la entrenase también. El Mändra no perdió esa oportunidad para estar más cerca de ella, ya que sabía su secreto detrás de la bufanda a causa de Cracker. Oh, por supuesto, le riñó en aquel entonces por hacer el ritual.
La conexión entre la Gran Dragona y el hermano del peli-granate se volvía más intenso. Eran uno solo, incluso a ___ le daba quebraderos de cabeza cuando escuchaba la voz chillona de Cracker a la hora de insultar a los otros en silencio. No quería ni imaginarse con los otros. Bueno, Smoker era otro caso, pero él no hizo bien el ritual como le explicaron Cracker y Katakuri. Solo faltaba tener una conexión con los otros, aunque sentía miedo de Rob Lucci. Sí, ese hombre leopardo aprovechaba los momentos cuando estaban a solas para morderla, pero siempre llegaba Cracker para salvarla.
Una vez se pelearon y no había manera de separarlos, incluso los dejaron porque era un comportamiento típico de dos machos pelearse por una hembra. «Que idiotez», pensó ___ y no tuvo más remedio que jalarles de las orejas para que parasen de una vez. La relación con los otros Mändras iba fluyendo, aunque todavía tenía ciertas controversias con algunos, por ejemplo, con Spandam. ¿Cómo era posible que ese fuese un Elegido? No lo soportaba. Se quejaba de todo. A lo mejor su antecesor fuese igual que él.
Kaku era una maravilla. Se comportaba con buenos modales, incluso era un buen chico. Y eso que antes eran enemigos y que quería llevarla ante la justicia, pero las cosas cambiaron cuando se enfrentaron ante el dios del planeta Panx. Con Doflamingo y Crocodile eran unos casos bastante interesantes. Primero, el pelirrubio en un principio quería matarla y luego se comportaba como Lucci, pero este era más directo, incluso hacía comentarios obscenos para molestarla. Y el amante de los cocodrilos era tranquilo, aunque también bromeaba con la Gran Dragona solo para verla enfardar. Le divertía, no lo negaba.
Esos fueron los momentos más cruciales para ___: entrenar y conocer bien a los Mändras.
Un día, el sol iba apareciendo poco a poco dejando un amanecer precioso y encantador. Los pájaros cantaban, advirtiendo que ya la luz de la estrella de fuego hizo acto de presencia. El primero en despertarse, como de costumbre, era Rayleigh para cazar algún que otro animal y preparar el desayuno. Vivió toda su vida siendo un ermitaño y echaba de menos estar acompañado con una mujer. Y no una cualquiera, sino su mujer. ¿Cómo estará ella? Mucho tiempo sin verla. La esposa de Rayleigh comprendió su marcha porque sentía que Hall Lókë iba a aparecer en cualquier momento.
Sus oídos se agudizaron al escuchar a ___ despertarse, dando un gran bostezo y estirar los brazos. No tuvo frío gracias al plumaje de Trico, la gran bestia que tenía una fuerte conexión con la joven. Nadie pensó que fuese la única persona que dominase a esa criatura peligrosa. Todos los seres de este planeta lo temen. ___ se acercó a la fogata que hizo el ermitaño aún con los ojos somnolientos.
—Buenos días, ___ —saludó.
—Buenos días.
—¿Cómo dormiste?
—Si te soy sincera: mal —confesó—. Esto de estar conectada con uno de ellos me está matando. ¡He visto su sueño!
—Oh, ¿y puedo saber que soñó Cracker? —preguntó. Una sonrisa se formó, sintiendo mucha curiosidad.
—Que me estaba follando —dijo sin pelos en la lengua y provocó que el ermitaño riera bajito—. No te rías que esto no es gracioso. ¿Tú sabes lo que es compartir ese mismo sueño con diez? ¡Ya me ves muerta en el piso!
—Ya veo porque está sonriendo —añadió. ___ giró la cabeza para ver al peli-violeta, quien mantenía una sonrisa de pura satisfacción.
—Será hijo de puta el cabrón.
—¿No me digas que no te gusta que sueñe contigo?
—Sí me gusta, ¡pero no de ese modo! Hay millones de formas y no follándome.
—¿Sabes? Siempre he oído que cuando una persona sueña eso, es que tiene que calmar esas necesidades cuanto antes —comentó, mientras le daba un vaso de leche caliente junto con un plato lleno de comida.
—Pues que se le baje los humos de alguna forma porque yo no lo haré.
Cada vez que conocía más a fondo a la joven, le divertía su forma de ser. Una mujer con un carácter fuerte y explosiva, pero en el fondo era alguien cariñosa, afectuosa, risueña y que se preocuparía por sus compañeros. Sus oídos se volvieron agudizar, viendo a Trico moverse y estirar sus grandes patas empujando a unos cuantos. Claro, eso provocó que algún que otro despertarse.
—¡Dile a ese animal que no vuelva hacer eso! —gritó Spandam, ya levantándose con un humor de perros—. ¡La próxima no dudaré en....! —No le dio tiempo a terminar porque la criatura se acercó a él, casi con un rostro amenazante—. ¡Yo no dije nada!
—A veces das quebraderos de cabeza —habló Paulie con un rostro somnoliento y con los cabellos un poco engrifados, pero se despertó de golpe al sentir la lengua de la bestia—. Sí, buenos días a ti también, Trico.
—¡Qué gran día va ser hoy! —exclamó Cracker con una sonrisa de oreja, pero esa felicidad se esfumó cuando ___ lanzó su zapato golpeando la cara de este—. ¡Oye!
—¡¿Pudieras, por una vez en tu vida, no tener sueños eróticos conmigo?!
—Oh, veo que Hall Lókë se levantó con el pie izquierdo —dijo Doflamingo, muy divertido viendo la situación.
—No tengo culpa de estar necesitado —se excusó, incluso realizó un puchero de lo más tierno.
—¡Pues vete al bosque a masturbarte porque yo ni pienso acostarme contigo! —le aclaró.
—¡Oh, vamos! No seas así.
Mihawk ocultó su rostro con el sombrero no queriendo ver ni escuchar lo que estaban diciendo. Tan solo quería centrarse en comer y estar tranquilo. Tashigi y Monet tuvieron que acercarse a ___ para tranquilizarla porque estaba claro que iba a asesinar a Cracker sin ningún problema. Quien miraba con recelo al peli-violeta era Lucci. Ya le gustaría compartir sus sueños más húmedos con la joven para que se diera cuenta también que realmente estaba necesitado. No tenerla en sus brazos desde la última vez lo estaba matando por dentro, incluso gruñó por lo bajo.
Todos se reunieron en la hoguera, menos Katakuri quien se escondió detrás de Trico, para comer con mucha tranquilidad. Ya era una costumbre. A ___ le gustaría ver el rostro que estaba ocultando el grandullón, pero tampoco quería agobiarlo demasiado. Hubo bromas de por medio para romper el ambiente. Casi la gran mayoría se llevaban bien, menos entre Lucci y Cracker y entre Doflamingo y Crocodile. Estos dos últimos aún seguían teniendo una enemistad muy fuerte y nadie lo negaba. Escuchar la voz del pelirrubio le da náuseas al otro.
—Bien, debo comunicar que es hora de irnos de aquí —anunció Rayleigh.
—¿Por qué motivo? —preguntó Smoker, ya con los puros encendidos.
—Ha pasado un mes desde que nos fuimos de la isla Cocoyashi y decidimos quedarnos aquí en este bosque inhóspito para que ___ entrenase como es debido —iba hablando—. Tu progreso me ha sorprendido, incluso debo decir que tus capacidades van mucho más allá de lo que me imaginé.
—¿Gracias? —respondió con un toque de duda en su voz.
—Sin embargo, esto no quiere decir que ya controles del todo tus poderes. Aún debes seguir progresando y, para ello, debemos irnos. Ya este sitio no es un buen lugar.
—Progresar significa que debe realizar esos rituales que nombraron los dos Charlotte, ¿no? —Ante esa sugerencia que dijo Mihawk, casi ___ se atraganta. El ermitaño asintió con la cabeza—. ¿Y por qué ya no es un buen lugar?
—Fíjate en Trico.
Todos miraron a la criatura. Sus plumas se engrifaban a cada momento, gruñía por lo bajo y sus ojos se volvieron color rosa pálido. Señal de que estaba incómodo por una presencia que se estaba aproximando.
—Enemigos —musitó ___, quien se levantó para tranquilizar a la bestia.
—Esa criatura es una especie de radar —comentó Crocodile terminando su café.
—Entonces es mejor irnos. —Katakuri apareció ya terminando su plato—. Los Hörrox habrán descubierto nuestro paradero.
—La bestia si vuela nos detectarán —dijo Kaku.
—Entonces vendrá con nosotros —sugirió ___—. No te preocupes. No pasará nada.
La gran bestia se iba relajando poco a poco ante la voz de la joven. El mal recuerdo que tuvo enfrentándose a los Caballeros fue trágico. Nunca olvidará ese momento en que lo encadenaron en aquella torre para que no huyera y destruyera una ciudad completa. Todos y cada uno de ellos recogieron las cosas para no dejar ni un rastro de evidencia que estuvieron ahí. Rayleigh aconsejó adentrarse en el bosque porque estarán más seguros. No había que preocuparse con Trico porque su cuerpo era de gato y podía moverse con cautela entre los árboles.
El ermitaño era el guía. Era la única persona quienes podían confiar en él. Un día dijo que más allá de este bosque se encontrarían con una gran ciudad llamada Sabaody. Pero en ese lugar había que tener mucho cuidado porque ahí venían unas personas muy importantes de la alta sociedad para comprar esclavos: los Dragones Celestiales. ___ recordó que Doflamingo fue uno de ellos y sabrá más acerca de esa gente, aunque era mejor no preguntarle porque cuando Ray lo comentó, este puso una cara de pocos amigos. Era una forma de decir que no quería recordar esos momentos que vivió siendo uno de ellos.
El bosque era bastante frondoso y había que tener mucho cuidado por las rocas mohosas. Si uno lo pisaba mal, podría tener una desgracia ante la caída. Los más altos no tenían ningún problema, pero ___ no se fiaba de sus pies. Iba con mucho cuidado y tenía a Trico detrás suyo por si su amiga resbalase y pueda recogerla a tiempo. Pero quien estaba delante de ella era Smoker. En las rocas grandes que había que saltar, él la ayudaba a bajarla. Esos eran los momentos únicos en que ambos estuviesen cerca.
Un roce. Un respiro. Cualquier cosa provocaría una descarga eléctrica en ambos. Ellos estaban conectados, pero no lo suficiente. El ritual debía hacerse bien, pero ¿cuándo? La joven ___ no les estaba permitiendo porque eran demasiado dominantes, menos Paulie, Kaku y Spandam que eran los más tranquilos. La Gran Dragona le comunicó a los Elegidos que no se atreviesen a utilizar esa palabra para dominarla por completo porque les escupiría fuego sin pensarlo. Sí, Rïtsuka. Ella no era una muñeca, sino una humana que merecía hacer lo que quisiera.
___ notó algo raro en el ambiente, incluso se tensó porque no presentía a Trico detrás. Se giró para encontrar a la gran bestia muy atrás y bramando sin parar. Ese comportamiento era muy preocupante para la chica que se acercó para saber que le pasaba. Sus ojos rosas brillaban tanto que indicaba algo peligroso.
—¿Qué te pasa, amigo?
No recibió respuesta porque la cabeza del animal estaba puesta en un sitio en concreto. Ella siguió la mirada encontrándose con una casa abandonada. Las paredes estaban agrietadas y mohosas, como si ya nadie viviera ahí por unos cuantos años. No estaba segura si acercarse porque no le estaba dando muy buena espina. Voces empezó a escuchar y no eran de Trico y de cualquier otro animal. Sus pies se movieron por sí solos acudiendo a la llamada, pero pegó un grito tremendo al sentir una mano posarse en su hombro.
—Perdonad, mi lady. No era mi atrevimiento de asustaros.
—Hazme una señal o algo antes de hacer eso —dijo con la respiración agitada.
—Os separasteis del grupo y no quisiera que os perdieseis.
—Atento como siempre. —Esbozó una pequeña sonrisa, pero eso se esfumó—. Me alejé porque Trico se detuvo aquí. Estaba muy tenso. Investigué el motivo y es por esa casa.
—¿Qué casa, mi lady? —preguntó con un rostro confuso.
—Esa. —Señaló el lugar, pero para su sorpresa desapareció—. ¿Eh? Pero si hace unos momentos estaba ahí.
—Os aconsejo que no os separéis —advirtió el Mändra—. Presiento que este lugar oculta algo.
—¿Lo has oído, Trico?
La criatura solo bufó por lo bajo y caminó en dirección hacia los otros, seguido por Mihawk y ___. El resto se tuvo que parar para que ninguno se quedase atrás. Entre las sombras los observaba alguien quien tenía los ojos puestos en la Gran Dragona. Una oscuridad que se cernía en ese bosque misterioso poco a poco se iba extendiendo.
Un mal presagio se avecinaba.
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