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K O R A W A L K E R
Después de abandonar la habitación D226, me encontré con el jefe, cuyo rostro mostraba una sorpresa y un alivio evidentes. Juntos nos encaminamos hacia el ascensor que nos llevaría al distrito cero. Durante el trayecto, David McCall, el jefe, me proporcionó algunas indicaciones sobre las reglas que debía seguir dentro de la institución.
Llegamos a una puerta y McCall buscó en su bolsillo una llave. Sus manos temblaban ligeramente mientras giraba la llave en la cerradura. El jefe me permitió pasar, y yo crucé el umbral de la habitación. La oficina era espaciosa y estaba elegantemente decorada con muebles oscuros. En el centro había un escritorio impecablemente ordenado, con documentos perfectamente alineados y una computadora brillante.
Con precaución, observé detenidamente la oficina, absorbiendo cada detalle. Había estanterías repletas de libros y carpetas, evidencia de que la institución valoraba el conocimiento y la experiencia. Las altas ventanas permitían que la luz del sol se filtrara, iluminando la habitación y creando un ambiente acogedor.
McCall se acercó y, con una voz profunda pero amigable, me dio la bienvenida a mi nuevo puesto —Te entrego la llave de tu oficina, recuerda que es la R24. Aquí puedes dejar tus anotaciones y colocar tus datos en el nuevo portátil que entregamos a nuestros empleados. Mañana nos encontraremos de nuevo. ¡Que tengas un maravilloso día, Kora! —, dijo con dulzura antes de alejarse y dejarme sola en medio del pasillo, sosteniendo la llave.
Me despedí cortésmente del Sr. McCall con una suave sonrisa, girando lentamente hacia los amplios y luminosos ventanales de la oficina mientras apoyaba con delicadeza mis manos sobre el pulido escritorio. En un intento por encontrar un momento de calma, cerré brevemente los ojos, tratando de ordenar las vertiginosas ideas que bullían en mi mente.
Con cautela, examiné con detenimiento la oficina, absorbiendo cada detalle. Había estantes repletos de libros y carpetas, evidenciando que la institución valoraba el conocimiento y la experiencia. Los grandes ventanales permitían que la luz del sol se filtrara, iluminando la habitación y creando un ambiente acogedor.
La revelación de mi verdadera identidad como espía pondría en peligro no solo mi trabajo sino también mi permanencia en Wagner. Era innegable que alguien dentro de esta institución estaba filtrando información crucial, pero ¿cómo era posible? ¿Cómo podía alguien, confinado durante todo un año en estas cuatro paredes, estar al tanto de los detalles más relevantes?
Cada rastro de conversación o encuentro sospechoso cobraba un nuevo significado y mi mente se empeñaba en encajar cada pieza de este intrincado puzzle. Respiré hondo, en un intento por encontrar serenidad en medio de la tormenta que se avecinaba. Sabía que era hora de actuar, de tomar medidas, de desentrañar el oscuro secreto que acechaba dentro de los muros de esta institución. Era mi deber como espía, como protectora de la verdad, desenmascarar al traidor sin importar las consecuencias.
Aquella frase... Debía anotar aquella información clave que Darek me había proporcionado. Pensé, hasta que el sonido estridente del timbre de mi teléfono me hizo brincar en mi asiento. Sin perder un segundo, contesté la llamada anticipando que pudiera ser mi jefe. Tenía que actuar como si todo hubiera salido a la perfección, como si mi auténtico oficio fuera desconocido para nuestro objetivo y como si no hubiera levantado ninguna sospecha. Inhalé profundamente antes de escuchar la voz de Darío, lo que desencadenó un torrente de emociones en mi interior — y ninguna positiva —
—Buenísimos días, Kora — dijo mi compañero de trabajo, nuestra relación era tan tensa cómo la del gato y el perro — . Solo quería presumir que mi puesto actual consiste en analizar los videos de seguridad de un lujoso hotel en Wrein, Inglaterra, mientras disfruto de una deliciosa pizza de cuatro quesos. Me encuentro cómodamente vestido con una elegante bata de franela y con una relajante mascarilla facial de Dobby de Star Wars Que diga, de Harry Potter.
—¿Sabes la cantidad de lugares geniales que hay? —pregunté, antes de tomar el aire necesario para evitar que estallara — Cafeterías con pasteles deliciosos, bares llenos de risas contagiosas, clubes donde se baila como si no hubiera un mañana e incluso ¡un club de malabarismo con canguros!
A través del teléfono, pude escuchar sus carcajadas, las cuales se asemejaban a la risa de Bob Esponja —¿Te afectó tanto la conversación con el psicópata? — preguntó con un tono burlón.
—Explora esos maravillosos lugares sociales y públicos, y... ¡Déjame vivir en paz! ¡Maldita sea! ¡¿Tanto te cuesta descargarte Tinder o cualquier otra red en la que puedas hacerte un único amigo?! ¡No, Darío! ¡Ser tú compañera no significa que sea tú amiga y debamos hacer una barbacoa todos los Domingos!
De pronto, mis oídos captaron un sonido inesperado, una risa que me desconcertó al instante. No pude evitar sentirme desorientado por unos segundos, ya que era una risa distinta a la reconocible carcajada de Darío. El sonido parecía provenir de atrás de mí, así que no lo pensé dos veces y di un giro rápido para averiguar su origen.
Cuando mis ojos se encontraron con la escena que se desarrollaba frente a mí, quedé completamente sorprendida. Allí estaba él, aquel chico de ojos grisáceos, sosteniendo varias cajas en sus manos con una habilidad impresionante. Una sonrisa traviesa se dibujaba en su rostro, mientras sus ojos brillaban con una chispa de travesura.
—¿Qué haces aquí? — pregunté.
—No me consideres chismoso, aunque de vez en cuando lo sea — colocó las cajas en el suelo, emitiendo un suave gruñido que resonó en el ambiente. Luego, se enderezó, permitiéndome admirar cada músculo tonificado de su cuerpo, mientras su mano acariciaba su cabello castaño, provocando que se deslizara entre sus dedos como seda — . Estoy siguiendo las órdenes de McCall y me estoy deshaciendo de los archivos que ya no son útiles. He estado aquí todo el tiempo, para ser precisos. Y veo que tú y tu compañero se llevan de maravilla.
—Ah, sí — respondí, avanzando hacia él — . Es mi compañero de piso de hace tiempo, está bastante enfadado porque no consigue las pastillas hormonales que necesita para equilibrar su nivel de testosterona y no sabe a quién desahogarse. Realmente, es una situación difícil para él...
—¡¿Cómo te atreves a-
Sin perder un segundo, corté la comunicación telefónica, dejando a Darío sin poder concluir sus palabras. Me paré frente al chico de ojos grises. Había algo cautivador en su apariencia.
Mientras su sonrisa persistía en su rostro, con gentileza extendió la mano hacia adelante — Para algunos soy el lambón del director, pero en realidad me llamo Aiden Scott y soy psiquiatra en el grado cero. Estoy en preparación.
Le regalé una sonrisa antes de imitar su movimiento y extender mi mano, agarrando la suya en un gesto de presentación — Para algunos... Soy la enchufada, por ser hija del querido sacerdote de esta localidad, pero en realidad me llamo Kora Walker y soy la suicida que ha aceptado ser psiquiatra del paciente D226.
Mientras estrechábamos las manos, no pude evitar notar una cicatriz que se deslizaba a lo largo de su mano, desde su dedo índice hasta su muñeca. Se convirtió en el punto focal de mi atención.
—Era pequeño cuándo me hice esta cicatriz — explicó sin esperar la pregunta — , me corté con un cristal afilado.
Mantuve un silencio absoluto mientras una discreta sonrisa se dibujaba en mis labios. Luego, con determinación, me encaminé hacia mi escritorio y cogí mi bolso, caminando con paso firme hacia la salida de la oficina —Si es por comodidad, no me molesta que esos archivos ocupen las estanterías. Puedes tomarte un descanso — le aseguré antes de dirigir mi mirada hacia mi reloj — , yo debo marcharme. Un placer, Scott.
—Ya qué tiene tanto nivel en su profesión — comenzó a decir, frenando mi avance — Pensé que quizá no le importaría acompañarme a desayunar y darme clases. No pienses que es una excusa para conocerte, y si es que lo piensas, estás en lo correcto.
—Perfecto — dije, dándole una última mirada a sus ojos grisáceos antes de marcharme — , nos vemos mañana a las siete menos cuarto.
Cuando salí de la institución, mi teléfono emitió un suave sonido, anunciando la llegada de una notificación. Movida por la curiosidad, desbloqueé mi dispositivo y abrí el mensaje entrante. Para mi sorpresa, me encontré con una imagen de Darío luciendo una mascarilla de Dobby, mostrándome descaradamente el dedo del medio con una expresión claramente enojada. No pude evitarlo, una risa incontrolable se apoderó de mí, aunque mi reacción fue ambivalente:
—Tienes exactamente diez segundos para eliminar mi número.
Cuando llegué al aparcamiento, divisé el coche de mi padre. Era evidente que había llegado con bastante tiempo de antelación. Tendría que repetirle una vez más que no se molestara en recogerme en el trabajo.
Cuando me acerqué al automóvil para saludar a mi padre, me sorprendió su falta de respuesta. En lugar de devolver el saludo, simplemente encendió la radio sin decir una palabra, permitiendo que la música llenara el espacio entre nosotros. Durante todo el trayecto, reinó un incómodo silencio interrumpido únicamente por las notas de una melodía clásica que emanaba del piano y el arpa. Aquella música me envolvía de tal manera que luchaba por mantener los ojos abiertos, peleando contra el sueño que me invadía.
Finalmente, llegamos a casa y me volví hacia mi padre con una expresión de confusión en mi rostro. Me resultaba extraño que no me preguntara cómo había ido en mi primer día, como si mi experiencia no le importara en lo más mínimo.
No debería esperar mucho de alguien que ahora actúa como si fuera mi padre, cuando en realidad nunca estuvo presente en mi infancia.
Mi padre, con seriedad en su voz, me llamó por mi nombre y giré inmediatamente para mirarlo. Sin apartar la mirada de la mía, preguntó: — Kora, ¿dónde está? El collar, ¿dónde está?
F.
Me invadió el susto y traté de alejarme, pero él logró agarrar el collar que mi padre me había regalado. Con una fuerza descomunal, arrancó el collar de mi cuello, acercándonos peligrosamente, con nuestras bocas a escasos centímetros de distancia.
F.F
—Pues, se me enredó en el cabello y al tratar de quitar el nudo — mentí, transmitiendo serenidad — . No te preocupes, trataré de arreglarlo.
La mirada de furia de mi padre se hizo evidente cuando sus ojos se posaron en los escombros del collar destrozado. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver su mano levantarse con fuerza, temiendo una reacción violenta. Sin embargo, en un instante, su expresión cambió y sus dedos se entrelazaron en un gesto de oración. Repetía una y otra vez la misma frase: "Purifícame, sáname, restáurame, renuévame".
Después de ese momento de introspección, se enderezó y una sonrisa se dibujó en su rostro. Anunció que todo estaba bien, pero que tenía asuntos urgentes que resolver. Antes de abandonar nuestro hogar, tomó su sombrero negro y se lo colocó en la cabeza con determinación.
Una vez de vuelta en mi habitación, tomé asiento en mi cama y, con cuidado, posé mi portátil sobre mis piernas. La confusión se apoderó de mí y no pude evitar preguntar en voz baja, con una mezcla de sorpresa y preocupación: "¿Qué acaba de ocurrir?"
Después de un breve momento de reflexión, finalmente me decidí a buscar en mi navegador la frase exacta que Darek Hale me había mencionado. Era incapaz de quitarme de la cabeza esa fecha en particular. Mi búsqueda desencadenó una avalancha de páginas web que repetían la misma información: el quince de septiembre de 1995 en Ritterburg, Alemania. Entre los resultados, había una imagen de un antiguo periódico en la que aparecían tres personas. Con la curiosidad en su punto máximo, decidí ampliar la imagen para poder examinar detenidamente cada rostro que allí se mostraba.
Fue entonces cuando me di cuenta de que el hombre situado en el centro era ni más ni menos que mi propio padre. El corazón me dio un vuelco y mi mente empezó a correr en todas direcciones, intentando entender el significado de aquel hallazgo. El titular que acompañaba la imagen revelaba que se trataba de un "Proyecto de construcción religiosa llevado a cabo por Gerard Walker", pero lamentablemente la información era escasa y no daba muchos detalles acerca de qué precisamente consistía dicho proyecto.
Mi curiosidad se despertó al observar detenidamente a las personas que acompañaban a mi padre en la fotografía. Eran dos jóvenes, aparentemente adolescentes, cuya edad oscilaba entre los 14 y los 17 años. Mi padre colocaba su mano sobre el chico que parecía ser el más joven de los dos, un muchacho de cabello castaño y ojos claros, aunque era difícil determinar exactamente el color de sus ojos debido a la falta de nitidez. Sin embargo, noté que su mano presentaba una extraña marca apenas perceptible.
El otro chico, más alto que su compañero, tenía cabello negro y ojos de una tonalidad clara, al igual que el primero. Mi frustración por no poder apreciar con precisión sus características hizo que abriera la aplicación que todos los agentes del CNI compartíamos. Con determinación, subí la imagen a la aplicación y comencé a seleccionar las partes que deseaba ver con mayor claridad.
La calidad de la imagen mejoró de inmediato, permitiéndome apreciar con absoluta perfección las características de ambos chicos. Los detalles antes difusos se volvieron nítidos y claros. Fue entonces cuando mi corazón se aceleró al contemplar aquella cicatriz en la mano del adolescente de ojos grisáceos, idéntica a la de Aiden Scott. Como si eso no fuera suficiente, el otro chico presentaba rasgos sorprendentemente similares a los de Darek Hale. Sus ojos, con ese deslumbrante tono esmeralda, eran inconfundibles.
F
Era casi imposible ignorar el hecho de que compartes apellido con él.
A simple vista, tus rasgos son tan similares a los suyos que resulta difícil descartar que seas pariente de él. Pero lo que más me sorprende es tu habilidad para mentir, es como si llevaseis la mentira en la sangre. Tú no tienes ni la más mínima idea de lo que te rodea, Kora. ¿Crees que soy quién buscas? Te advierto de antemano que estás frente al diablo equivocado.
F.F
Inmediatamente cerré la página del periódico, desesperadamente enredando mis dedos en mi melena oscura mientras intentaba tranquilizar mi agitada respiración. Fijé mi mirada en un enlace que mostraba los resultados de mi búsqueda, detallando el crimen de Darek Hale. Intrigada, me sumergí en el artículo, leyendo con atención en busca de algún detalle que hubiera pasado por alto en su expediente.
Darek Hale, conocido como el psicópata de Rittenburg, es responsable de uno de los crímenes más terroríficos que haya presenciado el pueblo. En un trágico evento ocurrido en 1991, Jonas Hale, padre de Darek, fue brutalmente asesinado, encontrando su fin en un desgarrador corte en el cuello. El misterio que envuelve su muerte persiste hasta hoy, ya que los hijos del difunto explicaron que Jonas se sentía culpable por el fallecimiento de su esposa Caroline, quien sucumbió a un avanzado cáncer y trágicamente perdió la vida por su propia mano.
Desde aquel fatídico día, Rittenburg ha sido testigo del horror continuo mientras múltiples jóvenes adolescentes han aparecido brutalmente asesinados. La presencia de los cadáveres ha sembrado el pánico en los habitantes de esta tranquila localidad, hasta que se encontraron pertenencias de Darek, el hijo mayor de los Hale. Una de las víctimas llevaba consigo un collar distintivo, una cruz negra con las iniciales "HALE" grabadas en ella. Para sorpresa de todos, esta misma cruz apareció en el resto de cuerpos encontrados.
El terror se intensificó cuando un valiente testigo se presentó, afirmando haber presenciado el espeluznante momento en que Darek asesinó a su propio padre. El hermano menor de Darek, en un estado de terror absoluto, acudió a este testigo en busca desesperada de ayuda, afirmando que vivía amenazado de muerte y que no tenía otro lugar al que acudir o familia a la que recurrir.
La historia macabra de este sanguinario psicópata sigue sin resolverse por completo, dejando a Rittenburg en constante temor y desconfianza. La gente del pueblo se pregunta si algún día atraparán a Darek Hale y si descubrirán los verdaderos motivos detrás de su ola de asesinatos. Mientras tanto, los vecinos de esta pequeña localidad aferran la esperanza de que finalmente se haga justicia y la paz pueda reinar otra vez en sus calles.
2000, Tú Periódico, Alemania.
Una perturbadora sospecha se apoderó de mí al concebir una teoría reveladora y enigmática: Aiden Scott, sin duda alguna, era el hermano menor de Darek Hale.
Mi teléfono me anunció que estaba recibiendo una llamada telefónica. Al contemplar la pantalla, vi que era un número desconocido. Contesté curiosa, escuchando varios sollozos tras el teléfono. —¿Sí? — pregunté, confundida — ¿Quién es?
—¡Tienes que huir! — exclamó una voz femenina quebrada — Soy una desconocida para ti, pero si decides escucharme, estaré salvándote la vida. No puedes quedarte más tiempo en ese lugar, tu muerte está cerca. Él me advirtió, me dijo que te transmitiera su mensaje: debes liberarlo. Solo tú tienes el poder para hacerlo. ¡Tú eres la llave que desencadenará su libertad! Si mueres, si te atrapa... Este terror continuará extendiéndose más allá de las fronteras, atrapando a todos en su juego infernal. Mi nombre es Kate Grace... Él me advirtió El Diablo Blanco — sus palabras se vieron interrumpidas por un estruendo atronador y desconcertante. El ruido, difuso y difícil de identificar, se reveló de repente como un disparo, resonando en el aire y martillando mis tímpanos. A este ruido angustiante le siguió el lamento desgarrador de alguien sumido en un profundo dolor.
Una sensación de terror se apoderó de mí mientras unos pasos apresurados y amenazantes se acercaban al teléfono. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral cuando la línea telefónica se cortó drásticamente.
El suceso me dejó atónita y desconcertada. Mi mente quedó suspendida en el aire, incapaz de asimilar lo que acababa de suceder. Sin embargo, una mezcla de curiosidad y determinación me impulsó a tomar una profunda bocanada de aire y marcar nuevamente el número. Pero lo que vino después me estremeció hasta lo más profundo de mi ser. Una voz monótona y fría, anunciando que aquel número de teléfono no existía.
Nota de la autora
Hola, hola, mis detectives.🕵🏻♀
¿Cómo están? Aquí les traigo un nuevo capítulo del backstory de "Hale".
¿Qué os ha parecido este capítulo? Os leo. 👀
Jolie
¡Gracias por leerme!
❤
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