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H E A T H E R

Los rayos del sol se filtraban entre las ramas de los árboles, creando una danza de luces y sombras sobre nuestra piel. El vibrante color verde del césped se extendía hasta donde alcanzaba la vista, creando un manto natural que nos abrazaba con su frescura y vitalidad. Mi mirada se encontraba con los ojos celestes de Ashton, cuyo brillo parecía buscar refugio en mis ojos esmeraldas. Sus pupilas reflejaban el cansancio y la dulce satisfacción de haber completado nuestras tareas. El aroma de las flores que adornaban los macizos cercanos se mezclaba con el olor fresco de la hierba recién cortada, llenando nuestros sentidos con una fragancia reconfortante. Cerré los ojos por un momento, inhalando con profundidad el aire puro y dejando que la esencia floral me envolviera.

La belleza del lugar, con su manto de tranquilidad, se desvanecía ante la batalla interna que luchaba en mi interior, dejándome atrapada en un limbo emocional del que no sabía cómo salir. El día anterior, el descubrimiento de que Blake Werner tenía novia, me había dejado con una sensación de desolación que parecía aplastarme como si fueran ladrillos cayendo sobre mí. Cada pensamiento, cada latido de mi corazón parecía tener un peso inmenso, como si estuviera hecho de plomo.

"¿Y qué importa, Heather? En tan solo unos meses será tu boda, con aquel hombre al que llaman el ángel caído; aquel que te mira con confusión mientras te relata cómo ha transcurrido su día con una sonrisa radiante. Sin embargo, eres incapaz de prestar atención a sus palabras, pues sabes que este matrimonio es parte de los deseos de tus padres, construir un amor falso, donde solo hay interés."

Cada vez que cruzaba mi mirada con la suya, mi realidad parecía doler menos, como si su sola presencia tuviera el poder de aliviar cualquier herida emocional. Deseaba sumergirme en su mundo, desvelar cada uno de sus secretos, conocer los detalles más profundos de su ser. Pero ahora, con la certeza de que tenía alguien a su lado, sentía cómo mi corazón se resquebrajaba un poco más, rompiéndose en fragmentos de dolor.

En medio de ese torbellino de pensamientos, ignoré por completo los mensajes de aquel desconocido y, sin dudarlo, rechacé su invitación para ir a la catedral. Me di cuenta de que estaba siendo vigilada, estudiada... Era el sujeto de experimento para alguien que permanecía en las sombras.

—Heather, — su voz fluía con serenidad. El suave resplandor del sol matutino acariciaba su cabello, transformándolo en un cascada dorada que enmarcaba su rostro. Sus ojos brillaban con la claridad y profundidad de un océano infinito. Con ternura, su mano se entrelazó con la mía, y su pulgar trazó suaves caricias sobre mi piel — parece que estás un poco distraída, ¿todo está bien?

—Claro, todo está genial. Lo siento, es que estoy muy agotada — fui arrancada de mis pensamientos y me enderecé en mi asiento, forzando una sonrisa antes de continuar hablando — ¿y por qué acudiste esta mañana a la asociación? Quiero decir... Es que nunca te he visto antes por aquí y...

Ashton mantenía su mano entrelazada con la mía, y aunque su gesto era dulce, había algo en lo más profundo de mí que me incomodaba. Un palpitar interno me gritaba que debía liberar mi mano de la suya.

—Tranquila, no tiene nada de malo la pregunta — dijo, su pulgar acariciaba en círculos la palma de mi mano — . Fue el Sr. Clark, tú padre, quién me pidió que te acompañara, dijo que sería beneficioso para la comunidad vernos unidos.

Mi sonrisa se desvaneció al escuchar las palabras "Sr. Clark" salir de sus labios. En un abrir y cerrar de ojos, me di cuenta de que estaba impulsado por las instrucciones de mi propio padre. Si decidiera rechazar el compromiso, implicaría desobedecer las directrices de su propio padre. Me invadió un sentimiento de incredulidad. No podía creer cómo no había pensado en esto antes. Era evidente que su presencia a mi lado no era por gusto, ni porque deseaba estar allí. Estaba claro que se había visto forzado a ser mi acompañante.

—Oh, mi padre — susurré, liberando mi mano de la suya.

—Sí, — arqueó sus cejas, confundido — aunque... Es imposible resistirse a la posibilidad de pasar aún más tiempo contigo, Heather.

Intentaba concentrarme en cada palabra que salía de la boca de Ashton, pero mi mente divagaba hacia el murmullo que se escuchaba a pocos metros de distancia. Con un giro repentino de mi cabeza, mi mirada se encontró de manera instantánea con aquellos hipnotizantes ojos heterocromáticos. Un destello cautivador irradió de sus ojos, aquel destello que provocaba que mi estómago se revolviera como un enjambre de mariposas que se extendían por cada rincón de mi ser.

La escena se volvió aún más impactante cuando mis ojos se encontraron con Catalina de pie junto a Blake.

Sí, Catalina.

Sus expresiones faciales eran una evidencia clara de que su ira alcanzaba límites inimaginables. Pude ver claramente cómo señalaba con su dedo índice el pecho de Blake, como si quisiera clavarle todas las palabras hirientes que su mente había creado en ese momento. Las chispas que emanaban de los ojos de Catalina parecían arder con una intensidad inigualable, como si cada una de ellas representara un fragmento de su ira desbocada. Era realmente aterrador presenciar cómo su enojo se manifestaba físicamente en su mirada.

En contraste, él permanecía en silencio, con los brazos cruzados en su pecho. Su expresión facial era un muro impenetrable. Blake parecía estar en medio de una encrucijada, con todas las palabras y acusaciones de Catalina chocando contra él.

—Ashton, se me olvidaba... — susurré, levantándome de mi asiento con sigilo — La Sra. Parker me pidió transportar unos libros al almacén antes del mediodía. Ya sabes, el teatro debe estar impecable antes del mediodía... Los niños de la asociación practicarán una obra de teatro que quieren interpretar ante todo el poblado.

—Oh, claro. Te ayudaré — afirmó, preparado para ponerse en pie.

—¡No! — grité, sintiendo un susto mayor que el de Ashton. — Quiero decir... ¡Sí! Sería genial si pudieras ocuparte de los focos mientras yo me ocupo de los libros.

—¿Seguro podrás transportar...?

—¡Sí, sí! ¡No me subestimes! — mentiría si dijera que no me resultaría una tortura para mi columna vertebral cargar con las pesadas cajas de libros, pero tenía que mantenerme fuera del alcance de Blake Werner y, por supuesto, necesitaba tiempo a solas.

Al sentir un pesar profundo, inhalé con profundidad antes de adentrarme en la asociación. Cada uno de mis pasos resonaban en el suelo de madera, un eco sordo que contrastaba con el silencio sepulcral que envolvía el lugar. Me dirigí hacia el pequeño y encantador teatro, donde me esperaba una tarea titánica y agotadora: cargar con las pesadas cajas repletas de libros, que amenazaban con desbordarse por todas partes.

El aire estaba impregnado con un olor peculiar a páginas antiguas y conocimiento acumulado a lo largo de los años. Podía sentir la sabiduría palpable en el ambiente, como si estuviera siendo observado por miles de ojos literarios que me seguían con curiosidad y expectativa. Cada vez que tomaba una caja en mis brazos, notaba el peso abrumador de la literatura que contenían. Históricas novelas, clásicos atemporales y obras maestras ocultas esperaban con impaciencia su reubicación en las estanterías.

Sin embargo, a pesar de la importancia de la tarea encomendada, mi mente se negaba rotundamente a permanecer enfocada. Mis pensamientos vagaban sin control, como si fueran mariposas revoloteando en un jardín infinito. Intentaba forzar mi mente a volver al presente, a enfocarse en la tarea que tenía entre manos, pero era en vano.

Avancé con determinación hacia el almacén, dejando la puerta entreabierta a mis espaldas y soltando las cajas pesadas en el suelo con un estruendo que retumbó en el ambiente, acompañado de un gruñido de batalla que parecía emanar de las mismas cajas.

¿Por qué no le otorgué esta tarea a Ashton y me ocupé de los focos yo misma?

La inquietud que envolvía mis pensamientos se vio interrumpida por una misteriosa vibración emergiendo desde el recóndito bolsillo de mi vestido. En un instante, quedé petrificada, presa de una inexplicable certeza: era aquel enigmático desconocido que había alterado la armonía de mi existencia. Un estremecedor terror recorrió mis venas al tomar el teléfono entre mis temblorosas manos, anticipando lo que pronto descubriría en la notificación que yacía en pantalla. Un escalofrío helado recorrió mi espina dorsal, dejándome sin aliento.

D E S C O N O C I D O

Entre el conocimiento y la ignorancia, el cobarde decide buscar refugio en la falacia.

Quiere asustarte, Heather, no caigas en su trampa.

Exhausta por el esfuerzo, coloqué mis manos en forma de taza sobre mi cintura. Estiré mi cuerpo, aliviada, después de soportar tanto peso, pero mi estiramiento se vio interrumpido al escuchar el sonido inconfundible de la puerta abriéndose con sigilo. Mi corazón saltó en mi pecho, alertándome de que mi huida había llegado a su inevitable fin. Con un movimiento rápido y lleno de resignación, giré mi cuerpo para enfrentar al chico del cual había estado huyendo. Su presencia dominante llenó la habitación.

Blake lucía imponente, envuelto en un traje ajustado que parecía haber sido moldeado a medida para su envidiable físico. Cada línea y curva de su figura esculpida se veía realzada por el impecable corte de la prenda, el color negro del traje combinaba con el de su cabello zafiro. Aquellas hebras sedosas caían con elegancia sobre los costados de su rostro, enmarcando sus rasgos. Sus ojos escudriñaban cada centímetro de mi ser, como si desmontara cada pieza de mi resistencia con su mirada penetrante. Me sentí vulnerable, expuesta a su implacable juicio, como si todos mis secretos más oscuros estuvieran tatuados en mi piel, a simple vista para su escrutinio impasible.

Sin pronunciar una sola palabra, seguimos inmersos en una danza silenciosa de exploración. Sus ojos me desnudaban de una manera completamente distinta a cualquier contacto físico. No quedaba nada más que mis pensamientos a la vista, completamente desprotegidos ante él. Me pregunté si él también sentía esa fuerza magnética, si estaba tan cautivado por mi presencia como yo lo estaba por la suya.

Mis ojos captaron una silueta difusa que se erigía a su espalda, apenas a unos pocos metros de distancia. Allí estaba Catalina, con sus brazos enlazados en un gesto de determinación. Blake levantó la mirada siguiendo la dirección de mis ojos y se encontró con los brillantes ojos cafés de Catalina, los cuáles se volvieron oscuros y penetrantes, proyectando una intensidad sobrecogedora. Sus cejas se fruncieron ligeramente y sus labios se curvaron en una sonrisa siniestra e inquietante, acompañado de un gesto de amenaza de muerte.

La reacción de Blake ante el abrumador temor que emanaba de Catalina fue contundente: cerró la puerta en sus narices, y cómo si la puerta fuese transparente, podía ver a Catalina cargándose de enojo como un volcán a punto de erupción, llenando a su alrededor con una energía electrificante.

—Me odia — aseguró, señalando a la puerta como si Catalina aún estuviese frente a nosotros — , lo único que hice fue preguntar por ti. A partir de ahí... Comenzó a recitar versículos de la biblia y a apuntarme con un crucifijo. No solo eso, también me llamó traidor repetidas veces, al menos unas veinte.

Aclaré mi garganta ante los nervios, pues a Catalina no le bastó con machacar aquellos pasteles con una furia palpable ante mí, ella quería convertirse en la propia pesadilla de Blake Werner —Seguro tuvo un mal día. Perdonala. Los nervios nos nublan el juicio, ¿no es así?

Blake asintió con la cabeza, volviendo a centrar su mirada en la mía en un abundante silencio. Mi cuerpo comenzó a inquietarse, pues estábamos uno frente al otro, a solas, en un almacén tan estrecho, alrededor de estanterías y las pesadas cajas que debía vaciar, pero, me encontraba atrapada ante su presencia.

Bien, tú puedes Heather...— susurré, dándole las espaldas.

Mis manos tomaron varios libros, amontonándolos unos sobre otros, listos para ser colocados en la antigua estantería que les esperaba.

Blake avanzó un paso adelante, reduciendo la distancia entre nosotros. Con el gesto de alzar una ceja, insinuó sin falta de palabras un "¿Puedo ayudarte?". Todo indicaba que estaba dispuesto a soportar el peso de mis libros para aliviar mi carga, pero su sorprendente acción superó mis expectativas.

Con una sutileza que rozaba lo delicado, colocó sus manos sobre las mías, acariciándolas con suavidad mientras nuestras miradas se encontraban, provocando una conexión instantánea. Y entonces, de manera decidida, tomó los libros entre sus palmas, asegurándose de proveerme no solo con alivio físico sino también con una dosis de adrenalina al sentir su tacto.

Rápido, volví mi cuerpo frente a la estantería, ocultándole a Blake mi sonrojo, pero mis manos temblaban sin control, traicionándome en ese momento crítico.

Los libros, con su inmenso peso de conocimiento, se desbordaron de las estanterías, cayendo como una marea voraz hacia el suelo. Sentí el frío temor recorrer mi espalda, anticipando el agudo dolor que vendría cuando esas pesadas páginas golpearan mis pies. Mi corazón se agitó con un latido frenético, pero antes de que pudiera reaccionar, Blake, con una velocidad sorprendente, se adelantó.

Sus movimientos fueron tan rápidos y precisos que mi mente apenas logró registrar lo que sucedió. En un abrir y cerrar de ojos, se encontraba en medio de la estampida de libros, evitando que me aplastaran con su destreza asombrosa. Mi boca se abrió en un silencioso asombro, mientras mi sorpresa se arraigaba en mi rostro.

—Los nervios te nublan el juicio, ¿no es así? — susurró mis palabras, con una dulzura embriagadora que parecía acariciar mi oído. Percibí su cercanía inmediata, sin la más mínima distancia entre nosotros. Sentí cómo su perfume envolvía cada centímetro de mi ser, un aroma cautivador que despertaba mis sentidos y me sumergía en un remolino de sensaciones inigualables.

—No trates de disfrazar mi torpeza, señorito — me volteé frente a él, con una sonrisa maliciosa — ¿Qué te trae por aquí, Blake Werner?

Blake cruzó sus brazos y permaneció en silencio durante unos segundos intensos mientras sus ojos no se apartaban de los míos. Después, dio paso a su pregunta. — ¿Hay nuevas noticias sobre Jared Harrington?

Me quedé perpleja frente a sus palabras, surgiendo una arruga en mi frente.

—¿Quién es Jared Harrington?

Nota de la autora

—Me preguntó por un tal Jared Harrington... —dijo Gray, sus ojos llenos de falsa preocupación—. Me contó que había desaparecido y fingí estar triste, como cualquier persona decente haría. No tienes nada de qué preocuparte.

¡Hola de nuevo, detectives! ¿Qué os ha parecido el capítulo? Os leo.

🕵🏻‍♀️🖤

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