[08] Karasuno 2/2

Kasuhito Narita

Existen muchas leyendas japonesas sobre el amor. La de los hilos rojos, la más típica, y de esta emanaban muchas tradiciones relacionadas al amor y las confesiones. Para Narita, fue toda una sorpresa que ambos fueran ese día de rojo, trató de justificarlo pensando que eran épocas navideñas y estos eran los colores que se usan, sin embargo, una parte de él quería y rogaba porque hubiera sido una coincidencia que los juntara.

Tú, por otro lado siempre habías sido muy esceptica con las tradiciones, siendo de otra cultura, había muchísimas cosas que te parecían incoherentes y con las que te costaba indentificarte. Aún así, admirabas con ternura lo devoto que era Narita a sus tradiciones. Para la cena, había preparado muchos platillos tradicionales japoneses, traído incienso y había hecho postales para todos.
Después de la cena, en la que sentiste una mirada fantasma sobre ti, puesto que no podías localizarla, todos fueron a sentarse a la sala. El chico empezó a repartir las cartas que había hecho, hasta llegar a la última persona, tú. Agradeciste, tímida, viendo como sus manos habían temblado al contacto con las tuyas.

Leíste la carta, en ella había un pulcro dibujo de una pareja tomada de la mano frente a fuegos artificiales. Encima, tenía la leyenda, "¿podríamos ser estos nosotros?". Llevantaste la mirada con los ojos cuál ventanales recién abiertos, chocando con la mirada del remitente de la carta.

Te levantaste hacía el y lo tomaste de la mano, viéndolo fijamente.

-¿Es en serio lo que dice la carta? -Preguntaste. Sabías que esto pudo haber sido una broma de los miembros de segundo sin que Narita fuera conciente-.

-Lo es. -Su voz fue firme-. Por favor, acepta mis sentimientos y este botón como una muestra de ellos-. Se quitó el tercer botón de su chaqueta roja-. Es una tradición japonesa regalarlo puesto que es el más cercano al corazón.

Te quedaste expectante viéndolo, sujataste el botón y lo admiraste sobre tu mano.

-S-Se que esto no puede ser muy de tu agrado pero -Interrumpió por los nervios que generaba tu silencio-.

-Narita...

-Entiendo que las tradiciones japonesas no sean lo tuyo pero por favor...

-Narita, escúchame...

-¡Espero que al menos nos quedemos como amigos! -gritó, llamando la atención de todos de las cartas que estaban leyendo-.

Lo interrumpiste con un beso, harta de la poca confianza que tenía. A veces, expresarse era más fácil sin palabras y con el chico este era el caso. Acariciando su rostro, dijiste con felicidad "Sí quiero ser tu novia"

Hihashi Kinoshita

Kinoshita y tú tenían algo en común, los comentarios agrios. Los miembros de segundo a menudo después de recibir una de sus patrañas, exclamaban que se parecían mucho, inclusive que serían buena pareja.
Aunque cabía destacar que la acidez no era lo único que los igualaba. Todo ese sarcasmo era una sábana, algo que ocultaba los seres amorosos y comprensivos que en realidad eran. ¿Por qué no mostrar ésta parte más? Era una incógnita que se desvelaría esa noche.

Mientras la mitad del equipo terminaba la cena, la otra se encargaba de decorar. Kinoshita tomó la escalera para poner la estrella, pero había alguien más que también lo deseaba. Tanaka comunicó que él era más indicado, lo que desató una pelea verbal entre ambos.

-Yo debería ponerla,  soy más amigo de (T/N) que tú. -Explicó el calvo-.

-Al  menos yo tengo pelo.-Rebatió. 

-Al menos yo no tengo miedo de declararme a una chica que me gusta. 

Se plantó un fuerte "uhhh" retandor de parte de los miembros de segundo.  El chico sólo pudo fruncir el ceño. Reto aceptado, dijo con un levantamiento de cejas. En ese momento pasaste a la sala, para dejar las galletas recién hechas. La vista de todos pasó de ti a Kinoshita y de Kinoshita a ti. Notaste una atmósfera extraña, miraste a tus amigos preguntándoles qué pasaba. 

-(T/N). -Llamó el chico con un gesto seco. Se le estaba revolviendo todos los órganos, hasta de los que no tenía consciencia de tener. La tomó de las manos-. Me gustas. Me gustas desde que ti junto a los chicos de tercero, desde que vi tu sonrisa y escuché tu voz. Me gustas por todas esas cosas que haces que a ti no te gusta, los comentarios tan tenaces que haces sólo me prueban lo lista que eres. Y sé, que es una confesión muy mediocre pero creo que es ahora o nunca. Sé que yo no te gusto pero, por favor no rechaces mi amistad después de esto. 

Risas. ¿Por qué risas, si estaba abriendo su corazón como nunca? La señal, más que evidente lo golpeó. Lo golpeó tan duro que se sentía a llorar. 

-Kinoshita eso es muy tierno de tu parte. -Ahora estaba confundido-. Tú también me gustas desde hace ya un tiempo. ¿Podríamos intentar algo? 

Se abrazaron y pudiste entender la respuesta, afirmativa. Tu reloj de cuco anunció la media noche y aún así no se separaron. Había nacido algo tan lindo que no querían romperlo ni un segundo.

Kageyama Tobio

Después de todas las preparaciones necesarias para la cena todos tomaron asientos para empezar a comer. Te serviste del pastel que había preparado Kageyama, anciosa de probar algo hecho por él. Al dar la primera mordida sentiste un pedazo de papel, que trataste de quitar te tu boca sin llamar mucho la atención. El papel tenía escrito una confesión con un poema.

Al terminar de leerlo quedaste algo confundida. ¿Quién de los doce chicos se tomaría el trabajo de escribir algo tan lindo? Viste el perfil de todos tus amigos, riendo y conversando muy felices, salvo uno. Entonces recordaste quién había preparado el pastel.

Volteaste a ver a Kageyama, que estaba disimuladamente sonrojado, mirando su plato vacío con una expresión plana. Chocó la mirada contigo, trató de hacer una sonrisa para disimular sus nervios, pero si no le salía natural, sería muy difícil que saliera. Algunos vieron su cara y no pudieron evitar petrificarse al ver su rostro. Se excusó para "ir al baño" y se fue.

No podías dejarlo ir, así que tú también te levantaste, decias que debías guiarlo al baño. Lo viste huyendo hacia una pequeña habitación, era tu cuarto. Lo viste sentarse en la cama, evidentemente incómodo. Te sentaste a su lado, tomando su mano. Besaste sus nudillos con toda la dulzura que pudiste, querías expresarte sin las vergonzosas palabras.
Pero Kageyama no era bueno interpretando gestos y en ese momento te había quedado claro. Susurraste "También me gustas, y mucho" mientras cerraba los ojos ante el inminente beso.

Hinata Shoyo

Había llegado el momento de las uvas, después de una tarde que tenía casi llorando de la felicidad. No dabas crédito a los buenos amigos que tenías, sumando que el de la idea original había sido Hinata.

Justo antes de la media noche, se juntaron todos a comer las uvas. Comenzaron con los deseos, cada quién tratando de pensar en cualquier cosa que se le viniera a la mente que pudiera ser candidato a un buen deseo.
Todos lo hacían en silencio, menos Hinata.

-Ser más alto -Metió una uva en su boca-. Hacer mejores remates. Aprobar todas las materias. Gustarle a (T/N)-chan. -En ese momento, se dio cuenta de lo que estaba diciendo, había hablado en voz alta. Empezó a atragantarse de la vergüenza.
Lo tomaste por atrás para poder hacer una maniobra de Heimlich, haciendo que escupiera la uva.

La pena que sentía era tan grande que no cabía en su cuerpo, quizá tampoco en el cuarto donde estaban, por lo que salió corriendo de este. Ya nada podía avergonzarlo más, la terrible declaración y como casi se ahogaba en algo tan simple como comer uvas. Ahora estaba en el patio, temblando de frío y al borde del llanto. Maldijo, pensando que debería pasar una tercera vergüenza para tomar alguna prenda abrigadora. No. Ya no quería ver el rostro de la chica, probablemente estaba burlándose de él adentro. Enserio, no la merecía.

Una mano cálida acarició su pelo. Era (T/N), para su sorpresa. La sonrisa que le estaba regalando se rompió al ver las casi emergentes lágrimas del chico. Las secó con delicadeza, no quería que se sintiera más lastimado por hoy. Tomaste su chaqueta para ponerla en sus hombros, fue perdiendo el frío. Sin embargo, Hinata seguía tratando de evitar el contacto visual, aún avergonzado. Reiste, su reacción te parecía tierna.

-Shoyo...-Lo llamaste por su nombre, con una voz tan suave que parecía un susurro-. Por favor, no pienses mal. Yo también quiero ser tu novia.

Sus palabras, que buscaban ser como una canción de cuna, tomaron otro rumbo. Hinata, impresionado, gritó, preguntándole si era cierto. Unos labios sobre los suyos lo acallaron, esa era la verdadera nana.

-Feliz año nuevo, te quiero.

Tsukishima Kei

Durante toda la noche, estaba ocurriendo algo extraño. Al principio, lo notaste como sólo gestos que le hacía Yamaguchi a su mejor amigo. La primera vez, te ayudó a bajar un condimento que estaba muy alto para ti.  En otra ocasión, sostuvo la escalera para que pusieras las decoraciones del techo, tomando tu mano cuando te sentías nerviosa. ¿Se estaba portando más amable de lo normal? ¿Acaso quería empezar el año de una forma más amable?

Las ideas no dejaban de vagar por tu cabeza, y eras consiente de ello. ¿De qué no lo eras? De todo a tu alrededor. Habías tirado tenedores al ponerlos en la mesa pues estabas mirando hacia otra parte, tropezaste más de una vez al llevar cosas de un lado al otro y eso evidentemente tuvo implicaciones, eras un completo desastre. Sin embargo, todo error que cometías era respaldado por Tsukishima ayudante, para tu sorpresa, a resolverlo.

De la misma forma en la que tu cabeza revoloteaba preguntando qué pasaba y no veías que pasaba a tu al rededor, de repente, estabas en tu habitación con Kei. Miraste su expresión y volviste a la tierra, ¿cómo habías llegado ahí? Y sobre todo, llamó tu atención su cara, ¿estaba sonrojado?

Lo miraste a los ojos, tratando de arreglar el rompecabezas. Las piezas se movían más, incluyéndolo. Estaba caminando hacia ti. Te sentó en tu cama, y de un momento a otro, estaban besándose. Te sentías borracha de hormonas, darías lo que fuera porque ese momento durara para siempre.

¿Acaso esa fue la confesión?

Se separó de ti, viéndote aún más sonrojado.

-Tsk, supongo que ahora somos novios. -Dijo con su sonrisa ladina-.

Definitivamente, eso fue una confesión.

Yamaguchi Tadashi

Eras una persona muy amistosa y juguetona, tus amigos del equipo eran conscientes de ello. Pero para cierto chico pecoso, los "atrevimientos" que tenías le resultaban incómodos. No era tanto por el hecho de que le pareciera que fueras molesta, todo lo contrario. Su timidez le resultaba un obstáculo, siempre que tenías alguna clase de contacto con él no podía evitar tornarse rojo y perder el control de sus palabras.

Por ejemplo, en este momento estabas sentada a su lado contando sus pecas. A los ojos expectantes de todos, era más que evidente que te gustaba el chico, pero para él y la terrible autoestima que se cargaba, no resultaba nada más que raro que era una chica mostrara afecto hacia él.

Debido a que no pensabas moverte del lado de Yamaguchi para el conteo de año nuevo, se quedaron todos juntos en la sala esperando la media noche. Los jugadores del equipo empezaron a comer las uvas mientras pedían deseos, definitivamente nadie sería testigo de lo que estaba pasando entre Tadashi y tú, estaban en otro mundo.

Tus ojos brillantes de asombro miraron a los suyos, estabas profundamente enamorada de él, no tenías duda.

-(T/A)-san...-Te llamó su voz sonrojada-. ¿No vas a pedir deseos?

Sonreíste al escuchar su voz. Con tus manos empezaste a acariciar su rostro, contando las pecas en el.

-Imagina que cada peca tuya es un deseo -Explicaste. Ahora estabas mordiendo tu labio-. Pero, ¿sabes? En realidad tú eres mi único deseo.

Se alejó levemente. Tu mano fue retirada de su rostro que ahora era una fresa, roja con muchísimos puntos cafés. Sentías amargura en tu corazón, te estaba rechazando.

-P-Por favor...Acepta mis sentimientos.

El tono tembloroso con el que te habló no pudo evitar poder calentar lo que fuera que te hiciera sentir. Esa forma en la que actuaba tan dudoso no podía evitar derretirte para él. ¿Cómo podía dudar de que lo fueras a rechazar a pesar de que tú te le declararste? Lo capturaste en un abrazo, y sonaron los gritos de felicidad de todos. ¡Feliz año nuevo!

Aunque ahora, sentías un cuerpo junto al tuyo temblando. Yamaguchi estaba temblando. Lo separaste para verlo y limpiar sus lágrimas.

-Lo siento es que...-Aspiró los mocos de su nariz-. Llevaba esperando por este momento desde que te conozco y somos unos niños. Y creo que, no podría ser mejor.

Su llanto de felicidad y la explicación que había dado siendo un poco más ruidoso de lo normal había conmovido a todo el equipo y ahora los gritos de regocijo fueron para la primer pareja del año.

Sin duda, Yamaguchi Tadashi era el chico más lindo que podías pedir.

[ꕤ]

Ahhhhhhhh! Muchas gracias por haber leído y esperado a que lo publicara. Enserio lo aprecio mucho, perdón por la tardanza :(.
Esta semana entré a la escuela y ya he estado más ocupada, espero poder traerles al menos una actualización más durante este mes.

¿Qué les gustaría para el siguiente capítulo?

Voy a empezar a hacer los pedidos que tenía desde hace ya un rato aunque también voy a estar aceptando nuevos, unos tres más.

Gracias a CHXNLE- por ayudarme con las ideas para este capítulo y poder publicarlo.
Ya sin más que decir, les deseo un bonito día/noche y fin de semana.

Salu3
-Saragaty12

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