Yamaguchi Tadashi

El silencio reinaba esa tarde, ya estaba bastante oscuro y siendo viernes muchas personas yacían en sus casas pudiendo por fin descansar del trabajo y los estudios. Sin nada de ruido humano los sonidos de la naturaleza sonaban con más claridad; el canto de los grillos, el silbido del viento y el crujir de las ramas moviéndose con la brisa, todo en conjunto le daban una enorme tranquilidad al chico conforme caminaba a su casa.

Yamaguchi respiró hondo con una sonrisa al cruzar la esquina luego de separarse de Tsukishima, estaba disfrutando más de lo usual el camino a casa luego de la práctica con el equipo. Sin embargo hubo un sonido, un quejido que lo hizo parar en seco.

Se escuchaba como una persona.

De inmediato su cuerpo se tensó y todos sus sentidos se agudizaron, apretó las manos alrededor de la cinta de su mochila cuando escuchó un coro de risitas no muy lejos de él. No tuvo que pensarlo mucho, sabía mejor que nadie lo que significaban los quejillos y chillidos mientras otras personas reían.

Quizás curiosidad, quizás insensatez pero algo dentro de él le hicieron acercarse al callejón de donde provenían los ruidos encontrando justamente la escena que ya se había creado en la cabeza, escena que ya había vivido desde adentro.

Un grupo de al menos cuatro chicos y chicas más o menos de su edad se encontraban rodeando a una chica que yacía a gachas en el suelo. Estos reían viéndola tantear en el suelo entre varios libros desparramados a su lado.

No pudo evitar apretar los dientes de la ira que sentía burbujeando, misma ira que se esfumó entre el pánico cuando vio a uno de los chicos girar hacia la dirección donde él estaba haciéndolo esconderse con rapidez.

—Baka-chan, ¿por qué lloras? —Se mofó uno de los chicos haciendo hervir de nuevo su enojo mientras se escondía— ¿Acaso no deseabas tanto leer? Ahí tienes muchos libros, ¿no te gusta?

—Ah, cierto, no tienes tus lentes. Eres un poco más inservible sin ellos.

Sentía que podía resoplar del enojo al escucharlos.

Deseaba salir y poder encararlos, gritarles para que se detuvieran y dejaran paz a la pobre chica, pero seguía siendo un total cobarde. ¿Qué podría hacer él?

Entonces un recuerdo se instaló en su mente. Un pequeño Yamaguchi siendo empujado al suelo por tres chicos más fuertes, estos le tiraban sus mochilas, se reían de él y lo llamaban débil e inútil. Sentía las lágrimas brotando a sus ojos exactamente de la misma forma que esos días en que lo molestaban.

Recordaba también como Kei había llegado para, a su extraña manera, salvarlo de su sufrimiento.

—Debo llamar a Tsukki —susurró para sí mismo, incluso lo consideró una idea por unos segundos. A penas se habían separado, quizás si corría podría alcanzarlo, si gritaba estaba seguro que este podría oírlo.

—Por favor, deténganse. —Escuchar su voz tan frágil hizo que todo su cuerpo se detuviera, su lloriqueo había calado muy profundo en él tan de repente. Entonces escuchó un golpe seco seguido de un quejido—. Paren.

Había llegado a su límite, ya había caído la última gota que hizo rebasar todo el vaso.

— ¡YA! —Ni él mismo sabía de dónde había sacado la valentía ni la fuerza para soltar tal grito a la vez que salía de su escondite, pero de dónde había venido apareció más en el momento en que vio a la pequeña chica tirada por completo en el suelo— ¿¡Qué les da el derecho de lastimarla!? ¿¡AH!?

Estando más cerca pudo notar bien el uniforme de los jóvenes y notó como estos eran menores que él, quienes al ver a un senpai algo más alto que ellos no dudaron en echarse a correr en la dirección contraria a él.

La situación había cambiado con una extrema rapidez, él incluso seguía en la misma posición e hiperventilaba. Lo había logrado, él había hecho que esos brabucones se fueran pero... ¿qué debía hacer ahora?

Antes de que pudiera pensar en algo, su cuerpo ya se encontraba corriendo hacia la chica la inclinarse frente a ella.

— ¿Estás bien? —Fue lo primero que preguntó y justo un segundo después abofeteó su frente ante la pregunta tan tonta— Lo siento.

Hubo un silencio por varios segundos hasta que la chica habló por fin—. No puedo encontrar mis lentes.

Al escucharla empezó a remover los libros con torpeza en busca del par de anteojos, aunque al encontrarlos estos no estaban en perfecto estado.

—Lo siento —murmuró de nuevo mientras ponía el objeto en sus manos, viendo cómo sentía lo torcido que se encontraba—. Yo... Yo recogeré todo esto, tranquila.

Sin poder levantar la mirada empezó a apilar los cuadernos desparramados por el suelo para guardarlo en la mochila que estaba a un lado, mordía su labio para no regañarse a sí mismo de no poder siquiera decirle algo más que ¿estás bien? Estaban golpeándola, ¡por supuesto que no estaba bien!

Solo que justo cuando pensó en abrir su boca para decir algo decente, esta lo interrumpió.

—Gracias por ayudarme. —Su voz, de nuevo tan frágil, hizo que su cuerpo se estremeciera.

—No podía no hacer nada —asegura mientras se le escapaba una risa nerviosa pensando en su episodio de cobardía hacía un rato, tomando por fin el valor de levantar su rostro y conectar su mirada con la suya—. ¿E-Estás herida?

—Ya estoy acostumbrada —no pudo evitar ladear la cabeza al verla decir aquello con tanta tranquilidad e incluso con una sonrisa en su rostro.

Yamaguchi entró en pánico viendo cómo esta sacudía su falda para empezar a ponerse de pie, apresurándose a impulsarse primero para sujetar sus brazos—. Yo te ayudo, despacio.

Estando ahora ambos de pie pudo por fin analizarla bien dándose cuenta de lo pequeña y frágil que lucía; bastantes centímetros los separaban, incluso la veía de una estatura similar a Hinata o Nishinoya, notó unos pequeños raspones en sus rodillas y su uniforme estaba algo lleno de tierra.

Por alguna razón de repente sintió la necesidad de abrazarla muy fuerte. Quizás era porque él mismo hubiese querido que alguien lo abrazara cuando era pequeño.

—Soy Yamaguchi Tadashi —dijo con rapidez inclinándose hacia ella, terminando por agacharse para recoger la mochila y enderezarse de nuevo—. Déjame acompañarte a casa.

Tal determinación hizo sobresaltar a la chica quien de inmediato empezó a negar con la cabeza mientras trataba de demostrar lo bien que en realidad se encontraba. Lanzó sus manos buscando tomar la mochila que este cargaba aunque al momento de ver sus intenciones reaccionó más rápido y estiró su brazo con la mochila por sobre su cabeza siéndole completamente imposible para la chica siquiera tratar de tomarlo.

Soltó una risita viendo cómo fruncía el ceño viendo su mochila a tal altura. ¿Así debía sentirse Tsukki junto a Hinata y Noya?

—En serio no puedo dejar que vayas sola a casa —afirma con una voz suave a la vez que bajaba el bolso para entregárselo al verla más tranquila—.Probablemente estés adolorida y no quisiera que pasara algo más antes de que llegues, así que por favor déjame acompañarte a casa.

Ambos se vieron por unos segundos, la luna brillaba y hacía más notorias las grietas en los lentes de la chica. Sintió un poco de culpa injustificada, tal vez si él hubiese caminado un poco más rápido y los hubiese visto antes, la situación no habría llegado tan lejos.

—Te agradezco todo lo que estás haciendo por mí, pero ¿por qué?

La pregunta tomó por total sorpresa al pecoso quien dejó salir un sonido de confusión sin notarlo. ¿Acaso no era eso lo que debía hacer? ¿No era eso muy obvio?

Al momento de querer responder escuchó el ulular de unos búhos volando sobre ellos, tan solo entonces se dio cuenta de lo oscuro que ya estaba todo. Debía ser muy tarde.

—Tus padres tienen que estar muy preocupados por ti... —Tan solo entonces notó que ni siquiera sabía cómo se llamaba la chica la cual de inmediato se dio cuenta pues habló con algo de vergüenza.

—Kunimi Kimi —susurró inclinando su cabeza. Conocía ese apellido, sabía que conocía ese apellido, lo había escuchado antes pero sin importar cuánto lo pensó, no pudo recordar de dónde lo conocía.

—Bien, Kunimi-chan, ¿dónde vives?

[...]

Los dos caminaban en total silencio por las calles solitarias, Yamaguchi veía cómo se alejaba cada vez más de su casa mientras su mente daba vueltas sobre cuán lejos se encontraba Kimi de su hogar. De igual forma seguía pensando en dónde estudiaba la chica ya que su uniforme ni el de los otros jóvenes era el de Karasuno ni de ninguno que hubiese visto.

— ¿Practicas algún deporte? —Preguntó de repente rompiendo la ensoñación del chico. Giró con curiosidad hacia ella con algo de asombro, aunque se sintió bastante tonto con lo siguiente que dijo— Es que tienes esa chaqueta con el pantalón.

Soltó una risa nerviosa a la vez que llevaba su mano hacia su nuca—. Sí, soy parte del club de voleibol de Karasuno.

Kimi soltó un sonido de exclamación viéndolo, notó incluso cómo sus ojos brillaban detrás de los lentes.

— ¿Estás en preparatoria? Digo, ¿está? —Fue imposible para Yamaguchi evitar una pequeña sonrisa viendo su cambio de actitud optando tan solo por asentir con la cabeza.

—En primero, ¿y tú, dónde estudias?

—Oh, estoy en último año en Kitagawa Daiichi —dijo con una emoción que le contagió, ya no lucía para nada la chica débil que hace un rato estaba siendo golpeada por sus compañeros. ¿Qué tan acostumbrada debía estar para olvidarlo con tanta rapidez? —. Usted... ¿Usted conoce a Kageyama-nii? Yo escuché que él fue a Karasuno.

— ¿Conoces a Kageyama? Pues, si, en realidad él está en el club de voleibol también en Karasuno —explica mientras cruzaba una esquina siguiéndola.

—Me lo imaginaba —murmuró con una pequeña sonrisa.

Y ahí estaba de nuevo el silencio entre ambos cuando él se quedó completo sin palabras. ¿Cómo es que ella conocía a Kageyama? ¿Acaso... Esa no era la escuela a la que Tobio había asistido?

Tan solo era un año menor que él, era muy probable que lo hubiese conocido incluso que hubiesen sido amigos, aunque sinceramente no podía imaginarse a esta pequeña y dulce chica detrás de Kageyama por toda la escuela.

O quizás a ella le gustaba Kageyama, podría aún gustarle.

—Si quieres puedes ir a verlo en la práctica mañana. —"¿¡Por qué dijiste eso!?" ¿Con que excusa o explicación llegaría él con una chica casi desconocida a la práctica del equipo? ¿Cómo iba a llevarla con Tanaka y Nishinoya ahí?

Pero de inmediato todas estas interrogantes se esfumaron con un—. No.

En realidad su negativa lo tomó por sorpresa ya que un momento atrás se veía algo contenta por tener noticias de Kageyama, ¿no querría entonces ir y encontrarse con él?

Kimi se había detenido luego de decir el monosílabo haciendo que Yamaguchi se girara al darse cuenta para poder observarla. Pudo ver de nuevo en su rostro la expresión de chica frágil en apuros.

¿Ella le temía a Kageyama?

—Kunimi-chan, ¿por qué esos chicos te molestaban?

Pudo notar cómo Kimi ahora tenía sus manos entrelazadas mientras apretaba sus dedos, tenía la cabeza agachada y alcanzó a ver cómo mordía su labio inferior. Casi se sintió mal por haber hecho aquella pregunta solo que de inmediato recordó a los descerebrados de sus compañeros molestándola, alguien debía cuidarla si no lo hacía ella misma.

Tenía que hacer algo.

— ¿Kageyama te molestaba? —preguntó con un tono suave tratando de no alterarla.

— ¿Qué? ¡No, por supuesto que no! —A cada momento Yamaguchi solo lograba confundirse más mucho más luego de su reacción—. Podría decirse que todo lo contrario.

Lo último lo dijo en un susurro apenas audible para el chico quien tan solo se quedó en completo silencio al verla suspirar.

[...]

La chica golpeaba el suelo con la punta de su zapato repetidamente, veía una y otra vez la hoja frente a ella, sentía sus manos temblar conforme llegaba su turno de pararse a exponer aquel poema frente a toda su clase.

Todo su cuerpo se tensó al escuchar los aplausos de sus compañeros cuando el chico terminó de leer el suyo.

—Kunimi Kimi —tragó saliva al momento de ponerse de pie, escuchando de inmediato la risita para nada disimulada de una de sus compañeras.

Claro, ellos ya sabían lo que se venía.

La hoja ya estaba arrugada ya que los nervios le hacían apretar los dedos, sentía que cada parte de su cuerpo se congelaba al momento de enfrentar a toda la clase. Todos los pares de ojos sobre ella, los del fondo murmurando, las dos chicas del costado riendo entre ellas, la profesora toqueteando el su escritorio con sus uñas.

Los ruidos se hacían cada vez más lejanos conforme los pitidos en sus oídos se intensificaban, apretaba los dientes tratando de calmarse.

—Adelante —se sobresaltó un poco cuando escuchó la voz de la mujer a su costado.

Con las manos temblorosas alzó la hoja frente a ella apretando los ojos en un intento tan estúpido de que esto lograra ayudar en algo, como si esto fuera a mantener las letras en su justo lugar. Su corazón temblaba a la vez que las frases se movían sobre el papel.

Sentía su visión cada vez más borrosa al escuchar las pequeñas burlas y risas de sus compañeros viendo como su boca se abría y se cerraba al no poder decir palabra alguna. Pero ahí llegó su salvación, la campana indicaba el fin del horario escolar.

Su cuerpo reaccionó mucho más rápido que se mente y corrió hacia su asiento para tomar su mochila, ya con todos los libros dentro, para huir del salón lo más rápido posible. Correteaba alejándose de todas las personas mientras estas salían de sus respectivas aulas.

No lo pensaba, pero acabó junto al gimnasio.

Las lágrimas fluían al momento de dejarse caer en el primer escalón, pero no era dolor ni mucho menos. No los culpaba, ella lloraba de rabia, rabia de no poder ser normal como todos ellos. Ella tan solo quería leer, ¿era esto mucho pedir?

—Yah —brincó por la sorpresa al escuchar esa voz, al alzar la cabeza se encontró con el colocador del equipo de voleibol. Kageyama Tobio—. ¿Lloras de nuevo como una tonta por otros tontos?

Se apresuró a secar su rostro con las mangas de la chaqueta del uniforme—. No.

—Boke —masculló pasando a su lado por las escaleras.

Su labio inferior tembló justo antes de ser mordido con fuerza tratando de mantener a raya las ganas de sollozar. Apretó las cintas de su mochila tan solo esperando que siguiera su camino y no la regañara más, pero entonces recordó que, si él se encontraba allí, no pasaría mucho tiempo para que el resto del equipo llegara también al lugar.

No podía permitirles verla de esa forma.

Como un resorte se puso de pie borrando todo rastro de lágrimas en su rostro con rapidez dispuesta a irse de una vez.

—Si continuas actuando así, voy a contárselo a Iwaizumi senpai y él se encargará de ellos —amenazó haciéndola girar al instante—. ¿Siquiera tu hermano lo sabe?

—Prometiste que no le dirías a nadie, por favor. —Las lágrimas se volvieron a instalar en sus ojos sintiendo cómo sus manos temblaban de nuevo.

Pero justo cuando el chico estaba a punto de seguir con su camino, seguramente seguido de Kimi, escuchó la voz de Kindaichi—. Ah, Kimi-chan, ¿viniste a visitarnos?

Todo su cuerpo se paralizó al escuchar a Kindaichi, no por él, sino porque sabía que donde quiera que estuviera el chico, Akira estaría ahí también.

No podía verse pero sabía con seguridad que su rostro debía estar en pésimas condiciones y su hermano, aún con su indiferencia, notaría que algo estaría mal de inmediato. Debía huir y huir muy rápido.

—Yo ya me iba, lo siento —se apresuró a decir con la voz baja para que no se notara cómo esta se cortaba.

Se giró con rapidez bajando la cabeza, por un segundo pensó que lo había logrado— ¿Estás llorando, Kimi-chan?

Negó con la cabeza tensándose en el momento en que Kindaichi sujetó su brazo para evitar que se marchara. No podía siquiera levantar el rostro por los nervios de ver a su hermano, o mejor dicho de que él la viera.

Sin embargo tuvo qué al escucharlo hablar.

— ¿Qué le hiciste a mi hermana? —Notó la brusquedad escondida en la "tranquilidad" de su voz. Pero vio cómo ella lucía muchísimo más nerviosa que el mismo Tobio a quien estaban acusando— ¿Qué le dijiste?

—Él en serio no hizo nada —dijo con nervios viendo a Akira subir dos escalones acercándose a su compañero.

—Entonces, ¿por qué estás llorando? —quiso lloriquear mientras trataba de soltarse del amigo de su hermano, casi chillando al verlo subir varios escalones para acercarse al chico— No lo preguntaré de nuevo, ¿qué le hiciste?

Por fin pudo soltarse del inocente agarre de Kindaichi, ya que este solo trataba de que esta no se fuera, no que se interpusiera entre su hermano y Tobio. Se apresuró a subir hasta donde Akira se encontraba encontrándose con su típico rostro serio, ni siquiera lucía enfadado pero si lo veía con detenimiento sus afilados ojos lo analizaban en la espera de la más mínima reacción del otro para lanzarse sobre este.

Debía sacarlo de ahí y rápido, no porque le preocupara que estos dos se pelearan, ambos eran tan indiferentes el uno del otro que no llegarían a tanto, pero sabía a la perfección que Kageyama no tendría remordimiento alguno en abrir la boca sobre su situación si con eso lograba que Kunimi lo dejara en paz.

— ¡Pero si nuestros queridos kohais llegaron muy temprano hoy! —Todos se detuvieron al escuchar la voz risueña de Oikawa quien se aproximaba a ellos seguido de Iwaizumi— Y también tenemos a la pequeña Kimi, ¿a qué se debe tu agradable... ¿estás llorando?

Aún con la mirada baja se las arregló para negar con la cabeza casi escondiéndose detrás de su hermano, sin embargo Kageyama contestó al mismo tiempo que ella pero algo muy diferente a lo que ella misma se esperaba.

—A Kunimi-san no le gustó no ser la primera en su clase, vino buscando a su hermano pero solo estaba yo —dijo con un rostro completamente neutral, hasta ella se lo creyó por un instante.

Kimi quiso suspirar en el momento en que su rostro se vio aplastado contra el pecho de uno de los mayores—. Kimi-chan, está bien no ser los mejores todo el tiempo. ¿Cierto, Iwa-chan?

Iwaizumi se contuvo de lanzarse sobre él solo porque la chica se encontraba en medio de su blanco, aunque de igual forma se colocó detrás de él y dejó caer con fuerza su palma sobre la nuca del capitán del equipo, haciendo que empezara a quejarse soltando a Kimi.

La menor trataba de controlar los rápidos latidos de su corazón, dando un paso atrás dispuesta a marcharse hasta que sintió el agarre en el lazo que rodeaba su cuello. Se negó a abrir los ojos y encontrarse con el rostro de su hermano, sentía su intensa mirada analizando cada centímetro de su rostro.

—Yo te ayudaré a estudiar, deja de llorar como una niña.

[...]

De esa forma el silencio volvió a instalarse entre ambos cuando la chica culminó su historia. Ella era disléxica, por eso aquellos compañeros suyos la molestaban.

Pudo ver la primera diferencia entre ellos; de él se burlaban por su aspecto físico, algo que fácilmente podía cambiar, pero la dislexia nunca se curaría. ¿Cómo sería para ella ser molestada por algo que ni siquiera estaba en sus manos?

Ahora entendía su rápida negativa por ver a Kageyama. Él, a su forma, trataba de cuidarla de sus compañeros abusivos y se notaba por lo que contó que la conocía muy bien. Seguramente no le gustaría saber que, ahora que él no estudiaba más con ella, aún era víctima de bullying.

La entendía, pero aún sentía ese sabor amargo en la boca de su estómago.

Esta no dijo nada y continuó con su camino quizás ya sabiendo que Yamaguchi la seguiría, o tal vez incluso pensaba que luego de lo que le contó no la seguiría en lo absoluto. Tal vez él también pensara que ella era una tonta por no poder hacer algo tan simple como leer.

—Mañana espérame en la estación —dijo de repente empezando a caminar detrás de ella—. Te acompañaré a casa, Kimi-chan.

1 año después

Los chicos estaban más que emocionados por el tan próximo partido, pues aunque fuera un partido amistoso de práctica sería el primero del año. Hacía algún rato Ennoshita los había puesto a calentar luego de que Takeda sensei hubiese anunciado que la van del equipo contrario no tardaba mucho en llegar.

Claro que esto no había sido para cierto dúo del segundo año quienes, luego de pelear por quién llegaba primero al gimnasio, se habían puesto a calentar por su cuenta.

—Se notan entusiasmados —dijo en voz baja con una sonrisa mientras miraba hacia Hinata y Kageyama practicando remates mientras Nishinoya los recibía.

—Tsk, ni que fuera un partido serio.

Yamaguchi tan solo dejó salir una risita al ver cómo Yachi regañaba a Tsukki por "despreciar una oportunidad tan grande como esa".

Era extraño, claramente sentían que faltaba algo al no sentir las voces y los regaños de sus senpais, sin embargo en Yachi había tenido un buen impacto. Desde que Shimizu senpai no estaba con ellos, ella parecía haber tomado todo el carácter de su predecesora sin importarle siquiera un poco el dolor de cuello que conllevaba discutir con el rubio, justo como ahora.

A decir verdad se encontraba un poco nervioso a pesar de no ser, como lo dijo su amigo, un "partido serio". En realidad deberían ser los nuevos integrantes del club quienes estuvieran asustados ya que sería la primera vez que jugaban en el equipo, sin embargo no podía evitar pensar que al menos debía ser una buena imagen a seguir para los nuevos miembros.

—Ya están aquí, ya están aquí, ya están aquí —repetía el pequeño rubio mientras corría hasta esconderse, por alguna razón que él no entendía, detrás de Yamaguchi. Cuando volteó a verlo sus ojos rosa intenso denotaban el miedo que sentía.

No se lo esperaba pero esto logró calmarlo un poco, al menos estaba más nervioso que él.

Uno a uno iban entrando los jugadores con uniforme blanco y turquesa, cada uno en perfecta columna detrás del otro hasta colocarse en fila justo frente a la entrada. Pudieron ver a los jugadores que ya conocía, contra los que ya habían jugado, claro que sin contar a quienes ya se habían graduado, de igual forma que veían algunas caras nuevas. Nuevos jugadores, nueva manager...

—Kimi-chan —murmuró con una amplia sonrisa surgiendo en sus labios al verla portando el mismo uniforme que el equipo.

No le prestó atención ni al rubio que lo veía confundido, ni siquiera al saludo del equipo que acababa de llegar, toda su atención estaba puesta sobre la sonriente chica quien se encargaba de apartar el cabello de su rostro luego de la inclinación.

Le fue imposible no compararla con la última vez que la vio, dos o tres meses antes de su graduación, sollozante y con el rostro rojo de cólera por la reciente y pesada broma que le habían jugado sus "compañeros". Fue la última vez que la vio ya que al día siguiente no la vio en la estación y nunca más volvió.

— ¡Yamaguchi-san! —Dio un respingo en el momento en que la tuvo enfrente, podía sentir varios tantos pares de miradas sobre él en ese momento— Estaba ansiosa de verlo.

—Yo... no me imaginaba verte aquí, sinceramente —confesó con cierto rubor en sus mejillas—. Terminaste decidiéndote por Seijoh.

Dio unos cuantos asentimientos con la cabeza haciendo rebotar su cabello notablemente más largo—. Puede que mis padres influyeran mucho en esa decisión, querían que estuviera siempre con mi hermano.

Ambos se dieron la vuelta viendo al jugador mirándolos fijamente desde el banquillo, junto a este estaba un pobre Kindaichi que se encontraba "hablando" con su amigo.

—Por eso te volviste la mánager del equipo.

—En parte —responde ladeando la cabeza dejando caer su cabello hacia un lado—. Realmente me interesé en el voleibol después de conocernos, empecé a ir a los entrenamientos del equipo de mi escuela y siempre que estaba en Seijoh veía jugar al equipo de mi hermano.

Ahora el confundido era el jugador de Karasuno. ¿Cuándo estaba en Seijoh? Pero si ella aún no se había graduado.

Sin embargo no pudo tener ninguna respuesta ya que escucharon la voz del entrenador llamando a la mánager de su equipo, quien se disculpó y rápidamente se fue con sus compañeros. Su mirada estuvo posada sobre ella mientras se reunía con los demás, solo hasta que sintió una voz a su lado.

—Conoces a Kimi —su frase, que le hizo dar un respingo, sonó en cierto punto como una pregunta por lo que optó por asentir—. ¿Cómo?

Pero de nuevo fue imposible contestarle a Kageyama ya que ambos equipos fueron llamados a alinearse. Debía pensar solo en el partido.

[...]

No pudo pensar solo en el partido.

A pesar de cuanto intentara concentrarse en el juego, sus pensamientos, y sus ojos, seguían yéndose una y otra vez a la castaña del otro equipo. Perdió uno que otro saque, le fue imposible recibir la mayoría de los balones, sabía que estaba jugando de una forma terrible pero al menos tenía a su equipo que lo apoyaba en todo momento, quizás adjudicando su falta de concentración por la pérdida de prácticas durante las vacaciones.

Ninguno sabía que lo que rondaba por su cabeza era únicamente Kunimi Kimi.

—Buen juego —dijo sintiendo el sorpresivamente fuerte agarre en su mano del jugador del equipo contrario, Kumini Akira.

—Ahh~, pensé que ganaríamos —soltó Hinata estirando sus brazos.

El pecoso paseó su mirada por el gimnasio encontrándose a Kimi y Kageyama platicando en uno de los bancos. Suspiró con cansancio mientras salía del lugar, necesitaba algo de aire fresco.

Optó por sentarse fuera de este mientras miraba el atardecer detrás de los edificios de su preparatoria, paso su mano por su nuca soltando un leve quejido al recordar su pésimo desempeño en el juego.

—Aquí está. —Escuchó la voz femenina a sus espaldas, le fue imposible girar para verla aunque no hubo la necesidad ya que esta se sentó a su lado— Buen juego.

No pudo evitar soltar una pequeña risa pensando que ella se estaba burlando de él ya que su juego había sido todo menos bueno—. Lamento que la primera vez que me vieras jugar fuera un desastre.

—Primero que todo, no fue un desastre y segundo, esta no fue la primera vez que lo vi jugando —explica sin girar a mirarlo siquiera pero hablando de inmediato. Ella nunca había aceptado sus propuestas de ir a una de sus prácticas y no habían vuelto a jugar contra Seijoh, ¿a qué se refería entonces?—. Jugó muy bien en las nacionales.

El repentino halago lo hizo sonrojarse hasta las orejas, saber que ella había ido solo a verlo a él jugando hizo que su corazón comenzara a latir de manera desenfrenada.

Entonces una pregunta salió de sus labios sin siquiera pensarlo—. ¿Por qué no volviste a la estación?

Era Kimi quien ahora sentía el rubor en sus mejillas más que todo por la vergüenza, por su falta de valentía al no buscarlo nunca más.

—Ese día le conté todo a mi familia —soltó en voz baja a sabiendas que Yamaguchi sabría perfectamente de qué día estaba hablando—. Ellos se preocuparon mucho por mí y terminaron yendo a la escuela para hablar con mis profesores. A partir de ese momento no quisieron que volviera a casa sola por lo que al salir de clases me dirigía a la preparatoria de mi hermano y esperaba a que sus entrenamientos terminaran para que volviéramos juntos a casa. Lamento no buscarlo para explicarle todo.

Necesitó unos segundos para procesar toda la información que acababa de escuchar, todos los cabos se unían de repente y todas sus locas teorías se desvanecían en el aire. Ella no lo odiaba y por eso había dejado de verlo.

No lo pensó, ni siquiera se dio cuenta pero se encontraba riendo. Una melodiosa y tierna carcajada salía de los labios del chico, dejando completamente hipnotizada a la menor.

—Lo lamento, lo siento tanto —se apresuró a decir cubriendo su boca con sus manos—. No me río de ti ni mucho menos, es solo que me alivia mucho escuchar eso. Yo, yo pensé que me odiabas.

— ¿Cómo podría odiarlo? —preguntó consternada.

—No lo sé, tú simplemente no apareciste más, pensé que te había molestado lo que te dije.

Porque si, podría decirse que lo último que le había dicho a la chica había sido "No puedes ser una cobarde". Se había arrepentido y sabía que lo había dicho sin pensar, pero lo que no sabía era que justamente esa frase había hecho el gran cambio.

Él la había salvado sin siquiera darse cuenta.

—Es todo lo contrario, senpai —le había tomado por sorpresa la forma de referirse a él, aunque para nada le había disgustado. Casi había olvidado como sonaba viniendo de ella—. Gracias a usted pude salir de la situación en la que estaba, me hizo abrir los ojos. Le agradezco, desde el fondo de mi corazón.

Y ahí estaban de nuevo los desenfrenados latidos de su corazón, hasta temía que la fémina pudiera escucharlo. Sentía todo su rostro caliente y se lo imaginaba rojo, sus manos temblaban al igual que sus pupilas yendo de un lugar a otro, tratando con desespero de ver cualquier otra cosa que no fuera a Kimi o con seguridad terminaría desmayándose.

—Me gusta —dijo de repente hablándole casi al aire ya que ella igual se negaba a mirarlo—. Me gusta y por eso me uní al club de voleibol ya que quería verlo en los partidos.

Fue entonces cuando el corazón de Yamaguchi Tadashi explotó por todos los sentimientos que había estado reteniendo. Antes de darse cuenta se encontraba abrazándola, la apretaba con fuerza contra su pecho sin importarle ni un poco que notara la rapidez de su corazón. Había estado esperando tanto ese abrazo que deseaba que no tuviera que terminarse nunca.

Pero eso no sería posible.

—Levántate, ya nos vamos. —Ambos se separaron rápidamente al escuchar la voz del hermano de la joven. Esta se levantó como un resorte ignorando el entrecejo fruncido de su hermano y la expresión de burla de Kindaichi.

Se inclinó frente a su equipo disculpándose por desaparecerse y luego hizo lo mismo frente a Yamaguchi para despedirse del chico quien, aparentemente, había correspondido sus sentimientos.

El peliverde se quedó de pie frente a la puerta del gimnasio viendo como el equipo contrario se alejaba más y más, hasta que la mánager quien se había quedado hasta atrás, se giró para agitar su mano en forma de despedida antes de seguir a su equipo, logrando lo imposible; que el corazón del chico se alterara aún más.

A pesar de su acelerado corazón sentía una paz interna que hacía tiempo no poseía, era como si cada pieza cayera en su justo y preciso lugar. Todo se sentía correcto.

Entonces...

—Yamaguchi~. —Giró la cabeza asustado ante el canturreo de Tanaka quien se encontraba asomado por la puerta junto a Nishinoya y Hinata quienes lo miraban con la misma sonrisa en su rostro— ¿Algo que quieras contarnos?

Solo pudo suspirar preparándose para el intenso interrogatorio que estaba a punto de tener en el momento en que los dos más bajos sujetaron un brazo cada uno para llevarlo de nuevo al gimnasio.

Kimi (君) Es una de las mucha maneras de decir "tú" o "usted" en japones, por lo que con esto traté de poner a cada persona que lea este shot en el papel protagonista, Kimi son básicamente ustedes. 

En general espero que si alguien llega a sentir que se identifica con la situación planteada en este escenario, lo que lea pueda quedarle de enseñanza o consejo sobre cómo poder lidiar la situación.

[...]

He aquí otros one shot que nadie pidió pero que está dedicado a todas las personas que lo lean, espero que les haya gustado y de igual forma si quieren comentar algo, también pueden hacerlo con total confianza.

Espero que se sientan libres de hacer sus pedidos teniendo en cuenta lo dicho en el capítulo anterior, y sin más me despido.

¡Hasta la próxima, mis bellezas!

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