-Ya puedes abrir los ojos.- escuche e inmediatamente abrí lo ojos.

Me encontraba frente a mi tienda favorita de dulces. Habían todas las clases de dulces que pudieras imaginar. Todas.

-¡Eres el mejor, Yaku!- exclamé mientras abrazaba al chico.

-No es nada. Te lo mereces, aprobaste los exámenes.- dijo sonriendo.

-Gracias a tu ayuda, querrás decir.

Al entrar había una explosión de colores. Habían paletas colgadas del techo y paredes llenas de estanterías con miles de tipos de dulces, desde chocolate hasta gomitas. Solté un grito de la emoción y salí corriendo por unos de los tantos pasillo. Yaku venía detrás de mi con una pequeña canasta donde yo iba metiendo dulces a diestra y siniestra. Yo soltaba un pequeño chillido con cada pasillo, pues siempre había otro.

-Pareces una niña pequeña, te ves demasiado tierna.- dijo Yaku una vez que pagamos y salimos.

De ahí, seguimos paseando por el centro comercial hasta que decidimos ver una película pero empezaba dentro de 2 horas. Nos sentamos cerca para no olvidarnos y empezamos a hablar. Yo estaba comiendo unas pequeñas galletas cubiertas de chocolate con forma de palito. Cada tanto ponía una en los labios de Yaku y la comía haciendo que nos besáramos en el proceso, él reía tiernamente.

-Te quiero, mi niña.- dijo y después me besó él.- Beso con sabor a chocolate, me encanta.