Suna Rintarou
Pedido de: la_manode_dabi
Con el toque del timbre, los estudiantes empezaron a salir de sus salones, la mayoría dirigiéndose a sus respectivos clubes. En específico Suna caminaba al gimnasio entre ambos gemelos, con su mano en el bolsillo tocando su celular, completamente listo para sacar el aparato y ponerse a grabar si es que estos empezaban a pelear.
Entre el gentío sintió que un sexto sentido le hacía girar su rostro para visualizar al otro lado del pasillo a aquella persona que lo había estado evitando todo el día, notando que el chico caminaba con rapidez en dirección contraria a él.
Soltó un suspiro tratando de no seguir pensando en su repentina actitud, debía concentrarse en cualquier otra cosa.
—Tierra llamando a Suna —siguió ignorando al rubio, quien sorpresivamente se había vuelto el capitán del equipo al pasar a tercer año—. ¿En serio estás ignorándome?
— ¿Te diste cuenta? —Molesta a su amigo, soltando una risa cuando este bufó mascullando para girar a otro lado.
—Aunque no quiera hablar con ninguno de los dos, ¿irán al festival de mañana? —Inquirió girando para ver también a su hermano.
Suna y Osamu, girando para verse, se pusieron de acuerdo y tan solo se voltearon de nuevo ignorando por completo a Atsumu, riendo cuando este empezó a maldecir por lo bajo asegurando que no les hablaría más nunca.
De esta forma llegaron al gimnasio separándose para cambiarse luego de saludar a los menores, pero el bloqueador central se detuvo antes de cruzar por la puerta cuando su celular vibró en su bolsillo, sacándolo para ver un mensaje en la barra de notificaciones de la pantalla.
"¿Podemos vernos después de tu práctica?"
Inmediatamente redactó una respuesta, explicando que saldría algo tarde y no quería hacerlo esperar, no obstante no tuvo que esperar ni un minuto para recibir otro mensaje asegurando que esperaría por él en la salida.
Lo que fuera que necesitara debía ser bastante importante como para tal insistencia.
— ¿Te quedarás allí? —Volvió a la realidad ante la pregunta de Osamu, tan solo entrando al lugar mientras se despojaba de su uniforme.
En el resto del entrenamiento, por primera vez, la mente de Suna no estaba para nada centrada en su juego, a pesar de que trataba de mentalizarse no podía dejar de pensar en Eiji.
Hacía días en los que no le había hablado en lo absoluto debido a que cada vez que trataba de acercarse a donde se encontraba, este huía en el momento en que lo veía además de no responder a ninguno de sus mensajes o llamadas.
¿Qué había hecho mal?
Haciendo memoria no recordaba nada extraño que hubiese sucedido entre ambos, según él la última vez que habían hablado fue una semana antes cuando caminaban juntos hasta la parada del autobús. Todo estaba bien pero al lunes siguiente, el chico ya no le dirigía la mirada.
—Adiós, chicos —se despide de su equipo siendo el primero en irse de la práctica.
Trataba de no lucir desesperado pero, al ver que nadie lo estaba observando, se echó a correr fuera del gimnasio, cruzando la esquina para encontrarse al castaño sentado en el suelo abrazando su mochila mientras dejaba su rostro apoyado sobre esta.
Algo más calmado se inclinó frente a él para observarlo más de cerca, admirando su rostro calmado y sin darse cuenta ya se encontraba llevando su mano hacia su cara para acariciar su mejilla. Este mínimo contacto había sido suficiente como para que el más bajo se sobresaltara y su respiración se acelerara hasta que se dio cuenta que se trataba de Suna.
—Perdona si te hice esperar demasiado —dijo, ayudándolo a ponerse de pie.
—Quería esperar por ti —susurra con su mirada en el suelo, haciendo un esfuerzo para conectar sus ojos—. ¿Podemos hablar?
El jugador, asintiendo, tomó su mano haciendo que su corazón latiera a mil por hora mientras caminaba a su lado en dirección a la parada del autobús.
Ambos chicos se mantenían en completo silencio a la par que caminaban, el joven Eiji estaba más preocupado por apresurar su andar para ir a la par de Suna. Un paso del mayor eran como tres pasos de él.
— ¿Hice algo malo para que no me hables? —Pregunta entonces el más alto girando para verlo. Luego de un rápido repaso se dio cuenta de un importante detalle que para cualquiera otro habría pasado desapercibido— ¿Compraste un nuevo binder?
Con un respingo, el chico bajó su mirada hacia su pecho plano mientras negaba con la cabeza—. Es el viejo.
Deteniéndose de inmediato, Eiji notó el ceño fruncido del mayor a sabiendas que se aproximaba un buen regaño de su parte, sintiendo un nudo en su garganta por lo que se avecinaba.
—Sabes que ese no te queda bien y terminarás lastimándote, ¿por qué te lo pones de nuevo? —Cuestionó tratando de no oírse brusco ya que en lugar de molesto se encontraba preocupado.
—No he tenido tiempo de comprar uno nuevo, pero...
— ¿Volvió la disforia? —Le pregunta bajando su tono completando lo que el otro quería decir, teniendo una negación de su parte— ¿Qué sucedió entonces?
Sintiendo sus ojos picar, el menor giró su rostro siendo incapaz de mirarlo a la cara mientras todos los recuerdos volvían a su mente para atormentarlo. ¿Cómo podría decirle aquello?
—No quería ver mi pecho tan abultado, es todo —murmura con la voz temblorosa, mordiendo su labio cuando sintió su mano siendo sujetada por la suya.
Inclinándose hacia adelante, acercó su rostro al del estudiante de segundo año obligándolo a mirarlo a los ojos, suspirando cuando vio una pequeña lágrima salir de uno de sus ojos. De inmediato enrolló sus brazos a su alrededor haciendo que su rostro se hundiera en su pecho para darle la libertad de llorar.
—Sabes que puedes decirme cualquier cosa que te suceda. Puede que no lo entienda, pero haré lo posible para apoyarte, ¿me oyes? —Aseguró con una mano sobre su nuca.
—Lo siento, te juro que yo traté de evitarlo —solloza contra su pecho helándole la sangre a Rintarou.
Visualizó la solitaria parada del autobús a unos metros de ellos, se llenó de valor para ponerlo bajo su brazo y hacerlo caminar hacia el lugar y hacerlo sentarse en la banca de metal.
Le rompió el corazón ver su rostro lleno de lágrimas impulsándolo a secar sus mejillas con la manga de su uniforme, aprovechando para acariciar su rostro en el proceso y calmarlo un poco logrando tan solo que sollozara aún más fuerte.
—Dime lo que sucedió, Eiji —casi exigió con la preocupación creciendo en su interior, llevando sus manos hacia los costados de su rostro para hacer que lo mirara de frente a la vez que se arrodillaba frente a él para estar más a su altura.
—Yo...Yo no quería, lo prometo, tan solo salía del club y él...él —su llanto le impedía hablar correctamente por lo que Suna, cada vez más asustado, se sentó a su lado para dejar que se apoyara de nuevo en él.
—Tranquilo, todo está bien —susurra calmándolo con caricias en su espalda—. Respira y luego habla.
Haciéndole caso al mayor, tomó un hondo respiro aún con los ojos cerrados apoyado contra su pecho.
"Es Suna senpai, él nunca se molestaría contigo" —Se dijo a sí mismo mientras sentía su mano moverse por su espalda.
—Yo estaba limpiando en la sala del club y era el único ahí, estaba a punto de irme y entonces un senpai entró ahí —comenzó a relatar aún escondido en su pecho—. Empezó a hablar conmigo, me hizo sentir incómodo porque trataba de tocarme y no dejaba de llamarme como "ella".
El castaño apretó la mandíbula tratando de no hacerle notar lo enojado que se encontraba o volvería a cerrarse de nuevo.
—Él... él empezó a tocar mi pecho y a besarme, tenía más fuerza que yo así que no pude quitarlo de encima —gimotea apretando en sus puños la tela del uniforme del mayor.
Fue entonces cuando la forzada calma de Suna se destrozó como cristal al escuchar aquella confesión, su respiración se cortó y sus manos se quedaron por completo quietas en el aire.
No se sentía real, no podía ser real.
—Lo siento —se lamentó de nuevo apretándose más a él, devolviendo al chico a sus cinco sentidos.
— ¿Lo sientes? ¿Qué sientes? Por favor, deja de disculparte, esto no fue tu culpa —ruega con las facciones completamente tensas, sujetándolo por los hombros para separarlo y poder mirarlo a la cara—. ¿Quién fue?
El chico negó de inmediato con la cabeza, negándose con rapidez ante esta última pregunta.
—Dime, ¿fue un compañero del club? ¿Lo conozco?
—No, no lo es —aseguró haciendo que el chico llevara nuevamente sus manos a su rostro para secar sus lágrimas—. Ya no quiero hablar más de esto.
—Eiji, tienes que decirme quién fue para ir a romperle el rostro a puñetazos —gruñe apretando su rostro mientras este tan solo negaba.
El sonido de un motor le indicó que el autobús estaba llegando a dónde se encontraban, girando para ver el vehículo prácticamente vacío debido a la hora.
Sin decir nada, Suna se puso de pie tomando la mano del chico haciéndolo caminar bajo su brazo para que subiera al bus delante de él, logrando que este girara confundido hacia él cuando subió con él guiándolo hacia los asientos traseros.
Aquella ruta lo llevaría más lejos de su casa.
—No intentes negarte, te llevaré hasta la puerta de tu casa y luego me iré a la mía —explica sentándose junto al menor.
Para cuando el vehículo se puso en marcha de nuevo, un silencio se instaló entre ambos mientras Eiji mantenía su mirada en la ventana para tranquilizarse y no ponerse a llorar de nuevo.
En conjunto con todo lo que lo torturaba, debía añadir ahora el terrible dolor en su torso por usar aquella prenda tan apretada debido a que ya no era de su talla, apretaba sus dientes ante el dolor punzante cada vez que respiraba.
Solo que en ese momento, al sentir la gran mano de Suna sujetando la suya hizo que olvidara cualquier dolor que lo afligiera.
—Mañana iremos al festival a ver los fuegos artificiales y quiero que vayas conmigo —dice de repente para sorpresa de Eiji—. Puedes usar kimono, es una prenda bastante holgada y no tienes que usar binder. ¿Qué te parece? Al menos hasta que compres uno de tu talla.
El brillo en sus ojos y la pequeña sonrisa que se formó en sus labios fue suficiente para hacer feliz nuevamente a Rintarou, al menos pudo respirar nuevamente cuando lo vio asentir con rapidez.
Apoyando su cabeza contra el hombro del más alto se dispuso a vaciar su mente en lo que restaba de camino, no quería pensar en nada más que en su cita con Suna al día siguiente, quería simplemente olvidar todos sus dolores y pesares, tanto físicos como mentales.
Caminar y sentir únicamente la gran mano del chico sujetando la suya, aquello era todo lo que necesitaba para ser feliz. ¿Qué más podría pedir?
—Gracias por venir conmigo —dice, girándose hacia él cuando llegó a la puerta de su casa, encontrándose con el semblante pacífico del mayor.
—Quiero que entres, te lo quites y me lo entregues —le ordena ocasionando una expresión confundida en su rostro—. Yo te espero aquí.
Viendo su vacilación, se acercó a él para posar sus labios sobre su frente y acto seguido hacer un movimiento de cabeza para indicarle que hiciera lo que pidió. Sin ver otra opción no tuvo de otra más que adentrarse en su hogar, no podía engañarse a sí mismo, no veía el momento de quitarse aquella insufrible prenda.
Saludó fugaz a su hermano mayor que estaba en la cocina con su novia, corriendo escaleras arriba para entrar a su habitación.
Fuera de su hogar se encontraba el alto y perezoso castaño, de pie aún en el mismo lugar donde llegó manteniendo las manos en sus bolsillos, por mientras no dejaba de jugar con su aliento viendo el vaho que salía de su boca debido al frío de la noche.
—Aquí está —anunció Eiji llegando de nuevo mientras extendía una pequeña bolsa hacia él.
No pudo evitar sonreír levemente cuando lo vio usando el pantalón del uniforme junto a una sudadera que antiguamente era de él. Al tomar la bolsa, con la otra mano lo jaló por el cuello hacia para juntar nuevamente sus labios en un corto y lindo beso de despedida.
—Te veo mañana en el parque —murmura contra sus labios, sacándole un suspiro antes de besarlo de nuevo.
[...]
Suna se alejó un poco del club, los chicos se habían puesto de acuerdo para ir juntos al festival. Atsumu aseguraba que aquello le traería buena suerte al equipo aunque era una triste tapadera para no decir que no quería ir solo a dicho festival.
Había recibido un mensaje en el momento justo que vio al "maduro" capitán de equipo jugando y corriendo con un pequeño palillo que tiraba chispas. Bajó hasta el primer piso del restaurante del cual habían reservado la azotea para ver mejor aún el espectáculo, sin necesidad de responder el mensaje ya que visualizó de inmediato al chico de pie frente a la puerta.
—Pensé que no vendrías —aseguró al llegar junto a él para abrazarlo y besar su coronilla—. Te ves muy guapo.
—No me hagas sonrojar —masculla haciendo que el más alto riera con diversión. Entrelazando sus dedos, prosiguió a llevar con él en dirección opuesta al lugar de su reunión—. ¿Dónde vamos?
—Es una sorpresa, ¿o querías pasar el festival junto a los demás?
—Por mí no habría problema —suspirando afirmó viendo cómo parecían alejarse cada vez más del gentío.
Viendo que Rintarou no parecía querer decir nada más, no tuvo más opción que seguir caminando junto a él, empezando a balancear sus manos unidas mientras tarareaba una canción que había estado escuchando camino al parque.
No podía sentirse más cómodo de lo que se encontraba, la idea del mayor de usar un kimono no había podido estar más acertada, aquella prenda había pertenecido a su hermano quien alegremente se lo cedió para usarlo. Era bastante holgado y cómodo, aquello le permitía usar tan solo un brasier deportivo y pero seguía teniendo un pecho completamente plano debido a que la tela no se pegaba a su cuerpo en ninguna parte.
— ¿En qué piensas, pulga? —La voz de Rintarou lo sacó de su ensoñación haciendo que girara para verlo.
—En lo feliz que estoy de estar juntos —dijo con una sonrisa que hizo chillar internamente al más alto.
Soltando una risilla lo ignoró ya que en ese momento habían llegado a su destino, una pequeña zona de picnic donde había varias mesas de madera que estaban desoladas. No era el festival en sí pero tendrían una vista perfecta del espectáculo.
Sin verlo se encaminó hacia una de las mesas para sentarse en la banca dándole la espalda a la mesa, brindándole una sonrisa a Eiji mientras palmeaba el lugar a su lado.
— ¿Cómo descubriste este lugar? —Preguntó caminando hacia él para pasar sobre la banca y sentarse sobre la mesa.
—Ya sabes, buscando tantos lugares a dónde llevar a tantas personas uno descubre varias cosas —bromea ganándose un empujón de parte del menor haciéndolo reír—. En realidad fue Osamu quien nos trajo luego de perder un partido.
Sin más nada que decir ambos se quedaron en completo silencio, un silencio bastante pacífico que los dos disfrutaban en cada segundo.
No obstante silencios como aquellos no hacían más que darles tiempo para pensar de más, pensar cosas que en cualquier otro momento dejarían de lado, pensamientos no tan agradables para uno de ellos.
—Rintarou senpai, ¿puedo preguntarte algo? —Inquirió en voz baja con la mirada pegada al cielo estrellado. El aludido no hizo más que asentir mientras disfrutaba aquel honorífico que el menor no parecía querer soltar— ¿A ti te gustaba más cuando era una chica?
Su repentina pregunta lo descolocó un poco haciéndolo girar confundido para verlo gracias a la luz de la luna, ladeó la cabeza aún sin poder procesar lo que había dicho—. Nunca has sido una chica, ¿te refieres a cuando lucías como una?
Eiji se sentía como un completo tonto ponerse sentimental con una pregunta tan simple, optando tan solo por asentir con la cabeza.
Su relación había iniciado hacía casi tres años por los que Suna había vivido, o estaba viviendo, su proceso de transición desde el inicio. Fue él uno de los primeros en darse cuenta de la casi invisible disconformidad de Eiji cuando ni siquiera era Eiji aún, él ya se había enamorado de "ella" en aquel momento.
—Es que mi cuerpo...
—Tu cuerpo me fascinaba cuando no eras Eiji y ahora que lo eres me fascina muchísimo más, ¿sabes por qué? —Pregunta, sentándose frente a él mientras se hacía espacio entre sus piernas— Porque eres mucho más feliz ahora que antes y eso es más importante para mí que cualquier otra cosa.
Apresó su labio inferior molesto con él mismo cuando salió la primera lágrima, lágrima que no bajó casi nada debido a que fue secada con rapidez por Suna.
—Te amo por quién eres, no por cómo te ves, quiero que lo entiendas. Siempre me encantará tu cuerpo, porque siempre me encantarás tú.
—Me harás llorar —lloriquea el chico apoyando las manos sobre sus hombros.
Lo atrajo hacia él para dejar un corto beso sobre su nariz, seguido de una serie de pequeños besos sobre todo su rostro consiguiendo su objetivo de hacerlo echarse a reír.
Con una sonrisa de diversión y una idea en su cabeza, Rintarou llevó sus manos hacia su cintura y aprovechó que estaba desprevenido para jalarlo hacia él haciendo que cayera sobre su regazo mientras soltaba un chillido de sorpresa.
— ¡Suna-san! —Exclamó para deleite del nombrado con un intenso sonrojo en sus mejillas con sus piernas a cada costado de las suyas.
—Una última cosa, sin importar lo que decidas hacer de ahora en adelante con tu imagen física, habrá una cosa que nunca cambiará —confiesa con un tono juguetón, acercando su boca a su oreja haciendo que todos sus vellos se erizaran al sentir su aliento contra aquella zona tan sensible—; siempre encontraré la manera de metértela por algún lado.
Soltó una carcajada ante el grito de reclamo de su novio, convertido momentáneamente en un tomate antes de ocultarse en su cuello rogando que no dijera cosas así.
Sintiéndose en las nubes, Rintarou lo tomó del rostro para ponerlo frente al suyo y observarlo durante unos segundos antes se jalarlo de nuevo a su rostro para unos sus labios en el momento justo en que los fuegos artificiales empezaron a estallar dándoles el fondo perfecto para el beso perfecto.
Eiji 栄治: Prosperidad y paz
Wooooow, verdaderamente me gustó escribir este one shot, ¿ustedes que opinan? ¿les ha gustado?
De inmediato les digo que si he escrito mal alguna situación con respecto a la temática, se los agradecería si me lo hicieran saber para arreglarlo, no quiero irrespetar a nadie y quisiera que fuera lo más genuino posible.
¡Hasta la próxima, mis bellezas!
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