Shirabu Kenjiro

Pedido de: kita_shinsuke432

La pequeña Kumiko correteaba hacia el patio trasero de su escuela, cruzando por el pasillo donde se encontraban algunos de los gimnasios. Todo lo que pasaba por su mente era salir a jugar con sus amigas en el parque de las instalaciones hasta que el tiempo libre acabara, sin embargo en el momento en que pasó por una de las puertas que se encontraba semi abierta, escuchar unas risas de clara burla la hizo detenerse de inmediato.

Aquella curiosidad infantil la hizo asomarse por el espacio entre las puertas, tratando de espiar lo que sucedía dentro sin que fuera notada, hasta que pudo entender la situación.

— ¡No puedes jugar con nosotros! —Exclamó el niño en dirección al peli rojo de pie en la esquina del gimnasio— ¡Los monstruos no pueden juntarse con humanos!

Sintió un dolor en su pecho cuando vio a los niños reírse luego de sus palabras mientras corrían hacia el otro lado de la cancha, dejando al pequeño aún de pie en su lugar mirándolos con tristeza en sus ojos.

Fue entonces cuando el fuego de la justicia ardió dentro de ella, al menos lo que podría esperarse de una niña de 6 años.

— ¡Oe, Nobuyuki! —Le gritó a su compañero de clases atrayendo las miradas de los niños— Deja de ser tan malo, eso no está bien.

—Pero míralo —grita señalando al peli rojo que seguía mirando completamente callado desde el rincón—. Es un monstruo.

Acortando la distancia entre ambos, la peli negra se acercó al niño usando toda la fuerza que tenía para golpear en el brazo a este escuchándolo gritarle cuando acto seguido le jaló el cabello.

— ¡Tendou no es un monstruo, tú lo eres! —Vociferó cuando este logró soltarse de ella para echarse a correr junto a sus amigos. De inmediato cambió su expresión para girarse y ver al niño— ¿Estás bien, Tendou-chan?

Acercándose a este, lo miró con preocupación al no poder notar ningún tipo de expresión en su rostro. ¿Tan mal se encontraba?

—Yoshida-chan, eres genial —suelta con una sonrisa brillante, contagiándola y haciendo que esta también sonriera.

[...]

— ¡Kumiko-chan, eres genial! —Exclamó el peli rojo aplaudiendo para la peli negra cuando terminó de saltar sobre las colchonetas.

La chica, sonriendo, se había acercado a donde su mejor amigo se encontraba junto al capitán de su equipo—. Hola, Ushiwaka-kun.

—Hola, Yoshida-san —dijo este de regreso con su típico tono calmado, inclinando la cabeza hacia ella.

— ¿Estás lista? —Pregunta el peli rojo haciendo que la chica asienta mientras empieza a amontonar las colchonetas ya que era la última de su club.

—Quise quedarme a entrenar un poco más mientras esperaba que salieran de su práctica —explicó, sorprendiéndose cuando vio a los chicos llegar a su lado para ayudarla en su tarea—. Puedo...

—Anda, ve a cambiarte mientras nosotros recogemos para irnos pronto —le dice su mejor amigo brindándole una sonrisa cuando esta besó su mejilla agradeciendo.

Minutos después, una vez que la chica se cambió a un conjunto deportivo y los chicos recogieron el gimnasio, los tres jóvenes salieron del lugar luego de que esta cerrara la puerta para dirigirse a los dormitorios.

Pero al mismo tiempo, a unos metros de ellos en el pasillo se encontraba cierto joven mirándolos.

Terminando de cambiarse luego de su práctica, el castaño había salido del gimnasio en dirección hacia la sala donde la mayor practicaba. Se había llenado de valentía y luego de días había planeado una excusa lo suficientemente creíble para poder hablarle, hasta el momento en que, al asomarse por la ventanilla en la puerta, visualizó a dos de sus senpais del club de voleibol haciendo que retrocediera con rapidez para esconderse contra una puerta.

Tal vez no era el momento perfecto, ¿verdad?

— ¿Qué haces? —Dio un brinco al escuchar la voz de Kawanishi, haciendo que este riera levemente al ver su susto— ¿Espiando a los senpais?

—C-Claro que no —Miente con el ceño fruncido antes de que este palmeara su hombro para empezar a caminar.

—Eres un muy mal mentiroso, Shirabu, pésimo la verdad —asegura caminando a su lado escuchándolo gruñir—. Además de ser demasiado obvio cuando te gusta alguien.

De inmediato el setter detuvo su andar para mirarlo estupefacto, empezando a balbucear tratando de negarse logrando tan solo confirmar aún más la hipótesis, no solo de su compañero, sino del resto del equipo.

—No hace falta que sigas mintiendo, todos sabemos que te gusta Yoshida-senpai —dijo burlón caminando aún frente a él.

— ¡Ella no me gusta! —Gritó adelantándose tratando de no quedarse ahí en el pasillo.

—Mientes~ —canturrea, ganándose un empujón del chico haciéndolo reír.

¿Podría ser verdad? ¿Acaso es tan obvio? ¿Ellos lo sabían? ¿¡Ella lo sabía!?

El pobre Shirabu empezó a temblar como una hoja de papel, casi hiperventilando ante la posibilidad de que la mayor lo supiera y él siguiera actuando "disimulado".

—Entonces... ¿piensas confesarte? —Preguntó cuando llegaban a sus habitaciones.

—No es tu problema —asegura en voz baja, escondiendo su rostro para ocultar el sonrojo por el bochorno.

Se apresuró a entrar antes que su compañero para usar primero el baño y evitar cualquier tipo de conversación que pudiera implicarlo aún más, ya no sabía cuánta vergüenza más podría soportar sin morir.

Casi una hora luego, el castaño ya se encontraba recostado en su litera viendo la parte inferior de la litera de su compañero, escuchando sus ronquidos que le aseguraban que estaba completamente dormido. Fue ese momento cuando por fin pudo desahogarse, soltando un gran suspiro de frustración.

Hasta el momento había actuado con total tranquilidad, a veces indiferencia fingida, hacia la chica cuando se encontraban ya que contaba con que esta, al igual que todos los demás, ignoraba sus sentimientos. Si ella lo sabía, ¿cómo la miraría a los ojos ahora?

[...]

— ¡Shirabu-kun, que emoción que por fin aceptes tus sentimientos! —Fue lo primero que escuchó el aludido en el momento que abrió la puerta, por parte del peli rojo.

En menos de dos segundos todos los colores le subieron al rostro cuando tuvo todas las miradas sobre él, haciendo que buscara a Kawanishi para mirarlo de forma gélida mientras este tan solo sonreía.

—No sé de lo que hablan —masculló Shirabu, tratando de ignorarlos mientras se adentraba al gimnasio—. Kawanishi ya no sabe lo que dice.

—Shirabu, no hace falta mentirnos, es inútil que trates de ocultarlo a estas alturas —asegura Semi, cruzando los brazos siguiéndolo con la mirada.

—Si quieres puedo planearte una cita con Kumiko —propuso Tendou con una sonrisilla acercándose a él para enrollar su brazo en su cuello a pesar de que este empezó a removerse—. Sabes que ella es mi mejor amiga.

—Ella no me gusta —asegura en un vago intento de controlar sus nervios o definitivamente confirmaría todas sus sospechas.

Por un corto momento se relajó al escuchar el completo silenció que se formó en el lugar mientras dejaba su mochila en el suelo, buscando un lugar para ponerse a calentar antes de la práctica. Al parecer había actuado lo suficientemente bien como para que le creyeran.

¿O no?

—Es bueno escuchar eso, me alivia saber que no te gusta —dice de repente Ohira haciendo que este alzara el rostro para verlo aún confundido—. No había querido hacer nada porque pensé que te gustaba, pero ahora que sé que no sientes nada por ella no puedo esperar a pedirle una cita.

Las risas de sus compañeros le hicieron sonrojarse al saber lo muy poco disimulado que había sido al escuchar aquello, haciéndolo apretar la mandíbula mientras pegaba la frente al suelo queriendo meterse bajo la tierra.

Soltó un quejido ante la situación, fingir por tanto tiempo para que al final ellos terminaran enterándose y justamente por su culpa.

Se sentía el mayor tonto del mundo, pensando que Yoshida Kumiko podría llegar a sentir algo por un chico tan tonto como él.

—Ahora que nuestro querido Shirabu por fin aceptó sus sentimientos, viene la fase dos del plan —anunció Tendou con emoción y rapidez ya que justo en ese momento el entrenador había entrado al gimnasio—: ¡hacer que confiese sus sentimientos!

— ¿Eh?

[...]

La chica sonrió leve cuando, al salir de su salón vio a su buen amigo de pelo colorido esperando por ella, inclinando su rostro al suyo para recibir un pequeño beso sobre su mejilla como siempre.

—Pensé que hoy tendrías práctica con el club —dice cuando este enrolló su brazo con el de ella.

—Tenía, pero se canceló, al igual que la tuya —explicó sin más, haciendo que Kumiko girara confundida para verlo—. Bueno, más o menos, hablamos con tu sub capitana y aseguró que cumpliría con su papel mientras tú no estás.

— ¿Por qué no estaré? —Inquirió alzando la ceja viendo como este la llevaba a la salida en lugar de hacia los dormitorios.

—Hoy tendrás una salida, Kumi-chan —informa con su sonrisa divertida—. Y basta de preguntas porque no puedo develar de más.

— ¿Por qué dices que "tendré" en lugar de "tendremos"?

—No diré nada~ —canturreó haciéndola quejarse en el momento que salieron a la calle.

Suspiró frustrada al darse cuenta que en ese momento sus tácticas y ruegos no servirían con su amigo, por esto no tuvo más opción que caminar a su lado, mordiéndose el labio para evitar seguir soltando preguntas a diestra y siniestra ya que en su mente seguían surgiendo un montón de interrogantes.

Vio con confusión la entrada del parque que se encontraba en la esquina de la preparatoria, girando para ver a Tendou. ¿Todo su show para salir al parque?

No obstante su confusión estalló cuando notó como su amigo sacaba un trozo de tela negra de su mochila sonriendo hacia su dirección.

—Satori, empiezas a asustarme —confiesa cuando este sujetó el objeto entre sus manos con una sonrisa malévola.

—Te juro que no es nada de qué preocuparse, pero por ahora no puedes ver —manifestó, colocándose detrás de ella cuando notó que se rendía—. Tan solo confía en mí.

—Confió en ti —aseguró siendo completamente cegada, dejándola a la merced de su mejor amigo.

El chico sujetó su mano con fuerza para hacerla sentir segura, empezando a caminar mientras le indicaba ante cada "obstáculo" que se cruzaba en su camino.

Tendou de vez en cuando giraba para ver a la peli negra de su mejor amiga, la gran mayoría de las veces que la veía se le hacía imposible no ver a la pequeña niña de 6 años que no le importaba pelearse con cualquiera por defenderlo.

Sonrió pensando en lo que estaba a punto de suceder, no tenía idea de si ella también tenía sentimientos por Shirabu, pero vaya que le haría feliz que estos dos estuvieran juntos, en realidad estaría muy complacido si ella saliera con cualquiera de sus compañeros de equipo ya que todos eran muy buenos chicos.

Si, esperaba que todo saliera bien.

Justo entonces llegó al lugar acordado, no vio a ninguno del club por lo que entendió que les dio el tiempo suficiente para preparar todo y fugarse dejando tan solo al joven castaño de pie junto al "escenario" que habían planeado.

La sujetó por los hombros colocándola justo frente a Shirabu guiñándole el ojo al chico mientras este asentía con un claro nerviosismo en su rostro.

—Kumi, yo me iré ahora. No te preocupes, no estás sola, pero no puedes quitarte la venda —explica cerca de su rostro haciendo que esta temblara, para que ahora pasara a mirar a su compañero—. Déjala ver cuando yo me haya ido.

— ¿A quién le hablas, Satori? —Preguntó un poco nerviosa la chica, siendo totalmente ignorada por el chico quien empezó a irse bajo la atenta mirada del menor.

Cuando vio que el peli rojo desaparecer por una esquina, movió sus ojos hacia la chica que seguía de pie frente a él. Su corazón empezó a latir con rapidez y fuerza sintiendo cómo si este fuera a salirse de su pecho.

Le dio un rápido repaso antes de llenarse de valentía para quitarle la venda; su prolijo uniforme que seguía en orden luego del horario de clases además de que jugueteaba de forma nerviosa con sus dedos. ¿Acaso ella estaba tan nerviosa como él?

El ambiente primaveral y la brisa hacía que su cabello se moviera un poco al viento, creando una escena que el consideraría digna de un cuadro en conjunto con los pétalos de las flores de glicina que los cubrían por los árboles, siendo esta la principal razón por la cual habían elegido aquel lugar. Los pétalos y los árboles púrpura sobre ellos hacían de dicho sitio la locación perfecta para una confesión.

Tomando una gran bocanada de aire, dio un paso hacia adelante, viendo que esta se sobresaltaba cuando sintió unas manos detrás de su cabeza desatando el nudo de la venda, quitándole con delicadeza la tela.

— ¿Shirabu-kun? —Dijo con confusión, tallando sus ojos para acostumbrarse de nuevo a la luz.

—Es bueno verla, senpai —murmuró inclinándose mientras esta inspeccionaba el lugar detrás de él—. Disculpe que...

— ¿Tú lo preparaste? —Inquiere señalando la tela sobre el césped cubierto por unos cuantos bocadillos.

El castaño giró con nerviosismo para ver nuevamente lo que sus senpais habían preparado, ¿no le gustaba?

—Yo... etto... los senpais me ayudaron —confesó con el sonrojo surgiendo en sus mejillas—. ¿Le gusta?

— ¿Lo prepararon por mí? —Al darse cuenta de que había ignorado nuevamente una de sus preguntas, sacudió la cabeza y le regaló una sonrisa— Es muy lindo, de verdad.

Notó el claro nerviosismo del chico por lo cual decidió dar unos pasos hacia el mantel, inclinándose frente a este para tomar uno de los pequeños bocadillos.

Imitándola, Shirabu se sentó en una de las esquinas del picnic preparado por los mayores, dejando sus tensas manos sobre sus rodillas tratando de lucir lo más calmado posible para evitar que todo el ambiente se sintiera incómodo.

Fallando en el intento.

Internamente empezó a golpearse una y otra vez cuando se dio cuenta del tenso silencio que se instaló entre ambos, se sentía un completo estúpido viéndola inspeccionar la comida que había cocinado junto a sus mayores sin tener ni una mínima idea de lo qué decir.

"¿Dónde se quedaron los consejos de Semi y Tendou?

— ¿Por qué no me dijiste personalmente para venir al picnic? Oh, y disculpa por hacer tantas preguntas, es un hábito —habló cerrando los ojos con vergüenza, haciendo que el chico empezara a negar de inmediato.

—Es que... me dio vergüenza —confiesa evitando su mirada mientras escuchaba una pequeña risa de la fémina—. Tendou senpai se ofreció para decirle en mi lugar.

Al no escucharla más, optó por girar de nuevo a su dirección encontrándola mirando fijamente una de las fuentes con galletas para tomar una y llevarla a su boca.

"¿Y si no le gusta? ¿Y si es alérgica al maní? ¿Y si..."

— ¿Esto es una cita para confesarte? —Curioseó la chica de repente causando que el pobre chico se ahogara con su propia saliva— Perdóname si no es así, solo lo supuse.

Con la galletita aún en mano dirigió su mirada hacia Shirabu quien ahora lucía como todo un tomate, en su rostro no había ni un centímetro que no se hubiese pintado de un rojo intenso ante su frase.

Como última opción de inmediato se cubrió el rostro sin tener ningún lugar donde esconderse.

—Lo siento, no quería incomodarla, los senpais insistieron y al final me convencieron —empieza a decir a toda velocidad casi tartamudeando a la vez que inclinaba la cabeza—. En serio disculpe, por favor olvide todo esto.

—Shirabu-kun, para —dijo firme pero sin poder evitar que una sonrisa se instalara en sus labios.

El chico, aún muerto de la vergüenza, tomó una gran bocanada de aire por fin tuvo la valentía suficiente como para alzar de nuestro el rostro viéndose algo cegado de un ojo por su flequillo.

Temblando de los nervios dirigió su mirada hacia la chica, quedando paralizado al verla comer uno de los dulces con total tranquilidad y una expresión de paz en su rostro, hasta que lo notó y extendió su mano hacia él entregándole una galleta.

—Come también, no es justo que sea la única que disfrute de esto —con un tono de diversión convenció al más joven quien sintió una descarga eléctrica recorrer su cuerpo cuando sus dedos se rozaron—. Si aún te sientes avergonzado puedo confesarme yo primero para que te sientas mejor.

De nuevo el chico casi muere ahogado ante la confesión tan repentina de la chica, notando que el bocado de galleta se quedaba atorado en su garganta.

Definitivamente la peli negra acabaría matándolo antes de que el picnic terminara.

—Tan tierno —lo elogia, acariciando con suavidad su cabello cuando este inclinó de nuevo la cabeza avergonzado.

En un arrebato de valentía, el castaño levantó su mano temblorosa para tomar la suya y bajarla hacia su mejilla, inclinando su cabeza en búsqueda de su toque.

—Yoshida senpai, usted me gusta, me gusta mucho así que por favor cuide de mí —susurró aún con los ojos cerrados disfrutando de las caricias brindadas por su pulgar.

Con un beso sobre su frente, Shirabu por fin entendió que todo había salido justo como lo había deseado, incluso podría decirse que muchísimo mejor de lo que se esperaba.

¿Recibir mimos de su senpai favorita mientras tenía una cita con ella? Jamás, ni en sus más locos sueños se habría imaginado algo así, pero ahora era una realidad. 

Kumiko 久美子: Ser una mujer eternamente hermosa

Yoshida芳田: Campo de arroz fragante

Mis amores, este es un pedido pero no encuentro el usuario de la persona que lo hizo por ninguna parte, así que si esa personita está aquí espero que te haya gustado un montón y que sea lo que hayas imaginado.

De igual forma, espero que les haya gustado y leeré con emoción todos sus comentarios y mensajes con pedidos. (Hablando de esto, aprovecho para agradecer el inmenso apoyo que le dieron al especial, no se imaginan lo feliz que me hacía ver tantos votos y comentarios lindos).

También les recuerdo que los pedidos se encuentran abiertos, y no es por desanimar a nadie pero para las personas que han pedido a Tsukishima e Iwaizumi les anuncio que tardaría un poquito más para hacerlos ya que tengo varios pedidos de ambos y no quiero tener capítulos de un mismo personaje muy juntos. Espero lo entiendan.

¡Hasta la próxima, mis bellezas!

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