Sakusa Kiyoomi - Especial Padres
Todo era paz y silencio en la casa de los padres primerizos, de pocos meses de nacido se había vuelto la luz en los ojos de sus padres y era considerado como el bebé ideal. El nene era prácticamente la versión en miniatura de su padre, no solo físicamente sino que en todo el sentido de la palabra.
¡El bebé a penas si lloraba!
Ambos agradecían el hecho de que aquellas historias de terror acerca de no dormir en lo absoluto no hubiesen aplicado en su caso, con el pequeño podían tener una tranquila noche de sueño sin despertar por su llanto.
—Yasu ya está dormido en su cuna —anuncia el pelinegro llegando a la habitación, colocando el monitor de bebé sobre la mesita de noche.
Su esposa asintió sentada en la cama mientras terminaba de leer su libro. Mientras se estiraba con cansancio se acercó a la cama dejándose caer sobre el suave colchón, recostando su cabeza sobre las piernas de la mujer, la cual tan solo dirigió una de sus manos hacia él para empezar a acariciar su cabello mientras seguía leyendo.
Desearían tener muchos más momentos de tranquilidad para estar así juntos.
Para el matrimonio el silencio era algo que disfrutaban desde que su relación empezó, sin embargo esta vez no sería tan perfecto. De un momento a otro el celular de la fémina empezó a timbrar en una llamada entrante haciendo que soltara el libro para estirarse y tomar el aparato sin dejar de acariciar el cabello a Sakusa.
Cuando notó el nombre de su asistente suspiró a sabiendas que se trataría de algo importante si estaba llamándola en su permiso por maternidad, contestando la llamada luego de soltar un suspiro al llevar el aparato hacia su oreja.
El pelinegro poco a poco empezó a caer rendido en sus piernas casi ignorando la poca conversación de su esposa hasta que la forma brusca en la que salió de la cama lo hizo sobresaltarse.
— ¿En cuánto tiempo estará en la clínica? —Dice caminando hacia el baño bajo la atenta mirada de Sakusa más confundido a cada momento— Perfecto, estaré ahí lo más pronto posible. Bien. Adiós.
—Amor —la llama acomodándose en el centro de la cama.
—Tengo que ir a la clínica, consiguieron un corazón para Kazuma —anunció buscando ropa en su closet para despojarse de su pijama. El dato hizo sonreír levemente al hombre notando el entusiasmo de su esposa—. ¿Hay algún problema en que salga tan de repente? El corazón está en camino desde Kioto, debemos preparar la cirugía.
La mujer había cumplido su sueño y ahora trabajaba como cirujana cardiovascular, trabajando muy arduamente con los pacientes del ala de cardiología pediátrica. Cada uno de sus pacientes formaba parte de su corazón hablándole sin parar a Sakusa de todos sus niños, habiendo algunos como Mamizuka Kazuma, un niño al que había estado tratando desde años atrás ya que estaba en la espera de un trasplante de corazón.
Había conocido al pequeño Kazuma hacía poco más de un año y también estaba más que feliz por la noticia de que por fin fuera a recibir un corazón.
— ¿Por qué debería haber algún problema? —Responde con otra pregunta cuando esta se giró para verlo— Yasu es bastante tranquilo y puedo cuidarlo yo solo.
Al verla casi lista optó por levantarse de la cama y ayudarla a buscar todo lo necesario para salir a la clínica, notándola demasiado apurada.
—Pero mañana en la mañana tienes una reunión importante —dijo llegando a la puerta de la casa mientras lo seguía de cerca.
—Salvarle la vida a un niño es más importante yo puedo encargarme del nuestro por unas cuantas horas —asegura colocando su mano sobre su cabeza—. Quiero que te preocupes únicamente por la operación, así que ya vete.
Luego de recibir un cálido beso en su frente, la mujer cerró la puerta del vehículo para ponerse en marcha.
Volviendo a entrar a la casa, Sakusa se dirigió de inmediato a la habitación de su pequeño para asegurarse una última vez de que se encontrara dormido yendo ahora con más tranquilidad para dormir.
Sin embargo aquello había sido una vil mentira, no había dormido absolutamente nada. A pesar de que el bebé no se había despertado en ningún momento, Sakusa no pudo pegar un ojo en toda la noche ya que seguía con la preocupación de que se quedara dormido y por alguna razón no escuchara su llanto. Cuando se dio cuenta ya había amanecido.
Gruñendo había bajado a la cocina para preparar su desayuno a la vez que calentaba la leche materna para su pequeño, el cual al subir ya se encontraba despierto y se echó a reír de forma inocente cuando vio a su padre, estirando sus bracitos hacia él.
—Hoy seremos tú y yo, pequeño.
[...]
Media hora antes de la hora de la reunión el hombre ya se encontraba en su conduciendo con Yasu en el asiento de bebé en la parte de atrás, lo había vestido con un pequeño traje el cual sabía que su esposa habría muerto de ternura al notarlo vestido prácticamente igual que su padre. Estaba a punto de tener una reunión de suma importancia con respecto a la agenda del siguiente torneo que tendría el equipo, estarían incluso los ejecutivos y promotores en conjunto con los jugadores.
Estaba bastante seguro que el bebé se mantendría tranquilo durante la reunión.
Respiró hondo antes de cruzar la puerta de la sala de reunión, preparándose mentalmente para lo que le vendría cuando lo vieran.
— ¡Mini Omi-kun! —Apretó los ojos con fuerza al escuchar el grito de Atsumu, lo que llamó la atención del pequeño.
—Prometo que no interrumpirá la reunión —asegura ignorando a su compañero mientras sacaba a Yasu del portabebés para tomar asiento poniéndolo sobre sus piernas—. No tuve tiempo de conseguir quien lo cuidara ya que mi esposa tuvo que salir en la madrugada a una cirugía de emergencia.
Sin más, luego de la llegada de los últimos jugadores, la reunión inició.
Mientras el director hablaba Sakusa tan solo trataba de prestarle atención a su discurso mientras a su lado Hinata no dejaba de hacerle muecas al bebé para hacerlo reír por lo bajo a la vez que jugueteaba con sus manitas.
De dicha forma transcurrió las horas de la reunión, al final tanto el pelirrojo como Bokuto ignoraran por completo el tema central de lo que se hablaba ya que ambos se encontraban jugando con el pequeño pelinegro sumamente divertidos.
— ¿Está todo bien? —Preguntó Atsumu mientras todos salían de la sala, estando ahora el bebé en brazos del bicolor.
—Surgió un trasplante en el medio de la madrugada y tuvo que irse —contesta limpiando sus manos después de hacer lo mismo con el niño luego de darle de comer.
Los chillidos de sus dos compañeros le llamaron la atención haciendo que alzara la mirada encontrándose con Yasu usando una máscara exactamente igual a la suya, prenda la cual siempre guardaba en el bolso del bebé "por si acaso".
Hizo su mayor esfuerzo para no sonreír al verlo.
— ¡Ahora si es un mini Omi-kun! —Dice Bokuto con suma emoción mientras Hinata señalaba al bebé.
Rato luego de que los miembros de los Black Jackals terminaran de jugar con el mini Sakusa pero por fin llegó el momento donde todos fueron enviados a casa por su entrenador.
Yasu se encontraba de nuevo dentro del portabebés siendo cargado por su padre, quien sacó de su bolso las toallitas para empezar a limpiar de nuevo sus manitas antes de subirse al auto de nuevo. Sin embargo el sonido de su celular detuvo su caminar, el cual al sacarlo vio una videollamada de su esposa lo cual no dudó en responder apareciendo su rostro en la pantalla.
— ¿Cómo te fue? —Pregunta notando el cansancio en sus ojos, por el fondo ella seguía dentro de una sala del hospital.
—Justo acabo de terminar la operación y todo salió bien —dice con una pequeña sonrisa cerrando los ojos—. ¿Ya acabó tu reunión?
—Desde hace un rato, los demás estaban jugando con Yasu. Estábamos a punto de volver a casa —comentó viendo el brillo volviendo a su rostro.
—Quiero ver a mi bebé —pidió con una pequeña sonrisita que se amplió cuando en su pantalla apareció el pequeño Sakusa—. ¡Hola, mi bebé hermoso!
El niño abrió los ojos buscando con rapidez de dónde provenía la voz de su querida madre hasta que dio con la pantalla del celular, sonriendo ampliamente cuando vio su rostro a la vez que estiraba sus manos como si quisiera tocarla a través del aparato.
Sakusa no pudo evitar sonreír cálidamente por debajo de la máscara negra viendo a su esposa hablándole pequeño a Yasu mientras este no dejaba de balbucear mientras estiraba sus manitas abriéndolas y cerrándolas hacia su madre.
No podía haber pedido una familia mejor, definitivamente.
Yasu安: Paz
Y así llegamos al final de este especial, espero que les haya gustado ya que me esforcé y divertí muchísimo preparándolo para ustedes como una forma de agradecimiento por todo el apoyo que le están dando al libro.
No se imaginan de verdad lo feliz que me hace leer cada uno de sus comentarios en los capítulos, en serio me divierte un montón.
Sin más me despido de nuevo recordándoles que los pedidos se encuentran abiertos tanto por comentarios como por mensajes privados, tanto públicos como anónimos si así lo quieren.
Ahora sí, ¡hasta a próxima, mis bellezas!
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