Miya Atsumu
Pedido de: arale-chan
Todos los estudiantes se dirigían a sus respectivas aulas en el primer día de clases, algunos reencontrándose con sus antiguos compañeros de primer año mientras se contaban lo que habían hecho en las últimas vacaciones. Por un lado se encontraban los gemelos Miya, Atsumu quejándose ante un último empujón de su hermano antes de entrar al salón, dejándolo gruñendo en la entrada.
Tuvo la intención de correr hacia él para golpearlo de nuevo pero en ese momento sintió una mano posarse sobre su hombro deteniendo todos sus movimientos, girándose para encontrarse con nada menos que uno de sus profesores, no obstante lo que llamó su atención no fue el hombre sino quién lo acompañaba.
Junto al mayor se encontraba una chica que no había visto en su vida, la recordaría de así serlo. Un cabello castaño y una hermosa piel algo más tostada, suponía que era una nueva estudiante ya que nunca la había visto en la escuela y sin alardear ni nada, pero conocía a prácticamente todo el mundo en Inarizaki.
—Miya dos, ve a tu asiento —dijo el profesor brindándole una pequeña sonrisa ante su ceño fruncido.
— ¡Yo soy el mayor, soy el uno! —Se queja, sonrojado por la vergüenza de que aquella linda chica presenciara eso.
Cruzado de brazos, no tuvo más opción que caminar hacia su asiento vacío, apretando la mandíbula ando vio la sonrisa burlona en el rostro de su hermano, haciendo una mueca en su dirección al sentarse en el asiento frente a él.
Con la simple presencia del profesor en su escritorio, todos los estudiantes hicieron completo silencio, la mayoría analizando a la chica que se mantenía de pie junto al hombre.
—Buenos días, alumnos, espero que se encuentren bien en su primer día de clases —empezó a decir con una cálida expresión en su rostro, su amabilidad le había dado un lugar como el profesor favorito de muchos estudiantes—. Como lo notarán tendremos con nosotros a una nueva compañera, está aquí como estudiante de intercambio desde Lationamerica.
Escuchando las exclamaciones de asombro ante el anuncio, la chica de forma inconsciente encogió los hombros al sentir cada una de las miradas escudriñándola, aún más cuando el hombre se giró hacia ella indicándole que se presentara frente a la clase.
Recordando un consejo de una antigua profesora, tomando un hondo respiro a la vez que ponía su mirada en un punto cualquiera al final del salón; si miraba al suelo, se vería muy insegura y si llegaba a hacer contacto visual con alguno de sus nuevos compañeros definitivamente se moriría de la vergüenza.
—Soy Laleska Müller, vengo de Chile y vengo a estudiar aquí porque realmente quiero aprender de la cultura japonesa. Espero que nos llevemos bien —habló con un tono algo bajo, inclinándose frente a la clase para luego ver de nuevo al profesor.
Esto le brindó una cálida sonrisa, girando de nuevo para ver a su clase—. ¿Hay alguna pregunta que quieran hacerle a su compañera?
De inmediato, para sorpresa de la fémina, varios de los jóvenes levantaron la mano pidiendo la palabra haciendo que el hombre señalara y nombrara el apellido de una de las chicas.
—Tu apellido es alemán, ¿has estado en Alemania? —Pregunta una curiosa peli roja no queriendo inmiscuirse de más.
—No, nací y crecí en Chile, pero mi abuelo si era alemán por lo que heredé su apellido —explicó juntando sus manos frente a ella tratando de no temblar demasiado.
— ¿A qué club te unirás? —Fue ahora un chico quien preguntó haciendo que la recién llegada volteara hacia su profesor algo confundida.
—Todos los estudiantes se unen a algún club en primer año, pero ya tendrás tiempo para eso —le manifiesta haciéndola asentir con la cabeza—. En el receso, la presidenta de la clase te explicará todas tus opciones, ¿entendido?
"¿Por qué no puedo explicarle yo sus opciones?" —Cuestionó mentalmente el rubio teñido, arrugando la nariz, dejando caer su rostro sobre sus manos.
Luego de un par de preguntas más, el hombre indicó que darían inicio a la clase, enviando a la chica a sentarse detrás de "Miya uno", riendo de nuevo cuando escuchó las quejas del rubio de antes.
La chica, notando la clara similitud entre ambos chicos, supo de inmediato que con aquel apodo se refería ahora al peli gris, caminando con rapidez hasta sentarse detrás del aludido. Le regresó el saludo a la chica que estaría detrás de ella mientras tomaba asiento, notando entonces que este gemelo se girara hacia ella brindándole una pequeña sonrisa.
—Un gusto, soy Miya Osamu y el hermano parásito que viste antes es Atsumu —dijo en voz baja para no interrumpir, consiguiendo que la chica soltara una risita al escuchar el quejido del rubio.
—El gusto es mío —recitó de regreso no queriendo reír por su dinámica.
—E ignóralo, yo soy el mayor.
Ante esto último, el nombrado como Miya dos se quejó en voz alta, cubriendo su boca cuando el profesor giró hacia atrás enviándole una mirada fija.
"Felicidades, Sumu, ya arruinaste tu primera impresión"
[...]
La castaña caminaba junto a la peli negra quien era la presidenta de la clase, la chica había sido de lo más amable enseñándole todas las instalaciones y explicándole los diversos clubs a los cuales podía unirse, le contaba las actividades de cada uno y también comentándole que ella era parte del club de atletismo (antes de invitarla a ir a verlas si es que le llamaba la atención).
Al ser llamada por otro compañero, la presidenta tuvo que despedirse luego de asegurarse que la nueva estudiante se encontraba bien.
Muriéndose de los nervios por dentro, se giró para caminar en dirección a la cafetería, temblando aún más cuando visualizó al par de gemelos que conoció antes en compañía de otro chico tan alto como ellos.
Estaban en su camino, ¿cómo podría pasar frente a ellos?
"Vamos, Lale, son unos simples chicos, no te van a matar".
Respirando hondo emprendió su camino hacia su destino tratando de no pensar siquiera en que tendría que sentarse a comer sola. Debía enfocarse en un problema a la vez.
—Oh, Müller-san, ¿vas a la cafetería? —Dijo el peli gris, haciéndola chillar internamente cuando las tres miradas fueron a parar sobre ella, siéndole a penas posible asentir con la cabeza— ¿Quieres sentarte con nosotros?
—Si no quieres no hay problema, es solo si no tienes con quien ir a comer, pero pensamos que aún no conoces a nadie y no tienes... —El castaño de ojos perezosos, golpeó con el codo a Atsumu haciendo que por fin cerrara la boca.
—Me encantaría si no hay ningún problema —respondió cubriendo su boca para no reír y hacer sentir mal al rubio.
—Entonces vamos. Por cierto, él es Rintarou Suna, es un compañero del equipo de voleibol —lo presentó señalando al chico quien asintió con la cabeza en un saludo.
—Oh, ¿juegan voleibol? —Pregunta con emoción cuando empezaron a caminar en dirección a la cafetería.
Tanto Suna como Osamu suspiraron al escuchar su pregunta, ya sabiendo lo que se venía cuando notaron la gran sonrisa que crecía en los labios del rubio. La pobre chica no sabía en lo que se había metido.
Los siguientes minutos se basaron en Atsumu hablando hasta por los codos acerca del club al que pertenecía, contándole y explicando cada una de sus posiciones en el equipo y el papel que cada uno desempeñaba en los partidos.
Hacía muchísimo tiempo que no tenía a nadie a quien hablarle tanto a alguien que no supiera acerca del deporte, estaba en el paraíso.
[...]
La chica se despidió de algunas de sus compañeras ya que estas debían irse a las actividades de sus respectivos clubes, por mientras ella no tenía nada que hacer ya que aún no se decidía por algún club al que unirse.
Sin embargo se dirigió al gimnasio del club de voleibol, no pudo negarse a la invitación de su ahora amigo Atsumu a ver un partido de práctica que tendrían con otro equipo. Sería esta la primera vez que los viera jugar en serio.
Al entrar se encontró con muchos más chicos de lo usual dándole a entender que la otra escuela ya había llegado, al notar como habían varios chicos desconocidos. Por esto se apresuró a subir por las escaleras para presenciar el partido desde la especie de balcón para tener la mejor vista posible.
Apoyándose en la baranda, su mirada cayó en su rubio amigo saludando en su dirección haciendo que sonriera mientras sacudía su mano de regreso. Luego de este saludo el entrenador dio inicio al partido haciendo que todos los jóvenes se enfilaran para saludar a sus rivales.
Dicho día era la primera vez que había presenciado un partido de voleibol en persona y había sido una experiencia completamente nueva, cada jugada era demasiado rápida en momentos como para siquiera seguirla con la mirada, había momentos en los que hasta perdía de vista el balón para darse cuenta que había caído al suelo dándole un punto a uno de los equipos.
Tal vez estaría más contenta si su escuela hubiese ganado.
Bajó con rapidez cuando, buscando con la mirada a Atsumu, no lo encontró en ningún lugar. Felicitó a Osamu y Suna por su buen juego siendo recibida con la indicación del peli gris acerca de dónde se encontraría su hermano. Laleska agradeció caminando entonces hacia el cuarto donde guardaban el equipamiento del club.
— ¿Qué hace el gran Miya Atsumu escondido? —Dijo con diversión cuando vio al rubio sentado en posición fetal contra una pila de colchonetas, borrando su sonrisa cuando vio lo serio que se encontraba— ¿Qué está mal?
Inclinándose frente a él hizo que el chico evitara su mirada mientras su rostro se descomponía en su rostro—. Lamento que el primer juego que hayas visto haya sido tan malo, usualmente jugamos mejor que esto.
— ¿De qué hablas? ¡Estuvieron increíbles! —Exclamó regañando a su amigo quien de inmediato volvió a verla.
—Si hubiésemos estado increíbles, habríamos ganado.
—No necesariamente, perdieron solo porque el otro equipo fue mejor, pero jugaron muy bien —asegura con una sonrisa tratando de subirle el ánimo al Miya—. También tú, tus saques fueron geniales.
Notando como el chico aún mantenía la mirada agachada, sin pensarlo siquiera se acercó a él para posar sus labios sobre su frente en un corto beso, esperaba que fuera igual de reconfortante como los besos de su madre cuando ella era más pequeña. Lo vio abrir los ojos hacia ella con la boca levemente abierta y un intenso rojo carmesí apoderándose de sus mejillas.
—Jugaste increíble hoy, Sumu, de verdad eres un gran jugador —afirmó tomando sus manos, consiguiendo acelerar al máximo el corazón de Atsumu, paralizado ante la situación.
Sin más lo hizo ponerse de pie junto a ella, aunque tampoco hacía mucho esfuerzo ya que se mantenía con una expresión ilusionada con las mejillas sonrojadas y sin soltar sus manos para nada.
¿Qué era aquel sentimiento de revoloteo en su estómago?
Saliendo de nuevo al gimnasio, el rubio se despidió aún en su estado de ensoñación cuando la chica le indicó que debía irse, empezando a caminar sin dirección alguna hasta que chocó contra la espalda de su gemelo quien se quejó cuando lo sintió apoyarse contra él.
— ¿A ese que mosca le picó ahora? —Preguntó Ginjima viendo al colocador de su equipo.
—Tiene el síndrome de "enamorado de la chica nueva" —confirma Suna burlón, dándose cuenta que tenía toda la razón cuando el rubio, en lugar de reclamarle, soltó una risita—. Ya lo perdimos.
—Nunca lo habíamos tenido —dijo su hermano suspirando cuando sintió su peso sobre su espalda.
[...]
Día a día las intensas mariposas en el estómago del colocador de Inarizaki solo se incrementaban, en el momento en que la chica apareciera en su campo de visión todo su cuerpo le hacía saber que estaba a punto de desmayarse, al menos así se sentía. Su corazón latiendo desbocado, sus manos sudando a chorros y su respiración acelerándose si es que la fémina se acercaba a él.
No sabía qué le sucedía, sin embargo supo que era algo grave cuando llegó al punto donde no podía siquiera concentrarse en sus partidos. En varias ocasiones el entrenador tuvo que hablar personalmente con él para buscar la razón de su repentina mala racha llegando a incluso dejarlo en la banca en algunos de sus partidos de práctica.
Debía solucionar aquello, y rápido.
El equipo se encontraba en el gimnasio en la espera de los jugadores de Itachiyama, no obstante cuando la puerta fue abierta y, en lugar de los rivales, apareció Laleska, una espectadora frecuente en sus partidos a quien los chicos no dudaron en saludar ya esperándola desde que llegaron. Pero en específico cierto rubio cuando la vio no hizo más que echarse a correr.
Aquello no pasó desapercibido por la castaña quien, algo más decaída, se acercó al otro Miya quien se encontraba en el suelo estirándose, llegando para sentarse a su lado.
—Pensé que no ibas a venir —comentó mirando en su dirección a lo que esta negó de inmediato.
—Samu, ¿Atsumu está molesto conmigo? —Pregunta con una mueca de tristeza en su rostro— Hace días que me evita e ignora, ¿hice algo mal?
—Sumu es un tonto, no veo que te extraña de que actúe como lo hace —dice casi riendo observándola.
—A él le gustas, por eso está más tonto de lo usual —es Suna quien añade a unos metros de ellos.
—Ya deja de bromear —se quejó la fémina cruzándose de brazos, girando hacia el capitán para llamarlo—. Kita senpai, por favor dígale a Suna que dejé sus tonterías.
El mayor se giró hacia sus compañeros, aún calmado mirando hacia el castaño quien de inmediato habló de nuevo—. Yo le dije que le gusta a Atsumu, ¿acaso miento?
—Oh, en realidad dice la verdad, es bastante obvio que ha estado distraído desde que llegaste —aseguró el pelo blanco haciendo que Osamu soltara una sonora risotada.
La chica, sonrojada hasta las orejas, se puso de pie ignorando los comentarios de sus amigos para acto seguido guiarse hacia su lugar de siempre en el balcón, apoyándose de nuevo sobre la baranda sintiendo unos nervios sin sentido cuando el rubio apareció de nuevo.
Sin darles tiempo a los chicos de molestar al recién llegado, el equipo entró al gimnasio haciendo que todos se pusieran de pie para recibir a sus rivales.
Para cuando todos los jugadores estuvieron en sus respectivas posiciones la chica notó con nerviosismo que dos de sus amigos no dejaban de ver en su dirección mientras Atsumu tomaba el balón para tener el primer saque del partido.
Algo tramaban.
—Laleska-chan, si ganamos este partido, tienes que ir a una cita con Miya dos —exclamó Suna, haciendo chillar a la chica cuando hasta los jugadores de Itachiyama voltearon a verla, obligándola a esconderse entre sus brazos.
— ¿Aceptas o no? —Cuestiona ahora el "Miya uno".
—No empezaremos hasta que no aceptes —dice Ginjima con diversión haciendo que la chica se muriera de la vergüenza.
—Está bien, pero jueguen ya —se quejó la extranjera, cubriendo su rostro para no ver al aludido.
No sabía que esa simple frase, el haber aceptado a dicho acuerdo solo le había subido el ánimo hasta los cielos al chico con el balón en sus manos.
Había estado algunos partidos sin jugar, su desempeño había sido terrible y habían muchas probabilidades de que echara a perder de nuevo el partido, pero ahora sí que tenía una razón para jugar bien.
— ¡Ganemos! —Vocifera dando inicio al partido y haciendo que todas las mariposas que lo habían estado torturando todos esos días se instalaran ahora en el estómago de la chica en el momento en que sus compañeros respondieron con vítores.
"Él se ve tan... genial"
Laleska: Muñeca
Nuevo pedido y nuevo final abierto, ya deben haberse acostumbrado a que me fascinan los finales abiertos.
Agradezco a mi bella lectora que pidió este shot, sabes que te quiero un montón, espero que a todos les haya gustado. Estaré leyendo sus comentarios. Por cierto, me he dado cuenta que realmente les gustan muchos los one shots de Tsukishima, hay muchos simps aquí del rubio con problemas de visión.
Linduras, quiero preguntarles dos cositas: ¿les gusta que sean dos one shots en cada actualización, prefieren que sea así, solo uno o más?
También ¿les gusta la portada del libro o prefieren que lo cambie? Acepto todo tipo de sugerencias.
¡Hasta la próxima, mis bellezas!
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