Miya Atsumu
Pedido de: arale-chan
En el instante en que su madre dio los golpes a la puerta, la niña ya se encontraba escondida detrás de sus piernas lo que hizo reír a la mujer bajan su mano para dar una leve caricia sobre su cabeza para calmarla. Segundos después la puerta fue abierta y antes de poder notarlo la mujer había saltado sobre la recién llegada para atraparla en un abrazo.
Ambas mujeres reían de emoción entre su abrazo, con tantos años sin verse un simple abrazo no parecía ser suficiente en su reunión.
— ¡Te extrañaba tanto! —Exclamó la castaña aún sin soltar a su mejor amiga.
Las féminas se conocían desde que eran más o menos de la edad de la niña presente, ellas crecieron juntas hasta que ambas eran unas jóvenes adultas yendo incluso juntas a la universidad, siendo separadas únicamente cuando una de estas se casó con el amor de su vida, un chico extranjero el cual lamentablemente volvería a su hogar en Latinoamérica.
Claro que llevaban una amistad a distancia, hablaban casi todos los días, se llamaban, se enviaban fotos y demás. Claro que verse de nuevo era lo mejor del mundo.
—Te ves exactamente como te recordaba —comenta con una sonrisa cuando la otra se alejó de ella para dirigir su mirada a la pequeña.
La castaña se inclinó poniendo sus manos sobre sus rodillas para ponerse al nivel de la niña quien se ocultó más detrás de su madre.
A lo largo de los años claro que se habían apoyado mutuamente cuando tuvieron hijos y demás, conocía a la niña desde que nació a través de fotos sin embargo aquella era la primera vez que la veía en persona.
— ¿A esta linda niña le comió la lengua el gatito? —Dice brindándole una pequeña sonrisa logrando tan solo que esta se escondiera más.
Su madre sujetó a su hija por un hombro para sacarla con cuidado de su escondite haciendo que la mirara— Vamos, preséntate.
La pequeña dio dos pasos al frente apretando sus temblorosas manos detrás de ella, antes de inclinarse a la amiga de su madre.
—Mi nombre es Evelin, es un gusto conocerla —recitó con una reverencia ante la mujer quien tuvo que morder su labio para evitar apretar las mejillas de la niña.
Ella tan solo las hizo pasar a ambas a su casa explicando cómo su esposo se encontraba trabajando al igual que el padre de la niña, dándoles el tiempo de quitarse los zapatos en la entrada para ponerse las zapatillas de invitados.
La pequeña Evelin seguía a su madre a la sala mientras jugueteaba con las zapatillas que le quedaban relativamente grandes.
—Esperen, llamaré a mis pequeños —dijo la mujer haciéndola abrir los ojos desmesuradamente. "¿hijos?" ¿En plural? —. ¡Niños, bajen!
La niña de nuevo se acercó a su madre para jalar de la tela de su pantalón, aterrada a la vez que escuchaba una serie de pasos bajando de forma apresurada las escaleras.
Momentos después vio a dos niños que lucían de su edad acercarse a su madre, dos castaños prácticamente idénticos uno de pie a cada lado de la mujer, aunque se diferenciaban mucho cuando los analizó: mientras que uno se mantenía abrazado a la pierna de su progenitora, el otro seguía pasando su mirada entre las féminas una y otra vez.
—Ellos son Osamu y Atsumu —los presenta señalando a cada uno a la vez que decía su nombre, para acto seguido sonreír a los niños cuando estos saludaron de forma educada—. ¿Por qué no van a jugar con la pequeña Evelin-chan?
Haciendo temblar a la niña cuando sus dos pequeños asintieron con la cabeza, adelantándose Atsumu quien se acercó a ella para tomarla de la mano y jalar para que lo acompañara hasta el patio trasero.
En todo el camino saliendo de la casa, el niño no cerró su boca haciendo una avalancha de preguntas una tras otra sin darle siquiera el chance de responder.
Osamu al menos agradecía que no lo hubiese dicho aún.
— ¿Quieres jugar voleibol? —Pregunta con entusiasmo haciendo rodar los ojos a su hermano.
Sin esperar siquiera la respuesta de la fémina, el castaño salió corriendo en búsqueda del balón de dicho deporte que su padre había comprado para ellos y de inmediato volver con ellos para "enseñarle" a la niña a jugar.
Fue aquel día cuando nació la amistad entre los tres niños.
Cuando sus madres retomaron su amistad los hacía reunirse prácticamente todos los días, viviendo a casi tres cuadras de distancia no era para nada extraño ver a los pequeños llegar a la casa del otro para pedirle a sus madres entrar para jugar.
La mujer llegó a la puerta cuando escuchó el llamado, encontrándose con los ya no tan pequeños Miya frente a ella ambos vistiendo el uniforme escolar de Inarizaki en su primer día en dicha secundaria.
— ¡Buenos días, señora González! —Saludó con entusiasmo Atsumu brindándole una brillante sonrisa a la madre de su mejor amiga.
—Buenos días —dijo también Osamu moviendo su mano.
Exclamando lo tiernos que se veían ambos, la mujer se acercó al recién teñido peligris para acomodar levemente su corbata a la vez que pasaba su mano por el cabello del rubio.
No podía contener el orgullo dentro de su pecho, ver lo mucho que habían crecido tanto en los últimos años. Ya no eran los pequeños no más altos que su cadera, ahora eran incluso una cabeza más altos que ella.
—Adiós, mamá —dice pasando a un lado de su madre quedando frente a ella con sus manos sobre sus hombros.
—Están tan grandes —suspiró con los ojos brillantes mientras besaba la frente de su hija.
—Y guapos también —comenta Atsumu haciendo reír a la mujer.
Luego del ataque de sentimentalismo de su madre, Evelin partió en compañía de sus gemelos amigos, charlando con tranquilidad y escuchando el entusiasmo de Atsumu mientras hablaba acerca de cuanto deseaba unirse al club de voleibol.
Ella también empezó a contar emocionada lo ansiosa que estaba por equipo femenino, entrando en su ensoñación imaginándose en los partidos con su futuro equipo.
Aquel discurso de introspección se había ganado las miradas de los gemelos a cada uno de sus lados, aunque los ojos de Osamu fueron a parar a su hermano quien veía con una sonrisa a la chica. Apretando los labios para no echarse a reír por lo extremadamente obvio que era.
[...]
Los demás jugadores corrieron hacia la cancha en el momento en que el silbato sonó dándoles el punto final del partido, anunciando la victoria ante la Preparatoria de Karasuno y nombrando a Inarizaki como los campeones del torneo nacional.
El bullicio estalló en los espectadores viendo al equipo lanzarse a abrazar a los gemelos de tercer año quienes habían efectuado aquel último, incluso el equipo femenino, que el día anterior habían quedado en la final del torneo femenino, tuvo permiso de correr hacia la cancha para celebrar junto a sus compañeros.
Fue entonces cuando los dos pares de miradas se encontraron de los capitanes de sus respectivos equipos.
— ¡Ganamos! —Exclamó el rubio alzando los brazos con sus ojos inundándose de lágrimas en el momento en que Evelin se acercó a él para abrazarlo con fuerza— Ganamos, Eve, ganamos.
—Yo sabía que ganarían —dijo con rapidez momentos antes de verse apretados en medio de un abrazo grupal por todos sus compañeros.
Algunas horas después, ambos equipos se encontraban en el autobús que los llevaría al hotel donde se hospedaban para el día siguiente volver a casa. Atsumu se encontraba sentado en el asiento junto a su hermano quien tan solo escuchaba música tratando de dormir.
Sin embargo, el rubio no podía dormir aunque lo quisiera, se encontraba demasiado concentrado viendo a la chica que yacía dormida en el asiento del otro lado del autobús con su rostro girado hacia su dirección. Se veía tan pacífica que no podía evitar suspirar con ensoñación.
—En serio tienes que decirle, eres demasiado obvio —se burló su hermano en voz baja teniendo un poco de consideración con el otro.
—Voy a confesarme hoy —soltó el rubio ganándose la mirada sorprendida de Osamu, realmente no se lo esperaba—. El entrenador dijo que prepararían una gran comida para todos y pensé que cuando termináramos sería una buena idea.
Notó lo verdaderamente nervioso que se encontraba su gemelo mientras hablaba, apretaba sus dedos uno entre otro a la vez que su pierna subía y bajaba con rapidez.
No era para nada tonto, conocía a su hermano como la palma de su mano y hacía años que su atracción por la amiga de ambos era más que obvia. Claro que peleaban mucho, pero seguía siendo su hermano y muy en el fondo quería verlo feliz.
—Deberías llevarla al jardín trasero, pero por favor pídele que se abrigue bien —dijo ahora él sorprendiendo a su hermano a la vez que se ponía nuevamente sus audífonos—. Y no lo arruines.
[...]
El momento había llegado, todos los jóvenes tenían los estómagos llenos de la deliciosa comida que sus entrenadores y mánagers habían preparado para ellos. Se encontraban en el salón sentados en el suelo por aquí y allá charlando en algunos grupos, algunos hablando de los partidos, de los demás equipos y unos que otros responsables escribían y estudiaban preparándose para los próximos exámenes.
Pero por otro lado se encontraba Atsumu con su corazón acelerado y sus manos sudorosas. No paraba de mirar a la chica quien seguía sentada junto a la puerta mientras hablaba con Suna, razón por la cual estuvo a punto de arrepentirse hasta que un empujón lo obligó a quedar frente a ella.
— ¿Todo bien? —Preguntó Evelin con una risita viéndolo luego de tropezar.
—Yo... etto, ¡si! —Dijo en voz más alta de lo que quería, haciendo reír por lo bajo al otro chico— Por favor, acompáñame.
Ella notando lo extremadamente nervioso que se encontraba, no preguntó más y se puso de pie luego de disculparse con Suna. Juntos caminaron fueran del salón con Atsumu gruñéndole a sus compañeros quienes al verlo no dudaron en hacer un bullicio para avergonzarlo.
Luego de que ambos se vistieran con sus abrigos, los dos salieron del edificio en dirección al pequeño jardín trasero siendo tan solo iluminados por la luz de la luna.
—Ganar el torneo te volvió raro —comenta con diversión la fémina viendo como este no podía siquiera verlo a los ojos.
—No sé de qué hablas —dice de igual forma no mirando en su dirección, tan solo pudo llenarse de valentía para tomar su mano y traer de ella para llevarla hacia la banca para sentarse ambos ahí.
— ¿Entonces para qué salimos? ¿Quieres que nos congelemos vivos? —soltó una pequeña broma empezando a preocuparse por el nerviosismo de su amigo.
El rubio no paraba de jugar con sus dedos con la mirada clavada en el suelo, había estado preparándose para aquella conversación durante los últimos días, el día final del torneo le había parecido el día perfecto para confesar sus sentimientos.
Todo le había parecido demasiado fácil hasta ese momento.
—Tengo algo muy importante que decirte —dijo por fin tratando de brindarle una sonrisa algo nerviosa.
Evelin tan solo lo observó algo confundida a su amigo, aunque fue entonces cuando el dolor en su interior la atacó—. Yo igual tengo algo que contarte, quería decírselos a ambos pero no hay problema.
—Si quieres puedo ir a buscar a Samu y...
—No, no, luego le contaré, ahora quiero escucharte —se apresuró a tomar su brazo para impedir que se alejara de ella.
Siendo sentado de nuevo junto a ella le obligó a verla directamente a los ojos de la fémina sintiendo como por un instante su cuerpo dejó de sentir el frío al tiempo que una calidez se extendía por todo su ser.
—Evelin, me gustas, me gustas demasiado —confesó sujetando sus manos manteniendo aún la mirada sobre ella.
Notó por un segundo un brillo pasar por los ojos de la chica una vez que dijo aquello.
Entonces el gran peso dejó sus hombros, poder expresar sus sentimientos luego de tantos años era un gran alivio por fin poder ser sincero y sacar todo lo que tenían por dentro.
—Sumu... a mí también me gustas —susurra aterrando al chico cuando notó las lágrimas inundar sus ojos, sin embargo, no lucía para nada feliz, sino que la tristeza deslumbraba en ella. Pero no tuvo siquiera tiempo de preguntar la razón debido a que ella misma habló—. Pero con mi familia volveremos a Chile.
Las cigarras fueron lo único que se escuchó luego de aquel anuncio, ambos jóvenes quedaron en completo silencio.
Aun sujetando las manos femeninas sus manos cayeron sobre su regazo sintiendo estas de nuevo temblando, pero en el instante en que cayó en cuenta de la situación y, al ver las lágrimas bajando por sus mejillas, se apresuró a enrollar sus brazos a su alrededor apretándola en un abrazo.
—Lo siento, lo lamento tanto —lloriqueaba con la voz ahogada contra el abrigo del chico mientras este acariciaba su espalda.
Sentía sus propias lágrimas mojar sus mejillas cayendo hacia la cabeza de la fémina quien seguía apoyada bajo su barbilla.
Tan cerca y tan lejos a la vez, tantos años esperando para confesar sus sentimientos y cuando todo parecía salir bien, terminaba perdiéndola. ¿Por qué?
Aquella noche dio inició y fin a lo que hubiese sido una tierna relación entre aquellos mejores amigos, tantos años en los que ambos soñaron por poder compartir sus sentimientos y vivir todas las experiencias de pareja que siempre desearon.
[...]
Los años habían pasado y ambos habían crecido un montón, pero por separado lamentablemente. Meses luego de aquella confesión, la familia González se había mudado nuevamente a Chile dejando a los Miya, cada uno, con el corazón roto.
El rubio sonrió orgulloso notando el remate perfecto de Hinata aterrizando de nuevo en el suelo felicitando a "Atsumu-san" por su gran colocación.
Se encontraban en una de las primeras prácticas una vez que el pelinaranja se había unido al equipo por lo que se encontraba más que entusiasmado de jugar con sus nuevos compañeros, en especial por reunirse con sus antiguos rivales.
—¡Bien hecho, Hinata! —Exclamó el bicolor saltando desde el otro lado de la cancha.
Los dos hacían tanto ruido juntos que solo lograban fastidiar cada vez más a Sakusa quien tan solo apretaba sus ojos alejándose de ellos.
—Es bastante bueno, ¿cierto? —Dice Atsumu una vez que el pelinegro pasó a su costado.
—Es demasiado ruidoso —masculló alejándose también de él.
El rubio soltó una risita volteándose para ir a buscar uno de los balones, aunque se distrajo con la puerta del gimnasio que fue abierta por nada más y nada menos que su hermano gemelo, confundiéndolo por unos segundos hasta que vio a su compañía.
Su boca se secó al instante sin embargo un golpe repentino en su cabeza lo hizo volver a la realidad, girando para ver a Adriah disculpándose en medio de carcajadas por el golpe.
No obstante, ignoró por completo aquello y sin dudarlo se acercó a los recién llegados tratando con todas sus fuerzas de no dejar explotar su emoción y lanzarse hacia ella para... ¿A quién engañaba?
— ¡Sumu! —Chilló la fémina cuando el gran rubio chocó contra ella tirándoles a ambos al suelo, teniendo cuidado de sujetarla para que no se golpeara al caer.
—No puedo creer que estés aquí —murmuró casi aplastándola mientras esta tan solo reía.
—Oye, oye, no llores —dijo con rapidez Evelin cuando ambos se sentaron en el suelo y llevó sus manos hacia su rostro. ¿En qué momento había empezado a llorar? —. ¿Tan fea estoy que te hice llorar?
—Estás hermosa como siempre —asegura tratando de sonreír abrazándola de nuevo contra su cuerpo.
Claro que su pequeño espectáculo había llamado la atención de los compañeros del rubio, sin embargo, Shugo no permitió que varios de los menores se acercaran a ellos y les permitiera vivir lo que fuera que estuvieran teniendo.
Notando también la llegada de unos espectadores, el entrenador, luego de que Osamu le pidiera permiso para ver el entrenamiento, una vez que le explicó el caso, el hombre no dudó en aceptar y permitirles tener un pequeño descanso.
—¿Cuándo llegaste? ¿Por qué no me dijiste nada? —Preguntó algo ofendido, aunque al instante pensó en la nula comunicación que tenían últimamente.
—Quería sorprenderte —confiesa con una pequeña sonrisa una vez que tomaron asiento en el suelo contra la pared—. En realidad, llegué hace pocos días, recién ayer me reuní con Samu.
—¿Y por qué con Samu primero? —Se queja haciendo un puchero inconsciente cruzándose de brazos.
Evelin tan solo se echó a reír, le divertía notar que este no había cambiado ni un poco luego de tantos años. Al menos su personalidad, porque físicamente...
La fémina tuvo que por fin alzar su rostro en dirección al otro lado de la cancha desde donde sentías las intensas miradas de ciertos chicos. No pudo evitar sonreír con ternura al ver a Hinata saludando en su dirección.
—Es tan lindo —soltó con una sonrisa girando de nuevo en dirección a Atsumu, soltando una carcajada al notar su expresión de molestia—. ¿Tan rápido dejaste de estar celoso por Samu y ahora es por chibi-chan?
—Claro que no estoy celoso —dijo firmemente, aunque su frase perdió todo el sentido cuando dos de sus compañeros se sentaron frente a ellos.
—¿Quién es ella, Tsum-Tsum? ¿Es tu novia? —Inquiere el bicolor al cual la chica reconocía por verlo en los torneos, pero nunca tuvo la oportunidad de conocerlo en persona.
—Ella es Evelin-san, era la capitana del equipo femenino de Inarizaki —respondió entonces Hinata explicándole mientras recordaba las múltiples oportunidades en las cuales sus equipos se enfrentaron.
—Mucho gusto —habla la fémina sonriendo en dirección haciendo que este también sonriera ampliamente.
Guardó para sí misma una risa por lo bajo cuando sintió el suave toque de una mano en su espalda, notándolo acercarse levemente a ella para quedar con su hombro pegado al suyo.
Fue entonces cuando Bokuto empezó a casi interrogar a la chica, sorprendido por su nacionalidad haciéndola encajar de inmediato con el más bajito quien hablaba entusiasmado del continente latinoamericano. Dicha charla atrajo a otros de los jugadores llevándolos a sentarse alrededor de ellos únicamente con la intención de fastidiar cada vez más al rubio quien a cada segundo fruncía el ceño cuando alguno llegaba.
En definitiva, no era la reunión que esperaba tener con su amigo, pero seguía siendo de lo más divertido y vaya que lo estaba disfrutando. Poder conversar con los compañeros de Atsumu mientras que este mantenía su mano sujetando su cintura, quedándose callado la gran mayoría del tiempo.
La chica, mientras escuchaba una anécdota de parte del líbero del equipo, aprovechó el agarre del rubio para poner su propia mano sobre la suya, entrelazando sus dedos con los de él, notando un leve temblor por su parte a la vez que se tensaba a su lado. Pequeña acción que pasó desapercibido para la gran mayoría a excepción del hermano gemelo y mejor amigo de la fémina, quien tan solo optó por soltar media sonrisa ladina sabiendo que aquel pequeño acto tenía mucho más significado de lo que cualquiera de los dos podía imaginar.
Esperaba que esta vez no tardaran años en dar el primer paso o él terminaría asesinándolos a ambos.
¡Bebés, volvÍ!
Si me siguen habrán notado en mi perfil que mi computadora lamentablemente murió y esto me tiene super estresada, no solo por mis historias sino porque tuve que rehacer un montón de cosas de la universidad. Recién pude ponerme al día otra vez.
Tenía todos los pedidos anotados y ordenados con cada persona que lo pidió, a pesar de perder toda esta información buscaré de nuevo los pedidos y demás en los comentarios y mensajes privados. Espero que me tengan un poquito de paciencia.
Espero que a todos les haya gustado mucho este one shot al igual que la personita que lo pidió. Disculpen que me haya quedado tan largo, espero que esto no les aburra.
Mucho amor y apoyo de mi parte, cuídense un montón, ustedes, su familia, sus amigos y mascotas.
¡Hasta la próxima, mis bellezas!
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