Kozume Kenma
Kenma en serio odiaba el hecho de que Kuroo se tomara tan en serio el pedido del entrenador Nekomata cuando dijo "hagan que Lev se sienta como en casa". ¿Qué parte de "hacerlo sentir como en casa" involucraba acompañarlo a los lugares que no conocía?
El mayor trató de explicarlo unas cuantas veces y sabía que tenía razón al afirmar que el medio ruso terminaría perdiéndose si salía a cualquier sitio por cuenta propia, sobre todo a un lugar tan grande como lo era el aeropuerto.
"―Si no lo acompañamos, terminará subiéndose a un avión directo a Timbuktu".
Al parecer Lev iba a recoger a unos primos que venían desde Rusia y ninguno de sus compañeros entendía a quién se le había ocurrido enviar al peli gris, quien casi ni sabía aún usar transporte público por cuenta propia, para recoger a otros rusos más que tampoco conocían Japón.
―Y... ¿hace cuánto tiempo no ves a tus primos? ―Cuestiona Kuroo al ver lo sumamente emocionado que se encontraba el chico.
Ante la pregunta, Lev se giró hacia él llevándose la mano hacia la barbilla para pensar, tratando de recordar cuándo había sido la última vez.
―Creo que... hace ocho años, más o menos ―dijo por fin mientras asentía con la cabeza―. Creo que esa vez también vinieron por un torneo, aunque no recuerdo muy bien.
Nadie dijo nada más y solo se encaminaron hacia la sala de recibimiento en la espera de que arribara el avión con ambos rusos.
Y hablando de ciertos rusos...
―Muévete, no soy tu estúpida almohada ―gruñó el rubio, lanzando manotazos hacia su hermana para empezar a empujarla lejos de él.
―Yuri, no seas malo~ ―se quejó ahora esta mientras reía por lo bajo.
Había estado las casi 10 horas de vuelo haciendo lo que mejor le salía; fastidiar a su hermano.
Yelena y Yuri podían perfectamente ser mellizos, pero no había dos hermanos más diferentes el uno del otro como ellos dos. Fuera del aspecto físico y sus increíbles habilidades natas para el patinaje, ellos podrían pasar por simples desconocidos, hielo y fuego, sol y luna.
Sin embargo, se amaban más que a sí mismo, aunque Yuri nunca lo diría en voz alta.
Ellos estaban en un avión directo al país nipon donde competirían en un importante torneo clasificatorio, viajando solos dado a ciertos problemas con permisos de vuelo. Tanto el entrenador como Viktor ya se encontraban en Japón, pero Yelena, había convencido al hombre que les permitiría reunirse con su querido primo Lev en el aeropuerto en lugar de ser escoltados por algún chofer.
A pesar del mal humor de su hermano, la rubia estaba más que eufórica de por fin aterrizar en tierras japonesas, sin saber aún si estaba más emocionada por la competencia o por ver nuevamente a su primo favorito luego de tantos años.
―¡Por fin! ―Exclamó Yelena al poner un pie fuera del avión, calmando su emoción al caminar o terminaría abandonando a su hermano.
Los viajes ya eran algo más de su rutina, entrenar, ir a competencias, viajar de aquí para allá y volver a entrenar, era lo típico, pero por primera vez en mucho tiempo la chica llevaba a cabo los protocolos de arribo con suma emoción pues cada vez faltaba menos para ver a Lev, solo que eso tardaría un poco más de lo que esperaba.
Se había imaginado al peli gris esperando por ellos junto al resto de las personas en la sala de espera, pero una vez que habían recogido sus maletas y salieron de la zona no vieron ningún rostro familiar.
―¿Crees que él lo olvidó? ―Preguntó a su hermano con toda la felicidad desvaneciéndose.
―Conociéndolo, es muy probable ―asegura con una mueca de fastidio mientras sacaba su celular y volvía a encender la señal―. Llámalo de nuevo.
Yuri había empezado a caminar hacia las sillas más cercanas siendo seguido de cerca por una Yelena que batallaba por llevar sus maletas, llamar al chico y caminar al mismo tiempo, pero quien terminó chocando con alguien, increíblemente, no fue ella.
La chica alzó la mirada cuando escuchó una maldición mascullada por su hermano, encontrándose con que este y otro chico se inclinaban en el suelo donde el celular de Yuri había caído junto a un PSP.
―¿Acaso no ves por dónde caminas? ―Gruñó el ruso causando un ceño fruncido en el otro chico.
―Mira quien habla ―dijo este de regreso, quejándose en voz alta para volver a ver al recién llegado―. ¡Hiciste que perdiera la partida!
―¿Y eso a mí que me interesa?
Viendo la pelea que amenazaba en explotar con ambos rubios, Yelena optó por soltar sus maletas y cortar la llamada que su primo aún no atendía para colocarse junto a su hermano, tomándolo por el brazo para alejarlo del otro chico.
―En serio disculpa a mi hermano, no era su intención ―se disculpó con una sonrisa apenada que le costó un empujón de parte del nombrado.
―¡Pero si no fue mi culpa, fue suya! ―Se quejó viendo de frente a su hermana.
Bufó antes de irse de ahí con fuertes pisadas que solo consiguió divertir aún más a la chica, a veces seguía actuando como todo un niño malcriado cuando se salía con la suya.
Solo entonces recordó al rubio quien, cuando giró en su dirección, ya se encontraba alejándose de ella luego de guardar el aparato en uno de su bolsillo.
―¡Lo siento de nuevo! ―Habló en voz lo suficientemente alta como para que este la escuchara, sin embargo, solo giró por unos segundos para verla y volver a dirigir su mirada hacia el frente sin decir nada más.
Con un suspiro volvió a tomar su equipaje para acercarse a donde su infantil hermano se encontraba y ahora por fin llamar a Lev o en su defecto a un taxi de ser necesario.
Pero el pobre Lev no se encontraba tan lejos de ella, solo que sin saberlo.
―Le dije que era una mala idea dejar a Kenma-san solo ―dijo un mortificado Lev hacia el capitán de su equipo.
―Estaba en la tienda de electrónica, pensé que no se movería de allí hasta que volviéramos ―confiesa luego de darle casi una vuelta entera a todo el lugar luego de perder al rubio―. Hagamos esto; vuelve tú a la zona de desembargue porque tus primos ya debieron haber llegado y yo buscaré a Kenma, nos encontraremos allá.
Lev se sentía probablemente como el peor primo del mundo en ese momento, hacía ya un rato que habían anunciado el aterrizaje del vuelo donde venían los hermanos pues había memorizado el numero del vuelo y todo, sin embargo, no había podido siquiera comunicarse con alguno de ellos debido a que su celular se lo había quedado Kenma luego de que casi lo dejara tirado en el bus y este lo tomara para evitar que el torpe chico lo extraviara.
Podrían estar pensando que se había olvidado de ellos.
―¡Lyovochka!―El agudo grito le hizo pensar por un momento que Alisa los había seguido hasta que, a unos metros visualizó a una pequeña rubia platinada corriendo hacia él.
Puede que hubiesen pasado varios años sin verse más que en fotos o videollamadas, él reconoció de inmediato a su querida Lenochka.
La chica se detuvo por completo justo al llegar frente a él, alzando la cabeza para poder ver "de frente" a Lev, sacándole una carcajada a este.
―¿Cuándo y cómo se supone que creciste tanto? ―Cuestionó casi ofendida viendo cómo ni siquiera le llegaba al pecho.
El peli gris se echó a reír, inclinándose un poco para poder abrazarla, haciendo que esta lo regañe cuando terminó alzándola del suelo mientras apretaba el abrazo, sacudiendo a la chica de un lado a otro mientras repetía una y otra vez
En ese momento Lev pudo ver a su otro primo apareciendo frente a ellos, claro, con una expresión muchísimo menos emocionada que su hermana. Pero antes de que este pudiera siquiera ofrecer un abrazo, este leyó sus intenciones.
―Ni pienses en abrazarme, poste de luz ―amenaza dispuesto a golpearlo si lo ponía en aquella situación tan humillante.
¿Quién se creía para crecer tanto? ¡Si cuando eran niños, ellos eran más altos que él!
El bonito encuentre familiar se vio interrumpido cuando dos recién llegados, o uno de ellos, hizo fruncir aún más el ceño del ruso.
―¿Fuiste a buscar a un guardaespaldas que te defienda? ―Se burló del rubio quien se acercó a ellos con un peli negro.
Kenma, fastidiado de ver nuevamente a aquel rubio ruidoso, no hizo más que rodar los ojos a sus palabras.
Ahora eran Kuroo y Lev quienes estaban confundidos, ¿de dónde se conocían estos dos?
―¿Conoces a Kenma-san? ―Inquirió hacia su primo, girando hacia el setter al no obtener respuesta― ¿Cómo se conocen ustedes dos?
―¿Ellos son tus primos? ―La pregunta del rubio teñido, con un claro tono de burla solo consiguió molestar cada vez más a Yuri― Me los imaginaba más... altos.
―¿¡Uh!? ―Exclamaron los dos a la vez, dando rienda al rubio para reclamarle― Tú tampoco eres muy alto que digamos.
―Al menos yo me acercó más al promedio de estatura en Japón, ¿a ti cuántos centímetros te faltan para el promedio ruso?
Los únicos dos altos tan solo se dedicaban a mirar la discusión como si de un partido de tenis se tratara; para Kuroo era la primera vez que alguien hacía molestar a Kenma y para Lev era la primera vez que veía a alguien discutirle a Yuri.
Seguían sin saber siquiera como es que estos dos se habían conocido, pero estaban más que disfrutando esta discusión.
Por otro lado, una algo ofendida Yelena había decidido tan solo ignorarlos e ir a tomar sus maletas para al menos poder largarse por fin del lugar, también colocó la maleta de Yuri en su mano casi sin que este se diera cuenta.
―Creo que es hora de irnos ―dijo Kuroo, pasando tras Kenma para jalar del cuello de su sudadera―. Lev, ayuda a tu prima con su equipaje.
Yelena imitó al de hebras negras e hizo lo mismo ahora con Yuri, ignorando sus quejas mientras caminaban hacia la salida.
[...]
Una semana había pasado desde que los rusos se encontraban en Japón, justamente el día siguiente tendrían la competencia por lo cual habían decidido hacer todo lo contrario a lo que Yakov había pedido e irse y no practicar ese día.
Claro que ninguno se esperaba, cuando llegaron, estar justo ese día en esa situación y con esas personas.
―¡¡Deja de lanzarme esos caparazones de mierda!! ―Exclamó el rubio ruso, a punto de lanzar el aparato contra el suelo.
Su hermana soltó una risita sin querer desconcentrarse de su intensa carrera en Mario Kart, pero se le hizo imposible no echarse a reír a carcajadas cuando este gritó nuevamente ante otro ataque de parte de Kenma.
Había sido idea de la chica el invitar al amigo de su primo, aunque no solo había sido la idea sino tratar de convencer a su hermano para que el rubio los visitara. ¿Quién diría que luego de negarse tanto acabaría casi acaparando la atención del visitante cuando este se "ofreció" a enseñarle a jugar?
―¡¡¡Si!!! ―Gritó Yelena cuando el número 2 apareció en grande en la pantalla del aparato, claro que ni pensaba en ganar contra Kenma pero haberlo hecho mejor que su hermano había sido más que suficiente.
Era gracioso y algo triste pero aquella carrera de Mario Kart era lo más cercano a "actividades" de jóvenes que los hermanos rusos podían hacer con total libertad. Haber congeniado, no sin antes dar batalla, con alguien de su edad era algo que ellos nunca habían experimentado, ellos nunca habían tenido algo ni remotamente parecido a un amigo fuera de su mundo del patinaje.
Lo triste era pensar que en pocos días ellos se irían de nuevo y dejarían a su nuevo y único amigo en Japón.
Por un segundo la rubia giró sonriendo hacia los dos chicos, sintiendo casi como si la escena frente a ella transcurría en cámara lenta. No solo era la primera vez en mucho tiempo que veía a su hermano con una expresión que no fuera enfado, sino que era la primera vez desde que lo conocía que veía a Kenma reír libremente. Casi parecía irreal.
―Te digo que este jodido juego esta dañado ―masculló Yuri, inclinándose para esconder la sonrisa de vergüenza que no podía contener.
―Será solo el tuyo, yo gané muy fácil ―se burló ahora el japonés con el brillante número 1 luciéndose en su pantalla.
La chica estaba algo conmovida de ver a su hermano sin querer matarse con alguien, yendo incluso más allá del simple respeto o cortesía, parecía que de verdad le caía bien Kenma. Y no solo a él, ella misma se había encariñado bastante con el japonés a pesar de que el mismo ni siquiera le dirigió la palabra las primeras veces que se vieron.
Ella empezaba a plantearse si el chico cabría en una maleta para llevarlo con ellos a su torneo.
―Exijo la revancha.
Cuando escuchó a su hermano, Yelena por fin volvió a la realidad conectando miradas con Kenma, sintiendo cierto picor en su nariz al pensar que aquella podría ser la última vez que disfrutarían un momento a solas.
Sin decir nada optó por acomodarse en la alfombra donde estaba sentada, para quedar lo suficientemente cerca del chico como para apoyar la cabeza junto a su rodilla. Claro que su acción no pasó desapercibida por Kenma quien, ignorando la mirada del otro chico, y sin darse cuenta habría llevado una se sus manos de forma delicada hacia su cabeza para brindar unas suaves caricias como si de un gato se tratara.
"―Vaya que vas a extrañarla cuando se vaya, tonto ―se dijo a sí mismo en el momento que la carrera empezó nuevamente"
Yelena (Елена): "Antorcha de la luz"
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