Iwaizumi Hajime


Una vez se fue el equipo visitante, los jugadores de Seijoh se quedaron en el gimnasio siendo los encargados de recoger la indumentaria utilizada en el partido, algo desanimados o, mejor dicho, fastidiados con cierto compañero por haber arruinado el partido en palabras simples.

Dicho compañero no era nada menos que el más bien conocido como Mad Dog, el pobre chico que se encontraba a un costado del gimnasio realizando la serie de flexiones impuestas como castigo por parte del entrenador. Recibiendo las miradas furiosas de sus compañeros luego de la gran discusión que hubo ante la derrota.

Este gruñía cada vez que Oikawa murmuraba algo cuando pasaba junto a él mientras cargaba algo hacia la bodega, conteniéndose únicamente debido a que no quería que agregaran más números de flexiones a realizar.

―Estoy tan cansado ―dice el capitán, bostezando y estirando los brazos a la vez―. Hubiese sido muy bueno ganarles, ¿cierto?

Hanamaki, a su costado, tan solo asintió con la cabeza ya sabiendo lo que el castaño trataba de hacer.

El rubio soltó un resoplido mientras se ponía de pie una vez terminado su castigo, jadeante y todo sudado, en el momento justo que las puertas del gimnasio se abrieron de repente.

―Permiso, ¿puedo pasar? ―La voz femenina fue seguida de la cabeza de la chica asomándose por las puertas.

Luego de la respuesta positiva de parte del entrenador, Kyotani Koyuki entró al lugar con su típica sonrisa de siempre siendo bienvenida por los chicos del equipo, al menos los mayores.

Con tan solo su presencia había cambiado brutalmente el ambiente del lugar, teniendo a los chicos nuevos algo confundidos ante la llegada de la fémina desconocida quien vestía un uniforme escolar diferente al de la institución.

― ¿Qué se supone que haces aquí? ―Gruñó Kyotani recién poniéndose de pie, acercándose a la chica, o tratando.

En dos segundos ya se encontraba con el rostro viendo al suelo nuevamente, con una gran mano empujando desde su cuello hasta abajo.

―Sé respetuoso y no le hables así a tu hermana ―Lo regaña la estrella del equipo, manteniendo al chico casi inclinado frente a la chica quien tan solo soltó una risita.

―Gracias por mantener a la raya a mi hermanito, Iwaizumi-san ―comenta con una gran sonrisa que logró poner un intenso sonrojo en las mejillas del chico mientras esta pasaba de largo para dirigirse hacia el entrenador.

Atrajo las miradas de los más jóvenes del equipo hacia ella con clara curiosidad, algunos intercalando la mirada entre la chica recién llegada y el rubio que apenas se soltó del agarre de un muy avergonzado Iwaizumi, el pobre siendo avergonzado por parte de Matsukawa.

Algunos voltearon a ver a Kindaichi cuando empezó a balbucear mientras miraba a la chica charlando con el entrenador para luego ver con incredulidad a su tan rabioso compañero.

―Ella... ¿cómo es que ella y él...? ¿Cómo? ―Murmuró haciendo reír un poco a los mayores mientras el aludido tan solo gruñía.

― ¿Ellos en serio son hermanos o Mad Dog es adoptado? ―Pregunta ahora Kunimi, teniendo como resultado a un Kyotani rugiendo y batallando con Yahaba quien lo sostenía para evitar que se lanzara contra el menor.

Mientras los de primero y segundo se quedaban tranquilizando al rubio, casi "sin darse cuenta" Iwaizumi comenzó a acercarse de forma "disimulada" hacia donde la chica se encontraba, tratando de actuar como si en realidad tuviera algo que hacer cerca de ella.

Claro que había olvidado que prácticamente nunca se encontraba solo si estaba en aquel gimnasio.

― ¿Espiando a Koyuki-chan? ―Inquiere Oikawa, asustándolo como la mierda cuando puso un brazo sobre sus hombros.

―Vete a la mierda, shittykawa ―escupió a la vez que se sacudía para quitarse de su agarre.

Al girar también se encontró con Hanamaki y Matsukawa, ambos sonriendo con burla hacia su dirección, mirando a la chica por unos segundos para regresar sus miradas hacia Iwaizumi mientras balanceaban las cejas de arriba abajo.

Rodó los ojos ante sus tan maduros amigos ante la situación.

Bien, lo admitía, quizás si tenía un pequeño enamoramiento con la chica, un pequeño gran enamoramiento que nunca había pasado más allá de un amor platónico.

Ella era la hermana mayor de su compañero, sin embargo, por razones que nunca quiso preguntar, ella no estudiaba en la misma preparatoria que su hermano resultando con esto que fueran muy pocas las ocasiones en las cuales se había encontrado con ella.

No podía permitirse perder una oportunidad tan buena para hablarle.

―Koyuki-chan, hola ―saluda Matsukawa brindando una sonrisa al igual que Maki y Oikawa, estos últimos sujetando a Iwa de forma discreta para que este no escapara.

―Oh, chicos, hola ―dijo de regreso, enviando una flecha directo al corazón del pobre chico―. Lamento que hubiesen perdido su partido hoy.

―Regaña a tu hermano por eso ―pidió en tono de broma Hanamaki consiguiendo que esta suspirara, inclinándose de nuevo en disculpa por parte de su hermano.

―Hablaré con él, lo prometo ―asegura con seriedad, ya pensando en el sermón que le esperaría a su hermanito en el camino de regreso a casa.

Mirando por un segundo a su buen amigo, Oikawa puso una gran sonrisa en su rostro justo antes de dar una excusa tonta para explicar cuán importante era que ellos se fueran en ese instante, todos menos Iwaizumi por gran casualidad.

Intento mediocre de su parte por darle el empujoncito a su compañero. Mediocre pero muy tierno de su parte.

El pobre Iwaizumi ya le había insultado mentalmente en todos los idiomas que conocía y en los que no. En definitiva, no se salvaría de un gran puñetazo de su parte cuando lo viera de nuevo, muchísimo más luego de la frase por parte de Matsukawa.

―Entonces, ¿qué es lo querías preguntarme? ―Cuestionó la fémina luego de lo que el otro dijo antes de irse, consiguiendo poner nervioso a Hajime en menos de dos segundos.

Sentía sus manos sudar y temblar a la vez, tragando saliva tratando de maquinar una excusa rápida para salir de aquella situación.

―Yo... Yo quería saber si tú... si tú ―empezó a balbucear, rascándose la nuca en clara señal de nerviosismo―. Yo solo quería saber por qué no estudiabas aquí igual que tu hermano.

¡Eres un gran idiota, Iwaizumi Hajime! ―Se gritó a sí mismo mentalmente luego de salir con lo primero que surgió en su mente.

―Ah, eso. Es una larga historia, no quisiera aburrirte ―explica rápidamente con un pequeño sonrojo mientras jugueteaba con sus dedos.

Pero en el momento justo que el castaño iba a contestar, aprovechar aquella oportunidad para por fin pasar rato con ella, conversar y simplemente estar juntos, en ese instante apareció Kyotani junto a ellos. Gruñendo por lo bajo mientras se acercaba a ella para tan solo tomar su mano y jalar de esta.

―Kentarou, basta~ ―se quejó entre risas, tratando sin éxito de evitar que este la llevara con él. Girando antes de irse para ver de nuevo a Iwaizumi―. ¡Hasta la próxima, Iwaizumi-san!

Y sin más, el par de hermanos desapareció del gimnasio, dejando a la estrella del equipo completamente solo en su lugar, regañándose una y otra vez por haber desperdiciado aquella oportunidad tan buena de pedirle una cita.

Sin lugar a dudas había sido un cobarde total.

―Dime, Iwa-chan, ¿le contaste acerca de...

―Cállate, trashykawa ―bramó, alejándose de inmediato de él mientras este lo seguía lloriqueando.

[...]

El silbato indicando el final del partido le dio por fin la victoria al equipo de uniforme turquesa, solo que esta vez no se encontraban en el gimnasio de su preparatoria, sino que se hallaban en la casa de Date Tech. Preparatoria donde casualmente estudiaba Kyotani Koyuki.

Debido a la derrota, los espectadores de dicha preparatoria empezaron a desalojar el gimnasio, a diferencia de la castaña quien, a pesar de haber presenciado a su equipo perder, de igual forma iría a felicitar a su hermano y sus compañeros.

― ¡Koyuki-chan! ―Exclamó el capitán del equipo, haciendo reír a la chica mientras se acercaba a ellos― ¿Viste cómo ganamos?

―Sí, felicidades. Jugaron muy bien ―dice palmeando su cabeza cuando este se inclinó frente a ella.

Viendo a los otros jugadores de tercer año acercarse a ellos, esta explicó que ese día su hermano no volvería con ellos a su preparatoria, sino que ambos se irían juntos a casa caminando razón por la cual no deberían preocuparse de su "perrito".

De nuevo, ahí estaba la situación y la oportunidad perfecta que Iwaizumi, de nuevo, parecía dejar pasar.

Pero no sus amigos.

―Iwaizumi debería ir con ustedes ―suelta de repente Hanamaki ganándose la mirada aterrada del aludido, mordiéndose la lengua para no insultarle ahí mismo―. Creo que sería una buena oportunidad muy buena para que hablen sobre el desempeño y el comportamiento de Mad Dog.

Ahora eran dos los chicos que querían lanzarse sobre Hanamaki, siendo completamente silenciados por la respuesta afirmativa de la fémina.

Luego tan solo anunció que esperaría a que estos se cambiaran, la chica se alejó de estos en dirección a la salida, ignorando el inicio de la pelea entre Iwaizumi y Hanamaki por lo que este acababa de hacer.

― ¿Estás demente? ―Gruñó el castaño, siendo arrastrado hacia los vestidores.

―Dejemos las quejas para luego, tienes a Koyuki afuera esperando por ti y tú no vas a desperdiciar esta oportunidad ―lo detuvo Matsu mientras ignoraba sus quejas.

― ¿Oportunidad para qué? ―Cuestionó el hermano de la chica, algo confundido ante la conversación.

―Tú no te metas también ―dijo Iwaizumi, mirándolo de forma gélida mientras se quitaba la camiseta―, que ya tengo sufienciente con estos idiotas.

―Pero yo no hecho nada malo como para que me estén acusando con mi hermana ―se quejó, girándose para cambiarse luego de una nueva mirada del ace.

[...]

Era una escena en serio digna de ver, Mad Dog realmente en una faceta de hermano celoso mientras que Hajime casi temblaba de los nervios al caminar del otro lado de su compañero de equipo quien no había dudado antes de ponerse en medio de los dos mayores. Todo esto mientras la chica controlaba sus ganas de echarse a reír ante el comportamiento de los dos chicos.

―Entonces... ¿mi pequeño hermanito se está comportando o tengo que regañarlo al llegar a casa? ―pregunta Koyuki, rompiendo por fin aquel terrible silencio, seguido de las esperadas quejas del nombrado.

―A decir verdad, está mejorando ―dijo luego de carraspear, girando para ver al chico―, aunque su trabajo en equipo aún deja mucho que desear.

Sin querer oír nada más, el joven simplemente se alejó de ellos, dando zancadas mientras soltaba maldiciones por lo bajo. De verdad que odiaba que su hermana lo tratara como un bebé y no poder hacer nada al respecto.

La chica soltó una risita viéndolo alejarse de ellos con las manos en los bolsillos y dando pisotadas al suelo.

En ese momento, alzó levemente el rostro para ver a la cara a Iwaizumi quien mantenía su vista fija al frente―. Ahora que estamos solos, ¿qué es lo que verdaderamente quieres decirme?

Cuando giró para verla, entró en pánico al encontrarla viéndolo fijamente siendo esta de las únicas veces que se encontraban por completo solos.

Se sentía tan indefenso cuando la veía tan cerca; sus manos empezaban a sudar, retorcía los dedos y no podía evitar morderse el interior de sus mejillas para tratar calmarse. Sabía que debía verse como todo un tonto.

―Digo, cada vez que nos vemos dices que quieres preguntar algo, pero de alguna forma u otra siempre sucede algo que te interrumpe o tú mismo cambias de tema ―se apresuró en decir, no queriendo que aquella se volviera otra de esas veces―. La verdad no me sorprendería de no ser porque siempre tienes esta aura tan segura y fuerte, no pareces el tipo de tenerle miedo a una chica.

―No te tengo miedo.

―Entonces tienes miedo de decirme algo, ¿qué es? ―pregunta acortando un poco la distancia que su hermano había creado entre ellos.

El chico, sabiendo que se encontraba en un callejón sin salida ―el más maravilloso callejón sin salida―, no tuvo más nada que hacer que ceder.

―Tengamos una cita ―dijo sin más luego de un corto suspiro, bajando la mirada para verla nuevamente, sonriendo leve al ver la confusión en todo su rostro―. Tú querías que lo dijera, ¿por qué te quedas callada ahora?

El silencio apareció nuevamente ante la ¿petición? ¿Orden? ¿Anuncio? Del chico, ni siquiera sabía siquiera si debía aceptar o no, ¡ni siquiera sonaba como una pregunta!

Era divertido como los papeles habían cambiado de forma tan drástica tan rápidamente, siendo que ahora la chica moría de la vergüenza mientras que Iwaizumi, luego de por fin decir aquello que siempre había querido decir, se sentía por completo relajado.

― ¿Y, te comió la lengua el gato? ―Se burló el castaño, no por más que al notar cuán cerca se encontraban ahora del lugar donde se despedirían.

― ¿A dónde iríamos si acepto la cita?

―Eso arruinaría la sorpresa ―asegura, solo para ocultar el hecho de que ni siquiera pensaba que la chica fuera a aceptar―. Pero tranquila, no te secuestraré ni nada por el estilo, puedes despreocuparte de eso.

Riendo por lo bajo, Koyuki tan solo asintió con la cabeza al perder de repente la posibilidad de hablar en voz alta. Justo en ese momento llegaron a la estación del metro donde los hermanos se despedirían de Iwaizumi, a menos que...

― ¿Quieres acompañarnos hasta casa? ―Dijo, casi pidiéndolo, girándose para verlo de frente.

Ese momento, y si no fuera a verse demasiado patético, el chico hubiese soltado un gran chillido mezclado de emoción y terror.

¿¡Ir a su casa!?

―Solo digo, si ya te molestaste en llegar hasta aquí, qué menos que invitarte a casa a cenar. Míralo como un agradecimiento por soportar a mi hermano ―trató de bromear para aligerar el ambiente al notar lo tenso que el chico se había puesto tan de repente―. Aunque es solo si quieres, no hay problema si no...

― ¡Si! Digo... si, si quiero ir. Sería un placer ―se apresuró a decir, con las orejas completamente rojas por la vergüenza.

― ¡Perderemos el metro por tu culpa! ―La exclamación del chico hizo que Koyuki soltara una carcajada, atreviéndose a sujetar la mano de Iwaizumi para jalar de esto en dirección a su hermano― ¿Y por qué...

―Iwaizumi cenará en casa hoy ―explica una vez que los tres estuvieron dentro del tren, con la chica separándolos a ambos.

― ¿Por qué?

― ¿Por qué no? ―Lo reta, girando la cabeza para verlo de frente sin saber que detrás de ella Hajime también le dirigía una fría mirada al más joven, tan solo esperando que este reaccionara de otra forma no respetuosa hacia su hermana dispuesto a reprenderlo en ese momento.

Ahora sí que el pobre Kyotani se encontraba jodido, si fuera poco con tener a Iwaizumi reprendiéndolo en las prácticas y a su hermana reprendiéndolo en casa, ahora los tendría a los dos al mismo tiempo.

¿Qué más quería el universo de él?

El inicio de una tortura para el chico, el inicio de una bella historia de amor para sus "torturadores".


Koyuki 恋雪: Amor, nieve

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