Akira Kunimi
—Despierta o llegaras tarde. —Esto fue, lamentablemente, lo primero que escuché por la mañana.
—Solo cinco minutos más, mamá —murmuré medio dormida.
—Ni cinco, ni tres, ni uno. Levántate ahora —dijo para luego abrir las cortinas y jalar mi sábana.
—¡Mamá! —grité pero ella ya se había ido. Solté un gruñido y me levanté de mi cómoda cama.
Justo ahora me encontraba caminando en dirección a la preparatoria mientras tenía la música en mis audífonos. No era cualquier música, era la pieza que debía tocar dentro de unas semana en mi audición. Sería para uno de los institutos más importantes de música clásica, yo tocaba el violín.
Al llegar, me di cuenta que ya todos habían entrado a las aulas, así que corrí a mi aula y tomé una bocanada de aire antes de entrar.
—Disculpe, Matsumoto-sensei —dije en un murmuro al entrar.
—No es muy propio de usted llegar tarde, señorita Koizumi, solo por eso la dejaré pasar esta vez —asentí seguido de un susurro de gracias.— Siéntese junto al joven Kunimi.
Me dirigí a la parte de atrás donde siempre se sentaba Kunimi Akira, uno de los chicos del equipo de voleibol.
El profesor nos puso algunas frases en ingles para traducirlas con la persona con la que estuviéramos sentados. Kunimi y yo empezamos a hacer dichas frases y, gracias a que eramos de los mejores estudiantes, terminamos rápidamente. Entonces empezamos a conversar.
—¿Qué estás escuchando? —preguntó señalando el único audífono que no me había quitado.
—Es música clásica, no creo que te guste —respondí mientras ponía el otro audífono en su oído. Se quedó un rato mirando a un punto desconocido sin decir palabra alguna.
—Es mucho menos aburrido de lo que pensé. —Lo miré y vi que estaba sonriendo.— En realidad es muy bueno, ¿para lo escuchas?
—Tengo que tocar esto en una semana, tendré una audición —respondí orgullosa.
—¿En serio? En una semana nosotros tenemos un juego muy importante, será contra Shiratorizawa.
Ambos seguimos hablando y ni siquiera nos dimos cuenta de que la clase había acabado. Kunimi me había dicho que hoy tenía una practica y yo le comenté que últimamente practicaba todos los días. Después de las última clase, me dirigí al salón de música. Estaba bastante solo a esta hora así que era perfecto para practicar.
Me subí al escenario y saqué el violín, empezando a tocar. Lo hice varias veces pues siempre algo salia mal, me daba cuenta.
Cuando termine la pieza completa por primera vez, unos aplausos interrumpieron el silencio de la sala. Me asusté hasta que vi a Kunimi en una de las ultimas bancas.
—Eso fue genial, Koizumi —dijo mientras se acercaba a donde yo estaba.
—¿Tú no deberías estar en tu práctica? —pregunté alzando una ceja mientras reía.
—Exacto, debería. —rió y se sentó en la primera fila.— Lo haces tan bien que debería ir a ver tu audición.
—Es el mismo día que tu juego, no puedes faltar a eso —dije mientras me acercaba al borde. Él se quedó un momento pensando.
—¿A que hora es tu audición? —preguntó.
—En la tarde, más o menos a las seis de la tarde.
—Mi juego es en la mañana, puedo ir perfectamente bien —dijo con una sonrisa.
—Entonces yo también debería ir a tu juego, para ver que tan mal juegas —bromeé mientras reia.
—Pues te llevarás una gran sorpresa. —ahora me senté en el borde del escenario y él se puso de pie mientras se acercaba a mi.— Entonces es un trato, yo voy a tu audición y tú a mi juego. —ambos sonreímos y yo asentí.
—¡Kunimi! ¿¡Donde estás, vago!? —Él rió al escuchar el grito de su entrenador.
—Creo que debo irme —dijo y besó mi mejilla—. Toda la mañana he querido hacer eso.
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