Todo



"Haerent"

S. M Guzmán

Capitulo XV

Después del desayuno Hermione y Draco, debían partir. Ginny, se quedaría en el departamento no quería que volviera a la madriguera hasta que se sintiera completamente preparada. Theo y Draco, se habían encerrado en una de las habitaciones para acordar ciertos puntos según ellos.

Hermione, miraba un punto fijo en la pared con Ginny, sentada a su lado. Después de unos segundos Ginny, le tomo de la mano consiguiendo su atención.

── Uno se sorprende al conseguir apoyo en las personas menos esperada. Nunca pensé que seria Malfoy, él que terminaría ayudándome ── Confeso, Hermione sintió nuevamente la mezcla de celos en su interior, aspiro aire y lo soltó de una bocanada.

── Nadie hubiera creído que Ron, hubiera hecho... Que te hubiera dañado de tal forma ── Ambas seguían observando ese punto fijo en la nada.

── Aun ni yo puede creerlo ── Las palabras la devastaron nuevamente.

── No lo entiendo, él debido protegerte es tu hermano...

── ¡Él no es mi hermano! ── Rompió con su serenidad en ese instante.── Un hermano no hace lo que él me hizo ── Susurro con evidente dolor.

La castaña la abrazo con fuerza tratando de reconfortarla pero Ginny, comenzó a relatarle la historia con un llanto inconsolable, entre medio de pausas hipeadas y de heridas abiertas en el alma. Hermione, apretó los labios en un línea recta escuchando atentamente las palabras, pareciera como si Ginny, estuviera hablándole de un desconocido. No del mismo muchacho a quien ella había conocido en su niñez, ni el amigo leal que había demostrado ser o tuviera algún rasgo del hombre a quien en su momento determinado quiso más allá de una amistad.

La consoló con palabras gastas pues ella misma no sabia como recomponerse o decirle quizás que todo iba a estar bien. Ginny, mordió sus labios separándose de la castaña, se levanto del asiento hasta llegar al grifo de la cocina procediendo a mojarse la cara con agua. Hermione imito su acto llegando hasta ella con una toalla de papel.

── La vida sigue, Ginny ── Ella asintió ante el comentario.

── Es hora de marcharnos ── Draco, se acerco a ellas con Theo, detrás. El moreno se percato de los ojos rojizos de la pelirroja y negó con cansancio.

── Esta bien ── Hermione, tomo una de las manos de la pequeña Weasley.── ¿Quieres mandarle algún recado a tus padres? ── Pregunto y ella negó. ── ¿A Harry?

Sin poder evitarlo la mirada del rubio se poso en Theodoro, al igual que la de Ginny. Esta última sonrió tenuemente.

── No Hermione, no tengo nada que decirles.

Hermione, asintió caminando con lentitud hasta un punto en la sala donde Draco, se unió a ella tomando su mano para así convocar con su varita el hechizo de transportación. Cayeron en el mismo punto donde habían desaparecido la noche anterior ambos se encaminaron a la entrada de la casa, en esta ocasión no llamaron a la puerta, giraron la manilla abriendo la puerta. Inmediatamente la desolación y tristeza que emergía de la casa les dio de lleno en la cara.

En la pequeña sala Molly, aguardaba junto su esposo y Harry. Todos se levantaron de forma sincronizada al verlo entrar. Hermione, levanto una mano indicando que se mantuvieran así.

── Ella esta bien, esta optimista y a pesar de no mandarle a decir nada. Dice que volverá cuando este preparada.

── ¿Dónde esta? ¿Por qué la han dejado sola? ── Molly, camino unos pasos agotando la distancia entre ella y los jóvenes.

── Esta bien Molly, está con alguien que cuidara de ella ── La castaña tomo a la mujer por los hombros. ── Hay que darle el tiempo que pida no es fácil.

La mujer asintió con unas lágrimas bajando por su mejilla, Arthur se acerco abrazándola mientras Harry, camino dirección a las escaleras, abatido.

Se sentía culpable al no haber hecho nada ese día, su cuerpo se congelo y no supo como reaccionar en el instante que ella más la necesito. Aunque si hizo algo, mirarla como si estuviera loca, como si fuera un monstro, y no como la niña herida que se defendió con ayuda de Malfoy, y su mismo silencio.

Necesitaba pedirle perdón, y cerciorarse que ella supiera que él estaría hay incondicionalmente si ella lo perdonaba. Quería decirle que todo estaba bien y rogarle por su perdón. Se sentó en la misma cama que había compartido sus sueños noches atrás, tomo el pergamino entre sus manos y la pluma, con los dedos temblorosos y el corazón desbocado empezó a escribir.

"Perdón aunque la palabra se queden pequeña cuando pensaste obtener de mí la misma fuerza que tú demostraste tener de sobra, perdón por carecer de pantalones para abrazarte cuando lo necesitabas. Necesito que me perdones porque confiaste en mí y yo no pude hacer nada. No te pido que me entiendas, no lo hago. Pero todo me golpeo de forma avasallante. Nunca pensé que el niño con el que compartí el vagón en mi primer viaje...

Arruga el papel lanzándolo al suelo ¡Basta! Se reprocha así mismo con furia, saliendo de la habitación corriendo escaleras abajo en busca de Hermione, la encuentra con Draco y Sirius. Todos están concentrados en una conversación táctica. Sirius, es el primero en percatarse de su presencia.

── ¡Harry! Menos mal llegas, tenemos información importante...

── Ahora no Sirius ── Interrumpe ganándose una mirada desconcertada del hombre.── Dime donde esta Hermione, necesito hablar en persona con ella.

Sirius, se rasca la nuca con cansancio. Draco, lo mira con fastidio mientras Hermione, se debate en decir o no la ubicación de la pelirroja. Una parte de ella no lo duda pero la otra se niega en pronunciarle si quiera una letra. Esta en el puesto de Ginny, ella hubiera querido que Harry, actuara como lo hizo Draco. Sin pedir nada, solo por que sabía que era lo correcto.

Quizás si las cosas fueron bruscas, fuertes. Pero Ginny, lo hubiese querido firme ante ella y a él lo gano la duda.

── No te lo diré ── Harry, arrugo en el entrecejo como si hubiera recibido un fuerte golpe.

── Hermione...

── No lo haré Harry. Ginny, no quiere verte. No voy a romper su confianza al decírtelo.

── Eres mi amiga ── Objeto con evidencia. Draco bufo.

── De ella también y en estos momentos es ella quien me necesita más.

── Hermione...

── ¡Ya! ── Sirius se interpuso.── Esto es una guerra que no se les olvide ── Extendió sus manos. ── Y sobre todo a ti Harry ── Lo acuso con su dedo. ── Eres el principal objetivo de Voldemort. No debemos descuidarnos, se que esto fue guao... Inesperado y doloroso pero para poder arreglar las situaciones debemos comenzar con la primera, y es esta guerra.

── Dentro de dos días habrá una reunión con el jefe de los vampiros ── Hablo Draco. ── Debemos prepáranos aun posible convenio entre mortios y vampiros Potter.

── ¿Cómo sabes tú eso? ── Cuestionó con hostilidad en el moreno.

── Yo no me he encerrado a llorar y a preguntarme porque soy un cobarde.

── ¿Es que acaso son sordos? ¡Carajo! Esto no parece un ejército, es más bien un jardín de críos caprichosos ── Grito cansado el animago. ── Malfoy, posee información porque ese es su papel. Tú deberías estar practicando con los demás e ideando planes con Hermione ¡Todos debemos colaborar! ── Ofuscado camino a la cocina. ── ¡Molly necesito algo dulce! ── Vocifero. ── ¡Estos niños me han amargado en un santiamén!

El parque era colorido la risa de los niños era un arrullo tranquilizante para sus nervios. Había transcurrido casi dos meses y en ocasiones sus sueños se veían invadidos por el recuerdo de Ron. Solía despertarse sudorosa, y con Theo sentado en una silla frente a ella con un vaso lleno de agua.

La primera noche se extraño, pero luego cuando los episodios se fueron repitiendo él le decía que era imposible no escucharla gritar. Descubrió días después que la única forma de conciliar el sueño tras eso era cuan Theo, le acariciaba el cabello narrándole de cuentos de infancia o volviéndola a conducir a un futuro incierto con él de su mano.

A ciencia cierta desconocía lo que tenían... Ella podía catalogarlo como una amistad, pero no. Un amigo no te ve de esa forma, un amigo no te regala el mundo con una mirada, un amigo no habla del futuro como el padre de tus hijos.

En una ocasión ella quiso dejarle en claro que no podía vivir de su lastima, y él se enfureció haciéndole saber que jamás había sentido eso hacia ella. Por lo cual ella se disculpo y lo vio brillar ante ella nuevamente. Se acostumbro a su chistes sin gracia, a su precencia por la tanto cuando acudía ha alguna misión su corazón brincaba de angustia.

Se acomodo en el banco del parque con un té frio entre sus manos, observando los autos y los peatones cruzar la calle. Bebió un sorbo de su bebida recordando el día que accedió ver a sus padres gracias a los consejos que él le había dado.

Una sonrisa grande surco su rostro tras recordar como se había presentado a sus papás como si se tratará de su esposo y como ellos al final de cuentas y dudativos le siguieron el juego por que así era Theodoro, una persona que lograba ganarse el afecto de las personas con una mirada. Así era Theo.

Su pecho se oprimió de repente al relacionarse con el hormigueo y calor en su estómago. Para ese entonces y con él tiempo que pasaba a solas había caído en cuenta que Harry, para ella fue esa ilusión primeriza de lo que uno creé que es amor pero al final eso enamoramiento pasivo, y si no lo fue así él había logrado que todo aquello se disipara.

Ella quería un hombre que la mirará con anhelos, con devoción como si fuera ella el diamante más cara del mundo si así, como Malfoy, miraba ha su amiga cuando ella andaba distraída.

Otro sorbo de té para que él frio le hiciera comprender que ella ya tenía esa persona que la mirara como si fuese la única mujer del planeta.

── Un galeón por cada uno de tus pensamientos ──Theodoro, se sentó a su lado.── Que mala futura esposa eres ── Hizo un puchero. ── Te dije que me esperarás mientras entregaban mi pedido.

Ella le sonrió con gracia ante su actitud infantil. Él la miro como un enamorado en su primera cita, a pesar de que esos paseos eran cotidianos cuando estaban juntos.

── ¿Tan poco vales Theo? ── Le cuestiono ella con gracia.

── Así que soy yo parte de tus pensamientos ── Se acomodo mejor en el banco para mirarla de perfil pues ella seguía manteniendo su vista a la calle. ── Si es así, créeme amor te volverás millonaria pronto ── La carcajada que compartieron lleno el aire de alegría. ── Por lo que veo mi macabro plan a logrado su objetivo ── Ginny levantado ambas cejas con incredulidad.── Logre adueñarme de tus pensamientos.

Y sin reparar en las palabras que salieron de ella lo miro sin gota de burla.

── No solo de ellos, también de mi vida.

Theodoro, se acerco más a ella tomándole la barbilla con el dedo índice y anular.

── ¿Y de tu corazón Ginny?

── Y de mi corazón Theo ── Respondió antes de que sus labios se acoplaran a los de él en un beso. Uno sin apuros, solo roce de labios acariciándose el alma, los sentidos en el completo deleite de la espera en la ansiedad de tan anhelado momento.

Labios danzando tan suavemente que curaban las heridas abiertas borrando la inseguridad en ella. Un beso que era la lleva de su historia.

Por su frente se deslizaban gotas de sudor frio, mientras sentía como sus mejillas ardían ante el dolor en su uretra. Como el líquido que surgía de vejiga iba rompiendo a su paso cada nervio sensible. No podía soportarlo, ese endemoniado dolor lo sobrepasa por más autocontrol que se establecía cuando deseaba orinar.

Soltó un bufido mordiendo sus labios con fuerzas cuando el liquido fue expulsado de su cuerpo, jadeo con cansancio caminando con dolor hasta el lavado. Piso el orine que no había caído por completo en el inodoro y maldijo por lo bajo.

Se había prohibido tomar tanta agua o jugos así su garganta estuviera resaca, eso le evita ir al baño al menos cubría sus necesidad una vez por día. Aunque por lo poco que recordaba sus riñones e hígado sufrían su falta de líquido logrando provocar una leve presión en su espalda baja.

Maldijo por lo bajo al percatarse del desastre que había hecho, pero no poseía sensaciones en sus manos y al momento de sujetar su miembro y descontrolarse por el dolor ocurrían esos incidentes. Miro su cara reflejada en el espejo, su ojos estaban más hundidos y era notable cuanto peso había perdido.

Quería lavarse el rostro sudoroso, abrió el grifo con una agonía sorda al no sentir nada de tacto atreves de los guantes de cuero que protegían sus manos de cualquier infección. El agua se deslizo por el látex de los guantes, cayendo. El acto se repetía y él seguía sumergido ante esa escena. Simplemente no sentía nada.

"No podrás tocar nada más en tu vida Ron, no podrás sentir ni el roce del agua querido hermano."

Una lágrima escapo de su ojo derecho al recordar las palabras de Ginny. No podía comer solo si quiera, el utilizar sus manos si saber como sostener un tenedor lo asfixiaba. Fred, se encargaba de alimentarlo, incluso de ayudarlo con su higiene.

Era frustrante no poder siquiera restregar tu cuerpo con el jabón, un sollozo escapo de sus labios. Se había convertido en una escoria inservible, prefería quitarse la vida antes de seguir así, por que sabia a la perfección que Fred, lo cuidaba por lastima que su madre no pudo perdonarlo ¡Ni ella pudo perdonarlo!

Se concentro nuevamente en el espejo, ni él mismo se reconocía ¿Entonces para que vivir?

Tenía la mano suspendida apretando el entorno de madera con fuerza, todos esperaban que lo hiciera que acatara la orden de su señor al matar aquella chiquilla muggle que tenía arrodillada, con la cabeza cacha. Ya no suplicaba por su vida, más bien había rogado su muerte después que varios mortios practicaran con ella las torturas más aborrecibles.

No se le ocurrió mejor cosas a Voldemort, pedirle a él que la asesinara ¡Justamente a él! Aunque su corazón latía desenfrenadamente y ya habían transcurrido unos segundos desde que levanto la varita, aún no la mataba. Estaba viendo la duda en todos los presentes y no quería eso.

No cuando había logrado ser la mano derecha de Voldemort, para así acabar con él más fácilmente, no cuando logro sacar a sus padres del país apelando la falta de memoria de Lucius, con ese maldito mestizo para mantenerlo a salvo. No cuando Hermione, lo esperaba todas las noches con una gran sonrisa dispuesta a entregarse a él.

¡Joder pero si era por ella que no lo había echó! ¡Por ella! ¡Por Granger! ¡Por su Granger!

── Draco ── Nombró Bellatrix, con un rastro de confusión en su voz.

Y entonces la niña levanto la cara y su mano tembló al mismo tiempo que el rostro de Hermione, aparecía en ella para trastornarlo. Debía hacerlo justamente para eso, para que no fuera ella quien estuviera en esa posición. Con esa firmeza la luz verde salió de su varita impactando la joven si mover los labios.

Bellatrix, respiro sonoramente con una sonría triunfal en sus labios.

── Disculpe la tardanza mi lord ── Se giro hacia el mestizo. ── Estoy practicando una forma nueva de canalización y hechizo no verbal ── Se excuso.

Voldemort, ladeo el rostro al mismo tiempo que unía sus labios.

── Cada vez me sorprendes más Draco, estoy orgulloso de mi pupilo ¡Ves Bellatrix! Draco, no fallo. No la hará nunca, yo me he encargado de hacerle saber al joven Malfoy, que yo soy quien manda. Y si él desobedece alguna de mis órdenes se atiene a las consecuencias.

La rabia circulo por su torrente como veneno, al recordar la cara de Astoria, sus labios morados y su piel más pálida de lo usual. Quiso matar a ese infeliz en ese instante pero se contuvo con la firme imagen de Hermione, en su cuerpo. No seria esa noche, esa noche la necesitaba más que nunca.

Esa noche la necesitaba con más ansiedad que nunca, necesitaba saciar ese miedo que lo estaba embargando sabiendo lo que ocurría con las personas de origen muggle. No dijo palabra alguna espero pacientemente que la dichosa reunión acabara, necesitaba conocer toda la información prudente.

Gracias a ellos habían logrado que los vampiros no se aliaran con ellos, gracias a su firmeza en ese bando que le producía hastió se había conseguido muchos avances, tantos que cada día que pasara el señor tenebroso se ponía de más mal humor.

Eran pasadas las doce cuando por fin después de tantas vueltas llego a la madriguera, sonrió con gracias que irónica podía resultar la vida. Hace años atrás él mismo repudiaba ese cuchitril y este preciso instante lo sentía como su hogar.

Se adentro a la singular estructura, recorrió la sala y todo esta sumido en un silencio sepulcral. Avanzo rumbo a su habitación con agilidad, tomo el pomo entre sus dedos abriendo la puerta, esta cedió con un sutil chirrido más no logro causar ninguna molestia a la mujer que yacía plácidamente dormida sobre el colchón.

Draco, sintió el corazón recuperar la normalidad de sus latidos se quito la túnica quedando en camisa de vestir y pantalones negro. Avanzo hacia uno de los muebles tomando las cosas para poder darse un baño.

Después que su cuerpo se sintió lo suficientemente relajado volvió por el pasillo con la pijama puesta. Contuvo una carcajada, si su madre lo viera en esa situación estaba seguro que sufriría un colapso. Verlo compartir un baño con más de veinte personas.

¡Gracias a Merlín, solo era el baño! Hermione se había encargado de que ambos tuvieran sus cosas de aseo personal. Se vio nuevamente dentro del cuartucho, dejo las cosas donde las encontró. Avanzo con sumo cuidado hasta sentarse en el colchón.

Con una de sus manos acaricio la mejilla de la castaña que se retorció por su tacto frio, luego se acostó y sin importar que pudiera despertarla la atrajo a su cuerpo de forma brusca. Hermione, abrió los ojos para cerrarlo de inmediato cuando él la acomodo en su pecho envolviéndola en sus brazos.

── Buenas noche mi amor ── Susurro ella con voz ronca.

── Buenas noches ── Dudativo cerró los ojos aspirando el olor de su cabello, soltó el aire que sus pulmones habían retenido.

Se giro con ella en brazos, acomodando su cuerpo para besarla. Lo hizo despacio deleitándose con sus labios, acariciando la delineación de ellos. Suspiro cuando ella lo invito ha adentrarse en su boca. Gimió por placer, pero no el del deseo no. Por el placer de saberla de él, de tenerla tan cerca, de poder quererla.

Se separo lentamente volviendo a su posición inicial, ella mantenía los ojos cerrados se acomodo mejor y enredo sus piernas entre las del rubio, ya era una costumbre hacer eso. Después de esos meses, solo lograba conciliar el sueño con ella, no importaba la cama o el sitio si era con ella.

Y perderla ¡Merlín! Perderla seria su propio fin, por eso debía protegerla por ella cualquier cosa, así fuera marcharse las manos, asesinar a personas inocentes solo por que ella estuviera bien.

Ella era su todo.

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