Capítulo 5
/Primera persona Valquiria/
Abro los ojos despacio observando el techo, mirando un ventilador que gira algo despacio, puedo sentir el aire fresco que desprende.
¿Estoy en algún hospital?... lo último que recuerdo fue aquel chico que me ayudó...
Me siento en la cama, las sábanas se deslizan por mi piel cayendo al suelo. Observando que estoy desnuda, sólo con algunos vendajes en algunas partes del cuerpo, como el estómago y en mis brazos.
—¡¿Porque estoy desnuda?! ¿Qué fue lo que pasó? —Me pregunto a mí misma contemplando mi cuerpo con un leve sonrojo en mis mejillas.
Estoy en un pequeño cuarto con las paredes en grises. Veo una pequeña mesa de noche y un clóset en la esquina y en el fondo de la habitación una gran ventana.
¿Dónde me encuentro? Lo último que recuerdo fue mi hermano... De verdad lo siento... Si hubiera sido más fuerte lo hubiera salvado... Lo siento por fallarte soy una pésima hermana...
Le doy un puñetazo a la almohada muy fuerte bastante enojado.
No puedo ni creerlo, mató a su propio familiar esa basura, me culpo por lo de mi madre... No lo sé la verdad, sólo sé que murió el día que yo nací tal vez hoy la culpable de eso ¡No lo sé!... ¡Mi hermano era inocente!
Agarro la almohada lanzándola hacia otro lado en un ataque de rabia.
Unas lágrimas se deslizan por mis mejillas, cayendo encima de la cama como gotas de lluvia.
Pensándolo bien ya no era él, era una bestia una criatura del más allá, pero no entiendo cómo pudo volverse así... Cuando lo vi sentía algo extraño algo diferente en él.
Inesperadamente escucho como la perilla de la puerta gira, entrando una mujer llevando en sus manos, una bandeja de plata, con un poco de comida, un arroz blanco y un vaso de jugo de naranja.
—Por fin— menciona muy contenta —. Es increíble de verdad eres impresionante—Dice aquella mujer muy impresionada mostrando una pequeña sonrisa con un tono de admiración.
—¿¡Tú quién eres!? —Le pregunto señalándola a ella cubriéndome un poco con la sábana.
—Disculpa mis modales, mi nombre es María, bienvenida al castillo inframundo, te traje un poco de comida y ¿tú cómo te llamas? —Me responde la mujer de manera muy dulce.
¿Qué a que se refiere con castillo inframundo?
—Mi nombre es Valquiria, ¿Cómo he llegado aquí? ¿Por que estoy desnuda? —Pregunto algo confundida. Llevando una de mis manos a mi cabeza rascando me un poco.
—Hay un poco de ropa en esas gavetas tal vez te sirva—María me señala a un ventero.
—Oh gracias...—me pongo de pie rápidamente, acercándome a una de ellas. Encontrando un piyama de color blanco, un pantalón corto y una camisa con mangas largas con dibujos te estrellas.
Me pongo los ropajes poco a poco. Mirando que me queda muy bien.
—Te ves muy bien—María coloca la comida en una mesa jalando una silla.
No debería comer eso es comida de extraños, apenas conozco esta mujer.
María agarra una cuchara introduciéndola en el arroz, dándole una probada mostrando una pequeña sonrisa, moviendo la cabeza con mucho gusto. Escucho a mi estómago gruñir un poco al contemplar aquella hermosa comida.
Con sólo mirarla me está dando hambre.
Esta mujer me leyó la mente... Me pongo de pie rápidamente respirando algo agitada.
Tomo asiento tomando la cuchara empezando comer, mientras siento un cosquilleo en la boca.
Está buenísimo me encanta, empiezo devorar la comida muy rápidamente, tomo el vaso de jugo de naranja, dándole un trago muy grande tomando lo todo de un golpe. Lanzando un gran gas que resuena por toda la habitación.
María lanzo unos aplausos mientras empieza reír un poco.
—¿Cómo llegué aquí? Y ¿Qué pasó con mi ropa? —Le pregunto dejando la cuchara en el plato.
—El Señor te trajo hasta aquí, me contó que te encontró en un campo de flores... Tus ropajes estaban algo rotos así que lo tiramos a la basura—
—En ese campo de flores, perdí lo poco que me quedaba...—digo susurrando con un tono muy triste.
—Lo mejor es que sigas adelante, por tus seres queridos que aún te quedan dime tienes algún lugar ¿Dónde quedarte como la casa de una amiga un familiar tuyo? —
—No, no tengo ningún lugar—contesto mirando hacia otro lado algo melancólica... Recordando esa escena de la muerte de mi hermano.
Además, no tengo dinero para pedir una habitación de hotel, de seguro el retiraron mi dinero de la cuenta de banco. No tengo nada todo lo he perdido...
—Lo lamento mucho, puedes quedarte a dormir aquí por un tiempo, está es como tu casa ahora—María muestra una pequeña sonrisa de alegría. Colocando su mano en mi hombro.
—La verdad gracias...—le agradezco con un semblante triste.
—Duerme un poco más son las 6:00 pm de la tarde descansa, Valquiria tuviste un día muy duro—María se retira de la habitación cerrando la puerta.
Me pongo de pie y me dirijo a la cama. De repente le doy una pata la silla bastante molesta.
Me acuesto en la cama, abrazando mis piernas mirando a la pared algo triste.
Te fuiste, me dijiste hola y de repente dijiste el adiós. Volví a recuperar lo todo, de repente en un pestañeo lo volví a perder ante mis ojos, primero mi Padre, después mi hogar, mi hermano lo más importante y lo más valioso que me quedaba. También mi padre...
Alexander no está muerto... Pero lo vi morir frente a mis ojos... Esa es la pura verdad, no quisiera creerla, me estoy mintiendo a mí misma...
¡Esto no es un sueño! ¡Quisiera que por lo menos fueran un!
Me odio a mí misma, por haberte fallado, si tan sólo hubiera sido más fuerte, ¡los hubiera hecho pedazos! ¡Los hubiera matado a todos con mis manos!
Me pongo de pie cayendo de rodillas al suelo, golpeo el piso varias veces, hasta que mis manos empiezan a sangrar. Unas lágrimas recorren mis mejillas.
Unos recuerdos golpean mi mente.
—Te prometo que te voy a proteger—recuerdo aquella promesa que me dijo mi hermano.
—Yo también lo haré... No te preocupes—
—Eres la mejor hermana que hay, espero volver te haber algún día te voy a mandar cartas y algún que otra llamada, te quiero muchísimo—me dice dándome un beso en la frente.
—Awwww, yo también te quiero, pero tú eres el mejor—
Esa fue la ves cuando mi Padre los comentó que los iba a separar a todos.
—¡ALEXANDER! — Suelto un grito que retumba por toda la habitación.
¡Perdóname por haberte fallado!
Sintiendo una gran impotencia, y una enorme tristeza en mi corazón.
Me acuesto en el piso, abrazo mis piernas mientras empiezo a llorar y a gritar. Solía hacer me bolita cuando algo malo me pasaba o estaba triste.
El tiempo pasa... No sé cuánto tiempo ha pasado... María me ha traído un poco de comida en algunas ocasiones sin decir ni una sola palabra. He comido muy poco sólo le doy una mordida al pan y un simple pequeño sorgo, dejando lo demás hay... No tengo mucha hambre....
Despierto abriendo los ojos observando el techo, sintiendo un gran dolor en ellos. Suelto un gran suspiro, colocando me dé pie.
Veo que ya se hizo de noche, hay mucha oscuridad, la luz de la luna se filtra por la ventana, iluminando un poco el aposento. Se nota como el tiempo ha pasado la luna estaba enamorada y ahora está redonda.
Enciendo la lámpara de la habitación.
Creo que he llegado al punto donde mis lágrimas se han secado... Mis ojos ya no puede llorar.
Acercándome a las ventanas, contemplando que estoy en una mansión de 7 pisos, puedo ver una pequeña pradera al frente de esta, con un pequeño camino y una gran cerca grande rodea la casa. Es bastante alta no puedo brincar por la ventana.
Voy a salir de aquí, quiero vengar a mi Hermano, te prometo que van a pagar muy caro lo que hicieron contigo, no soy mucho de prometer, pero cuando lo hago lo cumplo... ¡Te lo juro!... ¡¡¡Por ti y por mi padre...!!!
Me acerco la puerta, tomo la perilla y de pronto la misma se abre despacio.
Saco la cabeza mirando derecha e izquierda. Sólo encontrando un pasillo vacío, iluminado por la luz de la luna que se filtra por la ventana del fondo, y algún que otra puerta en el camino. Saco un pie de la habitación.
De pronto se escucha las tonadas de un piano, que resuenan por todo el pasillo es una melodía muy suave tranquila.
Debería buscar una salida, pero no lo sé tal vez ese sonido, me puede llevar a donde está una persona que tal vez puede ayudarme, además que me encanta...
Además, siento como mi corazón está ampliando... El dolor es aparecer poco a poco, pero aún siguen las cicatrices.
Recuerdo que mi padre en algunas ocasiones solía tocar su piano, ese era una de las melodías de las que tocaba. ¿Qué significa esto? debo averiguarlo.
Sigo el sonido de la música tan hermosa, con pasos lentos sintiendo un frío entre mis pies.
Conforme sigo avanzando el sonido se escucha más fuerte.
La música me invita a que corra, a que siga adelante. Que me apresuré más rápido.
De pronto me detengo, en una puerta negra como la noche. Escuchando que de ahí proviene todo el ruido.
Extiendo mi brazo, tocando un poco la perilla con la comisura de mis dedos. Como si hubiera presionado un botón, la melodía se detiene. Dejando el lugar con un profundo silencio tan desolador como triste.
Detrás de esa puerta está el artista que hizo esa música. Estoy sintiendo algo raro, como una energía que emana detrás de esa puerta, se siente bastante poderosa...
Abro la puerta muy despacio. Encontrándome una habitación, sólo con un piano de color negro, en el fondo de esta se encuentra un balcón con un chico de espaldas, con una larga cabellera que le llega hasta los hombros, de color negro azabache tan oscuro como la noche y su piel de tez blanca.
¿Quién será este chico? Mejor me acerco para preguntar, no tengo miedo... Sólo siento una presencia muy extraña algo fría y oscuro.
Me introduzco en el dormitorio, apretó los puños, dando dos pasos hacia delante. Sin bajar la guardia, sintiendo una energía bastante oscura.
Aquel chico se da la vuelta despacio, mostrando un semblante frío y serio. Como si no le importara mucho mi presencia. Pero de repente nuestras miradas se entrelazan.
Sus ojos son de un color morado oscuro, me hace sentir una sensación de tranquilidad y paz.
Puedo ver de algo de enojo y tristeza, pero son bastante bellos, aunque puedo notar que se está calmando.
Coloco una mano en mi pecho apretando un poco mi camisa. Siento algo muy extraño mi corazón está palpitando muy rápido. Es como si lo hubiera visto una vez... Creo que lo he visto en un sueño de los míos.
Aquel chico sólo se muestra callado con un semblante tranquilo y sereno. Cerrando los ojos por un instante y al abrirlos sólo mira hacia otro lado.
Bajo la mirada, intentando dejar de mirarlo a los ojos, paseo mi mirada por su torso al descubierto bastante bien esculpido y musculoso, como todo un dios griego, muy fuerte y bien fornido y tiene un pantalón negro largo.
Un leve sonrojo se dibuja en mis mejillas, al parecer la temperatura está subiendo...
Debería decirle que se ponga una camisa, pero al parecer le da igual que lo vea así.
—Por fin estás despierta — dice rompiendo el silencio de la habitación, introduciendo una de sus manos en uno de sus bolsillos de su pantalón.
¡¡¡Reconozco esa voz, él fue que me salvó...!!!
—Fuiste tú la persona que me salvó, debo darte las gracias por ayudarme, pero ¿por qué? —le muestro una pequeña sonrisa, agradeciendo gentilmente.
—Todo su tiempo—Me responde tajantemente sacando un amuleto de estrellas de su bolsillo arrojándolo mí.
Lo atrapo rápidamente entre mis manos, notando que tiene un hermoso brillo de color dorado.
—De nuevo gracias, pero ¿tú quién eres? y ¿Cuál es tu nombre? —Lo interrogo colocando me mi amuleto en el cuello.
Me acerco un poco más, hasta quedarme en el medio de la habitación contemplando aquel ser.
—Mi nombre es Hades—se presenta el chico muy seriamente, mientras me mira fijamente a los ojos, contemplo un aura de color oscuro brotando de él. No es una ilusión la estoy sintiendo y viendo con mis propios ojos.
¿Acaso éste joven es el mismo dios del inframundo Hades? Estoy bastante asombrada debería tener miedo, sólo siento una cosa rara mi corazón está latiendo con más fuerza.
¿Estoy muerta?
Continuará...!!!
Muchas gracias por leer recuerda votar y comentar.
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