Capítulo 27

Me encuentro en la sala de reuniones sentado en mi trono, contemplando a los 3 jueces del inframundo, que se encuentran al frente de mí colocados de rodillas mirándome fijamente, vistiendo unas capuchas que recubren todo su cuerpo.

— ¿Para qué han convocado esta reunión? —Les pregunto fríamente a recostando me del trono.

—Señor, le informó de que los humanos han dejado de darle alabanzas a los dioses del Olimpo la humanidad debería ser castigada portal osadía—informa Radamantis con un tono orgulloso. Al parecer tiene muchos deseos de pelear. Lo puedo ver en sus ojos...

—Me da igual—respondo de manera fría mirándolo fijamente gruñendo un poco de enojo. Radamantis al escuchar mis palabras se pone algo molesto dando un pequeño golpe en el suelo. Estoy sintiendo su poder rebelde.

—Deberíamos aprovechar y conquistar —Éaco recomiendo con un tono tranquilo.

—No haremos nada, el inframundo se va a quedar neutral ¡Quiero que se vayan ahora! — Les ordeno con un tono muy molesto dando un pisotón en el suelo.

Los jueces se retiran bastante molestos de la sala. Estos niños y sus guerras acaso no lo entienden... El inframundo debe estar neutral.

El inframundo no tiene el poder suficiente para atacar los demás reinos. No quiero crear otra guerra más...

Lo siento, pero la verdad estoy muy molesto, desde que me enviaron aquí he estado muy enojado por dentro sé que no deberías desahogar me con ellos... Pero me hacen enojar con las tonterías que dicen.

Mi rabia y mi enojo han crecido como un árbol todo ese tiempo.

Rápidamente me pongo de pie dirigiéndome hacia otra habitación, encontrando una espera gigante en el centro de esta.

Con esto he podido ver lo que pasa en el mundo, las guerras, los eventos y que han hecho algunos dioses. He visto la locura de Zeus se ha hecho más grande conforme. El poder corrompe absolutamente.

Todos los imperios que lo adoraban han caído, o no lo han seguido adorando. El con el tiempo se ha convertido en un rey sin gloria. Desterró Ares, Apolo y Artemisa hacia el fin del mundo, sólo por verlos como una amenaza. Tienen miedo de la profecía...

Coloco mi mano en ella, puedo ver qué del monte Olimpo salen disparados unos rayos hacia Europa cayendo en diferentes lugares, uno de estos cae en el mar matando a muchas sirenas y peces. En cambio, los demás caen en algunos bosques provocando grandes incendios. No es la primera vez que hace esto, Zeus ha provocado grandes tormentas eléctricas provocando muerte y destrucción.

Los humanos han ido perdiendo interés en él y en los demás dioses olímpicos. Nuestra época está terminando, o mejor dicho ya ha terminado, Zeus se niega a soltar su trono, a pesar de que ya ha perdido mucho apoyo. Es como un rey sin campesinos sólo soldados. Habido intentos de tumbar lo del trono, los gigantes lo intentaron y todo terminó muy mal para los gigantes, los mató a todos incluso cuando mucho se rindieron. Los gigantes se extinguieron provocando que la mayoría de las bestias mitológicas se fueran del continente antiguo por el miedo a hacer los siguientes.

El Olimpo declaró que los dioses no pueden intervenir en los asuntos de los humanos, ahora que Zeus está un poco raro puede romper esa regla. Esto fue creado porque nosotros no estamos solos, hay más dioses. Intentar conquistar la tierra sería declarar la guerra a los demás panteones. Zeus incluso en su locura no sería capaz de hacer tal cosa.

Mi regla es el inframundo se quedará neutral de los asuntos de los dioses y de los humanos.

Me gustaría salir de aquí y disfrutar el mundo. Como mi hermano Poseidón, hora mismo se encuentra en un lugar llamado el nuevo mundo... Pero no puedo debo estar aquí para vigilar las puertas del tártaro y las criaturas oscuras, Hécate me dijo que está buscando una forma de liberarme... Que tiene una gran idea, pero requiere tiempo.

Mientras yo estoy aquí trabajando los demás disfrutan la tierra y su hermosa libertad. Me siento un poco solo...

Les entregue la libertad y ellos me dieron cadenas. No soy más que un simple carcelero... No me entregaron un reino sino una prisión. No confío en los olímpicos me dieron la espalda. Una enorme oscuridad recorre todo mi cuerpo, le doy un puñetazo la espera destruyéndola.

—Yo no soy un olímpico, ellos me lo han dejado muy claro—menciono en voz baja algo triste.

Quiero salir un rato de aquí. Me gustaría ver el mundo un poquito, igual está tan loco que no podrá encontrarme, voy a utilizar el yermo de oscuridad... Los gemelos trabajan día y noche ayudarme a vigilar la prisión de los titanes.

Rápidamente salgo del castillo contemplando los alrededores del lugar, hay muchas montañas rocosas de color negras como la oscuridad sin ninguna naturaleza sólo oscuridad.

Después de un rato, me encuentro caminando por un bosque vistiendo una túnica negra llevando puesto mi casco. Se pueden ver a los animales revolotear por el lugar tanto jabalíes, venados, algunos pajaritos y más allá en las montañas un rebaño de ovejas y vacas.

Miro hacia arriba y veo que se están nublando poco a poco. Esto me parece un buen clima, va a llover. Sigo mi camino, observando la zona que está llena de árboles con un color anaranjado, unas fuertes corrientes de viento frías golpean el lugar, haciendo agitar los árboles y que sus hojas se desprendan de ellos haciendo ocurra una pequeña lluvia de hojas.

De repente veo a un enorme jabalí observando una mujer, mientras golpea su pezuña contra el suelo, preparándose para embestir, en cambio la chica se queda observándolo de pie con algunos rasguños esparcidos por su cuerpo temblando un poco de miedo, se echa un poco para atrás tropezando con una rama cae al suelo de espalda.

Ella lleva un vestido hecho de hojas y pétalos que cubre sus partes privadas su cabello es de color rosado que le llega hasta la cintura.

Es muy hermosa es una diosa, no debería ayudarla, pero ella no debería pagar por esto... Ella no va a poder aguantar otro golpe del jabalí se nota que es algo frágil.

Hago aparecer mis espadas se las disparo al jabalí impartan acerca de él, la bestia se asusta y sale corriendo a gran velocidad.

No era tan poderoso sólo era un simple jabalí. La chica se pone de pie rápidamente quedándose sorprendida por lo que acaba de ocurrir.

Me escondo detrás de un árbol mirando la atentamente. La verdad es que es muy bonita...

Ella no puede verme, ya que estoy utilizando el casco de hacerse invisible.

—Hola, ¿Hay alguien ahí? De todos modos, muchas gracias—la chica me agradece su voz es tan dulce y adorable, es como música para mis oídos.

—De nada chica, adiós—Susurra en voz baja

Sigo mi camino como si nada hubiera pasado. Miro al cielo contemplando lo todo nublado, debo encontrar un buen lugar para pasar la lluvia.

De repente logro ver una cueva, rápidamente llego a ella introduciéndome en esta. Veo en el fondo una pequeña canasta de manzanas. Me acerco tomando una de ellas, me siento en una roca al lado mirando la fruta atentamente.

No se encuentran con veneno, me la puedo comer tranquilamente. Le doy una pequeña mordida sintiendo un rico sabor en mi boca.

De repente escucho unos pasos, dejo caer la manzana medio comer. Contemplando aquella chica.

—¿Hay alguien aquí? —Pregunto la chica muy tímidamente entrando en la cueva

Es la misma chica que dije hace un rato. Sus ojos son de un color verdes tan hermosos como la naturaleza llenos de inocencia.

Ni yo mismo entiendo qué está pasando conmigo...

—Mis manzanas— dice la chica con un tono de voz dulce introduciéndose más en la cueva.

Debería mostrarle mi rostro y ¿Quitarme el casco? No lo sé.

Me retiro el casco haciéndome visible, colocándolo en el suelo. Ella al verme muestra un pequeño sonrojo en sus mejillas con algo de sorpresa mostrando una cara de inocencia y curiosidad.

—¿Como sabías que estaba aquí? —Pregunto con un tono frío mirándola fijamente los ojos.

—Te sentí... Tú fuiste tú la persona que me ayudó contraes el jabalí—Me pregunta con un tono dulce llevando uno de sus dedos a su boca mirándome de arriba abajo. A pesar de que se nota tímida, no me tiene miedo...

—Sí yo lo hice—Le digo frunciendo el ceño mirándola de arriba abajo. Esa ropa hecha de hojas la hace ver sexy y bastante hermosa.

—Por cierto, mi nombre es Perséfone ¿Y tú? —Pregunta acercándose un poco a mí, tomando otra manzana de la canasta y me le extiende mostrándome una pequeña sonrisa—. Toma son muy ricas...

—Mi nombre es Hades—me presento tomando la manzana y le doy un pequeño mordisco.

—Mi madre me había contado sobre ti—Me dice con algo de asombro.

—¿Y qué te dijo? ¿Que yo era una bestia, o una criatura maligna del inframundo? —Le hago múltiples preguntas dedicándole una mirada fría con un tono molesto. Pero aquellos ojos verdes me hacen que me calme un poco. Ella empieza a temblar un poco. Rápidamente miro hacia otro lado intentando no seguir asustándola.

—No para nada, ella dijo que usted salvó al Olimpo hace muchísimo tiempo. Lo lamento mucho por lo que le hicieron—menciona Perséfone con un tono triste mirando hacia otro lado con un poco de miedo.

—Ya veo ¿Y cómo se llama tu madre? —Le pregunto calmando me un poco al ver su miedo.

—Deméter, ​ ella murió hace mucho tiempo, dejándome sola en este mundo—confiesa Perséfone, mientras unas pequeñas lágrimas se deslizan por su rostro mostrando un semblante triste.

—Lo lamento mucho, ¿Quién fue el responsable? —Pregunto algo molesto apretando la manzana rompiéndola.

—Según por lo que escuché Zeus estaba buscando algo en mi casa, quemó nuestro hogar y asesinó a mi madre, pude escapar...—Perséfone se echa a llorar y se tambalea un poco.

Rápidamente me acerco a ella agarrándola, para que no caiga al suelo completamente.

—¿Oye estas bien? —Le pregunto quitando algunos mechones de su rostro.

Zeus ¿Ahora anda matando dioses? Después de haber acabado con los gigantes, los titanes y ahora dioses. Me pregunto ¿Qué andaba buscando? Descansa en paz y querida amiga.

—Estoy bien sólo tengo mucho frío y me siento algo débil...—me comenta Perséfone con la vos algo baja, veo como sus hojas se desprenden de su cuerpo.

Está algo débil además tiene mucho frío. No puedo dejarla morir aquí... Le doy una de las manzanas y ella le da una pequeña mordida empezando comer lentamente, mientras se dibuja una pequeña sonrisa en su rostro.

Me recuerda a mí cuando me mandaron al inframundo, hasta que dos personas me encontraron... No me dejaron morir a manos de las bestias...

—Quédate conmigo—me susurro Perséfone con un tono adorable.

No te preocupes me quedaré contigo, debo cuidarla mientras ella se recupera poco a poco.

El agarro entre mis brazos, dándole un fuerte abrazo acurrucada en mi pecho, trasmitiendo le un poco de calor mis 6 alas aparecen y los en vuelven, cierro los ojos abrazándola fuertemente, sintiendo su piel suave rozar la mía.

Pasan algunos días.

A la mañana siguiente los encontramos los dos en un pequeño campo de flores, sentados juntos debajo de un árbol, contemplando los hermosos campos de flores. Perséfone tiene un largo vestido de color blanco que le he conseguido, que combina con su hermosa cabellera rosa.

Perséfone se encuentra mucho mejor, estuve cuidándola.

—Hades, hice esto para ti—menciona Perséfone mostrándome una corona de flores blancas.

—Está muy bonita, te ha quedado preciosa—le digo mostrándole una pequeña sonrisa.

—¿Te la pongo? —Me pregunta con un tono de voz dulce mirándome con una mirada brillante.

—Adelante—le digo sonriendo un poco.

Perséfone me coloca la corona en mi cabeza. Se siente tan agradable sentir sus manos suaves y delicadas en mi cabeza acariciando mis cabellos.

—Te ves muy bonito—me dice con un tono adorable sentándose encima de mis piernas colocando su rostro cerca del mío mostrando un leve sonrojo. Nuestras miradas se conectan. De repente me da un pequeño beso en los labios, apartándose rápidamente de mí, nuestras miradas se entrelazaron y los quedamos por unos segundos mirándonos.

—Gracias mi luz —Le digo dándole otro beso con mucha pasión y amor, apartado nuestras bocas mirándolo fijamente.

—Me encanta—me dice recuperando un poco el aliento mostrando una pequeña sonrisa.

—Perséfone mi luz te quiero mucho, no deseo que te vayas de mi lado, pero sí quieres irte lo voy a respetar— le menciono con un tono triste.

Pienso que es lo mejor, que sea su elección quedarse conmigo.

—No me quiero ir de tu lado, contigo me siento feliz y contenta—me dice Perséfone mostrándome una pequeña sonrisa con un tono adorable.

—Yo tampoco amor— la beso tiernamente saboreando sus labios con mucho amor y ternura.

—Muchas gracias, amor—se ríe con dulzura.

—¿Quieres venir conmigo al inframundo? —le propongo con un tono gentil y dulce.

—Por supuesto que sí, sabes que te voy a acompañar —accede dándome un beso en la frente.

Por fin encontrado la felicidad... Pienso que debería escapar con Perséfone bien lejos, prefiero no hacerlo quiero también estar con mis sirvientes. No puedo dejarlos en el inframundo.

Todo se vuelve blanco nuevamente. Me está transportando otro recuerdo más...

Me encuentro la gran sala del trono del inframundo y veo que Hermes ha llegado. Está mucho más alto y lleva puesto una túnica blanca.

—Hermes, ¿A qué has venido? —Le pregunto seriamente. Notando que algo anda mal...

—Hades, devuelve a Perséfone—declara Hermes bastante molesto.

—¿De qué estás hablando? —Pregunto confundido arqueando una ceja mirándolo molesto.

—Secuestrado a Perséfone, Helios informado sobre tu crimen, te pido que la entregues a Zeus—

—¿Y con qué derecho lo dice él? Estado atento a sus atrocidades, yo no me lleve a Perséfone hasta le pedí si quería acompañarme al inframundo—le respondo seriamente, mientras un aura de oscuridad en vuelve mi cuerpo dedicándole una mirada penetrante.

—Estás mintiendo, todos los olímpicos han pedido que entregues a Perséfone sin ningún rasguño, ahora mismo tú y ella no pueden estar juntos uno pertenece a la luz y la otra oscuridad—informa Hermes apuntando me con su cetro.

—Sí quieres llevártela, tendrás que luchar contra mí, No es un juguete ella es un ser viviente—le digo muy seriamente dedicándole una mirada penetrante.

—Vas a pagar muy caro por hacer esto Hades, estás condenado por todo el Olimpo—

—¡No me importa! Ya estoy condenado por ustedes a vivir aquí, ¡largo de aquí! —Le ordenó muy molesto.

Todo se vuelve blanco nuevamente, y el recuerdo desaparece.

Así empezaron los rumores...

De repente me encuentro en el Olimpo en la sala del trono de Zeus.

Veo que Zeus hace acto de presencia mostrando una pequeña sonrisa, mientras agarra Perséfone. Lleva puesto una túnica blanca y su pelo es de color blanco con sus ojos grises.

—¡Déjala! —Le grito bastante enojado.

—A mí no me das órdenes, arrodíllate ahora mismo, ella tiene alguna información para mí y además creo que me la voy a quedar—me ordena Zeus bastante serio.

—No sé de qué hablas...—Perséfone con algo de miedo, mirándome fijamente a los ojos, intentando no mirar a Zeus.

Me coloco de rodillas rápidamente quedándome en silencio bastante molesto, mirándolo fijamente con ganas de matarlo.

Pero no puedo sí lo hago puede matar a Perséfone...

—Dime una cosa hermano, ¿Te sientes arrepentido por haberla amado? —Me pregunta Zeus con un tono de locura en sus palabras.

—¡No me arrepiento! ¡Tú no eres mi hermano! —le digo muy seguro de mis palabras.

Lo que sentí por ella nunca lo había sentido antes... Nuestras almas están unidas y desean estar juntos por toda la vida.

Zeus al escuchar mis palabras, se muestra algo enojado y con su otra mano empieza a lanzar rayos hacia mí, provocando me un gran dolor por todo mi cuerpo. Suelto un grito de dolor que resuena por todo el castillo.

Perséfone le da un puñetazo a Zeus, haciendo que la suelte. Deja de lanzar sus rayos, Perséfone se va corriendo hacia mí. Rápidamente me lanzo atraparla de repente ella muestra una cara de dolor. La atrapo entre mis manos y veo su espalda que está herida. Zeus muestra una pequeña sonrisa señalándome, mientras de su dedo sale un poco de humo.

Me quedo muy sorprendido y unas lágrimas recorren mis mejillas.

—Ahora sí te vas a arrepentir, si no es mía no es de nadie, murió igual que su madre como se quema el árbol se quema igual las hojas— menciona Zeus mostrando una pequeña sonrisa de locura limpiando sus manos.

—¡ Zeus! — Menciona Hera saliendo de las sombras muy molesta pisando fuerte el suelo, dedicándole una mirada molesta—. ¡¿Porque lo hiciste?! —Exclama Hera con lágrimas en los ojos.

—Cállate, tú no entiendes, esta fue la voluntad del Olimpo, y muy pronto el mundo entero volverá a estar ante mis pies ¡Yo soy el rey del Olimpo, soy su jefe y puedo hacer lo que me dé la gana con ustedes! — confiesa Zeus señalando a Hera.

—¡Aquí se termina tu reinado! — declara Hera mostrando un semblante enojada, mientras detrás de ella aparecen los demás dioses saliendo de las sombras Hestia, Eros, Hebe y Pan.

Miro a Perséfone fijamente los ojos, aquellos están apagando poco a poco su brillo.

Rápidamente me voy volando del lugar llegando un campo de flores.

—Amor, lo siento... —me dice Perséfone bastante débil,

—Tranquila, ya estoy aquí —le susurro acomodándola en mi pecho, mientras unas lágrimas recorren mis mejillas al contemplar su hermoso rostro que está algo pálido. Me siento muy herido, y bastante lastimado.

—Perdóname... Amor... Gracias por querer—Perséfone da su último suspiro mostrando una pequeña sonrisa. Me echo a llorar abrazándola fuertemente. Perséfone desaparece volviéndose pétalos de rosas.

Suelto un gran grito que resuena por todo el lugar haciendo que toda la zona se destruya, y todo de repente se hace pedazos.

Salgo de la ilusión.

Vuelvo al presente. Me encuentro de pie en la cueva, mientras unas lágrimas recorren mis mejillas rompiéndole a llorar.

Recuerdo que un día desperté en mi cama y no encontré a Perséfone a mi lado. Y mis sirvientes me habían comentado que alguien se la había llevado al Olimpo, todo fue una trampa.

Mi error más grande fue llevármela a ese lugar para estar con ella y no pude protegerla.

Aquellos seres los que yo consideraba mis sirvientes se aprovecharon de que estaba débil y me atacaron me derrotaron, cubriendo me con cadenas y haciéndome un juicio. Permitieron que aquella oscuridad tome el inframundo. Después empezó la guerra de los dioses los olímpicos por fin se habían revelado.

Recuerdo sus palabras...

—Hades, por ser un pacifista y haber condenado al inframundo ser neutral yo el nuevo príncipe del inframundo, los jueces del inframundo te condenamos estar encerrado para siempre—declara aquel ser de oscuridad.

En el fondo doy gracias porque ahora soy libre, pero no puedo dejar que ellos cumplan sus planes. No te quedes en depresión, sino vas a resolver nada, por ti y hecho todo esto he vuelto a enfrentar mi pasado lo haría una vez más.

Mi corazón se hizo pedazos...

—Ha llegado muy lejos—menciona una voz algo impresionada.

—¿Quién anda ahí? —Pregunto algo confundida.

—Alguno de llamada primera guerrera, algunos me dicen la gran madre—mención aquel ser un con un tono feliz.

De repente todo el lugar se vuelve a ponerse blanco, convirtiéndose en un campo de flores. Veo al frente una mujer sentada en un trono vistiendo un vestido verde hecho de hojas con una larga cabellera del mismo color. Detrás de ella hay un enorme árbol.

—Gea...—menciono algo impresionado al reconocer aquella diosa.

—La misma en persona mi niño, ¿Qué haces aquí? —Pregunta Gea con un tono serio.

—Estoy buscando la planta medicinal para salvar a mi pareja—le respondo seriamente.

—Sea quien te refieres, he visto tus recuerdos por fin encontraste otra chica —menciona mostrando una pequeña sonrisa—. Pero perdiste a Perséfone ¿Crees que esta vez pueda salvar a tu amor?

—Por supuesto que sí, incluso daría mi alma, aunque me pierda en el vacío de la oscuridad— le digo llevando mi mano a mi pecho mostrando un semblante serio apretando mi camisa.

—Cuando Perséfone perdió la vida ocurrió un caos en la tierra, sino fuera por mi intervención no estuviéramos aquí—dice Gea bastante enojado colocándose de pie—. Pero a pesar de todo voy a ayudarte, pero con un precio...tu alma me la voy a quedar, como castigo por perder a Perséfone—menciona muy enojada mirándome con ojos verdes.

—Adelante, no me importa, debo salvarla, yo la amo y voy a luchar por ella—le digo con un semblante serio apretando los puños.

Gea se queda muy impresionada mirándola fijamente los ojos, rápidamente se coloca de pie.

—Hades... Esto es increíble otro Dios hubiera preferido irse, pero tú, felicidades ha pasado la prueba—Menciona Gea mostrando una pequeña sonrisa con un tono muy alegre. — promete me que la vas a cuidar...

— Yo te lo prometo, y siempre lo haré — le digo muy seriamente sintiendo como mi corazón está latiendo mucho más rápido.

—Así me gusta— Gea sonríe al escuchar mis palabras, y de repente una Granada aparece en su mano y me la lanza. —Dale esto para que se quede contigo.

La atrapo rápidamente contemplando aquella fruta entre mis manos es tan roja como sus cabellos.

De repente todo vuelve a cambiar y aparezco en la cueva, veo aquella fruta ahora es la planta.

—¡Valquiria! — Exclamo dándome la vuelta me voy corriendo lo más rápido que puedo. No puedo quedarme en depresión debo salvar a mi amor... Ya pedí a una persona... No perdería otra.

Debo luchar por ella... ¡Eres mi rosa eres mi futuro! S 'agapó eres la persona que me devolvió la esperanza y la luz

Si no fuera por Perséfone, Poseidón, Valquiria, Aquiles, María y los gemelos me hubiera hundido en la oscuridad. Gracias a todos y en especial a ti Valquiria.

Llego al hospital aterrizando en el techo. Veo a Poseidón y su pareja que me están esperando. Aterrizo al frente de ellos, y me desmayo al instante por las heridas y el cansancio.

—Tranquilo Hermanos ya estoy aquí para ti— escucho la voz de Poseidón.

Continuará...!!!

Muchísimas gracias por leer recuerda votar y comentar. ¿Dime qué te pareció el capítulo?❤❤❤❤❤❤

¿Tienen alguna pregunta de la novela?

S'agapo significado te amo.

¿Qué les parece Hades?

OWO ¿Qué les parece Poseidon? :3

❤️ Muchos besos y abrazos  🖤


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