Capítulo 26

/Primera persona tercera /

Poseidón se encuentra en la azotea, contemplando el cielo nublado con un semblante algo triste.

De repente era su sirenita algo preocupadas respirando algo agitada llevando sus manos a sus rodillas.

—¿Ocurre algo mi príncipe? —Pregunta curiosamente acercándose a Poseidón.

—Lo siento Silena, ha surgido un problema mi Hermano se fue solo a buscar una planta y debo cuidar a su mujer, debo cancela la cita—responde Poseidón con un tono triste.

—No te preocupes, lo entiendo—menciona Silena colocándose a su lado agarrando la mano de Poseidón. —Sólo es una cinta de bienvenida podremos hacer otra mejor otro día,

—Muchísimas gracias, es mi hermano y debo ayudarlo—dice Poseidón mirándola fijamente muy determinado.

—Tranquilo mi tiburón—menciona Silena acariciando su rostro mostrándole una pequeña sonrisa. —Me alegra saber eso, estoy aquí para apoyarte, vamos a ordenar pizza y unos refrescos lo importante es que estamos juntos nuevamente.

La alegría de Poseidón se enciende como una flama abriendo con más fuerza.

—Tienes razón, mientras te cuento mis aventuras—Poseidón sonríe muy alegremente.

—Cuéntame un poco más de tus hermanos, de seguro tuvieron una buena infancia juntos—comenta Silena algo curiosa.

—No, mi sirenita fuimos separados al nacer. Una vez mencionaron una antigua profecía, que mencionaba lo siguiente, Chronos será derrotado por uno de sus hijos. Esto le molestó muchísimo pero antes de que hiciera algo nuestra Madre envidio a cada uno de nosotros a diferentes lugares, Zeus ahora es en el mediterráneo, Hades al inframundo y yo al mar—Cuenta Poseidón seriamente con algo de molestia—. cuando por fin encontré con ellos sentí que había encontrado la familia—menciona Poseidón con mucho orgullo, recuerdo cuando Hades y yo luchamos en contra de un titán, logró atraparme y el muy malvado me trago, Hades consiguió salvarme...

/Primera persona Hades /

Aterrizo en aquella isla pisando justo en la playa. Observo a mi alrededor contemplando un lugar de desierto con una espesa selva, miro al cielo que una media luna ilumina un poco aquel sitio con su hermoso brillo blanco.

De pronto sale una oveja de la selva, al verme se detiene de golpe dando un paso para atrás contemplando me con ojos de color miel algo asustada temblando un poco.

—¡Vuelve aquí! –dice un cíclope saliendo de la selva. Al verme muestra un ceño fruncido tomando su oveja rápido, se detiene mirándome fijamente de arriba abajo. Se encuentra sin camisa con una gran barriga y un pantalón corto que cubre sus partes privadas.

—¿Cuál es tú nombre? —Me pregunta con algo de curiosidad.

—Soy Hades—le respondo seriamente cruzándome de brazos mirándolo fijamente a su ojo.

—¡¿Hades?! No puede ser, tu habías desaparecido—dice impresionado echándose un poco para atrás—. ¿A qué has venido aquí? dios del inframundo... Por cierto, mi nombre es Polifemo.

—Estoy buscando una planta, me envía Hera—le muestro la imagen seriamente.

—Ya veo conozco dónde está la planta, la Señorita Hera, entonces sígueme por favor—Polifemo se da la vuelta introduciéndose en la selva.

Lo sigo dando pasos lentos, sin bajar la guardia introduciendo me dentro de la selva.

—Por cierto ¿Y Poseidón? Estuvo aquí hace unos meses, buscando una buena ventura—menciona Polifemo con un tono de alegría bastante contento.

—Él está bien, se quedó ayudando me con algo, qué raro que los humanos no te han encontrado—menciono con un tono curioso.

—Estoy bien escondido, mi casa está en el fondo de una cueva y sólo vivo aquí en esta isla con mis ovejas nada más, los demás cíclopes se fueron a una tierra más allá de las columnas de Hércules, buscando una mejor vida, yo por mi parte nací aquí y voy a morir aquí, la Señorita Hera me pidió que protegiera un objeto muy importante—cuenta Polifemo con un tono de nostalgia. Coloca su oveja en el suelo y le hace una señal para que se vaya. La misma le obedece alejándose poco a poco de nosotros.

—Así es la vida, ya puedes llevarme hacia dónde está la planta, tengo algo de prisa— le menciono seriamente algo molesta.

—Tranquilo, tranquilo. Ahora mismo te voy a llevar sígueme por favor— Polifemo con un tono pacífico mostrando una alegre sonrisa.

Llegamos al frente de un gran peñasco. El agarra la piedra colocándola hacia otro lado dejando libre el acceso a una cueva bastante oscura.

—En el fondo de la cueva se encuentra aquella planta que estás buscando, es una planta medicinal muy fuerte, pero hay un pequeño problema para llegar a ella—Polifemo con un tono algo preocupado tragando un poco de salida.

—Dime, quiero entrar y salvar a una persona—Menciono con un tono preocupado contemplando la cueva.

—La cueva está hechizada, es un hechizo simple, pero efectivo. Recordarás tú pasado una parte de este conforme sigas avanzando, esta es la cueva de los recuerdos, muchos guerreros han entrado, pero ninguno la ha terminado, mucha suerte aquí tienes—me entrega entre mis manos un candil. Lo agarro entrando a la cueva sin decir ni una sola palabra.

De pronto escucho algo.

—Adiós, mi niño—Se despide una persona con un tono muy triste

—¿Te... Gusta? —Pregunta con algo de timidez

—Amor perdóname—Suplica entre lágrimas.

—Quién podría amar a una criatura como tú sucia y marrana—Menciona con desprecio.

Escucho múltiples voces de muchas personas que yo he conocido.

De pronto un recuerdo golpea mi mente de volviéndome al pasado

Hace muchísimos años. En los tiempos de la Titanomaquia.

Me encuentro caminando por los escalones del monte Olimpo me dirijo al palacio de reuniones. Las escaleras brillan con un resplandor blanco bastante hermoso. Contemplo al frente un enorme castillo de color blanco. Tengo algo que puede acabar con la guerra de una vez y por todas.

Cuando termine la guerra me gustaría mudarme aquí, es un hermoso lugar para vivir mucho mejor que el inframundo...

Entro al palacio contemplando una gran mesa redonda en el medio, algunos dioses sentados a su alrededor, conversando entre ellos como si nada. Al verme entrar se ponen a susurrar y a mirarme con ojos de desprecio, como si yo fuera un bicho raro para ellos. Miro hacia otro lado acercándome una de las sillas que se encuentra lejos de ellos, intentando ignorar las miradas de aquellos seres orgullosos.

Hermes se acerca mí a gran velocidad, un joven de aspecto juvenil con su pelo de color dorado contemplando me con aquellos ojos café, mientras muestra una gran sonrisa.

—Buenos días, Señor Hades—me da la bienvenida bastante humilde.

—Buenos días, Hermes—le digo tomando asiento en una de las sillas sentándome—. ¿Dónde está Polifemo?

—Viene en camino por lo que me han dicho mis mensajeros, ¿Tiene alguna información para los dioses?, usted no suele venir mucho por aquí, siempre está afuera—Hermes con algo de curiosidad sentándose a mi lado mostrando una sonrisa de un niño algo adorable.

—Tengo algo muy importante —muestro una pequeña sonrisa sujetando el casco entre mis manos.

—¡El mar es libre! —Escucho un grito y veo Poseidón interrumpiendo en la sala mostrando una gran sonrisa gritando varias veces el mar es libre alzando las manos para arriba. Me encuentra mostrándose algo alegre, que al parecer va a explotar de alegría. Se acerca mi subiéndose encima de la mesa mirando los demás dioses levantando el tridente.

Por mi parte me quedo tranquilo templando aquella escena, mostrando un semblante serio como si no le importará.

Al parecer el tridente de los mares funcionó. Me siento muy contenta poder.

—¿Porque tanto escándalo chico? —Pregunta Deméter acercándose a nosotros. Mirándonos fijamente con sus ojos de color verdes llenos de vida. Es una diosa algo mayor, que lleva una hermosa cabellera dorada que le llega hasta la cintura y un vestido hecho de hojas.

—Tengo noticias para todos, la flota de Cronos se encuentra debajo del mar—dice Poseidón señalando al suelo—. Gracias a mi tridente esta cosa puede controlar las criaturas del mar, provocar grandes olas y terremotos. Es maravilloso—Poseidón le da un beso su arma bastante contenta.

—Eso es increíble es una gran victoria para nosotros—Deméter bastante contenta y se ríe un poco tapándose la boca por las cosas que está haciendo Poseidón.

Los demás dioses se quedan impresionados abriendo sus bocas. De repente se ponen a aplaudir exclamando le ha Poseidón alabanzas.

—Gracias, Gracias —Poseidón encima de la mesa haciendo reverencias.

—Eso es estupendo—Hermes aplaude muy rápido con mucha alegría.

—¿Hades que hiciste con ese yermo de oscuridad? —Pregunta Poseidón mostrándome una pequeña sonrisa esperando algo grande.

—No vas a creerlo, mi hermano. He destruido sus bodegas de armamento dejando muchas tropas si nada con que luchar, también acabé con 3 titanes y por último lo más importante encontré una entrada secreta al monte Otris dónde están los titanes junto a Cronos, ahora mismo él está algo débil podemos aprovechar esto para darle el golpe de gracia—le cuento mostrando una pequeña sonrisa sintiéndome feliz, porque por fin esta guerra se va a terminar.

A pesar de todo, me quedé lastimado después de la batalla refugiado en una cueva...

—¡¿Hermano hablas en serio?! —Poseidón muy sorprendido abriendo los ojos como platos, observando me de reojo. Todos en la sala se quedan sorprendidos al escuchar lo que he dicho.

—Sí, esta noche atacaremos junten a sus ejércitos, al atardecer seremos libres—menciono colocando el casco en la mesa.

—Tú deberías ser el rey de los dioses—Hermes menciona bastante animado.

—Ese título es de Zeus, no me interesa... –le respondo seriamente cerrando los ojos por un instante soltando un suspiro volviendo a mi hacienda.

—cuando le perdiste eso a Hefesto, pensaba que te habías vuelto loco necesitamos armas para la guerra no algo así— comenta Poseidón sentándose encima de la mesa.

—Como dijo Hefesto ¿Que ustedes piensan que necesitan para ganar esta guerra? Pensé en algo que me pueda ser invisible y poder expiar mucho mejor el enemigo, en cuanto al poder hermano ya tengo mucho—de pronto una energía oscura en vuelve mi cuerpo haciéndome sentir más poderoso y mis ojos brillan con mucha intensidad.

—Sabía que eras poderoso, pero no era para tanto—Poseidón muy contento contemplando mi poder.

De repente interrumpiendo entra Atenea, vistiendo una armadura con una pequeña herida en su pecho cae de rodillas al suelo respirando algo agitada.

—Atenea... ¡¿Qué pasó?! —Le pregunta Deméter acercándose a ella, la agarra cargando la entre sus brazos, llevándola hasta una silla sentándola, colocando una de sus manos en su herida mientras un destello verde en vuelve sus dedos pasando por su pecho, Atenea se queja de dolor al sentir las manos de Deméter.

—Perdimos la batalla, Ares, Zeus y yo intentamos atacar el monte Otris... Perdimos a unas cuantas tropas griegas y tropas especiales los pavos reales—menciona Atenea algo molesta dando un golpe en la mesa algo frustrada.

—¿Dónde está Zeus? —Pregunta Poseidón con un tono bastante preocupado.

Espera ya sé dónde está debo darme prisa rápidamente...

Me convierto en una sombra saliendo disparado hacia la forja de Hefesto.

Al llegar a las puertas, escucho unos gritos desgarradores que retumbó por todo el Olimpo, entro encontrando a Zeus golpeando a Hefesto. El herrero se encuentra tendido en el suelo algo lastimado. Me acerco a él agarrando su brazo deteniendo su ataque. El me observa algo molesto frunciendo el ceño de enojo.

—¡Déjame en paz, su arma no sirvió de nada! Le pedí una espada con mucho poder para eliminar los titanes—me dice dándole una patada Hefesto que ya se encuentra tendido en el suelo bastante lastimado.

—¿Que no sirvieron? Gracias a él Poseidón logró destruir la flota de cronos y yo logré matar algunos titanes, y tengo un plan para acabar con esta guerra, así que dejadlo en paz—le menciono bastante molesto frunciendo el ceño soltando su mano.

Zeus se muestra algo sorprendido baja la cabeza un poco y su semblante cambia uno enojado.

—Esto no es posible, yo le pedí poder para acabar con esta guerra—Zeus sin poder creerlo mirando sus manos, mientras las aprieta bastante molesto.

Zeus es el hermano pequeño de los 3 grandes dioses, tiene una larga cabellera dorada que le llega hasta la espalda.

—Tranquilo, sólo discúlpate con el herrero, después junta las tropas que aún quedan del ejército de los griegos, y no vuelvas a hacer eso—le pido seriamente dedicándole una mirada molesta mientras me cruzo de brazos. Mostrándome algo imponente al frente de Zeus.

Sube la mirada, mirándome con aquellos ojos azules llenos de rabia, como diciendo mí no me das órdenes soltando un gruñido de León. A pesar de todo sigo con una postura fría y sería mirándolo fijamente a los ojos, sin dejarme intimidar por su mirada. Soy más alto que el hizo y el hermano mayor. No soy un defensor de las cosas malas que hagas. Es mi familia y debo corregir lo por subí.

Zeus mira hacia otro lado cortando rápidamente nuestras miradas temblando un poco de miedo.

—Buscar tú recompensa en la celda y después lárgate—Zeus le dice de mala gana sin dirigirle la mirada al herrero, retirándose del lugar bastante molesto.

No podemos pelear tenemos que estar juntos en esto estamos tan cerca de la victoria. Los olímpicos son mi familia ahora y debo protegerlos. Confío que él puede cambiar y cero un mejor rey. Hace años quedó recluido en la isla de Creta, olvidado, pobre y con una simple Cabra. Al final salió de ahí y lo recluto a nosotros para otorgarnos la libertad.

Hefesto se encuentran el suelo bastante lastimado con muchos moretones y también le faltan algunos dientes de la boca. Él tiene una larga barba de color negra, llevando puesto una túnica que cubre sólo la cintura para abajo, dejando su pecho al descubierto.

— ¿Cómo te sientes? —Le pregunto algo preocupado  tomando una mesa y colocándola en su sitio. Me acercó a él y extiendo una mano.

—Estoy bien,  perdí mi cola de caballo—responde Hefesto agarrando mi mano colocándose de pie.

—Entonces ¿No te vas a quedar para la fiesta? Ya encontré una forma de ganar esta guerra—Le informo sonriendo un poco muy entusiasmado.

—Te felicito, no puedo quedarme ya viste lo que pasó Zeus me odia, me voy con mi recompensa los volveremos a ver tal vez te haga una bonita guadaña— Hefesto con un tono muy triste recogiendo su martillo.

—Espero que lo disfrutes, gracias por tu ayuda creo que nunca lo hubiéramos logrado—Agradezco con un tono tranquilo.

—Señor Hades gracias, eres el primer dios que me da las gracias por mi trabajo, cuando los vamos a encontrar mi forja siempre estará lista para trabajar para ti— Hefesto con un tono muy alegre.

De pronto se escucha el aviso de guerra.

—Está bien muchas gracias, mucha suerte debo irme—me retiro rápidamente de la habitación dirigiéndome a gran velocidad al campo de entrenamiento.

Llega la noche y el sol cae en el horizonte desapareciendo entre las montañas. Todas las tropas se dirigen rápidamente al monte Otris mientras son acompañados por todos los dioses, menos los 3 grandes dioses principales.

Los dos ejércitos se ven las caras y de repente se lanzan al combate.

Agarro mis dos hermanos y me vuelvo invisible, me voy volando rápidamente dirigiéndome a gran velocidad hacia la punta del monte Otris, sobrevolando el campo de batalla contemplando una lucha encarnizada entre los titanes y los dioses.

Llegamos justo al palacio de Cronos frente a las puertas. Suelto los chicos quitándome el casco.

Zeus se aleja de nosotros rápidamente acercándose un poco más a la entrada.

—Tenemos una sola oportunidad, tranquilos no hay guardias cuando ocurre un ataque toda la tropa se dirigen al campo de batalla, está muy confiado por sus muros y gigantes que lanzan rocas a cualquiera que se atreva a escalar—le menciono en voz baja acercándome a las puertas—. Vamos a entrar...

Los 3 juntos abrimos la compuerta. Encontrando una sala y en el fondo Cronos sentado en su trono vistiendo una armadura negra respirando algo agitado, notándose que está algo cansado.

—¿Qué hacen aquí? —Pregunta Cronos con algo de molestia.

—Hemos venido acabar contigo—Zeus le dice lanzando un rayo que impacta contra él, pero no logra hacerle ningún efecto. Cronos se ríe un poco como si nada lo hubiera pasado y agita su mano lanzando una ráfaga de energía oscura hacia Zeus.

Me coloco al frente de Zeus recibiendo el ataque, mientras suelto un grito de dolor. Pero aun sigo de pie contemplando a Cronos y una energía oscura en vuelve mi cuerpo.

—Estado entrenando para acabar contigo y tomar mi libertad de una buena vez y por todas, chicos ataquemos lo todos juntos—les ordeno muy seriamente.

—¡Enseguida! —dice Poseidón muy contento colocándose al lado mío preparándose para atacar.

Zeus se muestra algo enojado, pero hace lo mismo listo para lanzar su ataque.

—!Cañón de la oscuridad!—

—!Remolino torrado!—

—¡Tormenta eléctrica! —

Decimos todos al mismo tiempo lanzando nuestros ataques hacia Cronos a una gran velocidad. Se produce una gran explosión que hace temblar la montaña. Cronos desaparece ante nuestros ojos volviéndose polvo. Un destello brillante sale despedido del cielo destruyendo lo que queda del castillo.

Contemplo el campo de batalla desde las alturas, mirando muchos cadáveres de personas, gigantes, titanes, caballos y demás criaturas esparcidos por todo el campo. Por fin este infierno ha terminado.

Al salir el sol empieza la era de los dioses y culmina la edad de los titanes. Ganamos la guerra y los titanes son encerrados en el tártaro en el mismo inframundo por toda la eternidad.

Todos los dioses se juntan el palacio del Olimpo, comiendo y bebiendo, celebrando por aquella victoria que logramos conseguir. Me encuentro junto a Poseidón comiendo un poco. Mientras Zeus está en su trono que es mucho más grande hecho de oro que brilla majestuosamente. Se le nota algo molesto y receloso. Me da igual ya está en el trono y ya somos libres.

He escuchado unos rumores de que yo debería ser el próximo rey de los dioses, me da igual sólo quiero una vida tranquila...No deseo eso.

—Bien hecho, Hades por tu magnífico plan las plantas volverán a crecer tranquilamente gracias a ti—Deméter me agradece mostrándome una pequeña sonrisa.

—Gracias, he escuchado que ahora eres la Madre naturaleza—le comento mirándola fijamente los ojos.

—Ya soy Madre desde hace mucho tiempo, igual es un gran honor—Deméter se ríe un poco.

—¡Su querida atención! — Pide una voz aplaudiendo varias veces—. El rey amo y Señor de los dioses Zeus tiene que decirles algo—Comenta el ser que se encuentra vistiendo una túnica blanca, con una capucha cubre su rostro sólo dejando su boca visible.

—Ha llegado la hora de dividirnos el mundo, mi hermano Poseidón por tu gran hazaña en el mar te quedas con el reino del mar para ti solito—Zeus con un tono muy contento le dice a Poseidón—. Hades... Tú te vas a encargar del inframundo donde están encerrados los titanes mientras tanto yo me quedo con la tierra y el cielo— explica Zeus con un tono prepotente.

¡¿Como que el inframundo?! Prometió que nunca volvería a ese lugar oscuro y hasta me dijo que sería libre después de la guerra.

Me mantengo tranquilo mostrando un semblante serio.

Me pongo de pie acercándome a él poco a poco, Zeus por su parte me observa quedándose sentado en su trono sin moverse.

—Gracias Zeus, ¿Cuándo empezará la construcción de mi templo en el Olimpo? Quiero gobernar el inframundo desde aquí—Le pregunto seriamente.

—No será así hermano, tú reino tiene que estar en el inframundo para vigilar la prisión de los titanes, ese es tu deber— Zeus se coloca de pie cruzándose de brazos bastante imponente.

—Pero tú me dijiste que no volvería aquel lugar, acaso me quieres arrebatar mi libertad, que he luchado tanto por ella...—digo algo molesto mirándolo fijamente a los ojos bastante amenazante.

—Esto no es una petición, es una orden yo soy tu rey y te ordeno que te vayas al inframundo no habrá templo para ti aquí —me ordena seriamente bastante enojado.

—Somos hermanos, ¿cómo puedes hacerme esto? —Le pregunto muy confundido y alavés muy molesto mis ojos empiezan a brillar con mucha intensidad.

—Fácil, haciéndolo. Cómo te niegas a obedecerme yo te destierro al inframundo y te quedarás en el inframundo—sentencio Zeus muy seriamente volviéndose a sentar en su trono.

Mi propia familia me ha traicionado. Todos los dioses se quedan observando sin poder creerlo. Pero ellos no hacen nada. Le tiene mucho miedo a Zeus para poder hacer algo. Poseidón llega a mi lado bastante sorprendido y se queda mirando a Zeus fijamente colocando su mano en mi hombro.

Un aura oscura recorre todo mi cuerpo la ira y el odio se están apoderando de mí poco a poco.

Luchar contra el sería provocar otra guerra, no me encuentro muy bien estoy algo lastimado, mi mayor deseo era terminar la guerra pronto, no deseo iniciar otra.

—¿Porque hermano? Hades siempre ha sido fiel a tu causa, se merece un puesto en el Olimpo ¿porque le haces esto? — interroga Poseidón bastante molesto frunciendo el ceño de enojo apuntándole con su tridente.

—El es una criatura maligna de la oscuridad, tiene que estar en el inframundo—explica Zeus riéndose un poco sintiéndose muy imponente en su trono.

No puedo ni creerlo que me haga esto, incluso lo salve en la gran guerra algunas ocasiones. Siento una gran rabia. Quisiera agarrarlo y hacerlo pedazos... ha visto mi poder la envidia se lo ha comido.

No vale la pena, no deseo iniciar otra guerra, quiere quedarse con su reino adelante yo me quedo con el inframundo. No es mi hermano es un dictador... Si yo lo ataco ahora mismo le voy a demostrar que soy lo que él dice y también sí lo hago todos los dioses pueden atacarme es un completo suicidio.

—¡Yo me largo!—me doy la vuelta colocándome mi casco de invisibilidad haciéndome invisible caminando hacia la puerta.

—¡Hermano! — exclamo Poseidón muy triste.

Al llegar al balcón, abro mis 6 alas contemplando el horizonte. Veo que a pesar de todo el sol aún sigue escondido entre un montón de nubes grises. me voy volando, sumergiendo me las nubes.

Vuelvo al presente.

Veo que estoy en el medio de la cueva y contemplo que en el fondo se encuentra aquella planta y sus hojas desprenden un hermoso brillo verde.

Esos recuerdos fueron muy dolorosos para mí, tener que volver los hay vivamente es una tortura. Cuando llegué al inframundo sometía las criaturas, y junto a ellas creamos un castillo enorme en el medio del inframundo, donde estuve gobernando junto los 3 jueces, los gemelos, un grupo de Hecatónquiros, gigantes y el barquero.

Mi gobierno duró mucho en el inframundo también di la orden de que vigilen los portales del inframundo hacia la tierra, muchos de ellos eran vigilados por unos Cerberos. Aunque Aquiles me comentó que todos los portales fueron destruidos, de seguro los jueces tienen uno bien escondido, que desconozco al parecer eran 2 entradas.

Siempre me hice esa pregunta ¿Quién lo sabrá destruido? No creo que sean ellos... ¿Por esa razón tardaron tanto?

La verdad fui muy tonto al creer en el... Todo fue por envidia no sólo por los rumores...

De repente estoy sintiendo muchas cortadas por todo mi cuerpo. Siento un fuerte dolor que recorre todo mi cuerpo.

Son las heridas de la batalla de los gigantes y contra Cronos. Esta ilusión es impresionante. Caigo

de rodillas al suelo sintiendo un terrible dolor. Me siento muy cansado

—¿Te revista? Que rápido — comenta una voz con un tono decepcionado.

Un recuerdo golpea mi mente. Me encuentro con Valquiria era la habitación junto a su espada.

—Funciona la pulsera de la mano demoniaca—me dice valquiria muy alegre contemplando una pulsera en su muñeca. Suelto un suspiro sentándose en el suelo.

—Felicidades—le digo mostrando una pequeña sonrisa acto seguido miro a la espada algo curioso. —¿Está lista para manejar la espada? —

—No—responde muy triste bajando la cabeza un poco. -No estoy lista, no pude proteger a mi hermano, no soy digna de empuñar esa espada—me dice Valquiria mientras unas lágrimas recorren sus mejillas. Me doy la vuelta rápidamente acercándome a ella me agacho agarrando su rostro entre mis manos,

—Sin valor la espada no sirve, tú tienes mucho, tu corazón es fuerte y tiene un gran fuego podemos caliente, creo que llegada hacer una gran guerra—le digo con un tono muy serio limpiando un poco sus lágrimas mirándola fijamente los ojos,

—Tiene mucha razón—menciona Valquiria mostrando una pequeña sonrisa.

—Seguiremos con los puños por ahora y cuando llegue la hora te voy a entregar la espada—le digo colocándome de pie extiendo mi mano hacia ella.

—Bien maestro, voy a dar lo mejor de mí—Comenta Valquiria muy entusiasmada mostrando una gran sonrisa agarrando mi mano.

El recuerdo desaparece.

Rápidamente me pongo de pie, introduciendo mi mano en mi bolsillo encontrando el colgante de estrella, una pequeña lágrima cae encima de este.

Me quedo en silencio sólo sigo avanzando. Todo a mí alrededor se vuelve blanco nuevamente.

—Vamos amor tú puedes—Escucho la voz de Valquiria en mi cabeza dándome ánimos.

— Agápi, voy por ti, resiste por favor—digo en voz baja mostrando una pequeña sonrisa.

Continuará...!!!

Muchísimas gracias por leer recuerda votar y comentar.

Dato curioso, Agápi significa amor en griego.

¿Qué opinan de Zeus?

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