Capítulo 10
Por fin una misión, me siento muy contenta la verdad no sé qué voy a encontrar en ese lugar. María logro traducir algunas páginas creando un pequeño mapa que menciona una isla griega.
Siempre quise visitar ese lugar, conocer los monumentos de los dioses, ver los hermosos pueblos y ciudades.
Sólo hemos venido yo, Hades sama y María. Los gemelos por su parte se han quedado a descansar
El bote llega a las orillas de la playa. Los encontramos con una isla desierta llena de palmeras y una pequeña porción de bosque, escucho las gaviotas a distancia y las olas del mar.
Doy un salto saliendo del bote. Me quito las botas de militar quedándome descalza.
Sintiendo el agua del mar y la arena de la playa entre mis dedos.
—¿Segura que ésta es la isla? —pregunta Hades de brazos cruzados sin bajarse del barco.
—Si, mi Señor, esta es la isla—Le responde María revisando el mapa.
—Vamos chicos, llego la hora de la aventura—Le digo empezando a caminar al entrándome en el bosque.
Sigo caminando muy atenta mirando derecha e izquierda mientras apretando los puños muy atenta.
De pronto la tranquilidad es interrumpida por un grito de un ave que resuena por toda la isla. Sigo el sonido corriendo gran velocidad.
Encontrando una lechuza amarrada un árbol agitándose, moviendo las alas, y veo que una gran serpiente se está acercando a ella sacando sus colmillos.
Me acerco rápidamente sin pensarlo dos veces, dándole un puñetazo la cabeza de la víbora acabando con ella en un pestañeo.
La lechuza al verme deja de moverse y me mira con aquellos ojos profundos, siento como sí me estuviera mirando el alma.
—Tranquila chica bonita —Le digo cortando la cuerda que la tiene atrapada.
La lechuza se queda en silencio, cierra los ojos y mueve la cabeza de arriba abajo. Como intentando decir gracias.
De pronto se echa a volar desapareciendo entre las hojas de los árboles.
Bien hecho Valquiria, me encanta las lechuzas me gustaría tener una de mascota.
Pero bueno hay que seguir caminando.
Pero sigo mi camino y veo que conforme sigo avanzando hay menos árboles y se puede ver el suelo mucho césped.
Pero veo algo extraño, una tela blanca tendida en el suelo con un poco de barro y ropa interior femenina encima de ella.
Esto es muy pero muy extraño, ¿Qué significa esto? Me acerco colocando me de rodillas observando debidamente los ropajes.
—Oye—De pronto escucho una voz que proviene detrás de mí.
Me volteo rápidamente mostrando mi mano demoniaca. Pero veo con asombro que es Hades sama.
El arquea una ceja contemplando mi puño, mostrando un semblante muy serio.
—¿Qué pasó? ¿Acaso viste algún fantasma? —Me pregunta Hades arqueando una ceja, mientras se cursó de brazos.
—Nada es que encontré—Me pongo de pie rápidamente colocándome a su lado-. Ropa de mujer
—Mmmmm, este lugar hay criaturas peligrosas, será mejor que sigamos estemos atentos—Me recomienda Hades y empieza caminar alejándose un poco de mí.
De seguro una criatura se comió a una mujer. Debo estar muy atenta, o yo voy a ser la siguiente.
Me voy corriendo, persiguiendo a Hades, veo que se ha detenido al frente de una estatua hecha de mármol llena de enredaderas.
La misma es de un hombre barbudo con una gran túnica blanca, alzando entre una de sus manos un rayo.
De pronto la mano derecha de Hades aparece una espada hecha de energía morada, aprieta el manco con tanta fuerza que al parecer se va a romper.
Agita el arma cortándole la cabeza la estatua la misma cae al suelo, desmoronándose en muchos pedazos.
Le da un puñetazo a la estatua terminando con ella al instante haciéndola simple polvo y rocas.
Escucho como Hades respira muy agitadamente mientras un aura de color oscura en vuelve su cuerpo.
Me da un poco de miedo verlo así...
Me coloco al frente del mirándolo fijamente a los ojos, aquélla mirada me asusto un poco ya que está llena de rabia y rencor.
Al contemplar mis ojos una pequeña lágrima se desliza por su mejilla izquierda.
—Hades, tranquilízate por favor de una buena vez—Le digo algo exaltada.
Hades suelta un suspiro cerrando sus ojos mirando hacia otro lado, el aura oscura desaparece junto con la espada.
—Estoy bien sólo estaba enojado—dice Hades sin abrir sus ojos respirando algo agitado.
—Sólo te más cuidado habrá muchas de esas en los pueblos y ciudades solo intenta tranquilizarte y no lo hagas—Le digo con un tono tranquilo.
—Gracias sigamos por favor—comenta Hades apartándose de mí siguiendo su camino.
¿Porque hizo eso? Tengo entendido que los olímpicos fueron los responsables de que él fuera enviado al inframundo, pero algo más le hicieron de seguro. Veo que debajo de la estatua dice Zeus el rey de los dioses.
Seguimos caminando hasta llegar a una casa hecha de rocas algo olvidada por el tiempo y detrás de ella pegada se encuentra una montaña.
Entramos Hades y yo sólo encontrando una habitación vacía, con 5 columnas que sostienen aquel lugar y una tendida en el suelo. En el fondo se encuentra un agujero.
Hay un pequeño agujero en el techo por donde entran unos rayos del sol iluminando aquel lugar.
—Vaya, la cena ha llegado temprano, qué buen servicio—una voz resuena por toda la habitación haciendo eco.
—¡Sale de donde quiera que estés! —exclamo mirando hacia aquel agujero invocando mi mano demoniaca.
—Está bien ya voy—responde aquel ser con un tono de burla.
De repente de aquel agujero sale un sapo bastante grande, de color negro oscuro con sus ojos verdes brillante que brillan como estrellas.
—Eres un sapo—digo sorprendida mirándolo fijamente.
—Soy sapo de vacío y quiero comer princesas—se presenta aquella criatura mientras saborea sus labios mirándome con deseo.
— Yo soy tu verdugo—le digo colocándome en posesión de batalla.
—Mejor dicho, eres mí comida princesa—
—Valquiria—interrumpe Hades sin dejar de ver aquella bestia.
—¿Qué ocurre Hades sama? —le pregunto algo curiosa.
—Valquiria, es todo tuyo encárgate de el, mucha suerte. Si ocurre algo voy a entrar
la batalla—me ordena Hades y da un salto saliendo por aquel agujero del techo.
Muchísimas gracias, Hades, yo me encargo de esto.
—Sabes, me gusta comer princesas, tú eres una y al parecer uno muy caprichosa—me dice aquel sapo sonriendo levemente.
—¿Ese es tu mejor insulto? —le pregunto sarcásticamente cruzándome de brazos mirándolo seriamente.
—¿Me tienes miedo? —Un poco de saliva se desborda de su boca mirándome con ojos hambrientos.
Me da un poco de asco, para una persona como yo que pescaba con las manos ranas y sapos.
—No, me das asco—
—Por lo menos dame un besito para que pueda transformarme en un príncipe y comerte con más calma —
—Porque no mejor te doy un puñetazo para que te hagas hombre—Choco mis puños mostrando una pequeña sonrisa.
El sapo lanza un escupitajo hacia mí. Esquivo el ataque rodando hacia la derecha escondiéndome detrás de uno de los pilares.
Veo como la saliva chocado contra la pared derritiendo la misma y creando un pequeño agujero.
Una saliva ácida lo que faltaba...
Me asomo mirando al sapo, veo que saca una gran lengua que logra tocar el techo de la habitación es más gruesa que una manguera de bomberos.
Debo golpearlo bien fuerte en la espalda y voy a terminar con el muy rápido.
Salgo rodando hacia otro pilar, y veo como su lengua destruye el mismo donde yo estaba. Haciendo llover polvo y rocas las mismas salen como si fueran chispas de una explosión.
Me pongo de pie rápidamente arrancando la otra columna se la lanzo. Pero él lo atrapa con su lengua.
Justo lo que quería, tu lengua es muy rápida pero sí tiene algo que pesa mucho no podrá moverse muy rápido.
Rápidamente me disparo hacia él, apretando mi puño con fuerza.
Me disparo hacia él, muestra una cara de asombro, y de repente me arroja el pilar hacia mí. Esquivo el ataque dando un salto para arriba cayendo justo en su espalda.
Le doy un puñetazo con la mano demoniaca, hundiendo lo un poco debajo de la tierra.
—Ah—Suelta un grito desgarrador de dolor que retumba por toda la habitación.
Inesperadamente su lengua se enrolla en uno de mis pies. Me arroja hacia un pilar choco con este de espaldas rompiendo lo en muchos pedazos.
Me quejo de dolor, colocando me dé pie respirando, mirando fijamente al sapo.
—Ah, princesita—dice el sapo gruñendo un poco de dolor—. está ves no va a ser así, voy a comerte te haré sufrir como no tienes idea...
Miro hacia arriba y contemplo como está lloviendo pequeñas rocas del techo como si fueran gotas de agua.
Observo el campo de batalla contemplando que hay dos cerca de mi enemigo, si consigo destruir uno de ellos todo el pecho le va a caer encima de él.
Posiblemente si acabo con un pilar más, todo este lugar se puede derrumbar acabando con el sapo. Es muy arriesgado
Debo aprovechar que está distraído intentando salir del agujero.
Agarro el pilar que está en el suelo, lanzándolo hacia la otra columna destruyendo al instante.
—¡¿Estás loca?! —Grita el sapo bastante molesto.
Empieza un diluvio de piedras grandes cayendo encima de aquélla bestia junto a la columna que estaba a su lado cubriéndolo de escombros.
Me echo para atrás y mi espalda choca con algo, un brazo enrolla mi cuello y veo como unas alas negras me cubren por completo, dejando mí vista en una completa oscuridad.
Reconozco esta energía, Hades sama.
Siento como su respiración golpea mi cuello, es un aire suave.
—Eres muy cabeza dura, pero bien hecho—escucho una voz que me susurra en el oído haciéndome estremecer al reconocer esa voz me abrazo muy fuerte por la espalda enrollando me con sus brazos.
Su pecho se siente algo frío y duro, me siento como si estuviera recostada de una pared de acero, sintiendo como un cosquilleo en el estómago como mariposas revoloteando y mi corazón acelerándose a mili y ardiendo.
Un leve sonrojo se dibuja en mis mejillas poniéndome cada vez más roja al sentir su piel.
El silencio invade el lugar, y ya no se escuchan el sonido de las rocas, todo está en calma y tranquilidad.
Aquellas alas desaparecen mostrando aquella habitación hecha escombros.
—Muchas gracias...—Le agradezco dándome la vuelta mostrando una pequeña sonrisa contemplando sus bellos ojos morados.
Hades tiene 6 alas es un dios caído...
—Lo acecho bien, para la próximo ten un poco más de cuidado—me recomienda Hades mostrándome un semblante serio dedicándome una fría mirada con un tono molestado.
—¿Valquiria está bien? —pregunta María con un tono de preocupación llegando al lugar.
—Sí, está bien—le contesta Hades fríamente sin apartar la mirada de mi—. Valquiria quiero que vayas con María, ella va a curar tus heridas
—Está bien—Asiento con la cabeza alejándome de Hades acercándome al frente de María.
—Muéstrame tus heridas—Me pide María muy gentilmente mostrándome una pequeña sonrisa.
—De acuerdo—Le doy la espalda mostrando mis heridas.
De pronto una lengua sale de los escombros disparada hacia Hades, atrapando su brazo.
El sapo sale de los escombros mostrando una pequeña sonrisa, muy contento por lo que atrapado.
Pero de repente su rostro cambia a uno bastante preocupado al contemplar a la persona que atrapo.
—Te has equivocado sapo has encontrado la muerte—dice Hades mirándolo fijamente con un tono tranquilo dedicándole una mirada penetrante. Rápidamente con su otro brazo lanza una bola de oscuridad hacía el sapo, consigue impactar en contra de la criatura haciendo que suelte un grito aterrador que resuena por todo el lugar.
La lengua del sapo suelta el brazo de Hades volviendo al estómago de la bestia.
Hades se aproxima a la criatura, clavándole un espada justo en la espalda acabando con su vida al instante.
Estoy asombrada con el tremendo poder de Hades.
—Disté una buena batalla por eso no habrá más sufrimiento—Menciona Hades con un tono frío.
—Hades...tu brazo— le digo algo preocupada acercándome a él, contemplando su brazo que tiene unas quemaduras leves.
—Eso no es nada, María primero cura Valquiria— Ordena Hades seriamente dándose la vuelta mostrando su espalda.
Después de unos minutos.
Los introducimos en el agujero María enciende una lámpara iluminando el lugar.
Los topamos con una cueva llena de huesos tanto de animales como de personas, las moscas vuelan sobre los cadáveres revoloteando mientras un terrible olor recorre el lugar.
Puedo ver algunos agujeros muy pequeños en el suelo, así que estamos en la zona correcta.
Qué horrible olor... Coloco mis manos en mi nariz.
Debe haber algo por lo menos una simple puerta, o una salida secreta.
María recita unas palabras en griego antiguo.
De pronto una de las paredes se derrumba mostrando una entrada otro lugar.
Llegamos a una pequeña habitación iluminada por unos cristales de color azul pegados al piso, y en el medio de esto una estatua de un soldado griego de rodillas sosteniendo entre sus manos un pergamino.
Me acerco agarrando aquel objeto de las manos de aquella estatua.
No pasa absolutamente nada, qué suerte esperaba una bola gigante.
Por fin esta misión ha terminado...
Un rato después volvemos a la playa.
De pronto un grupo de 8 caballeros salen del bosque, los rodean formando un círculo alrededor de nosotros.
Los mismos visten unas armaduras de plata que recubren todo su cuerpo y un casco de ateniense que recubre toda su cara sólo dejando ver sus ojos visibles.
A lo lejos en el mar se puede ver un barco blanco, con las velas con bordes dorados y un dibujo de una lechuza pintada de azul.
Lo que faltaba más problemas.
Continuará...!!!
Muchas gracias por leer recuerda votar y comentar :3
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