Capítulo 1:Rainbow
Me duele...
Tengo miedo...
Está oscuro...
Alguien ayúdeme por favor...
Mis sollozos son incontrolables.Miro con desesperación el ambiente a mi alrededor.Es un cuarto vacío.Completamente blanco.
Parece absurdo, digo, por qué temerle a un cuarto vacío y sin nada de oscuridad.
Desde afuera es simple de decir, de juzgar, porque nadie sabe las cosas horrendas de las que han sido testigos estas paredes.Ni siquiera yo lo sé muy bien, pero puedo sentirlo.
Siento el dolor que se oculta bajo esta fachada de blancura perfecta.Las voces que susurran a mi alrededor, que suplican por piedad.
Es horrible...
Triste...
Doloroso...
—¡Ya deténganse!— grito cubriéndome los oídos
Pero no se detiene, aún escucho el sonido de la motosierra cortar.Cierro los ojos con fuerza.
No quiero abrirlos
No quiero ver esta atrocidad, ya no más.
Quiero ser libre y feliz
Pero sé que eso no sucederá
Así que cubro mis oídos con más fuerza y luego presiono más los párpados para no ver.
Sin embargo, aún puedo sentir...
La calidez del líquido empapando mis ropas me hace estremecer.
Estoy a punto de gritar de nuevo cuando siento un cálido aliento susurrar contra mi oído.
—No huyas Rainbow, esta es tu vida, tu mundo podrido y retorcido, tu realidad.
—¡No!¡No!¡No!¡Deténganse!¡Ya paren!— grito aún más fuerte
Mi garganta arde por los gritos.Las lágrimas resbalan por mis mejillas cual ríos incontrolables.
Cada vez siento mi cordura más y más lejos.El llanto incesante, las voces se vuelven confusas a mi alrededor y me quedo quieta, suspendida entre todo ese llanto y gritos de agonía.
No puedo moverme, estoy estática en el lugar.En esa posición, sentada en una esquina de aquella habitación que ya no es blanca sino carmesí, con mis piernas retraídas y las manos cubriéndome los oídos, los ojos cerrados y mi ropa también manchada de rojo en algunas partes.
Estoy cansada
Asustada
Me siento presa
Y justo cuando siento que la oscuridad me consume, despierto de sopetón en mi cama.
Otra vez pasa
No sé por qué me sigo asustando
Me levanto de la cama con suavidad.Mi cabello oscuro suelto a ambos lados de mi cara está desordenado.Unas notables ojeras se comienzan a formar bajo los ojos negros que nunca han sido vivaces.
Siempre he estado triste, a pesar de lo que decía mi mamá.Mientras me cepillo el pelo frente al tocador recuerdo sus palabras.
—"...mi preciosa niña, eres una bendición.Viniste a este mundo para traer felicidad, luz, color y paz.Por eso decidí llamarte Rainbow, porque eres un arcoíris brillante que le dará buena suerte a todos a tu alrededor"
Una sonrisa amarga se forma en mis labios resecos.
¿Felicidad?
¿Luz?
¿Alegría?
¿Paz?
Mi madre era una ingenua, o más bien una hipócrita.
No sé con qué derecho me pide que sea feliz, cuando ella se casó con un hombre como mi padre.
Luego de vestirme salí a mi habitación.Esa mañana me iría a la universidad como casi todos los días.
Aunque ni siquiera me gustaba lo que estudiaba, más bien lo hacía solo para evitar la ira de mi padre.Odiaba que se descargara contra mí, cosa que hacía seguido... muy seguido.
Cuando pasaba por la sala directa hacia el auto que me llevaba él me llamó a su estudio.
Respiré profundo para disminuir el temblor de mi cuerpo.Mi padre me aterraba.Entré al lugar cabizbaja
—Pasa— lo escuché decir con esa voz grave que tanto atormentaba mis pensamientos y sueños
—¿Sí?— respondí en un tono casi imperceptible
—¿Ya te vas a la escuela Rainbow?
—S-sí padre— no pude evitar el temblor en mi voz
—¿Por qué tartamudeas?— se puso de pie y se aproximó hacia mí con paso firme
Mi labio inferior comenzó a temblar ligeramente y luego el escalofrío se extendió por todo mi cuerpo, desde la punta de los dedos hasta el último cabello color azabache en mi sien.
Retrocedí inevitablemente evitando su cercanía.Le tenía un miedo perturbador a mi padre.Después de todo era uno de los mafiosos más poderosos del país.
Cubría muy bien sus negocios ilegales con una empresa de comercio que era una total fachada.Por eso me aterraba, porque pocas personas sabían que detrás de esa sonrisa pacífica y porte de hombre importante, había un manipulador asesino capaz de matar a sangre fría
Justo como hizo con mi madre...
Por eso mismo, por el terror que me infundía morir en sus manos, evitaba cualquier tipo de contacto con él.Me resultaba sencillamente repugnante.
—No estoy tartamudeando— dije nerviosa moviendo mis ojos de un lado a otro y evitando su mirada curiosa que me recorría de pies a cabeza
—Más te vale Rainbow, más te vale, después de todo mi heredera no puede llevar el título de débil y asustadiza— me acarició el cabello y tragué en seco
—Sí padre— articulé con firmeza pero sin mirarlo
—Mírame— ordenó
Yo alcé la vista hacia sus ojos pero los bajé con rapidez.Aquellos pozos color café se me tornaban malévolos y oscuros.
—¡Que me mires!— gritó lanzando al suelo un florero de porcelana que había a mi lado y este se rompió en mil pedazos haciendo un eco estruendoso por toda la enorme casa
Levanté mis ojos aguados y tragué nuevamente para evitar que las lágrimas de terror escaparan rebeldes de ellos.
—Así está mejor, recuerda que eres mi única heredera por tanto tienes estándares que cumplir cariño— sonrió con malicia y yo cerré mis ojos.
Me alejé de él con rapidez y salí caminando hacia el auto.Cuando me subí al vehículo las manos aún me temblaban.
Le di indicaciones al chofer de llevarme a la universidad y sin decir nada más me puse unos auriculares para olvidarme del mundo.
Comencé a mirar por la ventana la gente que caminaba en las aceras.
Pasaban familias risueñas y alegres, tomados de las manos, algunos con rostro serio, otros con prisa, pero todos tenían algo en común, se veían absolutamente vivos.Debo confesar que me daban una envidia inmensa, era doloroso no saber qué se sentía ser como ellos, ser... normal.
Aunque pensando mejor.¿Qué es normal?Nadie lo es, es una palabra monótona de cinco letras, pero dice tanto y tan poco al mismo tiempo.Lo que según el diccionario es un concepto básico, para mí es simplemente uno de los más importantes y profundos términos del mundo.
Porque en el fondo, nadie es normal, todos tenemos oscuridad, dolor, tristeza y secretos.
Solo que la sociedad de hoy, que juzga sin reparar en circunstancias, hechos o problemas de los demás se ha encargado de generalizar como "normales" costumbres superficiales y vanales, para que todo aquel que no las cumpla sea tildado de raro, anormal, o como dicen los adolescentes, bicho raro.
Giré los ojos para mí misma al recordar cuántas veces usaban ese término en mí a diario.En mis 20 años de vida creo que esa fue una de las frases que más escuché.
Al llegar me bajé del coche y entré cabizbaja al enorme edificio de la universidad.
El día se me pasó entre clase y clase.Para ser honesta me gustaba mucho la escuela a pesar de odiar la carrera que estudiaba.¿Por qué?Pues porque me ayudaba a estar lejos del lugar que más odiaba en el mundo : mi casa.O más bien mi padre.
Si había algo que detestaba tanto como a él en la Tierra era esa enorme mansión de pesadilla donde me hacía vivir.
Salí caminando de vuelta al auto.Lo vi de lejos y estaba aparcado justo donde había estado en la mañana.Me disponía a subirme a él pero un toque en mi espalda me detuvo.
Giré con brusquedad por la impresión.Sin embargo me relajé automáticamente al ver a un chico algo tímido.
Lo detallé detenidamente.Traía una camisa de cuadros algo ancha y unos jeans.Unos lentes cubrían sus ojos verdes y una gorra su cabello el cual no pude ver.
—Hola— sonreí
—Hola— escrutó tímido
—¿Necesitas algo?
—Sí, d-de hecho me preguntaba si sabes dónde está el salón de Información— me dijo en voz baja
—Claro, te acompaño— caminé haciéndole una seña para que me siguiera
—Es por aquí, sinceramente te entiendo, es fácil perderse en este lugar enorme
—Sí— sonrió tímido— muchas gracias por ayudarme...— se calló esperando por mi presentación
—¡Oh, Rainbow!— sonreí— ¿Y tú?
—Hu— frenó de golpe— lo siento, Hugo—se rascó la nuca
—Es un gusto conocerte entonces Hugo
—Igual a ti Rainbow— caminó hasta ponerse frente a mí y cuando alzó su rostro sentí escalofríos.
Su semblante de timidez había sido reemplazado por una sonrisa malévola que me heló la sangre.Instintivamente me eché hacia atrás, pero en ese instante un paño me cubrió la nariz y comenzó el forcejeo.
No podía ver a quien me tapaba la boca, solo contemplaba el rostro de Hugo frente a mi volverse cada vez más borroso con esa sonrisa perversa aún adornando sus labios antes de caer desmayada.
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