7-Bosque

Las chicas se subieron a un carromato donde Erza era la que se puso al mando. No era de los que tenían un brazalete e iban más rápido en función de la cantidad de magia que usase el portador. Era de caballos, aunque eran fuertes y grandes.

—¡Vamos!—Erza dio la orden y enseguida los animales empezaron a moverse cada vez más deprisa en dirección a las afueras del poblado.

Juvia y Lucy iban en su interior en silencio. No terminaban de creer lo que habían leído en el libro, parecía algo que tan solo sucedía en los libros de fantasía. 

—Espero que Natsu se encuentre bien—comentó la rubia mirando por la ventana, deseaba poder viajar más rápido.

—Juvia también esta preocupada por Natsu-sama, pero estoy segura de que estará bien.

Titania iba adelante y controlaba en todo momento el camino. La mente no dejaba de llevarla a los textos que habían leído. Daba gracias que Mirajane estuviera trabajando en el gremio o de lo contrario no sabrían por donde buscar. Conocía a Natsu, era muy fuerte y fiable. Le sacó una pequeña sonrisa y una lágrima el pensar en que estaría en el lugar quemando todo y dando voces, tenía esa esperanza.

—Erza, ¿cuanto queda hasta llegar allí?—Lucy asomó la cabeza por la ventanilla.

—Nos queda un buen trozo, si estuviera en otro lugar podríamos ir por el aire pero se encuentra dentro de un profundo bosque—respondió ella—no te preocupes, yo se como llegar.

El camino fue horrible para las tres, se hacia tan largo que los silencios resultaban incómodos por la situación. Además, tuvieron que realizar varias paradas pues los caballos no daban para más, sobretodo bajo aquel sol.

Cuando llegaron a la entrada del bosque, notaron como no hacia calor, las nubes sobre ellas hicieron que un viento frío y algo extraño se levantase. Los árboles parecían estar preparados para abrazarlas hasta la muerte con sus largas y voluminosas ramas oscuras. Erza solo hizo una misión allí, la de rescatar a un grupo de magos que se perdieron. Pero nunca olvidaría aquella sensación que te hacia sentir el lugar.

—Bien, es hora de entrar—dijo ella señalando un camino tapado por vegetación.

Las tres magas estaban preparadas, también tenía con ellas un pequeño aparato mágico para comunicarse con Mirajane. Era costoso y podría hablar con ella a pesar de la distancia y de la frondosidad del bosque.

Erza delante cortaba todo lo que molestaba, abriéndose paso. Lucy miraba a los laterales y Juvia con su magia ayudaba a terminar de cortar las ramas.

—Mirad...—avisó en un susurro la pelirroja.

A pocos metros, vio unos esqueletos repletos de bichos. A los alrededores habían monstruos vigilando y dando vueltas. Y al fondo, a un buen rato caminando podían ver la verja y tras de sí el castillo. 

—¿Ahora que hacemos?—preguntó la rubia.

—Matarlos a todos—respondió Erza con la espada y ya lista para actuar.

—Esperad, tenemos que intentar colarnos con sigilo o puede que haga daño a Natsu—dijo Juvia.

Dieron un rodeo con cuidado de no pisar nada para captar la atención de aquellos seres. Eran como ranas con muchos ojos, verdes y pegajosos que iban armados con lanzas. Algunos de ellos estaban durmiendo apoyados en la verja de la entrada. Por suerte, el muro no era muy alto y tras esquivar los enemigos, Juvia usó su poder para crear una escalera sólida de agua y poder trepar sin problemas.

Al pisar el césped del otro lado del muro, se vieron envueltos en una barrera mágica que creaba que todo era de día, con colores vivos y tonalidades alegres que hacian un paraíso del sitio cuando en realidad estaba todo abandonado.

—Entremos por la ventana—dijo Erza señalando un gran ventanal.

Con cautela pues vieron algunas sombras de los monstruos dentro, se escabulleron entre plantas y rocas del interior del jardín hasta llegar a su objetivo. Lucy entró la primera y vio que no había nadie. Luego Juvia y finalmente Erza quien estaba al tanto por si algún enemigo les avistaba, atacar rápidamente y matarlo.

Los pasillos del interior eran tan anchos, grandes y largos que no sabían por donde comenzar a buscar hasta que Erza le dijo algo a Juvia.

—Usa tu radar de Natsu—dijo ella.

—Ella no es Natsu, no puede...—pero Lucy no había terminado de hablar cuando Juvia se puso en modo alerta y señaló un lugar.

Corrieron por todo el pasillo mientras veían los enormes cuadros y jarrones del lugar. Erza destrozó la puerta y pronto entraron a lo que era el comedor. Allí estaba Natsu con la chica y de pronto aparecieron muchos guardias.

—¿Cómo habéis encontrado este sitio?—preguntó la chica incrédula.

—Juvia tiene su radar de Natsu—respondió Erza.

—Esa es mi chica—dijo Natsu con una gran sonrisa.

—¡Ocupaos de ellas!—ordenó la chica.

Mientras empezaba la batalla, otros cuantos y ella se fueron del comedor con Natsu.

—¡Ve con Natsu, Lucy y yo nos encargamos de ellos!—dijo la pelirroja.

—¿No puedo ir yo también?

—¡Lucy!

—Está bien, era una sugerencia.

Juvia sobrepaso a todos los guardias y salió por la puerta. A lo lejos, vio que se llevaban a Natsu por las escaleras hasta los pisos inferiores.

—Aguanta Natsu-sama, Juvia va a sacarte de aquí—pensó mientras corría todo lo que podía.

Por su parte, Natsu estaba sonriente y feliz, su chica había venido a salvarlo. 

La joven miraba a Natsu feliz, estaba seria, como si algo le incomodase.

—No voy a permitir que se lo lleve...no voy a perder todo...no otra vez—pensó ella con ganas de llorar.

Continuará...


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