3-Cita

La maga estaba tarareando una canción mientras horneaba algunas galletas. El olor le indicaba que le había salido bien. Ese día llovía y no quería hacer una misión en aquellas condiciones. Esperaría a que amainase para hacer la que había cogido del tablón de anuncios.

—Estoy segura que a Natsu-san le encantarán—dijo sonriente.

Entonces se paró en seco.

—¿Por qué iba a darle galletas?—pensó roja—bueno, ha salvado a los niños, Juvia piensa que debería ser generosa. Pero si le doy a él, todo el mundo en el gremio pensará cosas raras...¡tendré que hacer más galletas!—gritó mientras se fue a buscar los ingredientes al armario.

—¡Juvia deja de gritar, algunas queremos leer!—se escuchó una voz al otro lado, era Erza.

—¡Deja tú de leer esos libros pervertidos!—reprochó ella en el mismo tono.

Al poco tiempo la puerta se abrió y Erza roja como un tomate pero también enfadada se acercó hasta que ambas quedaron a pocos metros. De los ojos de ambas salieron chispas.

—¡No eres más que una pervertida!

—¡Y tú una cocinera de tres al cuarto!

—¡Gorila con pelo rojo!

—¡Loca de pelo azul!

—¡A mi al menos el chico que me gusta no me ha dado tantas calabazas que parece que vayas siempre disfrazada en Halloween!

—¡Retira eso!.

Ambas comenzaron una pelea en forma de polvo dándose golpes.

—¿Qué ocurre?—preguntó Lucy enojada y entrando—¡dejad de pelear!.

Las dos magas frenaron y miraron a la maga celestial.

Levy medio dormida fue acercándose al cuarto. Vio la puerta abierta y salía luz de ella. Se preguntaba porque tanto barullo, entre eso y la tormenta, apenas podía dormir. Fue en ese instante donde vio salir a Lucy de ella y estrellarse de lleno contra la pared.

Viendo el panorama, dio un bostezo, media vuelta y se marchó a su dormitorio. No quería problemas y más cuando escuchó las voces de Erza y Juvia.

Al cabo de unas horas, Mirajane estaba curando las heridas de ambas mientras estás no se miraban. Inflaron sus mejillas de manera tierna, sin querer mirarse la una a la otra. La albina por su parte disfrutaba de la escena.

—Bueno ya está, y nada de peleas que ya es muy tarde—dijo bostezando.

—Eso mejor díselo a la gorila...

—¿Quieres pelea de nuevo?—preguntó Erza enojada.

Un fuerte golpe se escuchó. Ambas estaban inconscientes en el suelo con un chichón en la cabeza. Mirajane suspiraba a la par que sostenía el bate de béisbol. 

Natsu estaba durmiendo a pesar de ser ya de día. Escuchó un fuerte ruido, alguien llamaba a su puerta y cuando se despertó, el olor a galletas le hizo la boca agua y fue corriendo a ver quien era. Al estar aún adormilado, no se captó que era Juvia, solo olía comida.

—Si es un asesino Natsu moriría por ser tan idiota—pensaba Happy mientras tenía un pez en la boca.

Al abrir la puerta, vio a Juvia con una cesta, un vestido muy bonito y también tenía alguna tirita por la pelea con Erza. El sombrero le cubría la frente y el pelo. Natsu se sonrojó un poco al verla de aquella guisa. Estaba guapa y este lo podía apreciar.

—Hola Natsu-san, he preparado galletas como agradecimiento por salvar a esos niños—enseñó las galletas dentro de la bolsa—¿quiere ir a un picnic?—preguntó dulcemente.

—Claro, espera que coja las cosas.

Se metió dentro a cambiarse, algo raro en él, pero le apetecía llevar otra ropa. Happy soltó un se gustan cuando segundos después recibió un impacto de agua en la cabeza.

—Perdona la tardanza—se había puesto unos pantalones cortos, una camisa y no llevaba la bufanda—¿Happy?—se extrañó al verlo así.

—Se habrá caído—contestó ella.

—A veces es torpe, bueno Happy me voy—dijo mientras se iba cerrando la puerta tras de sí.

—Que mujer más bruta...Natsu ten cuidado—dijo para sí mismo desde el suelo.

Natsu y Juvia caminaron largo rato bajo el sol, el día era muy bueno y Juvia estaba muy nerviosa por lo que de vez en cuando miraba a Natsu. Aquella sonrisa podía mirarla durante horas y horas, recordando al joven del libro.

—¿Qué te parece si vamos a ese sitio?—señaló un lugar cercano, con árboles alrededor y las ramas de estos producían la suficiente sombra para que no hiciera ni calor ni frío.

—Claro.

Colocaron un mantel y se sentaron encima. Natsu había traído bebidas y algo de comer mientras que Juvia cargaba con galletas, sandwiches y otras cosas. 

—Bien, voy a poner esto aquí—la mano de Juvia se resbaló y accidentalmente tocó la entrepierna del joven.

Al percatarse se retiró de inmediato mientras el joven se sobaba la zona.

—¡Ha sido un accidente!

—Tranquila, no pasa nada—dijo este aunque estaba algo avergonzado.

Listo todo, comenzaron a comer despacio, en silencio y disfrutando del lugar. Aunque el silencio era por lo sucedido.

—Ya metí la pata—pensaba ella nerviosa.

—No sabía que era tan atrevida—pensó el joven.

Natsu andaba pensativo en ello. Cuando fue a agarrar sin mirar otro sandwich, tocó el muslo de Juvia. Al intentar retirarla, ella sostuvo su mano.

—¿Por qué he hecho eso?—era como si su cuerpo se moviera solo.

El dragon slayer fue a retirarse cuando cayó de morros sobre el cuerpo de ella.

—Natsu...

—Juvia...

Ambos se miraron durante unos instantes, ella podía notar el calor que desprendía el cuerpo del joven. Su sombrero se había salido, dejando sus bellos mechones azules a la vista de él. Juvia abrió los brazos y los extendió mientras cerraba los ojos.

Natsu se acercó y le dio un pequeño beso en los labios. Nunca le había pasado algo así con el resto de chicas del gremio, solo podía describirlo como muy bonito. Aquel beso iba a cambiar todo, tal vez era porque estaban en esa edad, puede que tantas misiones les quitó esa inocencia que tenían todos los adolescentes, pero aquel beso hizo florecer el amor en ambos.

Continuará...

Espero que les haya gustado y lamento la tardanza en escribir.

Un saludo.

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