11-El amor todo lo cura
Durante aquel día, Natsu se encontraba todavía un poco conmocionado por todo lo vivido, especialmente cuando supo toda la historia de la princesa y su amor. Sintió tristeza de pensar por todo lo que debieron pasar. Pero ahora por fin tras tantos años, se habían reunido.
Pasaba el rato en el gremio, charlando con todos mientras comía algo. Sus amigos no tardaron en percatarse de que algo raro sucedía con él. Natsu les puso al corriente y ellos le dieron ese cálido abrazo que tanto necesitamos todos alguna vez.
—Será mejor que lo olvide—comentó.
—Sí, pero a tu ritmo, las cosas con calma—le dijo Lucy.
—Eso, queremos al mismo idiota de siempre—Gray le dio un pequeño golpe en la espalda.
De regreso a casa, se encontró a Juvia parada en la puerta. Ella se acercó, sin decir nada le dio un abrazo y le dijo que estaba allí para lo que fuese. Él tuvo ganas de llorar, por primera vez en mucho tiempo, algo así le afectó mucho.
Pasaron dentro de la cabaña, organizada y limpia. Happy estaba fuera en una cita con Charles.
—¿Estás mejor?—preguntó ella.
—Si, gracias.
Apagaron las luces cuando llegaba la noche, una fina lluvia caía sobre el lugar y este encendió la chimenea. Juvia lo tumbó en su regazo para que descansase mientras miraban el fuego. Ella le acarició el pelo suavemente mientras le susurraba lo mucho que le quería.
—Juvia...gracias—el sentir las caricias hizo que casi se quedase dormido.
—No debes darlas bobo.
Natsu solo se había sentido tan feliz un par de veces en la vida, una de ellas con Igneel cuando era niño y pasaba las tardes de lluvia en una cueva refugiados de la tormenta. Con su aliento, el dragón encendía hogueras para que el niño estuviera caliente.
Juvia le dio unos cuantos besos y este solamente pudo devolverlos. Estaba tan bien que pronto se quedó dormido en el regazo de su amada.
Natsu despertó en su cama, al lado estaba Juvia quien dormía con una sonrisa en la cara. Este la despertó con un beso de buenos días.
—Buenos días Natsu-sama.
Alguien llamó a la puerta, la aporreó varias veces. Al abrirla, pensaron que sería Happy pero era Lucy quien se disculpó por la hora.
—Pasa—dijo este.
La joven se sentó en la mesa y les puso al corriente. Se había enamorado de un chico cercano a donde vivía ella y que trabajaba en un restaurante. La cosa es que necesitaba consejo de Juvia ya que ella tenía mucha más experiencia.
—Si quieres te lo traigo—dijo el mago apretando el puño.
—Natsu-sama, es un civil, no un monstruo, no puedes tratarlos así—aunque le alegraba ver que todos esos pensamientos se habían marchado.
—Tienes razón—dijo este riendo.
—¿Qué hago?.
—Pues...Juvia piensa que debería ir a comer y de paso tratar de ligar con él—dijo guiñando el ojo.
Acordaron un plan, aunque Natsu solo miraría.
Mientras caminaban rumbo al lugar del trabajo del chico, Natsu pensó una cosa.
—¿Por qué no le preguntas a Erza?—ambas se miraron, era mala idea.
Mientras tanto, Erza en el gremio estornudó.
—Alguien habla mal de mí.
Regresando con Natsu y compañía, se quedaron afuera del lugar. El chico era algo bajito, con gafas, pelo rubio y parecía lo que algunos dirían...un empollón. Vieron la cara de Lucy y sabían que debían ayudarla.
Entraron y el chico enseguida salió a atenderles. Pidieron mesa para almorzar. Lucy no dejaba de mirarlo de reojo. Natsu evitaba reír a toda costa. La maga tuvo problemas para pedir porque estaba nerviosa. Juvia usando su magia, empapó el suelo haciendo resbalar al joven que cayó sobre Lucy.
—Lo siento—dijo enseguida.
—No pasa nada.
Juvia había cambiado el plan y tenía una sonrisa de victoria.
Él la invitó al baño para limpiarse ya que le había tirado un poco de café. Fue ese momento cuando ambos se marcharon del sitio no sin antes guiñarle un ojo a Lucy que totalmente roja, tuvo su oportunidad de charlar con él e invitarlo a una cita.
Ambos tuvieron su propia cita y esperarían a que Lucy les contase más tarde u otro día que tal había ido con el chico.
—Natsu-sama...—dijo ella parando a este.
—¿Qué ocurre?
—Mira—pero allí donde señalaba no había nada.
—Creo que estás agotada—dijo con una sonrisa mientras volvía a caminar rumbo para casa.
Aquella noche tan estrellada, la joven fue mirando el cielo. Natsu iba delante, mirando cada escaparate y tienda, le gustaba mirar todo lo que exponían.
Pero Juvia se fijó en algo, un polvillo que sobrevolaba Magnolia, parecía que nadie más que ella podía verlo.
—Me pregunto...¿a dónde van las hadas?—pensó mientras una melodía se formaba en su mente.
—¡Venga Juvia!—dijo Natsu viendo que se rezagaba.
—Voy Natsu-sama.
No era que estaba cansada, sino que realmente podía ver un polvillo, mucho más fino que la nieve, caer sobre la ciudad. Estaba segura que había visto un diminuto ser con alas volar, pero Natsu no lo veía.
—Te quiero...Natsu-sama—dijo aferrándose a su brazo.
Y así ambos, se dirigieron a casa juntos de la mano, mientras un pequeño y hermoso ser volaba esparciendo felicidad.
Un día menos para el festival.
Continuará...
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