10.
—Usted está en estación Bulnes.
—¿Y vos adónde te dirigís ahora? —pregunta Bruno.
—Y como ermitaña que me he vuelto: a mi casa —responde Alma—. ¿Y vos?
—A hacer un viaje —contesta sonriente—. Y esta vez es diferente porque no sé adónde voy a parar.
—¿Y eso no te da ansiedad? —indaga la joven, contrariada—. El no saber adónde vas a llegar.
—No. ¿Sabés lo que más me gusta de hacer un viaje como mochilero? Pasar la noche a la intemperie.
—¡Estás loco! ¿No te da miedo que algo malo te pase?
—Es que una cosa que me di cuenta es que siempre va a haber peligro, en todos los caminos —argumenta—. Si hacés un viaje a Nordelta o a la Villa 31, o a la vuelta de tu casa. No se puede buscar la seguridad y evitar peligros porque eso no está a tu alcance. Así como hacer algo sin equivocaciones.
—Yo me muero si me roban, no salgo nunca más de mi casa.
—¡Pero hacés mal! De eso se trata la vida: de volver a intentar y que lo malo no gane terreno.
—Próxima estación: Agüero.
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