I
El paisaje frente a mis ojos se tiñe del dolor de una antigua niña dejada en el olvido, abandonada en una tierra blanca y eterna. Con cristales líquidos y gotas carmesí mezcla sus pinturas que se deslizarán en el manto celeste junto al viento; dan vida al astro rey y su fuego.
Los ojos marinos de un ser pedido serán testigo de la creación más hermosa del universo, nacida de la niña y los fragmentos de sus sueños.
Aimakel_
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