XXXI - Leo

#CuandoNadaFueClaro

Deja de compararte con otros, no conoces sus pesadillas.


Por un momento pensé que estaba soñando, porque todo era muy raro.

Jason Grace, mariscal de campo, vicepresidente del consejo de estudiantes y probablemente el chico más popular de toda la escuela, estaba actuando como si fuéramos mejores amigos. Bueno, tal vez no exactamente como mejores amigos, pero si como alguien cercano, alguien a quien le harías un favor. Nunca antes había pensado que valía lo suficiente como para pedirle un favor, y menos que él lo ofreciera.

Primero, me había conseguido el trabajo en el mini-mercado donde él mismo trabaja y ahora, luego de esa extraña reunión, me estaba llevando en su auto hacia allí. Yo, Leo Valdez, estaba compartiendo vehículo con Jason Grace. Nadie iba a negar que era extraño pero, para mi ya se estaba volviendo algo sospechoso.

No sabía lo que este tipo pretendía. Tal vez era su caso de caridad: ayudar al niño pobre para quitarse un poco de su culpa de niño rico. Al menos eso es lo que se me pasaba por la cabeza en ese momento. No me culpes, solo trataba de encontrar explicaciones.

- ¿Puedo preguntarte algo?

- Si. ¿Sucede algo? - Sus ojos azules apenas se movieron de la carretera para mirarme, estaba enfocado en conducir o muy dentro de sus pensamientos.

- ¿Por qué me estas ayudando? - Finalmente pregunté. - Me conseguiste un trabajo, ahora me llevas ahí...

- No sabía que se necesita una razón para ayudar a alguien - respondió de forma calma.

- Supongo que no.

Sabía que estaba siendo desconfiado pero tenía mis razones. Antes de las reuniones del señor Brunner, jamás me había dirigido la palabra, dudo siquiera que me haya mirado, y sus amigos eran de aquellos que se burlaban de chicos como yo. Puede que él no actuara como sus amigos, sin embargo, el hecho de que anduviera con ellos, definía parte de él.

- No tienes que venir conmigo otra vez si te pone incomodo - me dijo. Sus ojos fijos en el semáforo, pero sus dedos se movían ansiosos por el volante.

- ¡No, hombre! Me fascina tu auto. Podría vivir aquí - dije mientras lo ojeaba. Estaba muy limpio, como si lo lavara día por medio y nunca comiera adentro. Ni siquiera olía como él, sino a desinfectante. Tal vez era un maniático de la limpieza, al menos tenía la pinta. La forma en la que un auto se ve podía definir a la gente en mi opinión, su auto era como otra extensión de su vida: brillante.

- Gracias. Mi padre me lo compró en el verano.

Cierto, su rico papi que probablemente podía comprarle un auto en cada estación del año. El pensamiento puso un sabor amargo en mi boca. Es que no lo entendía, ¿por qué estaba trabajando? Era claro que no lo necesitaba, no era por el dinero, debía haber algo más.

Solo así llegamos al mini-mercado. Usualmente en autobús me hubiera demorado al menos diez minutos más. Era un poco raro llegar temprano.

Jason aparcó su asquerosamente caro auto en el estacionamiento junto al mercado, ubicado justo en una esquina. Me salí del auto apenas se detuvo y el aire frio de noviembre me golpea la cara de forma tan brusca que duele. Observo a mi al rededor y veo que no había nadie caminando por la acera. El único indicio que había de que no fuera una ciudad abandonada era el hecho de que autos pasaban por en frente de la tienda. No culpaba a nadie por no querer salir a esas horas, el sol estaba comenzando a bajar y hacía un frio del carajo. Si hubiera podido, yo me hubiera quedado al lado de la chimenea hasta la primavera. Leo Valdez no era un chico del invierno para nada.

Entré por la puerta trasera antes que Jason, huyendo del frio. Las únicas dos personas allí eran John, el veinteañero hijo del dueño que era obligado por su padre a trabajar allí, y una anciana que al parecer había decidido pasar sus últimos minutos en un mini-market, cada movimiento que hacía era en cámara lenta. John quitó la vista de su celular y me echó una mirada aburrida que luego pasó a Jason quien acababa de entrar. Salió de su puesto detrás de la caja registradora y se acercó a nosotros arrastrando los pies.

- Cámbiense rápido, niñatos, - nos dijo. - Voy a fumar, - y con eso se fue por donde entramos.

Dejé a Jason cambiarse primero en el único baño que había, después de estuviera listo con su uniforme que solo consistía en una camiseta verde manga larga que él metía dentro de los pantalones, entré. Me miré en el espejo con la misma camiseta y me encontré con la penosa realidad de que no me quedaba igual de bien que a Jason, el bastardo perfecto. ¿Cómo podía ser que hasta el feo uniforme del trabajo que no necesitaba le quedara bien? Era como si hubiera sido diseñada especialmente a su medida mientras a mi, me quedaba como tres talles más grande. El sujeto que había remplazado seguro era un gigante y cuando se fue, simplemente me dieron su camisa. Me sobraba mucho de los hombros, por el contrario a Jason se le marcaban a la perfección. Estaba seguro que no había cosa que a ese chico no le saliera bien. La sangre me hervía y lo peor es que no había nada que pudiera hacer. Algunos ya nacían con la vida perfecta, otros no estamos ni cerca de tenerla. Estaba seguro de eso.

Al salir del minúsculo baño, me encontré con que alguien más había entrado a la tienda mientras me cambiaba. No habría sido sorpresa si hubiera sido otro aparte de Piper McLean.

Piper usaba un gorro, guantes y una bufanda de lana, además de una chaqueta gigante. Parecía que iba a mudarse al Ártico sin embargo allí estaba, estudiando los distintos tipos de helados en el refrigerador del fondo.

Jason, en el puesto que John había estado antes, no le quitaba los ojos de encima. Estaba solo parado allí, sin moverse como el avatar de un videojuego que se había quedado en pausa, hasta que la viejita de antes puso sus cosas en el mostrador llevándose su atención. Le dio su mejor sonrisa ganadora y la saludó con un educado "buenos días". Si hubiera sido más joven, la anciana le hubiera saltado encima.

Justo cuando Jason comenzaba a pasar las compras de la anciana por el escáner, Piper se acercó por el pasillo llevando en su manos el helado que había escogido. Levantó la vista desde el piso y me vio. Vi el reconocimiento pasar por sus ojos, ella claramente no esperaba verme allí. Miró hacia la caja registradora y cuando vio a Jason pareció dudar, al parecer cuando había entrado no se había percatado de que estaba allí. Se paró en el medio del corredor y supongo que consideró irse pero, al final decidió que todavía quería el helado.

Jason le dio una sonrisa amable y ella le devolvió una sonrisa forzada, para luego mirar a cualquier parte excepto su cara, moviendo sus dedos ansiosamente en el mostrador.

La viejita, al ver que la atención de Jason no estaba en ella ni en sus compras, se dio vuelta y le dio una ojeada nada sutil a la capitana de las porristas y le dijo bruscamente:

- Niña, deberías comer más, - Piper se volteó, sorprendida de que le estuviera hablando. - Tienes piernas como de gallina, eso no es atractivo. Créeme, a los hombres les gusta agarrar, yo se de estas cosas. ¿A que tengo razón, guapo? - Le preguntó a Jason.

Él pareció entrar en pánico con las dos mirándolo esperando su respuesta asi que decidió ir por lo más seguro: ignorar la pregunta.

- Aquí estan sus cosas, señora Smith, - dijo mientras le pasaba dos bolsas con sus compras. Al parecer la viejita era cliente recurrente.

- Oh bien, guapo. Ponlo en mi cuenta.

- Lo haré, - respondió Jason probablemente aliviado de que la pregunta haya sido ignorada. Igualmente, Piper lucía... ¿decepcionada?

Mientras la anciana salía de la tienda con sus bolsas, John decidió que estar afuera era más aburrido que estar adentro.

- ¡McLean! No esperaba verte aquí, - le sonrió presumidamente.

- Si. Se me antojó helado, - empujó el helado hacia Jason. Obviamente quería irse.

- Genial. Mira, ¿tienes planes? Puedo llevarte a dar una vuelta en mi auto, - segundas intenciones podían oírse en su invitación.

- No gracias, - Piper le dijo.

- ¡Oh vamos! No te hagas la difícil.

- Piper, ¿estas bien? - Jason le preguntó. En su cara se podía ver que no estaba bien, pero yo tampoco lo estaría si John me invitara a su auto. Esa cosa olía extraño.

- Si, solo estoy cansada. Solo... - ella largó un suspiro. - ¿Cuánto por el helado?

- Cansada ¿eh? - John rio. Rogué que ya se callara. - ¿Quién te mantuvo ocupada anoche?

Piper, esta vez, decidió ignorarlo y le pasó un billete de 5 dólares a Jason para después tomar el bendito helado. Empezó a caminar hacia la salida, pero a John no le había gustado que lo rechazara e ignorara, así que antes de que se fuera para no volver, le dijo:

- Diablos, Mclean, eres una perra. Solo estaba tratando de ser amable y tienes una actitud horrible. Ni siquiera eres tan linda ¿verdad? - dirigió esa última pregunta a Jason y a mi. Piper miró por su hombro al rubio, esperando su respuesta. Al cabo de unos segundos de silencio, ella abrió la puerta de un empujón y se fue a su auto.

- Si lo es, en verdad, - Jason le dijo a John. - Si es linda.

Tal vez Jason no pensaba que Piper necesitaba escucharlo. Tal vez le avergonzaba decirlo en frente de ella pero, tal vez si tendría que haberlo dicho aunque no sé que diferencia hubiera hecho.

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Unas horas más tarde, estaba en el autobús de vuelta a mi casa. Jason se había ofrecido llevarme pero, honestamente, no quería que viera donde vivía. Apostaba que su casa era gigante, con el espacio suficiente para que nadie tuviera que verse la cara en todo el día. No era que estaba avergonzado de mi casa, estaba orgulloso. Sabía que mis padres habían trabajado duro para tenerla y lo que hay dentro pero igual no quería. No se, supongo que no quería ni burlas ni penas o tal vez, pensé amargamente, había una parte de mi que si se avergonzaba.

Mientras iba sentado en el autobús, comencé a recorrer las redes sociales para entretenerme en el largo camino que tenía por delante. En Instagram, vi que Piper había subido una foto a su historia de un platito hondo con el helado de frutilla que había comprado y la televisión se veía borrosa de fondo. 

Ver esa publicación me recordó a lo que había pasado en la tienda más temprano, y como mientras todo sucedía yo no había dicho ni hecho nada. Solo me había quedado viendo, como si fuera el espectador de una película. Tuve la realización de es así como me sentía diariamente, como un espectador de la vida de los demás, como si viera a todos detrás de una ventana, aislado del real movimiento. Estaba viendo al resto ocurrirle cosas, consiguiendo cosas mientras que yo, era como una nube flotando en el cielo, sin destino. ¿Cuándo era mi turno de vivir algo emocionante? Hasta ese momento, todo había sido bastante aburrido y nada impresionante.

Pensé en eso hasta que al fin llegué a mi casa. Mi mamá al parecer ya había llegado, podía oler el aroma de la cena desde afuera en la puerta de entrada.

Cuando entré, mi mamá estaba en la cocina revolviendo una olla grande. Al escucharme cerrar la puerta se volteó.

- ¡Leo! ¿Dónde estabas? Pensé que vendrías después de salir de clases.

Cierto, ninguno de mis padres sabían sobre el trabajo de medio tiempo que había conseguido. Ellos no querían que me preocupara por el dinero pero no podía evitarlo.

- Estaba con unos amigos, mama, - mentí.

- Oh, esta bien, - sonrió contenta. Nunca había sido de los que me juntara con amigos, porque la verdad es que nunca tuve amigos tan cercanos, supongo que el hecho de que tuviera la sorprendía positivamente. - La próxima vez me avisas, Leo. Estaba preocupada, - se volvió a la olla otra vez. - Usa ese teléfono tuyo que para algo te lo pagamos.

- Esta bien, mamá.

Camino a la cocina para buscar los platos así ponía la mesa, vi sobre la mesada de la chimenea, un sobre. Era la boleta de la luz. Sin que mi madre me viera, la metí en el bolsillo de mi pantalón. Hasta ese entonces, no se me había ocurrido cómo darle dinero a mis padres sin que sospecharan de un trabajo o alguna actividad ilegal pero ahora tenía una idea y un plan, iba a comprobar si podía a pagar yo mismo esa factura.



Eh... hola, ha pasado un tiempo. Supongo que debo primero disculparme por no actualizar en muchísimo tiempo. Tuve un gran bloqueo con este capítulo, no se por qué. Tenía la idea de que sucedería pero igual no me gustaba como salía. De todas formas, me alegra volver en el cumpleaños de Jason

También le quiero decir bienvenidos a todos y todas aquellos/as que hallan leído la historia en el tiempo que no actualicé. Espero que les esté gustado. Además quiero agradecer todos los comentarios pidiendo que siga, fueron una gran motivación. Me pone feliz que quieran leer más.

Espero que estén bien y que el resto de la semana sea linda.

¡Nos vemos en el próximo capitulo! (No, no va a tardar tanto como este y como spoiler les digo que es de Thalia y hay una fiesta luego del partido).


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