XXVIII - Frank

#CuandoHicimosDemasiadasPreguntas (O no las suficientes)


¿Qué es lo que escondes?


La escuela parecía diferente cuando estaba vacía, cuando la mayoría de los estudiantes se habían ido a sus casas y el estacionamiento estaba casi no tenía ni un auto. Las luces fluorescentes que siempre iluminaban el pasillo estaban apagadas y el silencio tan fuera de lugar que reinaba, daban una extraña sensación de soledad. También era algo aterrador.

Mientras caminaba hacia en aula 224, sentía que estaba dentro de una película de terror y que en cualquier momento un cuerpo poseído iba a atacarme; aunque en realidad lo único que podía provocarme un ataque al corazón en ese momento era el entrenador Hedge y su bate de béisbol que para ese entonces, debían estar en el campo de fútbol.

Ese jueves, había sido el último en llegar al salón de clases si no contábamos al profesor Brunner. Al abrir la puerta, esta hizo un chirrido infernal que hasta la luna podría haber escuchado, poniendo ocho pares de ojos en mi, lo que me puso nervioso. No me gustaba que se me quedaran mirando por lo que me apuré en sentarme en el pupitre más cercano. Hazel me dio una pequeña sonrisa.

Valdez, como usualmente, estaba sentado al lado de la ventana y miraba al cielo como si esperara que un dragón dorado apareciera a rescatarlo de pasar más tiempo en la escuela. En una mano, sujetaba un boligrafo que golpeaba contra su pierna una y otra y otra vez en un ritmo rápido y constante. Detrás, Jason estaba recostado en el respaldo de su silla (una postura que totalmente esperaba de Percy, pero nunca de él) con sus ojos enfocados solo en Piper, quien no parecía darse cuenta de que estaba siendo observada.

Ella estaba en diagonal al rubio, con sus codos apoyados en el pequeño escritorio y su cabeza entre sus manos. No se veía como su mejor versión, más bien lucía agotada. Su largo pelo cubría los costados de su rostro, no llevaba su uniforme de animadora ni nada tan extravagante, sino que era bastante simple: jeans azules, botas marrones y un abrigo del mismo color. Sin embargo, aun con la chaqueta puesta, sus hombros temblaban de frío. La cara de Jason estaba teñida de preocupación mientras veía como ella se hacía cada vez más pequeña e intentaba tomar una siesta usando sus brazos como almohada.

Percy se encontraba adelante de ella, con Annabeth a su lado. Ella tenía toda su atención puesta en un libro de texto y leía con una voz tan baja que no podía escuchar, pero de todas formas podía ver sus labios moverse.

- Realmente te gusta ese libro, ¿No? - Percy le dijo. - No has parado de leerlo ni un segundo en los últimos diez minutos.

- Estoy estudiando - le respondió sin mirarlo.

- ¿Y no puedes hacerlo después? - frunció el ceño. - Es como si nunca pararas.

- Bueno, no tengo tiempo para detenerme - su vista seguía pegada a las palabras. - Tengo clases de violín luego.

No me había dado cuenta antes, pero su instrumento estaba en el piso junto a su pierna derecha.

- Realmente no entiendo como lo haces - Percy continuó. - Mi cabeza explotaría con tantas actividades. Igual, creo que deberías relajarte.

Ella finalmente lo miró. Sus manos sujetando los costados del libro con fuerza.

- Ya te lo dije, -  su tono de voz era calmado pero aterrador. - No tengo tiempo para perder.

Percy le sostuvo la mirada por unos cuantos. Una pequeña sonrisa de suficiencia comenzó a formarse en su cara.

- Eso ya lo veremos.

Annabeth estaba a punto de contestarle pero un ruido la distrajo. Thalia estaba en el escritorio donde iba el profesor abriendo cada uno de los cajones.

- Thalia ¿que haces? - su hermano le preguntó. - Deja eso.

- Estoy aburrida - le contestó como si eso explicara todo. - Además, mira lo que encontré.

Con una mano, tiraba hacia arriba y luego atrapaba una pequeña pelota de tenis. Todos la mirabamos expectantes, sin saber que es lo que iba a hacer. Yo estaba poniéndome nervioso, sentía que en cualquier momento iba a arrojar la pelota hacia la ventana y romperla, o peor, que la iba a lanzar hacia mi.

Una sonrisa algo maléfica y divertida se expandió por su rostro. Ella tenía un idea y sospechaba que iba a crear un agujero que no sería fácil de llenar.

- ¿Quién quiere jugar un juego? - preguntó, pero tenía la sensación de que de igual forma terminaríamos jugando a lo que sea que quisiera.

Leo se sentó derecho al escucharla, interesado.

- ¿Qué juego?

- Un pregunta-respuesta. Yo le paso la pelota a alguien y le hago una pregunta, luego esa persona hace lo mismo con otra. El que recibe la pelota y la pregunta debe responder, obviamente - explicó. - Y debe responder con la verdad ¿entendido?

Mis nervios empezaron a aumentar a una velocidad alarmante. ¿Quién iba a ser el primero? ¿Qué iba a preguntar? Pero al mismo tiempo pensaba, ¿por qué a alguien de este salón le importaría algo de mi? Estaba casi seguro que nadie me iba a preguntar algo, pero de todas formas, la duda permanecía en la parte de atrás de mi cabeza. Volviéndome paranoico.

- ¿Y cómo sabrás que decimos la verdad o no? - cuestionó Annabeth.

- No voy a saberlo - Thalia se encogió de hombros. - Pero su mentira los perseguirá en sus sueños y despertarán en el medio de la noche todos sudados lamentándose no haber sido sinceros, por un laaargo tiempo - dramatizó.

Leo fue el que rompió el silencio con su risa.

- ¿No necesitamos alcohol para jugar algo así?

- ¿Tu tienes, Valdez? Porque totalmente no me negaría a eso.

- ¡Thalia! - Jason reprochó desde su lugar. Ella lanzó una carcajada.

- No seas tan serio, hermanito - Thalia nos dio la espalda por un momento mientras enfrentaba la pizarra. De repente, se dio vuelta de nuevo, mirando a su hermano rubio con un brillo en los ojos. - ¿Sabes qué, Jason? Tu vas a tener el honor de ser el primero en responder.

Él la miró como si no estuviera seguro de si estar aliviado o aterrorizado. Supongo que eso provocaba el tener una hermana como ella.

Thalia le lanzó la pelota sin previa advertencia y él la atrapó sin ningún desliz. No esperaba menos, Jason era uno de los mejores atletas de la escuela y el jugador estrella del equipo de fútbol. Muchas veces había deseado ser como él. Parecía tan seguro en todo lo que hacía al contrario de mi, como si nada fuera demasiado para él. Verlo ahora tan dudoso por lo que su hermana iba a preguntarle, era un poco desconcertante.

- Jason, mi querido hermano menor... - comienza Thalia por sobre nuestro curioso silencio, pero es interrumpida.

- Nacimos el mismo día - se queja Jason. Ella lo ignora y continúa.

- Me enteré por ahí que hoy estuviste con el director con nada más y nada menos que con nuestro compañero Di Angelo - al final, Nico se tensó y le lanzó una mirada extraña a Jason. - ¿Qué estaban haciendo?

- Nada - respondió. Thalia no parecía satisfecha con su respuesta. Piper apoyaba su barbilla en su mano y lo miraba con una ceja levantada. Él se rindió con un suspiro ante la presión de las miradas. -  Lo vi en el techo y quise saber que hacía allí. El director nos vio y terminamos en su oficina. Eso es todo.

Thalia lo observó unos instantes y al parecer decidió no seguir indagando porque asintió y se volvió hacia Nico.

- ¿Qué hacías en el techo?

- No me pasaste la pelota - le dijo para molestia de Thalia.

Y era cierto. La pelota de tenis seguía en las manos de Jason y ahora era su turno de preguntar a quién quisiera. Él miró a Piper por un segundo, pero no fue por ella.

- Leo - dijo antes de entregarle la pelota en la mano. - ¿Vas a trabajar hoy?

Thalia bufó como si creyera que la pregunta era tonta.

- Si - Leo respondió. - Um... gracias por conseguírmelo  y eso... - puso su vista en su regazo avergonzado (nunca pensé que iba a ver a Leo sin vergüenza Valdez avergonzado). - Realmente lo aprecio.

Jason sonrió y le palmeó la espalda.

- No hay problema, hombre.

Leo se recompuso rápido y le tiró la pelota a Percy.

- Asi que, Percy ¿cómo está todo en casa?

Pude ver como en un instante Percy, aquel chico despreocupado, se volvía pequeño en su interior. Evitaba el contacto visual con todos, en especial con Annabeth que lo estudiaba como antes había estado haciendo con su libro de texto.

- Tu sabes, lo usual - dijo mientras hacía rodar la pelota por la mesa y la detenía con su mano apenas estaba a punto de caer.

Nadie dijo nada. Supongo que ninguno quería presionar. Percy siempre había sido el más abierto de los nueve, tal vez demasiado, y si no quería hablar, le debíamos el espacio, aunque Annabeth si parecía estar aguantándose  de preguntar más por lo fuerte que estaba mordiendo su labio inferior.

Percy apretó la pelota por instante antes de devolvérsela a Thalia con un pequeño lanzamiento.

- ¿Estas drogada? - preguntó él lo que provocó que ella se riera.

- No - dijo. - Todavía.

- Thalia, ¿en serio? - Jason sacudió la cabeza.

- Dios, Jason. Relájate un poco ¿quieres?

De nuevo, le tocaba a Thalia hacer una pregunta. Ella recorrió las personas que estaban en el salón y con todo el sudor en mis manos rogué a todos los dioses que el señor Brunner apareciera.

Ella consideró por un momento, pero sus ojos se desviaron hasta Piper. La animadora se dio cuenta del segundo par de ojos azules en ella y sus hombros se tensaron.

- McLean - la pelota fue arrojada hasta la nombrada pero esta no hizo ni el más mínimo esfuerzo por atraparla, por lo que brincó por el piso hasta golpearse con la pared del fondo.

Al parecer, a Piper no le importó pues su vista permaneció en Thalia.

- ¿Qué mierda quieres ahora, Grace? - Annabeth y Percy se giraron a verla después de escuchar la agresividad en su voz. Thalia arqueó una ceja.

- Eres tan agradable - la pelinegra comentó. Piper le respondió con una sonrisa forzada. -  Solo quiero saber cuáles son tus intenciones con mi hermano.

- ¿Qué?

- ¿Crees que no los vi los otros días juntos en la puerta de mi casa? - bien, puede ver que el resto (con excepción de Jason, Piper y Thalia) se sorprendían ante esto. ¿Acaso Piper y Jason estaban juntos?

Honestamente, no se por qué nos sorprendíamos. Era el perfecto cliché: la animadora saliendo con el mariscal de campo, dos de las personas más populares juntas. Tenía sentido, estaban en el mismo grupo social y ellos solo se juntaban entre ellos. Piper habia dicho que ella y el rubio no habían salido antes, pero eso no significaba que no podía suceder.

- Solo fui a devolverle su chaqueta. Eso es todo.

- Más vale que así sea - Thalia se acercó hasta el pupitre de Piper. - No me agradas McLean. No confío en ti ni un poco. Eres como una serpiente que se aprovecha de la gente, usándolas solo para tener un lugar donde dejar tu veneno. Pero nunca tendrás suficiente. Siempre querrás seguir jugando con las personas como si fueran cartas de poker.

- Thalia ¡cállate! - Jason le gritó. - ¿Qué te pasa?

De todas formas, su hermana lo ignoró y continuó:

- Pero no te dejaré manipularlo - de sus ojos saltaban chispas. - Aléjate de él.

Piper había permanecido dura como el marfil, su rostro solo mostraba ira.

- No hay problema.

Jason la miró como si quisiera decirle algo pero no sabía qué.

Piper se agachó, agarró su bolso del piso y se levantó de su silla rápidamente. Al parecer, su movimiento fue demasiado brusco porque casi se cae. Apoyó una de sus manos en la mesa y cerró los ojos tomando una bocanada de aire por la boca. Nadie se movió, la tensión estaba muy elevada. Piper se quitó unos mechones de la cara y se fue del aula como si ese último mareo no hubiera pasado.

Una parte de mi se preguntaba si estaba bien, si lo que había dicho Thalia enserio la había afectado. De cualquier manera, no podía obligarme a mi mismo a preguntárselo. Tampoco creía que iba a decirme si de verdad le había dolido.

- Bien, supongo que Brunner no va venir - Thalia juntó sus cosas. - Vamonos Jason.

- No - tal vez Thalia podía pretender que ese enfrentamiento no había ocurrido, pero su hermano no. - Tengo que trabajar. Vamos Leo. - Se volteó hacia el chico.

- Claro.

Ambos salieron, seguidos por Annabeth y Percy. Luego Nico, y después Thalia.

Me estaba a punto de ir también, cuando vi a Hazel levantar la pelota de tenis que había quedado olvidada en el piso.

Ella se acercó a mi y me entregó la pelota. Yo la agarré, sus manos eran diminutas en comparación con las mías.

- ¿Te vas a tu casa ahora? - su voz era tan baja que apenas la escuché, pero me di cuenta que estaba continuando el juego.

- Si - asentí mientras comenzábamos a caminar por el pasillo juntos. - ¿Tu? - le pasé de vuelta la pelota.

- Si - la pelota volvió a mi. - ¿Cuál es tu color favorito?

- No tengo uno - respondí.

- Yo aún estoy tratando de decidir entre el dorado y el lavanda - me dijo aunque no se lo hubiera preguntado, y la pelota siguiera entre mis dedos.





Ha sido un tiempo y lo siento tanto. He empezado la facultad y es toda una montaña rusa. Pero gracias a todos los que quieren seguir leyendo esta historia, en serio.

Espero que les haya gustado este capítulo.

El próximo es de Percy y tengo que decir que habrá percabeth (!!!!)

¡Hasta pronto! ¡Gracias por leer! Díganme en los comentarios que les pareció. Voten, subscribanse al canal y eso jajja.

♥️♥️♥️♥️♥️

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