XXVII - Jason
#CuandoSentimosLasMariposas
Puede ser hermoso... como el atardecer
Lunes después del recital. Antes de encontrar a Nico en el techo.
- ¡Muy bien, pastelitos! - Gritó el entrenador Hedge golpeando su bate baseball contra el piso de concreto del vestuario, llamando la atención de todos. - Eso que hicieron allí afuera, - señaló hacia el campo de fútbol - ¡Fue horrible!
A decir verdad, tenía razón. El entrenamiento había sido mediocre y todos los chicos al parecer lo sabían por como agacharon la cabeza avergonzados. Ninguno, ni siquiera yo, había dado su 100%. La fiebre del fin de semana parecía estancada en nuestros cuerpos, la energía completamente drenada por la idea de comenzar una nueva semana.
- No tengo ni idea que les sucede, y no me importa, - nos dijo el entrenador mientras nos miraba a cada uno. - Pero mas les vale que se concentren y se esfuercen el doble porque tenemos partido el próximo sábado y espero que los destruyan a pedazos. Más que nadie tu, Grace, no puedes actuar como hoy. Quiero ver que los hagas llorar.
Todos los ojos del equipo se volvieron hacia mi. En los más jóvenes se reflejaba un tipo de esperanza, como si yo fuera que los iba a salvar de sufrir más gritos de Hedge. Bobby y Dakota estaban analizándome, tratando de leer mi mente y entender por qué no había sido el perfecto capitán que solía ser siempre y por qué mi cabeza había estado tan distanciada en la práctica. Era como si todo el mundo pudiera tener un día malo excepto yo. Tenía que ser el mejor ejemplo a seguir. No había tiempo para las distracciones de ningún tipo.
Pensé que lo que dijo el entrenador era exagerado, pero no lo dije, solo asentí con la cabeza. Era mejor si no respondía. De alguna forma eso me molestó, ¿Por qué no podía expresar lo que opinaba? Porque nadie esperaba que lo hiciera, porque a nadie le importaba. Había jugado el papel de piedra por tanto tiempo que ahora no sabía como salir y mi núcleo interno estaba cada vez más caliente que solo era cuestión de tiempo hasta que explotara como un volcán.
- Bien, tomen una ducha y váyanse, apestosos. - Finalizó el entrenador dejándonos solos a todo el equipo.
Dakota me palmeó la espalda llamando mi atención:
- Diablos, Grace. La tienes mal hoy. ¿Qué te pasa?
- Seguro es por McLean. - Respondió Bobby riendo - Hoy en el almuerzo no dejaba de verla.
- Jason, tienes que dejar a esa puta ir. No vale la pena. - Me dijo Dakota mientras se quitaba la ropa toda sudada. Tuve que apretar mis dientes para no decir nada sobre como la llamó. - Se que es una bestia animal en la cama pero hay muchas más ahí afuera. Escuché que Drew tiene su ojo en ti. Deberías darle una probada.
Ignoré el comentario sobre Drew y le pregunté:
- ¿Cómo sabes como es Piper en la cama? - Él soltó una risotada.
- La fiesta que te perdiste el fin de semana. Ella estaba ahí, yo también y pasó. Fue bastante fácil la verdad. - Una sonrisa orgullosa se plantó en su cara y quise destruirla de un golpe.
Era un mentiroso. Ella estaba conmigo atrapada en el auditorio. Se había visto asombrosa en ese vestido rojo y sus labios del mismo color habían sido muy llamativos como para no llamar mi atención. En algún momento de la noche me había preguntado como sería tenerlo contra los mios y me sentí culpable por eso. De todas formas había algo más que me había capturado y de lo que no dejaba de pensar: estaba este tipo de luz que irradiaba que nunca había notado antes y de la que ahora no dejaba de pensar.
Piper no había estado encerrada en una habitación con Dakota, sino que ambos habíamos pasado el tiempo juntos, escuchando como la lluvia caía y hablando de tormentas y de como el universo y todo lo que sucedía en él podía transferirse como metáfora hacia nuestras vidas. Ella hizo tantas preguntas (tu sabes, de esas que haces para romper el hielo), y se había visto genuinamente interesada en mis respuestas. Mi color favorito, qué animal sería si pudiera, cual es la comida a la que nunca renunciaría y más. Realmente la había pasado bien así que escuchar a Dakota decir toda esa basura no me alegraba el día.
- No puedo creer que estuvieras con la ex de un amigo. - Bobby bajó la mirada al piso. - Rompiste el código.
- ¡Oh, vamos! - Dakota le dio un puñetazo suave en el hombro. - Ese código es estúpido. Además a Jason no le importa ¿verdad? - No dije nada, no podía ni mirarlo. - Lo que sea, no es como si fuera a casarme con ella. Dylan dejó bien en claro que es suya.
Dylan, con tan solo oír su nombre rodé los ojos mentalmente. Ese tipo era un idiota, incluso más que el mentiroso de Dakota. A veces, el equipo de fútbol y el de natación se sentaban juntos en el almuerzo con algunas de las animadoras, hoy había sido una de esas veces. Dylan se había pasado todo el almuerzo jactándose de ser el mejor nadador de la escuela y como ahora que y cito: "el bueno para nada de Jackson" estaba afuera, él iba a ser el capitán "como tendría que haber sido desde el principio". Mientras tanto, al parecer había armado un plan con las compañeras de Piper porque ella terminó sentada al lado de Dylan quien puso su brazo al rededor de sus hombros. Piper no había mostrado reacción alguna ante esto, solo se sentó allí y jugó con la comida en su plato, riendo en los momentos oportunos. No me había mirado ni una vez, y no pude evitar preguntarme si había hecho algo malo.
Es por eso que no había estado concentrado en el entrenamiento. Mi cabeza seguía recorriendo una y otra vez cada conversación que alguna vez tuvimos tratando de encontrar qué había salido mal. Era algo desesperante y no entendía por qué me importaba tanto.
Agarré mis cosas y me fui de allí. No podía soportar ninguna otra mentira de Dakota. Ya me estaban empezando a cansar sus comentarios, no tengo ni idea como los soporté por tanto tiempo.
Como si todo estuviera planeado para ser una mala película cliché, las animadoras salieron del vestuario de chicas al mismo tiempo que yo. Todas hablando tan fuerte que no creo que se estuvieran escuchando, algunas me dieron un vistazo. Por un segundo, Piper también me miró y juro que vi el fantasma de su sonrisa en su rostro, pero rápidamente se volvió hacia una de su compañeras y mi corazón, por algún motivo, calló al suelo. Cuando llegué a mi auto, un mensaje en mi teléfono lo reanimó.
Piper McLean: ¿Quieres tu saco de vuelta?
Piper McLean: Esa fue pregunta estúpida. ¿Para que lo querría yo? Y es tuyo así que debo dártelo.
Piper McLean: Mándame tu dirección. Iré en un par de horas.
Sus mensajes me dieron risa. Como respuesta, le mandé la dirección de mi casa.
Mientras manejaba, no pude evitar sentirme contento. Me gustaba la idea de volverla a ver. Además así podría descubrir si estaba molesta o no. Con suerte, todo estaría bien.
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Cuando llegué a mi casa la única persona que estaba era Thalia. Tomé la ducha que no había podido tomar antes y me dispuse a hacer la tarea mientras esperaba a Piper, pero mi cabeza, de nuevo, no estaba enfocada. Mi hermana había puesto la música tan fuerte que traspasaba la pared que nuestros cuartos compartían y era molesto. Al mismo tiempo, no dejaba de pensar en qué se suponía que tenía que hacer una vez que Piper llegara. ¿Debía tomar el saco y despedirme? ¿Debía invitarla a pasar?
¿Por qué me estaba preocupando tanto?
- ¡JASON! ¡TOCAN LA PUERTA!
Había estado tan ocupado mirando el techo, entretenido con mis propias preguntas internas, que no había notado que Piper me había mandado un mensaje diciendo que estaba en la puerta. Me apuré en llegar hasta ella antes que Thalia saliera y dijera algo grosero y/o insultante.
- ¡YO ME ENCARGO! - Grité mientras bajaba por las escaleras.
Tomé un respiro y abrí la puerta. Piper apareció frente a mi, lo primero que noté fue que llevaba menos maquillaje que esta mañana, pero igual se veía linda. Al verme, sus labios brillantes formaron una pequeña sonrisa.
- Hey. - Saludó. - Aquí está tu... - Señala el saco que hasta ese momento había estado colgando de su brazo.
- Claro. - Al darmelo, nuestros dedos se rozaron y una ola de electricidad corrió por mis venas. No se si ella lo sintió también, pero comencé a sentir mi cara arder. Estaba volviéndome cada vez más consciente de mi mismo.
Por unos cuantos incómodos segundos, nos quedamos allí parados sin decir nada. La canción triste que Thalia estaba escuchando llenando el silencio, aunque de todas formas hacía a la situación peor ya que me decía que el tiempo no se había detenido porque no me salían las palabras. ¿Cómo era que podíamos hablar tan naturalmente por mensajes? ¿Tal vez porque no estábamos cara a cara? Sin embargo, nuestra conversación del sábado no había sido un sueño, y quería que sucediera de nuevo. ¿Por qué? No se, solo me gustó.
Justo cuando ella se estaba despidiendo para irse me escuché decir:
- ¿Quieres ir a comer algo? ¿Con...migo?
Ella sonrió, como si acabara de decir lo correcto.
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Así es como acabamos en una cafetería en el medio del centro de la ciudad. Ella estaba sentada en frente de mi leyendo el menú, mordía su labio inferior como señal de indecisión. Decidí que tenía que tomar las riendas por una vez.
- Déjame ordenar por ti. Prometo que te gustará.
Sus ojos brillantes se posaron en mi atentos. Al lado de la ventana, los colores del atardecer se reflejaban en ella haciéndola ver de una forma dulce y celestial. Solo con mirarla se me secaba la boca completamente.
- Esta bien. - Sus hombros se relajaron. - Solo, recuerda que soy vegetariana.
- Claro. - Asentí y recordé cuando Brunner nos había hecho ir a comer con él y ella había huido. No la culpé, eso había sido tan raro. - Te pediré una de esas hamburguesas vegetarianas, escuché que son buenas. Y las malteadas, - sacudí la cabeza. - Esas son un no.
Soltó una pequeña risa.
- ¿Por qué no?
- Confía en mi. No son nada buenas.
- Si tu dices. - Concedió. - Tu eres el experto.
- Lo soy. - Bromeé - Gracias por reconocerlo, señorita McLean. - Ella rodó los ojos pero igual rió.
Unos segundos después, la camarera preguntó que queríamos. Mientras le dictaba nuestra orden, pude notar que Piper no dejaba de mover sus dedos ansiosa, por lo que cuando la chica se fue de vuelta al mostrador, le pregunté si todo estaba bien.
- Si.- Contestó rápidamente. Yo no estaba muy seguro, pero no quise presionar.
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- Así que, Jason Grace. - Piper comenzó luego de darle una tímida mordida a su hamburguesa y al parecer decidiendo que estaba bien, - se que tu color favorito es el violeta y tu sabes que el mio es el verde. Te gustan los lobos, las tormentas y tu postre favorito es el pastel de limón, lo que es un crimen porque la única respuesta aceptable es helado.
- ¡No me gusta en el invierno! - Intenté defenderme.
- No hay escusas, Jason, - levantó su barbilla orgullosa. - Tienes que admitir que estas equivocado.
- Lo que sea. - Levanté mis brazos como si el tenedor con el que me estaba apuntado amenazante fuera una espada.
- ¿Hay algo más que debería saber?
Pensé en todas los mensajes que habíamos compartido, algo que nunca le había contado.
- No me gustan las películas de terror. - Admití. Ella pensó que era gracioso.
- ¿Te asustan mucho? - Preguntó con una sonrisa burlona. Si hubiera sido alguien más probablemente me hubiera enfadado pero con ella no.
- Thalia me robó esa parte de ti que te permite sobrevivirlas en el vientre. - Dije y ella se volvió a reír fuertemente, cerrando los ojos y frunciendo la nariz.
Cuando se hubo recuperado y respiraba normalmente, yo le pregunté a ella:
- ¿Cual es tu película favorita?
- Heathers
- ¿En serio? Es una de las favoritas de Thalia también. - Incliné la cabeza. - Tal vez te estas juntando con el Grace equivocado.
- No lo creo. - Dijo seriamente.
Y así pasaron los próximos 40 minutos. Haciéndonos preguntas y conociendo más del otro. De nuevo, a ella parecía importarle mis respuestas y asentía a ellas como si estuviera memorizándolas. Tenía una extraña en el estomago, algo que nunca había sentido antes, pero no quería que se fuera.
- Bueno, es algo tarde, - comenté mientras veía el reloj de mi teléfono, - y ya nos quedamos sin comida. Deberíamos irnos ya, todavía tengo tarea.
- Si. - Ella se quedó mirando a su plato como si la comida simplemente había desaparecido.
- Iré a pagar. - Me levanté de mi asiento sacando la billetera de mi bolsillo.
- Puedo pagar por lo mio ¿Sabes? -Se quejó
- Si, lo se. Pero déjame hacerlo. Yo te invité después de todo. - Antes de que volviera a reclamarme la interrumpí. - Puedes pagar la siguiente vez.
Genial, acababa de confesar que quería volver a salir con ella.
- Voy a acordarme de eso, Grace. - Supongo que ella quería también.
En la fila de la caja registradora, mientras esperaba, alguien me chocó por atrás. Al girarme me encontré con una cara familiar. Dylan.
- Grace. - Comenzó molesto. Tan cerca de mi cara que podía oler su aliento. - ¿Qué haces con mi chica?
Mis ojos inconscientemente viajaron hacia Piper, quien estaba mirando su teléfono sin darse cuenta de lo que estaba pasando.
- No es tu chica. - Respondí con la mandíbula tensa. Una ola de protección me surgió hacia ella. - Y no la trates como si fuera una posesión.
- Diablos, eres todo un moralista. Solo mantente alejada de ella si sabes lo que te conviene.
No respondí, no tenía sentido pelear con alguien así. Solo pagué e ignoré su ojos que tiraban lasers hacia mi nuca.
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- ¿Te gusta estar con las animadoras? - Pregunté una vez que estábamos volviendo a mi casa en mi auto. Ella lo pensó un instante.
- No se. A veces. - Me dijo sin quitar su vista del frente.- ¿A ti te gusta el futbol?
- A veces.
- ¿Cómo estuvo el entrenamiento de hoy? Escuché al entrenador gritarles.
- Si, - sonreí sin gracia. - No fue el mejor. Tenía mi cabeza en otra parte.
- Eso está bien. Tienes permitido tener días malos. No debes ser perfecto cada día. Es imposible.
Dejé que sus palabras se quedaran revoloteando un instante en mi mente.
- Si. No todos piensan eso.
- Tienes razón. - Accedió.
Estacioné mi auto en la entrada del garaje. El auto de Piper estaba aparcado en frente.
- Bueno, gracias por todo. - Titubeó. Incluso con la poca iluminación de la calle noté que sus mejillas se pusieron coloradas. - La pasé bien, Grace.
- Si, yo también. - Un bostezo se escapó de mi boca.
- Creo que debería irme. - Retrocedió unos pasos hacia su auto. - Y creo que tu deberías ir a dormir. No te presiones tanto.
- Por supuesto.
Ninguno de los dos se movió. No podía quitarle los ojos de encima. Sus labios se contrajeron y me dieron unas inmensas ganas de besarla allí. En el medio de la calle, bajo la luna y las estrellas.
Lo supe ahí. Me estaba empezando a gustar esta chica de verdad. Quería quedarme con ella toda la noche y seguir descubriendo más de sus preferencias, sus ideas, sus opiniones. Cualquier cosa grande o pequeña. No importaba, solo quería saber más.
- Adiós. - Dijo despacio.
- Adiós.
Luego de entrar a mi casa y cerrar la puerta detrás de mi, me quedé apoyada en ella, una gran sonrisa en mi rostro. No podía esperar a verla de nuevo, o al menos escribirle un mensaje.
- ¡Jason! - Thalia gritó desde arriba.
- ¿Qué pasa?
- ¡Es mamá!
El mensaje iba a tener que esperar.
AAAAWWW JASON!!!!! Piper lo tiene en su palma jajajajajaja
¿Qué les pareció el capítulo?
He pensado que en próximo capítulo puedo hacer un "preguntas y respuestas", así que si tienen algo que quieran saber, preguntenlo aquí.
¡¡Tengan una buena semana!! ¡Gracias por leer!
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