XXVI - Nico

#CuandoSeDescubrióNuestroEscondite


¿Donde te sientes en paz?


Desde que tengo memoria, toda mi vida me he sentido diferente, como si no encajara dentro de la caja de crayones. Había algo raro en mi (tal vez más de una cosa) que me hacía sentir fuera de lugar, que me decía que no pertenecía.

Nunca sentí algún tipo de conexión con alguien que no fuera Bianca, pero desde que se fue, era más fácil mantenerse alejado y no involucrarse. Además, no entendía a las personas, parecía que todos habían recibido un manual de como todo funcionaba y a mi nunca me había llegado o algo así. Me sentía como un extraño, como si estuviera en el mundo equivocado en el tiempo equivocado. Creo que es por eso que me convertí en un tipo de espectador, quería saber que tenían ellos que a mi me faltaba y el techo de la escuela era el mejor lugar para estudiarlos.

Era el día más largo de la semana: jueves. Debía quedarme hasta más tarde por Brunner y no estaba muy entusiasmado con la idea. Había estado evadiendo al grupo entero por toda la semana ya que no quería que me preguntaran por qué no había ido al bendito recital de Annabeth el fin de semana. La verdad es que no se me había ocurrido ninguna escusa buena todavía y el tiempo estaba corriendo. Yo solo no había querido ir y listo, no había ninguna historia sobre algún accidente de último momento. La única buen idea que se me había ocurrido era la de culpar a la lluvia así que esa parecía la linea más confiable para usar.

Cuanto más nos introducíamos en las semanas noviembre, el cielo se veía más gris y triste. Era como si el sol se hubiera tomado unas vacaciones para dejarle lugar a la tormenta de nieve que, según lo meteorólogos, se estaba acercando. Allí arriba estaba más expuesto al viento, que atravesaba mi chaqueta y me helaba los huesos. No podía sentir mi cara pero realmente no me molestaba, era el calor lo que no soportaba.

La campana que daba aviso al comienzo del primer periodo sonó estruendosamente molestando mis odios, por lo que un gran número de adolescentes que había estado disfrutando sus últimos minutos libres en el estacionamiento entraron como un rebaño de vacas al corral. Yo no dejé el techo, estaba mejor allí arriba que en cualquier otro lugar, y más en comparación con una clase de química. 

Quería estar solo. La tranquilidad y el silencio de ese lugar lo habían vuelto un tipo de refugio energizante. Uno donde podía estar cómodo, descansar del mundo y sus remolinos, donde nadie molestaba ni juzgaba, donde era solo yo y la complicidad del cielo. Era tan relajante, como tomar una gran bocanada de aire fresco cuando tu interior se incendia con llamas ansiosas, y era solitario, pero me gustaba así. Ahí no me sentía un extraño.

La puerta por la que se llegaba a la terraza se abrió sorprendiéndome. No creía que había mucha gente que conociera ese lugar, pero de allí salió Jason Grace luciendo como si acabara de encontrar petroleo.

- ¿Qué es esto? - Preguntó mirando al rededor, aunque supuse que quería una respuesta de mi parte al ser el único que estaba allí. 

- El techo de la escuela. - Respondí como si fuera obvio, porque lo era.

- Si. - Asintió con la cabeza asimilando la nueva y shockeante información. - ¿Se puede estar aquí?

- No lo creo. - Él levantó sus cejas cuestionándome.  -  ¿Qué? ¿Le dirás a tu amiga Reyna para que luego me suspendan?

- No. - Dijo para luego sentarse a mi lado con mis ojos siguiendo cada uno de sus movimientos. Estaba confundido. ¿Que estaba haciendo?

Pero él solo se quedó mirando hacia abajo, donde los autos de los alumnos mayores y de los profesores estaban aparcados. Unos segundos más tarde, un nuevo auto ingresó a las instalaciones de la escuela y se estacionó. Piper, vistiendo su uniforme de animadora, bajó de el y a paso apurado subió las escaleras de la entrada y desapareció dentro.

De abajo, Jason podría haber parecido un águila por como no le quitó su mirada a la chica ni por un instante. 

- ¿No es como muy delgada? - Solté haciendo que pusiera sus ojos azules en mi. Eran igual a los de su hermana, eléctricos y algo atemorizantes, pero los de Thalia tenían una dureza que los de Jason carecían.

- ¿Quién? ¿Piper? - Señaló hacia donde la habíamos visto. Asentí. - No se, no me había fijado. - Él sacudió su cabeza como si eso no fuera todo. - Digo, si se es que es delgada pero no me he puesto a pensar cuanto. - Añadió. - Supongo que es genética o algo así.

-  Si. - Dejé el silencio instalarse un rato, pero él no parecía incomodo por eso. Solo mantuvo la vista en los edificios a la distancia, sus brazos rodeando sus rodillas casualmente, como si estuviera acostumbrado a lo que estaba pasando. Como si así pasara sus ratos libre cada día, conmigo.

Pero yo no iba a ignorar lo raro que era la situación.

- ¿Qué exactamente estás haciendo aquí? - Pregunté. - ¿No deberías estar en clase?

- Podría preguntar lo mismo. - Giró su cabeza hacia mi. No podía leer su cara.

- No me gusta química. - Dije poniendo mi vista en los edificios de enfrente. Escuché una carcajada venir de él.

- Si. Puedo entender eso. - Asintió. - Te vi desde abajo.

- ¿Qué?

- Por eso estoy aquí. Te vi desde abajo y pensé en venir a saludar.

- Eso no tiene ningún sentido. - Le dije. ¿Por qué querría saludarme? No somos amigos.

- ¿Y qué si? - Preguntó. No respondí. - De todos modos, quería preguntarte por qué no fuiste el sábado al recital de Annabeth.

Mierda. Debería haber previsto que lo preguntaría. 

- Estaba lloviendo. - Intenté hacer sonar mi voz lo más convincente posible.

- No era al aire libre.

- ¿Por qué te importa siquiera?  - Fruncí mis cejas. - No somos amigos.

- Cierto. - Concedió. - Pero podemos serlo.

¿Por qué Jason Grace querría ser amigo de alguien como yo? No era como sus otros amigos del equipo de fútbol. No me interesaban los deportes, no creía que sus chistes sobre miembros fueran graciosos y definitivamente no utilizaba mis ojos para sobre-mirar chicas como Piper. 

- Este lugar es muy silencioso. No creía que hubiera algo así en la escuela. - Dijo al lado mio. - Adentro siempre es tan ruidoso, no puedo ni escuchar mis propios pensamientos. Me gusta.

- Supongo que nada de lo que te diga impedirá que vuelvas ¿verdad? - Suspiré resignado.

- No lo creo. - Sacudió su cabeza mientras se reía.

Antes de que pudiera decir otra cosa, tal vez encontrar algunos buenos argumentos para que no regresara, un grito lejano llegó a mis oídos. El director trataba de llamar nuestra atención tres pisos más abajo en la entrada principal.

- ¡Hey! ¡Hey! ¡Ustedes dos en el techo! - Agitaba sus brazos arriba de su cabeza como si se estuviera ahogando en el mar. Incluso desde aquella distancia, podía ver su rostro poniéndose colorado. - ¡Bajen de allí y vayan a mi oficina! ¿ME ESCUCHARON?

Jason se levantó primero y fue hasta la puerta conmigo siguiéndole los talones. No quería ir con el director pero no parecía tener opción.

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- ¿Cómo se les ocurre? Deberían estar en clase. - El director (o el señor D. como prefería que lo llamaran) repetía por tercera vez. - ¡Increíble! - Apuntó su dedo contra Jason quien estaba sentado derecho con los brazos cruzados en su pecho, su chaqueta de capitán del equipo de fútbol americano ajustándose a sus brazos y hombros marcándolos. Su cara estaba otra vez ilegible pero igual sabía que era la primera vez que lo llamaban a esa oficina para algo más que no sea felicitarlo. - ¡Grace! ¿Te estas aprovechando de que no pueda suspenderte porque necesito que ganes el próximo partido?  - Jason trató de responder pero el señor D. siguió con su monologo. - Toma esto como una advertencia, la próxima vez llamaré a tu padre.

Luego de eso, volvió hacia mi: - Y en cuanto a ti.... cual sea que sea tu nombre...

- Di Angelo. - Mi compañero le dijo.

- Eso. No hay nada que me detenga para suspenderte a ti, niño.

- Señor D. las reglas del instituto dicen que "si dos o mas estudiantes cometen la misma falta, todos deben tener el mismo tipo de castigo". - Cierto, Jason era también el vicepresidente estudiantil así que por supuesto sabía el estúpido reglamento.

El director se quedó sin palabras. Si me suspendía entonces también Jason y algo me decía que el rubio no iba a hacer a vista gorda.

- De igual modo, ¿qué rayos estaban haciendo allí arriba los dos solos? - La sospecha creció en los ojos del directos. - ¿Se estaban escondiendo para hacer... cosas? - Nos miró asqueado.

Oh, mierda. Podía sentir mi corazón latiendo rápido, no podía mirar a ninguno. Parecía que de repente una piedra había aparecido en mi estomago, mis oídos comenzaron a zumbar y mis manos a sudar.

- ¿Qué? - Podía escuchar la confusión en la voz de Jason. Yo, mientras tanto, estaba tratando de no caer en el pánico.

- Ya sabe... - El director estaba claramente incomodo.

- No. No sé a qué se está refiriendo. - Yo si sabía.

- ¿Ustedes dos son... eso? - Titubeó el señor D. ¿Cómo mierda había resultado todo así? - ¿Tendré que hacer que use el vestuario de las chicas, Grace?

Me animé a darle un vistazo. Al parecer, Jason había unido los puntos y ahora era él el que no sabía que decir. Su rostro estaba rojo y al principio pensé que era de vergüenza pero no, él estaba enojado. Su cuerpo estaba inclinado hacia delante y miraba hacia el director como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. Después puso su vista en mi por un segundo. 

Se levantó de la silla y con una voz aterradoramente calmada preguntó:

- ¿Podemos irnos ya?

- Si. Si, claro. - El señor D le respondió aún con un tinte de sospecha.

No esperé a nada más. Me paré y abrí la puerta dispuesto a salir de esa oficina que se había estado volviendo asfixiante. Una vez afuera, escuché unas últimas palabras del director:

- Con respecto a los vestidores...

- No me tiene que mudar con las chicas. - Contestó Jason y cerró la puerta. Me alcanzó en el pasillo y me dijo. - Eso fue un desastre pero al menos no nos suspendieron.

Yo asentí. Ya había superado mi limite para sostener conversaciones.

- ¡Di Angelo!

¿Y ahora qué?

Ambos nos giramos y encontramos a Reyna en frente nuestro. Ella le dio un vistazo a su amigo, probablemente extrañada de que estuviera conmigo, y volvió a poner sus ojos marrones en mi. 

- He querido hablar contigo por días, pero es como si desaparecieras en las sombras o algo así. - Yo dije nada, solo esperé a que continuara. - Solo quería decirte que vi las fotos del partido y me gustaron. Así que, si lo quieres, el puesto del fotógrafo es tuyo. 

Yo acepté justo cuando la campana sonó indicando que terminaba la primer clase. Pensé que más tiempo con mi cámara no me vendría mal, además luciría bien el la aplicaciones para la universidad.

- ¡Hey, Jackson! - Otra voz llamó nuestra atención haciendo que volteáramos hacia el emisor. Dylan (un tipo que se creía mejor que el mundo) caminaba por el pasillo con un grupo de deportistas siguiéndolo como guardaespaldas. Detrás de ellos, Piper era arrastrada por dos de sus compañeras animadoras.

Percy acababa de salir de uno de los salones y fue sorpendido por todo un grupo que lo detuvo. 

- ¿Has escuchado? - Dylan se puso enfrente de Percy tratando de intimidarlo. Este último cerró sus manos en puños por debajo de las mangas de su chaqueta de cuero desgastada. - El entrenador va a hacerme capitán ahora del equipo.

Si. Dylan y Percy solían ser compañeros de equipo de natación. 

Una multitud se había juntado a ver la escena y los había encerrado en el medio a los dos.

- Bien por ti. - Le respondió Percy para nada alegre. - Ahora ¿quieres dejarme en paz y correrte del medio?

- ¿O qué? 

- No pueden pelear aquí. - Interrumpió Reyna antes de que se volviera peor.

Dylan le lanzó una sonrisa de lado: - No te metas, muñeca. Los hombres estamos hablando.

- Ya lárgate, Dylan. - Jason habló ahora. 

- ¿Tu también te metes como una niñita, Grace? - Le gruñó. - Búscate algo que hacer y recuerda dejar mi chica en paz.

Jason le lanzó un rápido vistazo a Piper. La campana volvió a sonar. Dylan señaló a Percy y a Jason y les dijo con tono amenazante.

- Me estoy cansando de ustedes. No se metan en mi camino.

Él se fue, pero los murmullos se volvieron cada vez más fuertes hasta el punto de ser gritos aturdidores. 

Extrañaba el silencio del techo.



Si, yo también me odio por no publicar antes. De todas formas, ¡¡¡GRACIAS POR LOS 50K!!!  

¿Qué les pareció el capítulo?  Díganme  en los comentarios si les gustó.

Espero que hayan empezado bien el año y que si no, pues que mejore. Les mando todo el cariño y los mejores deseos.

¡Qué tengan un lindo día! (Mejor que el de Nico)


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