XVII - Jason
#CuandoNoSabiamosQueEsperar
Tal vez no podíamos vivir sin expectativas...
Al llegar al amplio estacionamiento de la escuela, el ambiente en el auto ya se había tornado asfixiante. Al salir, el aire frío de finales de octubre me dio de lleno en la cara y entró en mis pulmones dándome la sensación de un poco de libertad, que me permitió observar el resto del lugar con un más cuidado: Habían algunos autos, la mayoría pude reconocerlos como los de algunos miembros del equipo (de quienes tenían edad para conducir), otro podían ser de las animadoras y puede que el de alguno de los profesores también estuviera estacionado allí. Aún así todavía quedaba mucho espacio, el cual se llenaría en un par de horas para el comienzo del primer partido de la temporada que nadie quería perderse.
Un portazo a mis espaldas me trajo de nuevo, Thalia ya se había dado vuelta y caminaba hacia afuera del establecimiento. Probablemente, pensé, iría a la tienda que estaba al final de la calle a gastar el dinero que nuestro padre le había dado en cosas toxicas para el bienestar de su cuerpo. No parecía importarle demasiado.
Su cabello oscuro se le iba al rostro al ir en contra del viento. Creo que ese simple acto reflejaba mucho quien era: Siempre en contra. Al contrario, yo no era así. Las reglas eran un peso que sostener todo el tiempo. No se por qué pero sentía que tenia que formar un equilibrio entre las personalidades de ambos, como si el bien del universo dependiera de ese frágil equilibrio.
Eramos blanco y negro, y no parecía que alguna vez fuéramos a formar gris.
Verla alejarse de mi sin siquiera un aviso me hizo preguntarme si alguna vez podríamos destruir la barrera invisible que se interponía entre nosotros.
Con un último vistazo, me dirigí hacia el ala de vestuarios que estaba cerca del campo de fútbol. Tenía que apurarme, ya estaba llegando tarde y eso no era nada propio de mi. Casi siempre era el primero en llegar, incluso a veces antes que el entrenador. Para muchos la idea de llegar atrasado una vez no significaba un gran problema, y tal vez no lo era, pero cuando has acostumbrado a las personas a algo o a la actitud de alguien, cambiar la rutina podía ser un desbordamiento de todos sus esquemas.
Los cambios afectaban a la gente, incluso el más mínimo, pues no sabían como actuar ante ellos, era como estar a ciegas en territorio desconocido y eso era aterrador. Y tal vez mi tardanza no era el más grande problema en ese momento, ni siquiera había sido mi culpa, pero no podía evitar estar nervioso hacia lo que mis compañeros podían decirme.
Por alguna razón, el pasillo de los vestuarios estaba más frio que el exterior. No entendía cómo, casi no había ningún tipo de ventilación allí. La puerta para entrar a la parte de los hombres estaba al final del corredor por el lado derecho, justo en frente del de las chicas. Podía escuchar ya desde afuera las voces del equipo de forma estridente, ansiosos por jugar de nuevo en lo que había sido un buen tiempo. Del oto lado, el chillido de las animadoras también era distinguible. Chicas gritándose unas a otras por el peinado o el vestuario, al menos eso era lo que lograba entender entre tanto griterío.
Cuando ya iba por la mitad del recorrido, la puerta de las chicas se abrió y de allí salio una persona que no tenía ganas de ver, pero con la que debía hablar.
Sus zapatillas estaban de un blanco inmaculado, haciendo contraste con la piel más bronceadas de sus largas piernas que parecían no tener fin y luego se escondían en el traje de animadora que de alguna forma se ajustaba perfectamente en sus caderas y dejaba sus pequeños y huesudos hombros al descubierto. Al acercarnos más, pude notar su perfecto maquillaje que hacía resaltar sus pómulos, pestañas que parecían más largas que mis uñas le hacían un efecto especial a sus ojos, los oscurecía. Y por su puesto el labial rojo fuego que hacía a sus labios más llamativos y que no combinaban con el uniforme que tenía los colores de la escuela: azul y amarillo, pero de alguna forma funcionaba bien en ella.
Ella me vio también, y miró a sus costados dándose cuenta que no tenía escapatoria de nuestro no planeado encuentro.
Tal vez era tiempo de enfrentarla, de terminar la discusión que habíamos tenido hace algunos días, luego del pequeño revuelto cuando mis amigo se habían burlado de Jackson por haber sido expulsado del equipo de natación:
(Véase también el capítulo XII de Leo)
Ella había agarrado mi mano y me había sacado fuera, justo a la entrada de la escuela. Yo la había dejado hacerlo, estaba algo desconcertado por la dirección repentina que la situación había tomado. Primero se habían estado riendo de mi "relación" con Piper y en el próximo instante me habían puesto en contra de Percy. Todo había sido más incomodo de lo que quería soportar.
Parecía que todo en mi vida se había vuelto en una situación de permanente incomodidad.
Piper les había lanzado un comentario burlesco a mis amigos, sabía que no les gustaría, también sabía que les gustaría menos que no los haya defendido de "mi chica", incluso cuando ella había tenido razón. Me sentía atrapado entre la mirada de muchas personas, y no solo metafóricamente.
- Bueno, tus amigos son un poco imbéciles. - Recuerdo que me dijo.
- No tienes ni idea de lo que hiciste. - Empecé a respirar agitadamente, dándome cuenta de los problemas que se me vendrían encima. - Ellos van a estar tan enojados.
- ¿Por ponerlos en su lugar? Bien, no me importa. - Increíble, esta chica era todo un dilema.
- Pues a mi si. Son mis amigos. - Ella puso sus ojos en blanco. Ya no podía manejarlo. - Mira, Piper, creo que toda esta farsa debe terminar. Siento que solo traerá problemas con los demás.
- ¿Por qué no solo mandas a tus amigos a callar? ¿Por qué tienes que hacer cosas para caerles bien? - Me preguntó.
-¿Es en serio? - Ella estaba metiéndose en mis venas como veneno, y realmente no tenía que reclamarme nada. Yo había estado tratando de ayudarla. - Tu inventaste una relación para dar un pequeño espectáculo y que luego las personas dejaran de inventar rumores falsos sobre ti. ¿Por qué tu no los mandas a callar? ¿Por qué parece que sientes la responsabilidad de darles algo a lo que mirar?
Mirando atrás, tendría que haber notado que no eramos tan diferentes como parecía.
Ella no tomó bien mis indagaciones.
- ¿Sabes qué, Jason? - Dijo alzando las manos. - Haz lo que quieras.
Ahí fue cuando la campana del inicio de clases sonó y cortó lo que no estaba seguro de poder llamar conversación. Corrí hacia dentro, sin responderle y no volví a toparme con ella hasta este día del partido. Estaba decidido, tenía que acabar lo que habíamos comenzado.
Parada allí en frente mio, con su impecable cabello atado en una coleta y sus brazos cruzados en frente de su pecho, inspiraba un aura de autoridad que casi me acobarda.
- ¡Grace! ¿Ya sabes qué es lo que quieres?
En mi mente pasaron todas las cosas que mis amigos habían estado diciendo sobre el nosotros que de verdad no existía. Cada dicho e insinuación mal intencionados que dijeron luego de aquel drama. No quería soportarlo más.
- No quiero seguir con esto, Piper. - Le dije. - Lo siento.
Por unos segundos ella se quedó en silencio, como si estuviera procesando mis palabras. Observó un punto fijo por detrás de mí para después suspirar sonoramente. Dejó caer sus muy delgados brazos, como si le pesaran.
- Bien. - Me miró y afirmó con la cabeza. - Solo... buena suerte.
¿Qué? ¿Era en serio? ¿No pelearía conmigo? Pues, no se exactamente que es lo que esperaba pero definitivamente nunca había pensado que lo dejaría ir tan fácilmente. ¿Acaso se estaba rindiendo? ¿Por qué me importaba tanto? Me estaba metiendo en un huracán de preguntas el cual no era necesario.
No entendí a que se refería con eso de "buena suerte" pero lo dejé pasar. Ella se hizo a un costado permitiéndome el paso hacia los cambiadores, donde mis compañeros seguían gritando como hombres de cavernas. Me dio una última sonrisa, no de esas que mostraban sus dientes, sino una con sus labios unidos.
- Nos vemos después del partido. Ya sabes, la cena con Brunner. - Me despedí.
Ella pestañeó varias veces, como si acabara de acordarse de nuestra salida obligatoria. No pude leer la expresión en su rostro.
- Si, claro. La cena. - Se dio vuelta y se encaminó hacia la salida rápidamente, dejándome atrás.
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- ¡Grace! Llegas 15 minutos tarde. - El entrenador me gritó apenas entré a los vestidores, llamando la atención de todos para mi pesar. - No es nada propio de ti, chico.
- Lo sé, lo siento. No volverá a pasar. - Prometí.
Me dirigí a la banqueta enfrente de mi casillero y empecé a sacar las cosas que iba a utilizar, mientras trataba de ignorar la miradas de todos en mi nuca.
- ¡Los quiero a todos en el campo en 5 minutos! - Anunció el entrenador Hedge a todos. - Empezaremos el calentamiento.
Bobby, Dakota y Michael se me acercaron por atras:
- Amigo - Michael puso su mano en mi hombro. - ¿Qué sucedió?
- Nada - Respondí cortante.
- ¿Princesa McLean tiene muchas demandas difícil de conseguir? - Rió Bobby.
- Eso acabó. - Le dije sin mirarlo, mientras me quitaba la camiseta y me ponía el equipo.
- Bien. - Dakota se sentó a mi lado sonriendo. - Esa chica solo trae problemas. Es mejor estar lejos.
- ¡Oh por favor Dakota! - Chris que aparentemente había estado escuchando le habló. - Te la tirarías si pudieras.
- ¡Por supuesto! - Dakota se levantó de un salto en defensiva. - Está buena. Pero no tiene material de novia. No creo que sirva para eso.
No era una cosa linda que decir sobre una chica a la que ni siquiera conocías, era irrespetuoso aunque ella no pudiera escucharlo, pero preferí no decirle nada.
- Digo, - Dakota continuó. - Jason aquí acaba de comprobarlo ¿verdad?
Yo solo forcé una sonrisa.
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- Jason, tienes que concentrate ¿Bien? - Hedge me había puesto a un costado del equipo, estábamos a unos segundo de salir al campo.
Podía escuchar a la multitud rugiendo allí afuera, absolutamente entusiasmados por el partido. La música de la banda se mezclaba entre los gritos de las animadoras y me pregunté si no había alguien que pudiera darme unos tapones para los oídos, aunque no fueran lo mejor a la hora de jugar.
- Es el primer partido - Siguió- debemos empezar con el pie derecho. Con todo lo que tenemos. Ese eres tu, lo mejor del equipo. Todos creen en ti, chico. Toda esa gente allí, ellos vienen a verte. Saben que eres el mejor. Tienes que hacerlos sentirse orgullosos de ser parte de esta escuela. Tienes que ir, darlo todo y ganar ¿Entendido? No nos decepciones.
Puede que el pensara que esas palabras me inspiraban, pero lo único que lograban era poner una gran cantidad de presión sobre mis hombros. Pero como todos esperaban, no se lo dije, asentí y crují mis dientes para tragarme mis quejidos. Me coloqué en mi puesto de la fila para entrar al campo y traté de mentalizarme. Traté de dejar a Thalia y su rechazo atrás, a mi padre y a su indiferencia hacia las cosas que él quería que lograra pero que nunca parecían interesarles. A Piper y lo que sea que pasara por su cabeza.
Tenia que ganar. Era el capitán, el "chico de oro". Toda la escuela dependía de mi, tenía las expectativas de todos en mi poder. No podía decepcionarlos.
¿Pero qué pasaría si lo hiciera? ¿Si los decepcionara? ¿No sería su propia culpa por siquiera esperar algo que no sabían si era imposible? Pero capaz de eso se trataba todo en la vida, de esperar con fuerzas lo inesperado, de tener esperanza. Tal vez no podíamos vivir sin expectativas.
De todas formas estoy seguro de algo, ninguno de los nueve pudo predecir lo que pasaría con nosotros.
Que comience el juego.
¡GRACIAS POR TODOS LOS VOTOS Y COMENTARIOS QUE DEJAN EN CADA CAPÍTULO, SIGNIFICAN UN MONTÓN!
Esta semana ha sido bastante mala y no solo por los suceso de aquel libro que ya no mencionaré (el libro está cancelado, chicos, al menos para mi), si no también por otras cosas personales. (Empezando por Infinity War asdfghljkñ)
Díganme que les pareció el capítulo.
El próximo es la cena y es narrado por Piper soooooo....... como el nombre del capítulo, no se sabe que esperar.
¡Que tengan una semana mejor que la anterior!
Todo el cariño.
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