XIII - Annabeth
#CuandoEmpezamos
Habían dos confidentes, la luna en el cielo y tu...
Ese momento podía entrar en el top 10 de los más raros.
Tenía a Percy Jackson junto a mi en el camino hacia mi casa, que ya era bastante extraño, y no estaba lanzando comentarios sarcásticos a diestra y siniestra como usualmente hacía cada vez que estaba cerca. Él solo caminaba arrastrando los pies con las manos en los bolsillos delanteros de sus jeans y su mirada perdida más allá del final de la calle, perdido en sus pensamientos.
Para mi frustración, no sabía lo que estaba en su cabeza pero en la mía, un montón de preguntas se formulaban una después de otra, aunque no encontraba la respuesta para ninguna. Toda esta situación estaba poniéndome más incomoda a cada paso. ¿Cómo me metí en esto?
Cuando choqué con él en el pasillo, estaba lista para alguno de refranes desafiantes que tanto lo caracterizaban, de esos que me hacían hervir la sangre y querer golpearlo con un libro en su cabeza. Nada de eso pasó.
Si tuviera que escoger una palabra para explicar como se veía, supongo que diría devastado. Se veía devastado, como si acabaran de quitarle algo importante de su vida. No estaba en su entrenamiento como debía y ahí fue cuando lo supe: Algo malo había sucedido. Había querido preguntar que había pasado, y en efecto lo hice, pero al instante me arrepentí. No eramos amigos, él no tenía por qué decirme.
En mi camino a la salida, él me llamó y pidió por mi ayuda. Como producto de un misterio, dije que si. Tal vez parte de mi no quería que esté solo luego de lo que sea que le había ocurrido. Sabia lo malo que era no tener a nadie, incluso como distracción, cuando tu mundo parecía acabar.
No podía evitarlo, seguía mirando su rostro cada segundos para tratar de descifrar sus pensamientos, la curiosidad me estaba matando lentamente y cada pestañeo me volvía más ansiosa. Realmente no me gustaba no saber que estaba ocurriendo pues no sabía como manejar las cosas. ¿Qué se supone que tenía que decir? Necesitaba más información para poder hacer todo bien y no meter la pata.
- ¿Por qué me miras tanto? - Escuché a mi lado de repente. Yo giré mi cabeza inmediatamente.
- ¿Qué?
- ¿Que por qué me mira...? - Empezó a repetir.
- No, si... digo... te escuché la primera vez.
Diablos, Annabeth, pon tu mente en la tierra y presta más atención, me dije a mi misma.
- No te miraba. - Le respondí, él levantó una ceja. Obviamente no me creía. - Solo trato de entender todo esto. ¿Bien?
- Tu listilla, no puedes entender algo. Eso es nuevo. - Ahí estaba de nuevo, esa arrogante e irónica voz que tanto me molestaba.
- Cállate. Recuerda que soy yo quien va a ayudarte. - Eso último oscureció su mirada.
- Si, lo siento.
Bueno, si antes era raro su comportamiento ahora podía confirmarlo. Él nunca se disculpaba conmigo. Jamas.
- En unas dos calles llegamos. - Traté de seguir la conversación, puede que así lograra saber más acerca de lo que sucedió.
Él asintió con la cabeza.
- Todas las casas aquí - Comenzó mirando alrededor. - son algo lindas.
- ¿Tu crees? - Resoplé. - Para mí son todas iguales. No tienen nada de especial, de único.
- Tienes razón. - Rió. - Pero supongo que lo importante está en el interior. Allí adentro es donde se puede ver quienes y como son realmente las personas que viven allí. Adentro está lo verdadero. Lo bueno y lo malo. Solo tienes que entrar.
Estábamos hablando de casas pero se sentía más profundo, esas palabras iban más allá de paredes y techos. Y me hacían pensar en que tal vez Percy Jackson no era el cretino que pensaba, que en su interior era diferente, y que ese era el verdadero.
Nos miramos a la cara y él sonrió de lado, sabía que había captado el mensaje: "Solo tienes que entrar" había dicho. ¿Qué tan cerrado estás, Percy? Otra pregunta sin respuesta.
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Me paré enfrente de la puerta de entrada pensando en mis próximos movimientos. Entraría allí y mis padres probablemente estarían en la mesa del comedor con sus computadoras trabajando (acababa de ver sus autos al lado de la casa asi que sabía que estaban ahí), no me prestarían mucha atención al principio pero al notar a Percy, las preguntas comenzarían y todo se volvería incomodo. A ellos no les iba a gustar que él estuviera conmigo y que luego fuera a mi habitación. No les agradaba la idea de que tuviera un novio, o incluso un amigo que me distrajera de lo importante. Era ridículo que estuviera con alguien un día de semana, cuando al otro día también había clases y eso significaba tarea para hacer. Para ellos la vida escolar-profesional era mucho más importante que la vida social. Los amigos podían esperar, mis calificaciones no.
Tenía un plan, solo esperaba que no se arruinara.
- ¿Qué sucede? ¿No recuerdas como abrir una puerta? - Dijo Percy atrás mio.
- ¡No! Solo...trata de no decir mucho frente a mis padres.
- Lo intentaré, pero no puedo prometer nada.
Eso no me tranquilizaba. Aún así entré a mi casa con Percy siguiendo mis pasos.
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Tenía razón, por supuesto.
Ellos estaban con los ojos pegados al ordenador, concentrados en lo que sea que hacían. Cuando cerré la puerta, mi padre me notó. Y a Percy.
- Hola, Annab... ¡Oh! ¿Quién es él? - Al escuchar la pregunta de mi padre mi madre levantó la cabeza observándonos detalladamente.
- Eemmm... - Gran comienzo, Annabeth. - Él es Percy Jackson. Haremos la tarea juntos. Vamos. - Lo agarré del brazo y comencé a arrastrarlo hasta la escalera.
- ¿Así que tarea eh? - Mi padre de nuevo con su ceja izquierda levantada. Ni quiero saber que estaba pensando.
- Si, de matemáticas. - Empecé mi marcha de nuevo.
- ¿Van a tu habitación, Annabeth? - Mi madre preguntó.
- Bueno si. - Dije. - ¿A donde más iríamos? ¿Al baño?
Percy se rió. A mis padres no les pareció gracioso.
Antes de que pudieran decir otra cosa subí las escaleras a una velocidad de la cual Flash estaría orgulloso, con Percy siguiéndome de cerca.
- Creo que a tus padres no les gusta que esté aquí. - Percy comentó mientras se sentaba en mi cama.
- Si, gracias, capitán obvio.
Abrí mi mochila y saqué las cosas que iba a necesitar. Percy comenzó a copiarme.
- Bien, sientate aquí. - Señalé la silla al lado mio mientras tomaba asiento. - ¿Qué es lo que no entiendes?
- ¿Todo lo que va al proximo examen? - Sonrió culpable.
Esto sería largo.
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- Y aquí lo multiplicas y ya está. ¿Entiendes?
- Si, si, creo que lo tengo. Al fin. - Lanzó un suspiro cansado mientras apoyaba su cabeza en un cuaderno.
- Si, puede ser algo frustrante. - Dije.
- ¡Pero a ti se te da bastante bien! Ni idea como lo haces. Simplemente mirar el ejercicio hace que mi cabeza explote.
Solté una risa débil. Este chico se burlaba de mis capacidades académicas y ahora sonaba como si me admirara. Todo era tan raro, fuera de lo común, pero me gustaba.
- Bueno, puede que los numeros sean lo mio pero te aseguro que nadar no lo es.
Ese era mi intento de hacer que se sintiera mejor. No funcionó. Esa mirada con la que me había encontrado en el pasillo de la escuela unas horas antes volvió repentinamente.
- Pasó algo en la práctica ¿Verdad? - Él asintió. - Como dije antes, no tienes que decirm...
- Me sacaron del equipo.
- ¿Qué? ¿Por qué? Tu eres el capitán, el mejor nadador del equipo. ¿Qué rayos estaban pensando para sacarte?
- No puedo nadar, Annabeth. - Involuntariamente tocó su pecho, justo en sus costillas. Diablos.
- Percy ¿Has visto a un medico? - Lo miré a los ojos.
- ¿Que se supone que voy a decir, Annabeth?
- La verdad. Que tu padrastro te golpea.
- No van a creerme. No le creyeron a mi mama. Luego él se enteró que ella lo dijo y realmente no fue bueno. Si se llega a enterar que tu y el resto lo saben, me matará. - Puso su manos en su cara, ocultándola. - Y solo acaba de quitarme lo que más amo hacer.
No sabía que decir. ¿Qué querrías escuchar cuando tu mundo se cae a pedazos?
Él tomó un largo respiro componiéndose de vuelta.
- Yo lo siento. No se por qué te estoy diciendo esto. Tu y yo no nos llevamos bien y ahora yo estoy...
- Está bien. En serio. Bueno no. La verdad es que todo es una mierda.
Él rió y yo también.
- No eres la mala perra que siempre vi, Chase. - Dijo.
Eso me hizo sonreír.
- Si, supongo que tu no eres tan malo tampoco. - Dije.
Eso lo hizo sonreír.
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Estábamos en la acera de mi casa. Él estaba por irse.
- Mira, Percy, yo solo quiero decir que puedes hablar conmigo, si tu quieres claro. Puede que no siempre sepa que decir pero, puedo escucharte.
- Lo tomaré en cuenta. - Sus ojos verdes se iluminaban con la luna dándoles un tono realmente precioso. Me pregunté cual era el nombre de ese color en particular. Luego su mirada se puso en algo detrás mio, al girar vi a mi madre en la puerta mirandonos atentamente.
- Gracias, Annabeth. Por todo.
- Esta bien. - Empecé a retroceder. - Nos vemos mañana.
- Si nos vemos.
Yo me encaminé hacia mi madre.
- ¿Él es tu novio? - Preguntó.
- No, mamá. Es solo un compañero de clase. - Contesté.
- Bien, sabes que no necesitas distracciones.
Yo creo que si las necesitaba.
¡HEEEY! ¡GRACIAS POR LOS 14K!
¿De quien les gustaría que fuera el siguiente capítulo? Tengo algunas ideas, veamos si encajan.
¿Les gusto este capítulo? Díganme en los comentarios, amo leerlos.
Perdón la demora, noviembre fue una perra llena de exámenes. Me queda otro este mes porque como Percy, la matemática no es lo mio.
¡Hasta el próximo! All the love.
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