X - Percy
#CuandoVimosDiferente
Tal vez encontraremos aliados cuando menos los esperamos...
Estaba teniendo el sueño más raro:
El profesor de historia me había encerrado con otros ocho chicos en la escuela un fin de semana, peleaba con los hermanos Grace y Piper McLean hacía una de sus salidas dramáticas, dos veces.
Bueno, realmente pensaba que era un sueño (o mejor dicho una pesadilla), hasta que una voz conocida interrumpió mi descanso.
- Jackson, Jackson a ver si te despiertas... ¡JACKSON!
Ese último grito hizo que abriera mis ojos de repente y de alguna forma golpeara mi frente contra el escritorio en el que aparentemente estaba durmiendo despertandome completamente.
- ¿Qué? ¿Qué pasa? - Pregunté mientras giraba mi cabeza desorientado, para encontrarme a Annabeth Chase a mi lado con una ceja levantado y una sonrisa de burla en su rostro.
- Pasa que Brunner llegará en cualquier momento. El resto ya estamos despiertos. - Señaló a los demás que estaban en los demás escritorios. No tenían buena cara.
Al parecer mi sueño era real.
- Podrías haberme despertado cuando él estuviera aquí. Así habría dormido más. - Le reproché con fastidio.
- Si, podría haberlo hecho, pero no se me daba la gana. - Me contestó mientras caminaba hacia la mesa que tenía sus cosas. - Por cierto, - Giró para verme. - Babeas cuando duermes.
- ¡Claro que no! - Dije mientras me pasaba el dorso de la mano por el lado derecho de mi boca y me daba cuenta que al parecer si lo hacía. Una palabra: Vergonzoso.
Otra vez el silencio nos rodeo. Lo único que se oía era el tic tac del reloj de la biblioteca, el cual todos mirábamos rogando que las agujas indicaran que eran las 9. Sabíamos por experiencia que Brunner sería puntual.
Afuera, el resplandeciente sol no dejaba de subir y el calor de sus rayos se filtraba por las altas ventanas, aún así todo el lugar parecía un congelador de carnicería.
Tal vez era eso lo que me hacía estremecerme, el frío, pero la teoría de que era por pensar en lo que pasaría cuando me fuera de la escuela, era más certera.
- ¡Dios! Necesito un maldito cigarrillo. - Exclamó Thalia mientras golpeaba sus dedos ansiosa contra el escritorio.
- Ya, intenta calmarte, Thalia. - Jason y su estúpida pasión por mantener la paz podía ser tan irritable.
- No me digas que hacer, Jason. Soy mayor que tu. - Thalia apretaba la mandibula sin despegar sus ojos del reloj.
- ¿Qué? Nacimos el mismo día.
- Si pero yo nací antes. - Y a partir de ese momento fue cuando los hermanos Grace empezaron a discutir. Cada uno hablaba al mismo tiempo y el resto los mirábamos porque realmente no había nada más interesante. Yo solo pensaba en los cambios de su relación. Ayer ambos peleaban juntos contra mi, luego ella hizo que él dejara ir a Piper, después bromeó sobre ello y lo molestó y ahora ambos pelean como si de ello dependiera el mundo. No entendía a los hermanos, tan simple como suena y tan confuso como es, ellos eran un misterio más de esta vida.
Luego de un rato, Annabeth decidió intervenir:
- Oigan, cállense ya, esto es tan estúpido. ¿Son idiotas o qué? ¡Ya paren! - Ninguno de los dos la escuchaba. Estaban absortos en ellos mismos. Annabeth fulminaba a ambos con sus ojos grises como si así pudiera hacer que se dejaran de pelear. La pequeña Hazel los miraba preocupada, Frank parecía tratar de entender lo que decian, a Nico parecía que la cabeza iba a explotarle.
Y yo, yo estaba demasiado cansado. Aun no eran las 9 de la mañana y ya había escuchado los gritos que debía llenar por día, y aún faltaba más.
- ¿Qué está pasando aquí? - Y todo se detuvo. Todo menos el tiempo, pues nosotros nos quedamos petrificados mirando a Brunner, que acaba de entrar.
- Oh, bien. Ya era hora. - Thalia agarró su bolso y se dirigió a la puerta.
- Señoria Grace, ¿Podría decirme, antes de irse, por qué discutía con su hermano?
- Era algo tonto, cosas de hermanos sin importancia ¿Verdad Jasie? - La mirada que le mandó a su mellizo rubio podía compararse con un dragón, uno con delineador negro.
- Si, no era nada serio. Ya está bien. - Le dio la razón.
Creo que allí fue cuando lo entendí, cuando lo vi. Jason estaba cansado. Estaba cansado de siempre ser el que tenía que sacarla a su hermana de problemas, cansado de quedar en el medio de estos, y él estaba completamente harto de pelear con ella. Estaba cansado de caer por ella, pero aún así lo hacía. No sabía si Thalia se daba cuenta de lo afortunada que era. Al menos no en ese momento.
- Bien, ya pueden irse. - Brunner dijo.
Mentiría si dijera que no esperaba algo más. Alguna enseñanza o una explicación pero lo único que obtuve fue un:
- El mundo será diferente ahora. Solo presten atención. - ¿Qué rayos significaba eso?
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El cielo era azul. No había ninguna nube y si lo mirabas por mucho tiempo parecía que estaba muy cerca, y que en cualquier momento te aplastaría y serias parte de él. No me gustaba, sentía que le faltaba algo, era tan tranquilo y pacífico, tan diferente a mi vida, que parecía una clase de broma del universo. Pero daba la sensación de que nada podía pasarle al mundo cuando el cielo estaba así, no era más que una ilusión.
Muchas cosas podían pasarle al mundo, al nuestro, tan rapido como un chasquido, tan violento como un golpe en la cara. O dos. O una patada en la rodilla que te hacía caer al suelo. Otra en el pecho, justo en las costillas. Todo podía volverse una pesadilla, hasta que te dabas cuenta que no lo era, que en verdad es la realidad, y es peor porque no puedes despertar de ella, no puedes escapar. Debes luchar, enfrentarla y ver como la furia brilla en sus ojos y te prepara para un golpe más. ¿Puedes aguantarlo?
Todos los días.
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No estaba en mi cama, eso fue lo primero que noté. Era demasiado duro para serlo.
Al abrir mis ojos me di cuenta que estaba en el piso, tenía una almohada debajo de mi cabeza y una manta azul cubriendome el cuerpo. Sabía que había sido mi madre, ella no podía cargarme hasta mi cama por lo que había hecho una en el suelo.
Me levanté, el cuerpo me dolía como mil y un demonios, caminé hacia la cocina por un vaso de agua pues el sabor a sangre en mi boca era asqueroso. Traté de hacer el menor ruido posible, mordía mi lengua cada vez que quería gruñir por el agobiante dolor en mi pecho. Si él se despertaba, no se lo que podría pasar, no quiero ni imaginarlo.
Abrí el grifo y saqué un vaso de la alacena para después llenarlo. Mientras tomaba (y me costaba tragar) miré el reloj, las 6.30. Diablos ¿Cuanto tiempo había estado inconsciente? Ya era lunes de nuevo y tenía que ir a la escuela. Para mí acaba de llegar de ese particular fin de semana, pero todos saben que el tiempo pasa rápido cuando duermes.
Iba a tener que buscar mis cosas rápido y largarme de allí aunque todo mi ser estaba oprimido físicamente. Realmente este era el último lugar donde quería estar, ni siquiera podía llamarlo hogar o casa, no lo era y jamás lo sería mientras estuviera dominado por la bestia apestosa.
Y había algo que me preguntaba mientras caminaba a la escuela y tomaba grandes bocanadas de aire que hacían a mis huesos gritar: ¿Algún día encontraría algo a lo que llamar hogar? ¿Algo que me haría sentir tan bien que nunca quisiera dejarlo?
Oh chico, solo tienes que observar más. Ver diferente.
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Llegué tarde para que lo sepas, caminar en mi estado es más difícil de lo que parece en las películas de acción. La señora Dodds (o señorita como le gustaba que le dijéramos) no me dejó entrar a clases cosa que no era conveniente ya que estaba fallando en esa clase. Mi conciencia no dejaba de atacarme, haciendo de toda la situación mi culpa, podría ignorarla un tiempo pero luego, empiezas a creerle. Necesitaba otra voz que la contradijera, no sabia de quien, pero era la quería.
El resto del día las personas metidas seguían preguntando en que lío me había metido esta vez, solo sonreía misteriosamente. Realmente no les debía ninguna historia ni explicación, aunque ellos pensaran lo contrario.
Tampoco iba a decir la verdad, ¿por qué? era incomodo, no quería contarlo todo, no quería su pena. Aún me perseguía y me avergonzaba el haberlo dicho el sábado. Mi humor estaba caliente por la discusión con Jason y Annabeth me tomó con la guardia baja. Malditos rubios.
Lo que sea, es probable que lo ignoren el resto de sus vidas. Solo tenía que quedarme callado, debía aprender a no abrir la boca de más.
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- ¡Jackson! Debes mejorar tu tiempo, las regionales están cerca y yo quiero ganar. - Ese era el entrenador del equipo de natación, el entrenador Hedge. Muchos otros entrenadores dirían algo así como que no hay un yo en un equipo, pero él no era así. Él quería ganar y pretendía que nosotros hiciéramos la parte dura y ganáramos para que después pudiera alardear. No me importaba, yo solo quería nadar, era mi cosa favorita en el mundo y allí en la pileta, yo era mi propio oponente al que tenía que vencer. La natación hacía que por un tiempo, nada importara tanto.
Estar en traje de baño y que todos vieran las marcas en mi torso superior no fue lindo, al contrario, fue bastante incomodo. De todas formas traté de no prestarle mucha atención y concentrarme en la rutina de nado que tenía que mejorar.
¿Cómo salió? Para resumirlo, fue un desastre.
Mi cuerpo no estaba listo para tales movimiento, lo exigía demasiado y el dolor hacía imposible cualquier intención que tenía para moverme. Ni siquiera me permitía flotar, haciendo que el agua con cloro entrara por mi boca y nariz. Me hundía, literalmente, aunque mi espíritu también lo hacía.
Lo más decepcionante vino a continuación, cuando el entrenador me sacó del equipo, diciendo algo con que las cotidianas peleas que tenía estaban debilitando mi cuerpo y algunas cosas más que no escuché. Era el capitán y me estaban sacando. Sentía que lo estaba perdiendo todo.
Salí de la practica ya con mi ropa puesta y mi pelo aún mojado. Choqué con alguien porque claramente necesitaba más golpes.
- A ver si te fijas - Dijo nadie más que Annabeth Chase. - ¡Ja! Jackson, ¿qué haces aquí?
- Bueno, es la escuela, se supone que esté aquí. - No estaba de humor para discutir con ella.
- No me refiero a eso. ¿Por qué no estas en la practica? Termina a las 5 - Señaló el cartel de horarios de uso de piscina que estaba pegado en la puerta detrás de mi. - Y todavía no son las 4 - Miró su reloj.
No respondí. No podía. ¿Qué se suponía que le dijera? No podría soportar una burla.
Creo que se dio cuenta de que algo me pasaba, no se, algo en su mirada cambió.
- Tu... Yo... ¿Quieres hablar? - Nunca la había visto así, era como si por primera vez no sabía que hacer o decir. Se movía de atrás para adelante tratando de decidir si quedarse o salir corriendo.
- ¿Y de que hablaría?- Pregunté.
- Si, si...Tienes razón, es estúpido. Adiós. - Se dio vuelta y empezó a caminar hacia la salida.
El mundo parecía diferente, ahora que ella lo había sido.
- ¡Espera!¡Annabeth! - Grité. Sorprendentemente mi pecho no dolió.
- ¿Si? - Me miró.
- Eres buena en matemáticas ¿Verdad?
- Si, ¿Por qué?
- Yo... - Me rasqué la nuca incomodo. - estoy fallando y me preguntaba...
- ¿Si podía ayudarte? - Ella terminó por mi, yo asentí. - Si, esta bien. ¿Quieres empezar ahora? - Sonrió levemente y yo también.
- Eso estaría bien.
Y así fue como caminamos uno al lado del otro. Creo que ambos lo vimos. Creo que ambos nos dimos cuenta de que todo se volvía diferente.
...encontraremos amigos en la oscuridad, cuando todo parece caer, cuando todo aparece acabar.
¡Gracias por los 9K! Iba a publicar el capítulo ayer como le dije a algunos pero fue mi cumpleaños y no tuve tiempo ¡Pero aquí está!
Gracias por todos sus comentarios son tan lindos, hacen mis días. Así que diganme que piensan de este.
¡¡Nos vemos gente bella!!
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