VII - Nico

#CuandoNoHablamos

Confiar o no confiar, esa es la cuestión. Tal vez siempre lo sea.


Socializar. ¿Sabes cuál es la peor parte? Hacerlo y también es no hacerlo. He aquí una explicación para más claridad:

Las personas sienten la necesidad de socializar con otras personas, de pasar el rato, de intercambiar ideas, de hablar sobre pensamientos, alguien con quien abrirse. El problema llega cuando no hay nadie allí, o que cuando revelas tu corazón, se ríen y dicen que exageras. ¿Qué saben ellos acerca de lo que sentíamos? ¿Qué saben si agrandábamos todo el asunto? No tenían ni idea.

Al final decides no decir palabra alguna, era mejor estar callado, era mejor mantener todo para ti aunque te estuviera carcomiendo por dentro. A veces solo querías que alguien te escuche, alguien que te diga que lo que sentías no estaba mal. Pero no había nadie allí.

Puede ser que el problema no fuera socializar, si no más bien con quién lo hacías. Personas, personas que no eran de confiar. Parecía que nadie lo era.



Los rayos del sol atravesaron a través de la pequeña separación que había entre las cortinas de la ventana hasta mi cara, provocando que pusiera mi brazo arriba de mis ojos cubriéndolos. El sol lucía demasiado brillante para mi humor de la mañana, tanto que quería apagaralo de un manotazo.

No quería levantarme, no quería ir a la escuela. No quería salir de mi cama en el próximo siglo. Pero querer casi nunca es poder, al contrario de lo que dicen muchos.


Mi habitación era la final del pasillo, así que al salir este se extendía ante mi como una carretera desierta y oscura. Cada día caminaba por el mirando al piso, tal vez una parte de mi pensaba que así evitaría que los recuerdos llegaran, que las memorias me atacaran como cuchillos justo en el pecho, pero no, siempre terminaba de la misma manera. Yo detenido justo en la puerta que daba a lo que alguna vez fue su habitación. Simplemente miraba la puerta, la madera oscura y el picaporte dorado brillante y sabía una vez más que nadie saldría o entraría allí en un largo tiempo. Ni siquiera mi padre o yo, los únicos habitantes de esta terrorífica casa que nunca llamé hogar.

Como el día anterior, y el día anterior a ese, la puerta seguía igual, ni un rasguño nuevo, pero por alguna razón se veía más oscura que el día anterior, y el día anterior a ese, como si el espíritu de ella estuviera dejando la habitación lentamente y eso volviera todo este lugar más frió y deprimente. Si es que tiene algún sentido lo que digo.

Han pasado casi diez años desde que se fue, corrección: desde que fue quitada injustamente de la vida y el universo, y no hay un día en el que no quisiera que estuviera aquí. Muchos dijeron que era mejor así, que no sufriría más, ahora era un ángel en las nubes, yo asentía pero en el fondo de mi ser me importaba una mierda toda las falsas cosas sentimentales que decían, yo la quería conmigo, hablar con ella como nunca lo hice con otros, que me escuchara y no me juzgara, yo quería ver su cálida sonrisa cada mañana, que incluso estaba allí en los tiempos más duros.

Pero jamás la vería de nuevo porque Bianca estaba muerta. Todo por una estúpida enfermedad que no tenía cura y los estúpidos doctores buenos para nada que solo miraban con pena y compasión innecesaria a mi padre cada vez que mi hermana tenía alguno de sus ataques. Los odiaba en aquel entonces y aún lo sigo haciendo.

Y desde Bianca, no ha habido otra persona con la que haya podido hablar. Todos insinuaban ser tan inocentes, tan gentiles, tan amables y compasivos. Nadie lo es. Y yo no creo que lo sea, pero al menos no finjo nada. Ni tampoco muestro nada


Recordar que ya era jueves y debía ir a lo de Brunner no mejoró mi humor matutino para nada. Significaba más tiempo en la escuela en compañía de otros ocho adolescentes a los que preferiría evitar, y menos tiempo en el techo de mi habitación mirando a través de mi vieja cámara fotográfica. Estaba empezando a odiar los jueves tanto como los lunes.

Iba contra la corriente del conjunto de hormonas que llaman estudiante, todos se iban a donde sea que fueran luego de clase y yo me dirigía al salón 224 para vivir otro drama como la semana anterior.

Con solo recordar ese día me hierbe la sangre, todo por Piper McLean y su malditamente asquerosa lengua tóxica del infierno. ¿Quién carajo se creía que era para hablar de mi? Supongo que el fijador de pelo afectó a su cerebro e hizo que se crea la condenada reina de la escuela.

"¿Crees que con toda esa ropa negra que te hace tan "misterioso" vas a ser más interesante? Porque eso es lo que quieres, llamar la atención "

No McLean, no quiero la atención de todos los animales de este lugar, porque cuando la tienes, te vuelves completamente dependiente de ella y te conviertes en un personaje de cuarta que no puedes abandonar, exactamente como tu. Y ser tu no es mi meta en la vida, muchas gracias.

Estar tan metido en mis maldiciones hacia Piper hizo que me sorprendiera cuando alguien me chocó el hombro provocando que perdiera el equilibrio un instante.

- Oh lo siento ¿Estas bien? - Escuché desde mi lado mientras unas manos se apoyaban en mis hombros.

Levanté la vista y me encontré con un chico rubio de ojos celestes , sonriendo como si así solucionaría todos mis problemas.

- Si, ahora muévete estas obstruyendo mi paso, tarado. - Le dije.

- Will

- ¿Qué? - Diablos ¿por qué no se movía de una vez?

- Will, Will Solace. Ese es mi nombre, no "tarado" - Él hizo las comillas con los dedos y todo.

- Genial, bien por ti. - Lo rodee y seguí mi camino hasta el bendito salón 224.


- Qué bien que todos están aquí. ¡Y sin ninguna queja! - Dijo el señor Brunner mientras giraba en su silla de ruedas.

Nadie hizo ningún comentario sarcástico, ni siquiera Leo, pero no había emoción por saber lo que pasaría en la cara de ninguno.

- Esta vez seré breve y los dejaré irse a sus casas rápido. - Continuó. Hizo una pausa larga, observándonos a todos. - El sábado, todos ustedes deben estar aquí a las 9 AM.

- ¿¡Que!? Es sábado. No puede hacernos venir un sábado a la escuela. - Bien Leo, reclama tus derechos.

- Y ahí están las quejas. - Murmuró Brunner. - Y si que puedo señor Valdez. Así que deberá venir o no pasará el año y no se graduará.

- Chase, Grace, ustedes están en el consejo estudiantil. ¡Defiendan nuestros derechos, genios! - Jackson les gritó

Annabeth y Jason se miraron y tuvieron lo que parecía una conversación telepática. Jason asintió tomando el control.

- Puede hacernos venir, como tarea extracurricular. - Explicó.

- ¡Exacto! Venir el sábado es una tarea extracurricular. - Sonrió Brunner.

- Esto es ridículo. - Piper comentó.

- Tan ridículo como un rumor falso, señorita McLean. - Piper miró al profesor atónita.


Hubieron más quejas por supuesto, pero al final no tuvimos otra opción más que venir un sábado a las 9 de la mañana a la escuela. No lo sabíamos en ese entonces pero, algo ocurriría ese día, y lo cambaría todo.


¡Siento la demora! y ¡Gracias por los 4K! Espero que les este gustando la historia hasta ahora.

Nico es todo un caso pero hoy me sentía muy en su humor así que esto salió.

El próximo es de Thalia y vamos a conocer un poco de su relación con su hermanito Jason.

Gracias a @GeminisDraconis por sus ideas de Nico. Ojala te guste como va la cosa. Y hay más por ver.

¡Tengan un buen día!

#Nico

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