Capítulo 8
–He venido a ver como estás, Evelyn. Pero creo que nuestra conversación tiene que ser en privado, así que acompáñanos. –comentó Fred viendo a los curiosos estudiantes.
–¿Quiénes son? –preguntó Brooke con curiosidad.
Me había olvidado de mis amigos.
Por mucho que quisiera decirles quiénes eran sabía que no podía, la organización que llevaba Luna sólo la conocía el Gobierno, mi hermana y yo, no sabía si alguien más pero era mejor no decir nada de quiénes eran. Comencé a pensar rápidamente en una excusa sobre quiénes eran y porqué los conocía pero Luna se adelantó.
–Somos los padres de Evelyn. –dijo Luna con una sonrisa dejándonos estupefactos a Fred y a mí, quiénes la miramos como si fuera un animal en peligro de extinción. –Hemos venido a recogerla y a hablar unas cosas con ella. Ahora si nos disculpáis debemos irnos.
–Luego nos vemos. –me despedí de mis amigos algo nerviosa al ver sus caras de sorpresa.
–Adelante, señorita Jones. –dijo Santiago, el guardaespaldas, abriéndome la puerta del lujoso coche.
–Gracias. –sonreí algo incómoda.
Me monté en la parte de atrás del coche junto a Luna y Fred, a quiénes tenía enfrente y Santiago comenzó a conducir de camino a la sede de la organización. Por la ventanilla pude llegar a ver como mis amigos hablaban entre ellos y miraban en nuestra dirección hasta que los perdí de vista, luego dirigí mi atención a Luna y Fred quiénes sonreían.
–¿Mis padres? ¿En serio? –pregunté cruzándome de brazos.
–En cierta forma te considero como una hija, Eve. Al igual que tu hermana. –dijo Luna sin dejar de sonreír. –¿O querías que dijéramos la verdad? Aunque eso conllevaría que si hablaban de la organización tuviéramos que matarlos.
–Prefiero la primera opción, gracias. –Luna asintió complacida, suspiré y miré a Fred. –¿Qué os trae por aquí?
–Lo que hemos dicho antes, queríamos ver como te encontrabas. –comentó Fred.
–Necesitaría vuestra ayuda con una cosa. –ambos asintieron y sonreír, me alegraba contar con su ayuda.
El viaje a la sede fue bastante animado, ambos me contaron cosas sobre mi hermana y su vida en la Edad Media con su esposa y sus amigos. No pude evitar sonreír con tristeza, ella era la única familia que tenía y ahora estaba muy lejos de mi alcanze, pero me alegraba saber que por lo menos una de las dos era feliz.
Luna y Fred se miraron de manera cómplice pero no comenté nada, simplemente dirigí mi atención al paisaje que veía a través de la ventanilla del coche. Tras unos minutos de viaje llegamos a la entrada secreta de la organización, y una vez estábamos en las instalaciones bajamos del coche.
Caminé con ambos por los pasillos de la sede hasta llegar a la sala principal, la cuál estaba vacía algo que me extrañó. Ahora que estábamos a solas comencé a contarles mi situación actual y de como debía proteger a Adara Zarco de un asesino que quería acabar con su familia y ella. Ambos se quedaron algo pensativos pero sonrieron de inmediato.
–Tenemos a la persona indicada para ti. Recientemente se ha unido a nuestras filas pero creo que será de gran ayuda. –comentó Fred con una pequeña sonrisa. –Ya puedes pasar.
Miré en la dirección donde ambos miraban y observé como un chico de pelo negro oscuro, ojos marrones y una sonrisa orgullosa caminaba hacia mí. Vestía con unos pantalones vaqueros rasgados, camiseta blanca y una sudadera negra con la letra R cosida en el brazo izquierdo.
–Te presento a Rois Griffin.
Cuando dijo como se llamaba no pude evitar molestarme un poco al saber de quién se trataba. Él me miró con una sonrisa y extendió su mano a modo de saludo, para no ser descortés le devolví el gesto y sonreí de manera algo forzada.
–Encantado de conocerte, preciosa. –dijo y alcé una ceja mientras le miraba.
–Soy Evelyn Jones, un placer. –me presenté y rápidamente solté su mano, pero él siguió sonriendo de una manera que me inquietó.
–El padre de Rois es un gran colaborador con nuestra organización, el 50% de los ingresos vienen de él y la otra parte del Gobierno. –me explicó Luna con una sonrisa. –Es por eso que él podría ayudarte con el tema que llevas, Evelyn.
–Me encantaría ayudar, si me dejas, claro.
–Lo consultaré con mis superiores. –respondí intentando cambiar de tema.
–Según yo lo veo no has pedido permiso para hacer que tus amigos te ayuden con la investigación, ¿o me equivoco? –preguntó con una sonrisa orgullosa.
Apreté la mandíbula y fruncí el ceño ante lo que dijo con aquella sonrisa socarrona, miré a Luna y Fred quiénes me miraban confusos y Rois seguía con su sonrisa. Si pensaba superarme se equivocaba, si él era orgulloso yo lo era aún más y no me dejaría pisotear por alguien como él.
–Eso es porque son de confianza, y tú no me has demostrado eso. Por lo que voy a desconfiar de ti hasta que demuestres lo contrario. –le respondí con una sonrisa cínica, y él borró su sonrisa.
–Me debo marchar, un placer haberte conocido, Jones. –dijo Rois marchándose bastante serio.
–Igualmente, Griffin. –respondí de manera cortante y sin dejar de sonreír.
Miré como se marchaba con rapidez del lugar, no pude evitar sonreír y al darme la vuelta me encontré con sonrisas orgullosas por parte de Luna y Fred. Él me comentó que tenía una sorpresa para mí y lo seguimos a través de los pasillos metálicos de la sede, fui saludando a algunos científicos que trabajaban allí y observé como nos llegábamos a una sala al final del pasillo 2A.
–Espero que no sea otra persona que va a ayudarme como Rois Griffin. –comenté de manera sarcástica haciendo reír a Luna.
–Tranquila, esta sorpresa te gustará. –dijo Luna con una sonrisa.
–Eso espero. Primero ha sido la mala y luego es la buena, que típico.
Fui la primera al entrar en la habitación, la observé con detenimiento pero no había nada especial en ella salvo un extraño aparato de grandes dimensiones. De pronto alguien me tapó los ojos y no pude evitar ponerme nerviosa, intenté soltarme pero aquella persona tenía fuerza.
–No sabes como me alegro de verte. –dijo una voz muy familiar y en seguida dejé de forcejear.
Aquella persona quitó sus manos de mis ojos y al girarme pude verla, a la única familia que me quedaba y que se había ido bastante lejos en el tiempo. Mi hermana Lizbeth estaba delante de mí con ropa típica de la Edad Media y mirándome con una sonrisa, no sabía como reaccionar, habían pasado dos años desde que se marchó y me dejó sola.
–¡Evelyn! –chilló emocionada alzando sus brazos.
No pude evitar sonreír al ver a mi hermana de nuevo y me alegré mucho de que se encontrara bien, Lizbeth comenzó a acercarse a mí, pero conforme se iba acercando recordé que me había abandonado sin decirme nada. Tuve que entrarme por medio de Luna y Fred que mi hermana había querido quedarse en la Edad Media, y no es que viviera cerca que digamos.
–¡Evelyn! –gritó emocionada.
–Lizbeth. –gruñí viéndola.
Como si me moviera por un resorte, cuando mi hermana estuvo a punto de darme un abrazo no pude resistirme y le propine una buena cachetada haciendo que cayera al suelo aturdida, se llevó la mano a la mejilla y me miró sorprendida, por mi parte me encontraba seria y bastante serena.
–¿Eso a qué viene? –preguntó algo molesta.
–Por haberte quedado allí sin decirme nada de antemano, tú no sabes por lo que pasé cuando supe que mi hermana no iba a volver de su viaje de universidad. –le respondí llevando mis manos a la cintura. Lizbeth agachó la cabeza apenada sabiendo que tenía razón en lo que decía, suspiré y me agaché a su altura. –Pero me alegro mucho de verte, hermana. Te extrañé.
–Yo también.
Ambas nos levantamos y nos dimos un abrazo en el que no pude evitar llorar un poco, noté a Lizbeth sonreír y apretó el abrazo durando así varios minutos más. Cuando nos separamos vimos como Fred y Luna nos miraban con una sonrisa cariñosa, sonreí mientras mi hermana me cogía de la mano y los cuatro fuimos al despacho de Luna para hablar con más tranquilidad.
Luna se sentó en su silla de cuero negro mientras Fred, Lizbeth y yo nos sentamos en unas sillas que tenía para invitados en sus reuniones. Aprovechando que tenía a mi hermana conmigo comencé a ponerla al día de todo lo que me había pasado en estos dos años sin ella, y en la situación en la que me encontraba ahora.
–Eres genial, Eve. –dijo Lizbeth con una sonrisa emocionada. –Sabía que llegarías alto.
–Lo que me preocupa es como lo voy a conseguir, todavía no tengo muchas pistas. Sólo cosas que a lo mejor las he podido malinterpretar. –comenté pensando en todo lo que sabía.
–Pero por pequeño que sea ya tienes algo, poco a poco. –dijo Luna con una sonrisa. –Además, Rois puede ayudarte, ¿no?
–No pienso trabajar con él, hay algo que me da mala espina. –me crucé de brazos y me negué a trabajar con aquel tipo.
–Bueno, mientras estás de vacaciones esta semana. ¿Qué tal si vienes a la Edad Media conmigo? –me preguntó mi hermana con una sonrisa.
–¿Cómo dices?
–Le hablé a Cassandra y a los demás de ti, y no pudieron tener ganas de conocerte. Además me gustaría mucho que veas lo que he logrado allí. –dijo Lizbeth con una sonrisa tímida. –¿Vendrías conmigo?
–No sé, en ese tiempo puede pasar algo y...
–No te preocupes, además el señor Zarco te dio permiso para descansar, y estando Adara con su familia dudo que el presunto asesino haga algo. –me interrumpió Luna con una sonrisa.
–Bien, iré contigo. –suspiré y vi a mi hermana con una pequeña sonrisa.
–¡Genial!
Lizbeth me abrazó emocionada y me acompañó a otra sala dónde guardaban la ropa que usaban los Viajeros para ir a diferentes épocas. Mi hermana me dio ropa acorde a la época dónde vivía y mientras me cambiaba escuchaba como hablaba con Fred y Luna sobre como le iba en la Edad Media. Al verme en el espejo me vi extraña, era un gran cambio verme con ropa de aquella época y sabiendo que no era para ir a una fiesta, sino para la época real, eso me ponía algo nerviosa.
–Te queda genial. –dijo Lizbeth al verme. –Ya verás, esta semana la pasarás genial conmigo y mis amigos.
–Espero que me aviséis para regresar, no quisiera que algo le pasara a Adara en mi ausencia.
–Tranquila, no le pasará nada a tu chica. –dijo Luna con una sonrisa divertida.
–No es mi chica. –repliqué murmurando entre dientes.
Nos marchamos a una sala especial para viajar a la Edad Media, Lizbeth me indicó que cerrase los ojos por el brillo que la máquina hacía cuando transportaba a alguien a una época. Seguí las instrucciones de mi hermana y comencé a escuchar como aquella máquina comenzaba a funcionar, entrelacé mi mano con la de mi hermana y comencé a notar un cosquilleo por todo mi cuerpo hasta notar incluso como si me desorientara por unos minutos.
Perdí el equilibrio y caí de culo contra el suelo, escuché la risa de mi hermana y como me decía que ya podía abrir los ojos, y eso hice. Me sorprendí bastante al ver como nos encontrábamos en medio de un campo extenso y a lo lejos veía un castillo, y por la zona veía casas de lo que parecía ser el pueblo más cercano.
–Bienvenida a mi época, hermana. –dijo Lizbeth con una sonrisa.
Me levanté y sacudí mi ropa para quitar la tierra que se había pegado a la ropa, entonces noté una gran brisa de aire y al girarme me quedé con la boca abierta al ver a un gran dragón detrás de mí. Mi hermana sonrió emocionada y observé como algunas personas acompañadas por niños se bajaron del dragón. Lo único que podía ver era como aquella criatura me miraba fijamente y me mostraba sus afilados dientes, mi cuerpo no resistió más y me desmayé escuchando los gritos de mi hermana cada vez más lejos.
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