Capítulo 3

Desayunaba a dos mesas del grupo de Adara mientras la veía discretamente, ella reía y hablaba con sus amigos sin sospechar nada. Todo iba según lo planeado. Hacía cómo que leía un periódico pero solo era una fachada para observarla disimuladamente, al mismo tiempo que me tomaba un cuenco de cereales con leche y una magdalena.

–¿¡Qué haces, Ewan!? –gritó una voz conocida a mi espalda.

Del susto escupí los cereales que comía a la mesa haciendo que me atragantara, comencé a toser llamando la atención de la mitad de la cafetería, entre ellos a Adara. Nathan le pegó una colleja a Dylan por haberme asustado, eso me dio risa pero comencé a toser de nuevo mientras sentía como mis ojos lloraban y seguramente mi cara estaría roja.

–Primero deja de toser y ya te reirás. –Nathan me pasó una servilleta, y se sentó a mi lado. –¿Estás mejor?

–Sí, gracias.

–Lo siento, Ewan. Pensé que era una buena idea. –se disculpó Dylan bastante apenado. Al principio tardé en reaccionar, hasta que me acordé que yo era Ewan.

–No te preocupes, me han pasado cosas peores. –le sonreí y eso pareció animarle.

Ambos comenzaron a desayunar tranquilamente mientras me contaban diversas anécdotas que les habían pasado. Noté como si alguien me estuviera observando, busqué la mirada de la persona y me di cuenta que era Adara, ella no dejaba de verme. La ignoré y seguí desayunando entre risas con mis nuevos amigos. Al terminar dejamos las bandejas en su lugar correspondiente y cada uno se marchó a su habitación para ponerse el uniforme correspondiente.

Consistía en un pantalón negro, zapatos del mismo color, camisa blanca de manga corta con bordados azules y una corbata azul. Y en el lado izquierdo el emblema del internado, el cual era un tigre. Suspiré sabiendo que todo lo que iban a explicar yo ya lo sabía de antemano, dado que era más mayor que ellos. Al llegar a la clase donde tenía que ir, me presenté a mis compañeros y me senté al lado de Nathan, él me sonrió y la profesora continuó la clase sin ningún problema.

–¿A qué club te vas a unir? –preguntó Nathan una vez terminó la clase. Lo miré pensativa pero continuando guardando mis libros en la mochila.

–La verdad no lo sé. ¿Cuáles hay? –ambos nos levantamos y comenzamos a salir de la clase.

–Está el club de esgrima, el de natación, baloncesto, tenis, fútbol. Y luego están los más tranquilos por así decirles, son los de lectura, danza, el del té, y el de sucesos enigmáticos paranormales inhumanos.

–¿Hay uno de cómo tomar té? –pregunté divertida. –¿Y cómo es ese de sucesos enigmáticos....? Lo que sea.

–El nombre es muy largo así que lo abreviamos como SEPI. –me explicó con una sonrisa. –Y sí, hay uno sobre cómo tomar el té de diferentes maneras.

–¿Y hay alguien en el club SEPI? –pregunté curiosa, no creo que haya alguien ahí.

–Estamos Dylan y yo. Él es fanático de todo lo paranormal y decidió hacer un club, pero no nos ha ido muy bien. –comentó algo apenado. –El consejo ya nos ha avisado de que si no encontramos un nuevo miembro disolverán el club.

–Lo lamento.

–No te preocupes, de todos modos el club no iba a llegar muy lejos.

Mientras guardaba mis cosas en la taquilla que me asignaron no pude darle vueltas a lo del club de Dylan. Sé que no todo el mundo tenía los mismos gustos pero por lo menos tendría que haber alguien que estuviera un poco interesado en esos temas, supongo que tendría que hablar con Adara.

Al girarme me sorprendí al encontrarme con la reina de Roma a unos centímetros de mí, ella sonreía mientras que yo no sabía como comenzar a hablarle. Tendría que parecer masculino para que no me descubriera.

–¿Le puedo ayudar en algo? –pregunté con educación, cambié mi voz a una más grave para no sonar muy a chica.

–Desde que has llegado has llamado mi atención pero no sé por qué, y eso me molesta. –dijo con su dulce voz. Era pelirroja al igual que su padre, y tenía los ojos marrones. Su tez no era muy pálida y tenía un pequeño lunar en el cuello. –¿Quién eres?

–Me llamo Ev...Ewan Jones. –todavía no me acostumbraba a hacerme pasar por un chico. –Un placer conocerla.

–Soy Adara Zarco, creo que has oído hablar de mí. –asentí algo nerviosa, y ella sonrió. –Bien, porque oirás hablar de mí muy a menudo.

–Necesito pedirle una cosa. –dije de sopetón al recordar la situación de mi amigo.

–Casi no nos conocemos, ¿y tienes la osadía de pedirme un favor? –sonrió con astucia. –Eso me interesa.

–Quiero no disuelvas el club SEPI. –ella suspiró y se separó de mí algo molesta. –Ese club es muy importante para mi amigo.

–Ese club no ha traído nada bueno al internado, es mejor que no exista. –dijo con desdén, eso me molestó y ella lo notó. –Si me vences en un duelo de esgrima puede que lo reconsidere.

Adara al decir aquello todas las miradas del pasillo estuvieron puestas en nosotras dos, muchos comenzaron a susurrar mientras nos veían con sorpresa. El grupo que siempre iba con ella se acercó a nosotras y me puse nerviosa, y yo que quería pasar desapercibida.

La mirada de sus amigos era letal, hacía que me sintiera inferior. Estuve a punto de reconsiderar mi petición cuando me acordé de las palabras de mi hermana: Nunca dejes que nadie te haga sentir invisible.

–Acepto el desafío, señorita Zarco. –sonreí con malicia. –Si gano espero que cumpla su palabra.

Ella me miró anonadada, balbuceó algo que no llegué a escuchar y se marchó seguida de su séquito. Al percatarme de que seguían mirándome corrí hacia mi habitación para evitar más rumores, esto se había salido de las manos.

Me di cuenta de que los pelos falsos que Giovanna me había puesto en la cara comenzaron a soltarse, fui al baño y con unas pequeñas pinzas me conseguí quitar la barba falsa que estaba pegada a mi cara, debido al calor costaba retirarla.

Solté mi pelo y este calló hasta la mitad de mi cuello, acto seguido me liberé de la venda que apretaba mi pecho y solté un suspiro de alivio. Todavía no me acostumbraba a llevar todo esto, pero era para cumplir la misión con éxito.

Llené la bañera hasta la mitad con agua templada y con sales de baño con olor a lavanda, estuve en al agua metida durante media hora debido a que me relajé tanto que terminé durmiéndome en la bañera.

Hasta que unos fuertes golpes me hicieron salir de mi sueño, y miré confundida mi entorno asimilando donde me encontraba.

–¿Ewan, estás ahí? –escuché la voz de Nathan, por el tono que usaba parecía importante.

–Ahora mismo salgo. –grité haciendo que mi voz pareciera de hombre.

Me puse mi ropa interior, unos pantalones de chándal y una camisa grande para que no se notaran mis pechos, no me daba tiempo a ponerme la venda de nuevo. Me cogí el pelo de nuevo en la coleta, esta vez me costó más ya que lo tenía mojado.

–Lo sentimos, no sabíamos que te estabas duchando. –dijo Dylan con una sonrisa. –Veo que te has afeitado, ahora pareces más afeminado, ¿sabes?

Mierda, no había caído en la barba.

Me eché hacia un lado para dejarlos pasar y ambos se sentaron en mi cama bajo mi atenta mirada, me apoyé en el escritorio a la espera de lo que me tuvieran que decir.

–¿Cómo es que te vas a enfrentar a Adara Zarco? ¿Estás loco? –preguntó Nathan algo alterado. Dylan por su parte parecía más tranquilo.

–Le pedí que no cerrara el club de Dylan, y me dijo que se lo pensaría si la vencía en esgrima. Solo quería ayudar. –comenté algo apenada, mirando a ambos.

–Te lo agradezco, Ewan. Pero nadie ha vencido nunca a Adara, desde que viene todos los años aquí es invencible. Es por eso que la apodan; La reina de la espada.

–Pues creo que es hora de destronarla. –sonreí. –No os preocupéis, lo tengo todo bajo control.

Mis amigos se marcharon no sin antes darme un abrazo, eso me incomodó dado que podrían averiguar mi situación. Me sequé el pelo con un secador que me había traído, me vestí con ropa cómoda y me tumbé en la cama mirando el techo durante un buen rato.

Estuve hablando con Emile por mensaje contándole la situación en la que estaba, Giovanna también me preguntaba y le agradecía su preocupación. Una sobre blanco se filtró por debajo de la puerta, seguido de unas pisadas que se alejaban con rapidez. Cogí el sobre pero no tenía ningún remitente, al abrir la carta supe de qué se trataba.

"Estimado Ewan,

Quiero informarte de que el duelo se celebrará mañana a media mañana en el patio trasero. Espero que seas un buen combatiente y me des algo de diversión.

Adara Zarco."

Tenía la suerte de que Desmond también me había enseñado esgrima antes de marcharme. El resto del día lo pasé en mi habitación pensando en cómo vencer a Adara, había visto vídeos de ella haciendo esgrima y la verdad es que era muy buena.

Revisé tanto los vídeos que encontré su talón de Aquiles, ella siempre hacía lo mismo para ganar. Supongo que ella no pensará que me ha dado la respuesta de cómo vencerla con tan solo mirar los vídeos que habían subido a la página web del internado.

Un pensamiento fugaz hizo que lo estuviera pensando durante toda la noche, me sabía mal mentirles a Nathan y Dylan con respecto a mi identidad, supongo que no estaría mal contarles a ellos sobre mi verdadero yo.

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