Capítulo 1

¡No puede ser! ¡Es imposible!

Me había ido hace una hora para almorzar en la cafetería frente a la agencia, y al regresar tenía dos columnas llenas de documentos que debía revisar. Los demás parecían estar muy tranquilos haciendo su trabajo atendiendo llamadas, rellenando formularios y mil cosas más, pero en mi caso por alguna razón yo siempre tenía mucho trabajo e incluso me quedaba por las noches para terminar.

Odio mi trabajo, ojalá me hubiera ido a vivir con mi hermana. ¡Pero no! La muy ingrata me dejó en el presente con todos los problemas que hay. Todavía me acuerdo cuando Luna me llamó diciendo que mi querida hermana Lizbeth había decidido casarse con la princesa Cassandra y vivir allí con sus nuevos amigos. Entendía que había encontrado allí su lugar, pero sentí que me dejó atrás ya que ella es mi única familia, se supone que debíamos estar juntas.

Es cierto, no me he presentado, que idiota. Me llamo Evelyn Jones, hermana menor de Lizbeth Jones pero sólo por un minuto y trabajo como secretaria en una agencia de guardaespaldas. Después de varios minutos asesinando con la mirada la pila de documentos, me resigné y me senté en mi silla, a la vez que miraba cansada los documentos.

Comencé por la montaña derecha y fui ordenándolos de más importancia a menos luego de haberlos medio ordenado por fecha, luego por mes y así, luego lo escribí en la agenda de mi jefe y por último escribí una carta a uno de nuestros clientes agradeciéndole por haber contratado nuestros servicios, pero fui lista y usé un programa en el que era el mismo texto pero te cambiaba el nombre del destinatario.

–Oye Evelyn. –me llamó un hombre de pelo castaño canoso, con una fina barba y ojos verdes. Vestía con un traje negro con camisa blanca y una corbata bien puesta, al acercarse me sonrió.

Por mi parte le miré de manera seria y bastante cansada, ya tenía mucho trabajo como para atender asuntos de otras personas. Además, luego nadie se ofrecía a ayudarme con mis problemas, ¿Por qué debería atender yo los suyos?

–¿Qué? Estoy ocupada por si no lo ves. –respondí de mala manera.

–Solo quiero pedirte un favor. –sonrió con timidez.

–Dime que no es lo que estoy pensando. Por favor, te pido que me digas que no es lo de siempre. –lo miré juntando mis manos encima del escritorio. Él miró al suelo mientras ponía una mano en su nuca y asintió apenado. –¡Pero Jesús! Esta es la cuarta vez en una semana, al final tus espermatozoides se acabarán.

–¡Baja la voz, por favor! –gritó en un susurro. Se puso de cuclillas al lado mía y me miró con ojos de cachorro. –Por favor, recoge a Sara del colegio. Te pagaré por cuidarla, hazme ese favor.

–Bien, pero que sea la última vez. Ya no eres un adolescente que digamos. –mascullé entre dientes desviando mi mirada de él.

–Te lo prometo, muchas gracias Evelyn. Eres la mejor. –me dio un beso en la mejilla y salió corriendo.

–Hombres. –susurré cansada por su actitud.

Jesús era conocido en la agencia por ser un picaflor, es decir, siempre que protegía a alguna mujer siempre terminaba liado con ella. Y como consecuencia de aquello siempre me tocaba a mí cuidar a su hija, fruto de una aventura con una modelo aunque él no se arrepentía, decía que su hija Sara era lo más bonito que tenía en su vida.

La pequeña me tenía cierto cariño dado que conmigo era con quién más pasaba el tiempo, la cuido casi siempre todas las semanas ya que no tengo vida propia por muy triste que suene. Vivo en un una casa con mi mejor amiga, ella también trabaja en la agencia pero a diferencia de mí, ella sí que es guardaespaldas. Algo que le envidio si tengo que ser sincera.

El día se me hizo eterno, sentía como las horas parecían ir lentamente haciendo de mi trabajo un infierno. Tuve la tentación de quemar los documentos alegando que había sido un accidente, pero eliminé la idea de mi cabeza. Así que, al terminar mi horario laboral recogí todo y dejé los documentos en el despacho de mi jefe con una rapidez increíble, conforme iba a la salida vi a Jesús arreglándose el pelo, me miró con una sonrisa y levantó su pulgar.

Lo odio.

–¡Eve! –gritó una chica de mi edad, corriendo directa hacia donde estaba. –¿Nos vamos a casa?

–Me alegro mucho de verte, Emile. Pero debo cuidar a la hija de Jesús. –ella hizo una mueca al saber lo que ocurría.

–Ese hombre se aparear con tantas mujeres que no sé como aún le quedan espermatozoides. –dijo pensativa, no pude evitar pegar una carcajada haciendo que ella también riera. –En fin, vamos a recoger a Sara y veremos una película.

Sonreí al escuchar que se uniría a nosotras. Emile cada vez que sabía que me tocaba cuidar de Sara se unía a mí, además veíamos películas en nuestro apartamento y pedíamos comida a domicilio, sobre todo pizza. También contaba la historia de mi hermana pero cambiando los nombres, no quería estropear nada ni tener problemas con la Organización secreta del Gobierno.

Emile argumentó que estaba cansada del día, por lo que conduje yo hasta llegar al colegio, donde aparcamos cerca de la puerta principal sólo para ver como dos niñas algo más mayores que Sara se estaban metiendo con ella. Esa escena me molestó bastante al igual que a Emile, quién salió como un trueno hacia las chicas, e imité su acción. Lo que terminó por enfadarme fue ver a Sara llorar mientras apretaba con fuerza su camisa.

–¿Qué se supone que hacéis? –pregunté enfada una vez llegué a su lado.

–¡Nada! –gritaron ambas niñas asustadas por mi rostro, y se fueron corriendo, mientras Emile miraba por donde se habían ido.

–¿Estás bien, Sara? –pregunté abrazándola, ella me abrazó por la cintura y escuché sus sollozos. –¿Qué ha ocurrido?

–Lo mismo de siempre, se meten conmigo por culpa de mi padre. –susurró entre sollozos.

–No les hagas caso, tú padre es un buen hombre aunque le faltan algunas neuronas y algunas cachetadas bien dadas. –sonreí y ella imitó el gesto.

Emile abrazó a Sara y la cargó en sus brazos haciendo que la pequeña riera ante la acción, algo que siempre conseguía mi amiga era hacer reír en los momentos más tristes. Regresamos al coche en silencio, me sorprendía ver como Sara era capaz de soportar que su padre sea un mujeriego y se acueste con varias mujeres.

Tras quince minutos conduciendo, llegamos a los apartamentos donde Emile y yo vivíamos, aparcamos en el garaje y subimos al sexto piso, donde entre risas llegamos a la puerta número 21-A.

–¿Qué queréis cenar? –pregunté mientras abría la puerta de la casa entrando primero, y siendo seguida por las otras dos chicas.

–¡Pizza! –gritaron ambas haciendo que riera.

–Bien, me cambio de ropa y llamaré.

–Ya llamo yo, tú cámbiate tranquila. –dijo mi mejor amiga con una sonrisa.

Caminé con una sonrisa a mi habitación para quitarme el vestido que llevaba cambiándolo por un chándal de manga corta y pantalones largo de color gris con una fina línea negra en el lateral de ambas prendas. Salí de la habitación no sin antes mirar una foto donde estaba sonriendo con mi hermana, sonreí con cierta nostalgia y regresé al salón solo para encontrar a Emile y Sara quienes estaban buscando la película en mi disco duro que había instalado en la televisión.

–¿Cuál veremos?

–Estamos entre Coco y Frozen. Aunque apostamos más por la primera, Frozen la he visto como diez veces. –respondió Emile con una sonrisa.

–Entonces veamos Coco, pero si lloro espero que no me hagáis fotos. –las miré de forma que les advertía con la mirada. Más de una vez me lo habían hecho.

–Te lo prometemos, Eve. –sonrió Sara impaciente por ver la película.

Comenzamos a ver la película entre risas y cantando algunas canciones cuando a mitad de la película el timbre sonó sabiendo que la pizza había llegado, dejé a Emile con Sara en el sofá para pagarle al chico, una vez se marchó preparé unos platos con unas porciones para cada una junto con la bebida. Emile hizo hueco en la mesa de cristal que teníamos y coloqué ahí la comida.

El resto de la noche la pasamos viendo la película y cenando entre risas, casi al final de la película Sara se durmió y apagamos la televisión sin decir nada. Era normal para una niña de ocho años no poder aguantar ver toda la película, y más con lo que había pasado en el colegio.

Emile la llevó en brazos hasta la habitación de invitados y le dejamos la ventana abierta para que entrara una pequeña brisa que refrescaba el ambiente. Ambas nos dimos las buenas noches y nos dirigimos a nuestras habitaciones, allí observé de nuevo la foto que tenía con mi hermana. La cogí y sonreí con nostalgia, esperaba un día volver a verla. Dejé la foto en la mesita de noche, me hice una trenza para dormir y apagué la luz.

A la mañana siguiente las tres nos despertamos casi a la misma hora y desayunamos contándonos los sueños que habíamos tenido. Por mi parte soñé conque estaba con Lizbeth en la edad media y me mostraba todo el lugar, cosa que nunca pasará. Cuando estábamos recogiendo el desayuno, el timbre sonó y fui a abrir la puerta, sabiendo de quién se trataba.

–Hola Jesús. ¿Has expulsado nuevos espermatozoides? –se burló Emile saliendo de la cocina junto a la niña, haciendo que él se sonrojara, y Sara soltara una carcajada.

–Emile. –dije en modo de advertencia. Ella se encogió de hombros y se dirigió con Sara al salón.

–¿Se ha portado bien? –preguntó su padre viendo como Sara recogía sus cosas.

–Ha sido un ángel, además así nos ha hecho compañía. –dije con una sonrisa. –Pero espero que no embaraces a otra mujer, no creo soportar cuidar a todos los hijos que tengas por el mundo.

–Desde luego que no, esta vez es en serio la relación. –respondió rápidamente, y algo avergonzado. –Aquí tienes, lo que te prometí.

Jesús sacó su cartera y me entregó cien euros en billete, lo guardé en mi bolsillo trasero y me despedí de Sara con un abrazo. Cerré la puerta con llave mientras Emile sacó el billete haciendo que la mirase sin confianza, no era la primera vez que me cogía dinero sin mi permiso.

–Oh, vamos. No me lo iba a quedar, te lo juro. –me lo entregó con una sonrisa amistosa. –¿Por qué no te presentas para guardaespaldas? Te sabes toda la teoría, lo que te falta es...

–Lo práctico, me lo has dicho muchas veces. –la interrumpí sabiendo a dónde llevaba la conversación. –Pero ya sabes que soy muy mala en lo que se refiere al trabajo físico. Mi hermana podría pero yo no, ella era la fuerte y yo la inteligente.

–No puedes ser tan mala. –sonrió.

–En el examen físico me torcí la muñeca al darle un golpe al saco de boxeo, me hice un esguince al caerme por unas escaleras y me dejaron inconsciente durante dos días por darme un puñetazo en la cara. –nombré por orden en el que sucedió. –Tal vez ser guardaespaldas no sea lo mío.

–Claro que es lo tuyo, solo necesitas entrenar más que el resto. –me abrazó por la espalda, haciendo que sonriera. –Además, si mi prima pudo aprobar contabilidad y eso que es una inútil con los números, tú puedes aprobar el examen físico. Ten confianza en ti misma, yo te entrenaré si hace falta.

–Me lo pensaré. –le prometí.

Al día siguiente me vestí con un pantalón vaquero, unas sandalias y una blusa, y con el pelo recogido en una coleta. Emile se vistió con su traje negro y unas botas de cuero, toda una guardaespaldas. Al llegar a la agencia cada una se fue a la planta donde estaba asignada, iba a ir a mi escritorio cuando mi jefe me llamó y entré en su despacho.

–Señorita Jones, me alegro verla aquí. Por favor, siéntese. –me ofreció amable.

–¿Ocurre algo? Si es porque le hace falta algún documento es que no he tenido tiempo para revisarlos todos. –dije algo preocupada.

–No es eso, todo eso está perfecto. –sonrió con amabilidad, juntó sus manos encima del escritorio y su expresión cambió a una más seria. –Te he llamado porque te necesito en una misión que solo tú puedes hacer.

–¿Una misión? ¿Yo? No es por ser desagradecida pero no soy guardaespaldas, soy solo una secretaria.

–Una secretaria que ha sacado la mejor nota en teoría que cualquiera que haya pisado esta agencia. –dijo viendo mi expediente. –Si aprobaras el examen físico serías la guardaespaldas ideal.

–¿Qué tipo de misión es? –pregunté con curiosidad.

–Necesitamos que protejas a la señorita Zarco. –explicó mirándome con con una sonrisa. –Al parecer su familia es multimillonaria y ha sido el blanco de un asesino. Es por eso que necesitamos que la protejas.

–Como ya le he dicho, no soy guardaespaldas. No puedo aceptar la misión. –dije con pesar, aunque una parte de mí quería.

–Si usted lo dice, yo le guardaré la misión solo para usted. Venga a verme cuando se sienta segura de realizarla.

Me despedí de él y me dirigí a mi escritorio, lo que me había propuesto me había dejado sumida en mis pensamientos. Siempre había querido tener una misión, pero al no estar cualificada me rendí y decidí hacer mi trabajo cómo secretaria. Pero ahora que lo estaba superando viene mi jefe y me dice que tiene una misión para mí, eso ha hecho que mi sueño vuelva a resurgir. Decidí contarle lo que me había pasado a Emile, ella siempre me escuchaba y sabía qué decir.

Sabía que ella no tenía a nadie que proteger con lo cual ella estaría en la sala de entrenamiento con los demás compañeros. Habían más hombres que mujeres guardaespaldas en la agencia pero eso no detuvo a mi amiga a ser la segunda mejor de toda la agencia. Eso me llenaba de orgullo, y en parte algo de envidia.

–¡Evelyn, no! –gritó alguien cuando abrí la puerta.

Un líquido me cayó encima y recorrió mi cuerpo, era de un color verdoso y echaba un olor muy desagradable. Me limpié un poco que me caía por la frente para ver a todos mis compañeros viéndome arrepentidos, algunos tenían una pequeña sonrisa, y Emile me veía asustada.

–¿Estás bien? –preguntó mi amiga, acercándose a mí. –Dios, cómo huele.

–¿Qué se supone que significa esto? –pregunté intentado quitarme la sustancia que tenía encima.

–Era una broma para José, ya sabes que hoy se jubila y queríamos gastarle una broma. –explicó Samantha con una sonrisa arrepentida. –Es un compuesto que recrea el olor de una mofeta, es por eso que huele así.

–Será mejor que vayamos a casa, quiero quitarme esta cosa cuanto antes. –le susurré a Emile.

–Bien, nosotras nos vamos. Avisadle al jefe de nuestra ausencia.

Los demás se despidieron y se disculparon por la broma, sabía que no lo habían hecho a propósito pero hubiera querido que me avisaran por si algo cómo esto hubiera pasado. Nada más llegar a casa me metí en la bañera, la llené de agua y Emile comenzó a echarme botes de tomate encima para disipar el olor.

–Tengo que contarte una cosa, Emile. –le dije a la vez que me frotaba el tomate en el cuerpo.

–Bien, pero cierra los ojos un momento. –cerré los ojos y noté como un nuevo bote de tomate caía por mi cabeza, y luego recorría mi espalda.

–El jefe me ha ofrecido una misión especial para mí. –le conté con una sonrisa. –Pero no sé qué hacer. Por ahora la he rechazado.

–¿¡Acaso eres estúpida!? –me gritó, se puso en frente de mí y me tapé el cuerpo con las manos. –¿Por qué la rechazas? Siempre has querido una misión, y ahora que te la ofrecen la rechazas. No te entiendo.

–Soy insegura con esas cosas, ya lo sabes. –me enjuagué el cuerpo con agua, mientras mi amiga se daba la vuelta para no ver. –Pero tienes razón, la aceptaré.

–Ese es el espíritu, si tienes un sueño ve y no te rindas hasta que lo consigas. Los mejores sueños son aquellos que cuestan conseguir.

Una vez me vestí y estuve presentable de nuevo, regresamos a la agencia la cual estaba a media hora en coche. Al entrar al edificio busqué a mi jefe y lo encontré en su despacho hablando con un hombre que vestía muy elegante. Llamé a la puerta antes de entrar, cuando lo hice ambos sonrieron y mi jefe me invitó a sentarme con ellos, cerré la puerta y me senté en una de las sillas libres al lado del misterioso hombre.

–Me alegra mucho verte, Evelyn. Sobre todo después de escuchar el incidente que has tenido con el olor a mofeta. –me sonrojé y evité su mirada. –Te presento al señor Zarco, padre de la chica a la que tienes que proteger.

–Un placer, me llamo Henry Zarco. –me extendió la mano y la acepté. –Usted es Evelyn Jones, ¿no?

–Exacto, un placer conocerle señor Zarco. –sonreí nerviosa.

–Bien, me alegro que aceptaras. No me lo creí cuando Emile me mandó el correo diciendo que habías aceptado y venías a decírmelo. –rió divertido. Nota mental, asesinar a Emile por contarle eso a mi jefe. –Tu misión será proteger a Adara Zarco. Ella está en un internado mixto, pero como ella no permitirá que te acerques tendrás que hacerte pasar por un chico.

–Un momento, ¿Qué? –exclamé sin poder creérmelo.

–Mi hija es muy meticulosa con sus amigos, tendrás que caerle muy bien para poder acercarte a ella. Además de que es muy reacia a hacer amigas, siempre prefiere hacer amigos varones.

–Es por eso que te tendrás que cortar el pelo, y hacerte pasar por un chico. –dijo Jorge, mi jefe, como si nada.

–¿¡Pero qué!? –chillé como nunca antes, y creo que se enteró toda la agencia. –¡Esto no puede estar pasando!

*****************************

Buenass, había retirado la novela por falta de ideas pero algo va saliendo. He decidido ir corriendo los capítulos e ir subiéndolos conforme los tenga, para así tenerlos corregidos e ir adelantando capítulos.

Aprovecho para comentaros que hice hace poco un grupo de Telegram para todos aquellos que quieran apuntarse para hablar de las novelas que sean, ya sean mías o de otros autores. Por ejemplo, dar ideas para las novelas, pasar links de novelas etc...

Grupo Telegram: https://t.me/+CsOaKmQdJssyNzE0

También hice una cuenta de tiktok para subir mini trailer que he empezado a aprender, así que os lo dejo también por aquí: https://www.tiktok.com/@noeliabaker21?is_from_webapp=1&sender_device=pc

Iré subiendo en cuanto pueda y vaya teniendo capítulos listos, nos leemos ^^

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top