27 | Cuando veas a la Luna.

Eva se encontraba tensa en sus movimientos de bailes, alrededor de la pareja se podía notar cierta incomodidad por parte de la joven. No se encontraba a gusto con el tal muchacho Frank. Este personaje sinvergüenza se mostraba un poco altanero, con dotes egocéntricos y aires de grandeza. Le hacía recordar un poco a su hermano. Parecían haber sido cortados por la misma tijera, si es que aquello era posible. Contó las innumerables veces que tuvo que sacar sus ásperas manos de su cintura, su tacto la ponía nerviosa y quería escapar a como diera lugar, pero no quería llamar mucho la atención. Ya le era suficiente tener que bailar con una copia barata de lo que era su hermano.

La música llegó a su fin, para suerte de Eva. Momento de despedirse de aquel hombre. Se separaron de la incomoda posición y Frank le regalo una sonrisa coqueta que derretiría a cualquier mujer. Cualquiera menos a Eva que solamente se dedico a hacer una mueca para no parecer grosera, pero por dentro tenía una de sus peores caras.

Suspiro sin hacer notar el alivio y sacó las manos de los hombros de Frank tomando distancia. ─Fue realmente un gusto bailar con usted. Pero prefiero tomarme un descanso.

─¿No le gustaría bailar una ultima pista?─ Un intenso muchacho queriendo ganarse la atención de una mujer que no tenía la menor ganas de darle su apreciada atención.

─No, de verdad que prefiera sentarme. Además, como le dije estaba esperando a alguien.

Con sus brazos cruzados delante de su pecho dio unos pasos hacía atrás poniendo como regla la distancia entre los dos. Distancia que Frank no respetó por que se acerco a ella robandole un poco de su espacio personal.

─De verdad, me parece una mujer muy linda─ De su boca salieron esas palabras junto con un fuerte olor a whisky importado, que a Eva le pareció repugnante. La joven frunció su ceño. ─Deberíamos salir ¿No crees? Ir a cenar, tomar un café. Lo que está bella dama quiera.

─N-no, no lo creo─ Titubeo y sus ojos fueron a sus manos que eran tomadas por el muchacho. Sus nervios comenzaban a florecer por sus venas. ─Enserio debo irme.

─¿Segura? creí que eras una mujer diferente─ Elevo una de sus cejas con cierta picardía y Eva lo miro confundida.

─¿Diferente?

Con sus dedos y una mirada narcisista jugó con un mechón de su cabello rubio. La tensión que Eva había logrado romper, volvió así sin más y su mirada se puso rígida. Sabía muy bien para que lado iba esta conversación y no le gustaba para nada.

─Esas mujeres que se derriten por tener algún tipo de contacto cuando un hombre se les acerca. Que les gusta ser cortejadas, que les coqueteen y les endulcen las palabras a su convivencia. Mujeres fáciles, que con solo un roce ya están en tus pies y con un beso las tienen entre tus sabanas. Pero noto que te haces la difícil. Eso a mi me fascina, lo fácil ya me aburrió. El ser humano esta hecho para vivir cosas nuevas ¿Y por qué no una buena mujer que te las de?

Eva con cada palabra que este escupía, más se le iba desfigurando su rostro a uno de total enojo. No podía creer las sartas de estupideces que este estaba diciendo acerca de una mujer y al frente de una. No se imaginaba que diría cuando estuviese con más varones.

─A lo largo de mi vida escuche muchos disparates incrédula le contesto─ Pero jamás oí semejante falta de respeto hacía una persona. Por que te comunico por si no estabas al tanto, esas personas que vos decís fáciles, son mujeres. Y las mujeres son personas que se merecen respeto tanto como a los simios con los que se cruzan...digo hombres ─con un tono sarcástico logra retroceder pasos y logra notar que varias personas estaban mirando su gran espectáculo, pero le importaba muy poco. ─ Una mujer no se hace la difícil contigo, una mujer se aleja de ti por que no le gustas, por que la incomodas y se siente insegura contigo. No por que por dentro si quiera. Lo que si se, es que ustedes no entienden que un no es no. Pero no estoy aquí para explicártelo. Quizás terminan aceptando y por dentro están deseando liberarse de ti para no volver a ver tu estúpida cara de niño mimado. Maldito narcisista. ─Replicó la joven con enfado y su ceño fruncido. Cansada de hombres que se más que las mujeres.

─Como me encantan las que se creen machitos y quieren verse igual que nosotros, solo para saborear los derechos que a nosotros si nos pertenecen ─enfatizo en aquel si y la miro con una mirada burlesca llegando a irritar a la ojiazul, que ya estaba bastante enfadada llevando toda esa irá a sus puños cerrados.

Se estaba por retirar, no sin antes regresar hasta el y proporcionarle una bofetada que provoco que el hombre ladeara su cabeza. Aquel acto hizo eco por el lugar robándose, ahora si, todas las miradas de los que allí estaban. Frank tomó su mejilla con la mano dejando que su rostro se transformara de coqueto a uno de total enfado.

Nadie le faltaría el respeto de aquella manera.

─Ustedes tienen miedo de que llegue esa igualdad y que las cosas que ustedes hacen, las hagamos mejor que toda tu banda de simios narcisistas. Mientras que ustedes se adueñan de lo que sea que ustedes piensen que son dueños. Yo estaré acá, con mi cigarro en mano y mis pantalones largos viendo como la siguiente generación de mujeres se adueña de los derechos que si merecen.

Se marchó de aquella escena que ambos habían creado y dejándolo con la palabra en la boca. Lo que sería un gran día se volvió uno totalmente nefasto. Y para agregarle todavía más, la joven que tanto deseo ver, no apareció en toda la noche.

Los brazos de Eva se cruzaron sobre la mesa de mala gana. Hoy era un mal día ¿Y si se retiraba? No tenía nada que perder, más que la posibilidad de poder verla, que se esfumó no bien pasaban las horas. Resguardada entre sus brazos, con su cabeza hundida en ellos, protegiéndose de las miradas que estaban ellas y se cuestionaban su accionar. Una lágrima de rabia bajo por su mejilla. Trataba de ser fuerte y valiente, tal como su madre le inculcó, No le debía de dar ningún tipo de vergüenza. Lo que hizo estuvo bien, aunque todos la mirasen raro ¿Por qué tenía que dejar que la trataran de esa manera y tirar su orgullo abajo? ¿Por qué se tendría que dejar humillar?

Una campanita resonó por el lugar y Eva lentamente saco la cabeza de su escondite. Aquella campana indicaba que alguien nuevo había llegado a la fiesta para disfrutarla. Se seco con su pulgar la lágrima que estaba por caer de su mejilla y le presto atención a la joven que estaba ingresando. Los ojos de la joven divagaban por la contraria, buscando algún tipo de pista sobre Lydia. Ya que como tenía su máscara puesta, no podía distinguir si era ella.

Y como el ave fénix, la esperanza renació en Eva.

Se levantó disparada de su asiento cuando noto los rulos que caían de los hombros de esta, estaba cien por ciento segura de conocerlos. La joven miraba cada rincón del lugar y Eva admiró como está se quedo hipnotizada por el sitió y como sus dedos jugueteaban entre ellos encima del vestido.

Cerró sus ojos repasando una y otra vez lo que le diría si resultaba ser ella. No podía creer que alguien la pondría tan nerviosa. Además de haber empezado el día mal, tuvo unas subidas y bajadas de emociones intensas que quizás no la dejarían dormir esta noche.

Lentamente se acerco hasta la joven, no quería asustarla y ni mucho menos incomodarla con su presencia. Es lo último que esta querría en el tan fatídico día.

─¿Es usted Lydia?

Preguntó la ojiazul, aunque de lo nerviosa que estaba no logro escucharse así misma. Pero supo que hablo cuando la contraria asintió tímida con su cabeza.

─¿Me aceptarías esta invitación a bailar, bella damisela?

Juraría cualquier centavo que sus mejillas en estos momentos estarían teñidas de un rojo pálido.

Lydia se tomó por unos segundos en pensar lo que diría. No por que no querría, sino por que los nervios comenzaban a atormentarla ¿Era ella la mujer que le envió esas cartas? Y en su cabeza no paraba de rondar el nombre tan particular que apareció en aquella esquela "Eva".

─Me encantaría, pero no se me da bien el baile. Soy media torpe.

Eva extendió su mano hacía la joven.

─¿Te parece si somos torpes juntas?─ le regaló una media sonrisa para enviarle la confianza que se necesitaba.

Despacio pero segura, la contraria también extendió su mano tomando la de Eva. Ambas sintieron esa extraña vibra que recorrió por su palma y subió por todo su brazo. Para Eva, la mano de esta era de una textura suave, tan delicada como una pluma y para Lydia el tacto de esta provocaba que su ritmo cardíaco se acelerara y le quitara el aliento de su boca.

De la mano fueron a la pista, ignorando dos o tres miradas que yacían en ellas, miradas de horror y completa negación al verlas tomadas de la mano. Para ellas esa gente desapareció y estaban solas en un universo imaginario con solo la música sonando de fondo. Solo ellas existían. Creando un ambiente seguro con toda la tranquilidad que eso conllevaba.

─Estoy un poco nerviosa...─ comentó Lydia llegando al medio de la pista, viendo de reojo a las parejas que se encontraban bailando.

─No te preocupes─ acarició con sus dedos las palmas de la rizada mandando tranquilidad, haciendo que fijara sus ojos en aquel acto ─Están en su mundo, en su propia burbuja romántica.

Inevitablemente sonrío haciendo que Eva soltara una pequeña risa.

─Ahora tienes que poner tus manos aquí...─ Dio un paso adelante, pudiendo oler aquel perfume dulce que poseía esta. Poso las manos de la contraria en sus hombros y aquel movimiento la acercó un poco más. ─ Y luego yo pongo mis manos aquí...con tu permiso. ─Lydia asintió segura de aquel acto y Eva las llevo a su cintura. La tomo con delicadeza notando la textura de su vestido. Sus respiraciones podían chocarse entre si enviando miles de sensaciones inexplicables a Eva. ─Ahora solo te mueves de lado a lado. Moviéndote como si estuvieras dando vueltas. ─Sonrió y acomodo un mechón rizado detrás de su oreja.

No sabían lo que hacían. Pero se veían geniales haciéndolo.

─No es tan difícil ─susurró entre bailes la rizada y Eva negó.

─No lo es, es solo practica.

─¿Puedo preguntar tu nombre? ─cuestionó mirándola.

Ahora los papeles habían cambiado. Eva ya no se pregunta su nombre. Sino que ahora es Lydia la que se lo pregunta. Esta lo pensó dos veces antes de decírselo, pero no era un buen momento para salir corriendo.

─Soy Eva─ dijo con una voz muy bajita pero la otra logro escucharla.

─La chica de las esquelas ¿No es así?─ replicó con una sonrisa picara y apoyo su frente con la de la contraria.

Se quedo en silencio por unos segundos y cerro sus ojos por momentos ─Esa misma...soy la chica de las esquelas.

─Nunca una chica se animó a mandarme cartas. No lo creí posible, hasta dude ¿Pero por que no? Yo no le veo nada malo. Tus palabras fueron muy delicadas y lindas...¡Oh por dios, te pusiste roja!─ Soltó una risa mientras que Eva veía el suelo apenada.

─Es la luz─ mintió viendo hacia las luces y bajando de nuevo la mirada ya que se encandilo con estas.

─Eres buena escribiendo, pero mala poniendo excusas─ negó divertida y con sus dedos acarició lentamente la nuca de la rubia, notando como esta se erizaba debajo de sus yemas.

Sus ojos por un momento se encontraron aunque tenían esas máscaras de por medio y Lydia pensó que los ojos de Eva eran como un océano inmenso que vivía dentro de ellos. Amaba el mar, las playas. Le daba una sensación de paz y tranquilidad ¿Eso sensación le daba los ojos de Eva?

─Nos están mirando mucho ¿Tendremos algún tipo de viruela que nosotros no sepamos?─ comentó divertida la ojiazul.

─Puede ser, o capaz les parecemos muy atractivas─ elevó ambas cejas provocando que esta soltara una pequeña carcajada.

─Totalmente, eso debe ser─ Una sonrisa grande se extendió en su rostro. ─Me gustan tus rulitos.─ Tomo entre sus dedos uno de sus rulos y lo enredó en uno de ellos.

─Son solo rulos...simples rulos─ Contraatacó con un leve rosado en sus mejillas.

─Unos rulos simples y muy lindos. Parecen resortes.

Entre risas que se mezclaban con la balada y suaves caricias que sucedían entre las telas, sus pies danzaban en el suelo rojizo alrededor de la gente que hacían lo mismo. Sumidos en miradas con sus contrarios, sonrisas cómplices y toqueteos inocentes que no iban más allá. Pero aquella burbuja de tranquilidad se vio interrumpida cuando dos guardias robustos aparecieron a los lados de estas jovenes que la estaban pasando tan bien. Los guardias venían junto con una señora mayor de edad, con joyas de alto nivel y un vestido negro que le llegaba por arriba de sus rodillas. Con sus ojos las veía asqueadas.

─Lo lamento señoritas, pero se tendrán que ir del lugar.

Ambas lo miraron con un gesto incrédulo pero a la vez sorprendido.

─¿Disculpe?

─¡No pueden estar aquí! ¡Hay niños! Y las parejas deben ser hombre con mujer, son las reglas.

Habló ahora la anciana que las apuntaba con el dedo y con la otra mano apretaba lo que parecía ser una cruz que Eva noto muy bien.

─¿Perdón? ─Preguntó entrando en fastidio Eva. ─Primero que nada son casi las once y media y aquí no debe de haber niños, señora...

─Además no estamos haciendo nada malo. Solo bailamos.

─No hay lugar para bolleras aquí─ Escupió una muy arpía señora.

─¡Como se atreve...!─ Eva si no fuera por Lydia y los guardias que la sujetaron, casi se le abalanzaba a la mujer mayor.

─Tranquila, Eva.─ Le susurro en su oído mientras que su brazo seguía rodeando su cintura. Acto que Eva se quedó observando unos segundos, sentía serenidad al tacto de la contraria.

─Tengamos una noche de paz, sin ningún tipo de pelea. Por favor retirensen─ Habló un "compasivo" policía.

─Pero no es justo, nosotros solo queríamos bailar─ se defendió, aunque nada de eso las iba a poder ayudar. ─¿Por qué nos tenemos que ir nosotras?

─Solo vamonos...Afuera la vamos a pasar mejor─ Con su mano la rizada acarició el brazo de la contraria tratando de calmarla y su rostro miraba con enojó a los guardias.

Con sus rostros reflejando tristeza decidieron que para que no se arme todo un embrollo innecesario, era mejor irse del lugar. Pero no sin antes que Eva le dedicara unas palabras a la mujer.

─Dios no permite viejas arpías, recapacite.

La mujer abrió su boca como un buzón haciendo que las dos rieran mientras que con sus manos unidas se iban hacia la salida. Eva le mostró su dedo del medio y desaparecieron de aquella fiesta que no había sido tan buena.

─Perdón, pensé que iba a hacer una buena noche...─ Susurro apenada la rubia recordando las cosas malas que paso hoy. ─No fue mi intención hacerte pasar un mal momento.

─¿Un mal momento? ¿Viste lo que pasó ahí adentro? ─Rió─ Fue lo más emocionante que pasó en mi vida, nunca antes vi que alguien le contestara de esa manera a una mujer mayor. Ya sabes, ese típico estigma que tiene con los adultas que se les debe...─ Eva la interrumpió.

─Respeto. Si lo se, mi madre me lo dijo siempre. Suelo romper un poco las reglas.

─Lo note. Para en la vida se tiene que hacer lo que uno de verdad quiera hacer. Esta bueno romper reglas de vez en cuando. No estaría aquí sino. Me valió una sobornada.

Ambas se encontraban sentadas en el cemento de la vereda. Lydia posaba su mejilla en el hombro de la contraria.

─¿Viste que linda esta la luna? ─Subió sus ojos viéndola desde abajo, teniendo una hermosa vista de su mandíbula.

─Esta preciosa...─Recordó las veces que le habló sobre la chica que tiene en su hombro y sonrió de forma cómplice.

Eva cerró sus ojos disfrutando el momento, pero una camioneta las interrumpió haciendo que se separaran.

¿Acaso todo el mundo las iba a interrumpir hoy?

─Debo irme...─ Se levantó Lydia dándose cuenta que ese era su chófer y era su hora de irse.

─Al parecer el mundo esta obsesionado con interrumpirnos.

─Puede ser. Pero ya vamos a tener días para vernos ¿No crees... ─Sus palabras fueron yéndose con el viento cuando noto que Eva se iba acercándose cada vez más. Teniendo que ver hacía arriba debido que esta era un poquito más alta. Sin lugar a la vergüenza, tomo la iniciativa de sacarle con cuidado aquella máscara que llevaba puesta, quedando media tonta por la belleza que era reflejada. Al fin tenía a su amada frente a frente y podía ver algunos de sus lunares más de cerca.

Sonrio al saber que tenia a la chica que le dedico varias cartas a su lado. ─Tendremos, claro que sí─ susurro uniendo sus frentes y rozando sus narices, no sin antes sacarse ella también la máscara. ─Pero no me voy a ir sin un recuerdo de usted...

Lydia iba a hablar pero sintió como la contraria posó una mano en su cintura y con suavidad la trajo más hacía ella. Con una sonrisa tímida Eva se fue acercando a sus labios, con lentitud para no asustarla. Poco a poco sus bocas se fueron uniendo, encastrándose como un rompecabezas. Las manos de Lydia fueron hasta sus mejillas presionando tiernamente y esta la atrajo más hasta ella. Suerte que los vidrios de su auto eran polarizados. La rizada pensaba que los labios de esta eran muy suaves y tenían un ligero sabor a champagne, pero muy adictivos.

El golpeteo de un puño contra el cristal las hizo separar sus labios y haciéndolas reír sintiendo un poco de adrenalina.

Sus respiraciones entrecortadas se chocaban entre si y Lydia fue la primera en romper el silencio después de tanto ─¿Y ahora que recuerdo puedo llevarme yo de ti? ─Susurro tomando la mano de la otra.

Eva pensó por unos segundos, manteniendo su frente contra la de esta.

─Cuando la luna este acompañandote por tu jardín, imagina que también estaré yo...a tu lado.─susurró tomando con delicadeza las mejillas de la joven. ─Cuidaré tu caminar y te deseare las buenas noches...─Dejó un ligero beso en su mejilla y otro en su frente.─...mi querida.

Dejo un ligero beso en sus labios y la dejó ir, esperando volver a verla.

Y cuando le cuente a la luna, esta le dirá que lo sabe. Por que las acompañó y cuido toda la noche.

***

¿Cuál sería el shipp de Eva y Lydia?

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